Ventura Toja es un viejo vecino
de Canelones; ex-alumno de la Escuela Tres Esquinas, colabora permanentemente
con el pueblo y es una figura entrañable. Periodista deportivo primero y
costumbrista después, ha incursionado en radio, TV y prensa locales,
siendo un punto de referencia obligado para quien quiera conocer algo de nuestro
pasado reciente.
Barrio de las Tres Esquinas
Aunque los barrios no tienen fronteras, y pertenecer a uno es más
bien un sentimiento, hay algo que los identifica; y es el calor de la gente que
lo habita. Personalmente me identifiqué con el barrio de Las Tres
Esquinas, y siempre me sentí integrante de su comunidad. Como mi casa
quedaba algo distante de lo que podríamos llamar su núcleo
central, inventé aquello de que: 'me crié en un "corner"
del barrio'. Y afloran casi unidas dos pasiones, fútbol y
barrio, y como veremos más adelante, ellas dos formaban una unidad
casi indisoluble. El barrio está ubicado casi al norte de la ciudad,
y es uno de los más tradicionales de la misma. Concretamente no sé
a qué esquina se refiere el nombre del barrio, porque en realidad, y
sobre la calle Batlle y Ordóñez, y separadas solo por una cuadra,
había dos cruces de calles que presentaban las mismas características:
tres esquinas edificadas y una libre.
Una era el cruce con Tacuarembó (ahora Teresa Cabana de Moreno)
-estaba la panadería de don Martín Méndez, la
Escuela y el almacén de Runco y Gatti. La otra sobre
Vázquez Varela; con el almacén, bar, billar y cancha de bochas del
Yiyo Rebellato, la carnicería de Noria, y el "Almacén
Del Candil" (se llamaba así porque no tenía luz eléctrica
y usaba una modesta lamparita a queroseno para alumbrarse. Su dueño era
un viejito de cuyo nombre no puedo acordarme). Y a una cuadra: "el campito"
donde con el tiempo se iría a construir el nuevo edificio para la
escuela. En el campito, y debajo del ombú que ya entonces existía
con su protectora sombra, tenía su rancho la familia Pantalión,
(aunque me inclino a pensar que este fuera el nombre del padre) que tenía
hijas mujeres y eran morenos.
Cerca del ombú y del matorral de cina-cina estaba "la cachimba";
un ojo de agua natural y muy fresca, de la que se servían los morenos, y
también los muchachos que jugaban a la pelota desde que salía el
sol hasta el ocaso.
Decíamos anteriormente de la unidad del barrio-fútbol,
y es que la influencia que los triunfos Olímpicos del 24 y del 28 ejercían
sobre la muchachada que no soñaba con otro destino que el de ser crack de
fútbol y un día vestir la Celeste era muy fuerte. Y hubo uno que
alcanzó el objetivo; se llamaba Erebo Zunino, y fue campeón
Sudamericano en 1935, en Lima (Perú).
La Escuela funcionaba en el viejo edificio (en realidad era una antigua
casona que había sido residencia de la familia Moreno).
Ya por entonces, principio de los años 30, el local resultaba
insuficiente para albergar al alumnado que era cada vez mayor, y entonces se
planteó la necesidad de tener uno más amplio; pero como no se quería
retirar la escuela de su zona de influencia, se pensó en construirla en
el campito -aunque ello significara dejar a los muchachos sin cancha. Para
alcanzar este logro fue fundamental la gestión de la Comisión de
Fomento que presidía la sra Obdulia González de Quinteros.
Por el año 1932 se concretó el sueño, con el inicio de
los trabajos para la construcción del nuevo edificio escolar. La obra
concluyó bien avanzado el año 1935 y su inaguración oficial
coincidió con la fiesta de fin de cursos de ese año. A partir de
1936, la escuela 110 -Joaquín Suárez o Las tres Esquinas- funciona
en el actual edificio.
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