Para justificar el ascenso de dos ex torturadores de la Escuela de Mecánica de la Armada durante la dictadura militar (1976-83), Menem declaró que tenía autoridad para hacerlo porque él también había sido torturado. El artículo de Verbitsky no sólo negaba, en base a abundante evidencia periodística, que hubiese sido torturado sino que dejaba malparado el comportamiento en la cárcel de Menem, con testimonios sobre que lloriqueaba todo el día y que ni siquiera le cortaron el pelo y sus entonces abundantes patillas, entre otros.

El fallo absolutorio estableció que Verbitsky `al sostener que Menem faltaba a la verdad cuando decía haber sido torturado, es la de cumplir con el deber que le impone su profesión´. Confirmado en segunda instancia, ahora Menem obtuvo que la Corte Suprema aceptara la apelación. Para ello el presidente tuvo que declarar inconstitucionales dos artículos del Código Procesal que él mismo promoviera, destinado a aliviar el trabajo de la justicia.