Religión tradicional africana
Una definición de E. Bolaji Idown
En la mitología Yoruba, hay una remarcable historia que trae claramente la relación entre Dios y las Divinidades.
Las mil setecientas divinidades conspiraron contra Olódùmaré, y decidieron que debe abdicar poder y autoridad. Fueron ante él y demandaron que debería entregarles poder, por lo menos, por un período experimental de dieciséis años. Olódùmaré les sugirió que sería sabio para ellos experimentar por dieciséis días en primera instancia. Esta sugerencia fue aceptada. Olódùmaré entonces les dijo que el mundo era de ellos para correr el camino que eligieron por ese período. Inmediatamente iniciaron la tarea. Pero después de sólo ocho días descubrieron que las cosas habían salido mal, ya que la maquinaria del universo estaba, en realidad, en una pausa.
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Nota gráfica correspondiente a una escultura de la Costa de Marfil, donde un viejo negro se erige sobre una basa en la cual se ve esculpido un saurio. Este tipo de representación, le sirve a los primitivos para venerar a sus antepasados. El saurio representa en los Yorubás la tierra firme. Una vez creado el planeta, los animales que pisaron la tierra fueron el gallo y luego el saurio, y ambos formaron la tradición de los pueblos Yorubás. |
Idearon todos los medios que pudieron pensar para mantener las cosas funcionando, pero no adelantaban, adoptaron todas las tácticas que conocían pero fallaron, el cielo contuvo su lluvia; los ríos cesaron de fluir, los riachuelos se volvieron saturados de hojas secas, el ñame germinaba pero no se desarrollaba, las orejas de trigo se llenaban pero no maduraban, el jugo de los árboles estaba siendo lamido para apagar la sed, Orumilá fue consultado pero su oráculo estaba mudo y las aplicaciones de la adivinación se rehusaron a trabajar, los banquetes diarios en las casas de las divinidades se detuvieron, el mundo entero iba seguramente a parecer! Las divinidades no sabían que hacer. No había nada más que pudieran hacer sino ir de nuevo con Olódùmaré. Y por lo tanto, en la vergüenza, y con sus cabezas bajas, volvieron con él y confesaron su necedad, reconociendo su supremacía y su absoluta soberanía, y suplicando misericordia. El padre benevolente se rió y los perdonó. Luego encendió la maquinaria del universo e inmediatamente volvió todo a la normalidad. Las divinidades se fueron cantando:
«Hay mil cuatrocientas divinidades de la casa;
Hay mil doscientas divinidades del mercado,
Aún no hay una divinidad para comparar con Olódùmaré:
Olódùmaré es el Rey Único.
En nuestra reciente disputa,
Edùmarè es quien ganó.
Sí, Edùmarè.»
La absoluta dependencia del hombre esencial hacia Dios es ampliamente enfatizada por el hecho de que en ciertas localidades, los nombres por los cuales el hombre íntimo es llamado deriva directamente de los nombres de Dios. Tenemos ejemplos de esto entre los Yoruba e Igbo donde respectivamente Dios es llamado Orise y Chukwu, y la persona esencial es llamada ori y chi. Ori deriva del nombre Orise = Ori-se, que significa la «Fuente de la cual los seres pasan o se levantan de un salto, Fuente del Ser»; y chi del Chukwu = Chi-ukwu, que significa El Grande. Inmenso, Fuente Sin Dimensiones de los que está usualmente conectado con la persona esencial: esto es usualmente concebido como algo que el hombre obtiene de Dios mismo, y fundamentalmente, la cuenta de cómo el hombre usa su talento debe ser entregado a Dios.
Concluiremos esta sub-sección con la nota de que con respecto a la creación, el control, y mantenimiento del universo, sólo Dios es el absoluto origen de todas las cosas, solamente él tiene el absoluto origen de todas las cosas, solamente él tiene el absoluto poder y autoridad. En el pensamiento Africano, Dios es absolutamente esencial y no puede ser descuidado; la noción de un dios como trascendente que no es inmanente es ajena a la creencia Africana, aún así, como hemos observado, cuando presionados a expresar esto en derechos y prosaicos términos, los Africano podrían ser confundidos, especialmente cuando la cuestión es tendida en términos difíciles por la gente que debería conocer que hay preguntas que no pueden ser contestadas en los términos en las cuales son hechas. Los Africanos son explícitos sobre las reglas divinas y el absoluto control del universo.
Déjenos tomar la cosmogonía Yoruba como un ejemplo. Los yoruba creen tradicionalmente que la creación de la tierra comenzó en Ilé Ifé. Cuando la tierra estaba lista y equipada, dieciséis humanos, fueron despachados bajo la tutela de Orìsànlá, la archidivinidad y la cabeza de Orelúéré, la primera Cabeza humana en habitar la tierra. Aunque este mito es complejo en consecuencia de los inmigrantes que vinieron a Yorubaland bajo el poderoso líder que es ahora conocido como Adùdúwá, su motivo básico de que la raza humana es una, aún si sus lugares de morada podrían estar lejos aparte y los colores de sus pieles y modos de vida podrían diferir uno de otro. La mitología continúa diciendo que Olodumaré invistió a Orìsànlá con el poder de crear al hombre perfecto, bien parecido, o deformado, y con cualquier peculiaridad de formas y apariencias, o de cualquier color, que eligiera. De aquí los diferentes tipos de seres humanos. Hay un mito separado que explica el colorido del hombre blanco (que incluye casi todas las personas con color típicamente más claro que el de los Africano).
Ilé Ifé… es el origen terrenal y fundación de todo; es también el fin terrenal al cual debemos volver para que se nos diga que hacer luego… Ilé Ifé es el origen y centro, no solo del mundo Yoruba sino también de las naciones enteras y de la gente. En un tiempo, una piedra «zapato» podría ser visto allí, y se decía que era el zapato primitivo, el arquetipo de los zapatos usados por los europeos. Hay dos cuerpos de agua en la ciudad: uno es llamado Osàrà (Osà), «La Laguna» y el otro Okun, «El Mar». Estos eran respectivamente las fuentes originales de las que las lagunas y mares del mundo y océanos derivaron.
Durante el ritual central de por lo menos un festival mayor en Ilé Ifé, la invocación comienza con la divinidad concerniente y procede a invitar a los ancestros, y luego a la gente de todos los rincones de la tierra a venir a casa (en espíritu por supuesto) y adorar.