Comisión de
Salud del Senado
Asunto: Proyecto
de ley de Defensa de la Salud Reproductiva
Lilián Abracinskas en representación de la Coordinación
Nacional de Organizaciones por la Defensa de la Salud
Reproductiva
Martes 16 de setiembre 2003
Agradecemos que esta Comisión nos reciba para escuchar los
planteos que tenemos para hacer en tanto representantes de
diversas organizaciones de nuestro medio. Somos una coordinación
que ha estado trabajando en el intercambio de reflexiones,
experiencias y en la construcción de consensos en relación a las
temáticas que hoy nos convocan a través del proyecto de ley de
Defensa de la Salud Reproductiva. Desde el respeto, el
reconocimiento y la convivencia de diversidad de creencias y
postulados coincidimos en que la aprobación de este proyecto de
ley sería un importante avance para nuestro país en la búsqueda
de soluciones a distintas problemáticas que ameritan una
atención inmediata.
Esta Coordinación está integrada por representantes de distintas
iglesias, organizaciones y grupos de jóvenes, instituciones de
defensa de los derechos humanos, más de 45 organizaciones de
mujeres y feministas de todo el país, la Central de trabajadores
y trabajadoras PIT-CNT, de gremios, de organizaciones del medio
rural, comunitario y barrial. Nuestro objetivo fundamental ha
sido el difundir la existencia de este proyecto, informar sobre
su contenido y extender y ampliar el debate público generando
numerosas instancias de intercambio que nos han posibilitado
aprender más del tema y conocer mejor las opiniones de la gente.
Para las organizaciones que hemos participado desde 1985 en el
debate sobre la situación del aborto en el Uruguay, importa
resaltar que si bien en cada legislatura se han presentado
proyectos de despenalización/regulación de esta práctica, con
sus correspondientes debates, es en esta oportunidad que se ha
constituido una corriente de opinión mucho más amplia. Se han
pronunciando públicamente -en apoyo de este proyecto- instancias
de la magnitud del Concejo Directivo Central de la Universidad
de la República, decanos de diversas facultades, personalidades
del ámbito académico, profesional, deportivo, de distintas
expresiones artísticas, de diversas edades, condiciones
socio-económicas y culturales. Uruguay está siendo mirado desde
otros países y desde distintas organizaciones regionales e
internacionales como un país pionero en generar legislación que
promueva, respete y garantice los derechos sexuales y los
derechos reproductivos, reconociéndolos desde la universalidad,
integralidad e indivisibilidad de los derechos humanos. Ha sido
un largo trayecto que ha permitido acumular reflexiones y
madurar las posiciones que hoy nos permiten estar en esta
comisión de salud del Senado, analizando un proyecto de ley de
esta envergadura que ya cuenta con la media sanción de la Cámara
de Diputados y con un importante respaldo de diversas
expresiones de nuestra sociedad.
Se han abierto las fronteras de los espacios "tradicionales" en
los que se sostenía la polémica y coincidimos en que:
1) la práctica clandestina
del aborto -en condiciones de riesgo- es un problema de salud
pública y de injusticia social que sólo podrá ser solucionado
con una política integral de prevención y atención adecuadas a
la realidad.
2) que la defensa y
promoción de los derechos sexuales y reproductivos es una
responsabilidad del Estado que debe estar garantizada desde la
laicidad, el respeto a la diversidad de creencias y la promoción
de una convivencia democrática que no permita el avasallamiento
de posiciones hegemónicas de ningún tipo.
3) la promoción y
orientación del ejercicio responsable de la paternidad y la
maternidad es uno de los elementos sustanciales para la
construcción de una sociedad más equitativa y por lo tanto más
saludable.
Tenemos interés en compartir con ustedes lo aprendido por
considerar que puede ser un aporte que contribuya a su compleja
tarea de decidir el futuro de este proyecto.
Quisiéramos comenzar por reflexionar conjuntamente sobre el
concepto del aborto como un delito. ¿Hay consenso social sobre
este concepto?
Los últimos 40 años en la historia de la Humanidad han sido
decisivos en la tendencia abolicionista del aborto voluntario
como delito. Los argumentos despenalizadores y reguladores de la
práctica del aborto, en diversos países, cada vez son más claros
y rotundos frente a un fenómeno social absolutamente destacado
de nuestro mundo contemporáneo: el mayor grado de igualdad
social, la justa y progresiva emancipación de la mujer y la
relación interdependiente entre diversos Estados o países, son
realidades que han ido fracturando los moldes que definieron al
aborto voluntario como un delito.
La concepción político-democrática que hoy vivimos y que nos
permite postular "derechos humanos fundamentales",
"constitucionalidad", "igualdad y justicia" hacen que la
concepción de aborto-delito y su despenalización sea una
cuestión política de primera magnitud donde la voluntad
mayoritaria de la ciudadanía ha sido -en la experiencia mundial-
quien ha determinando el "sí", el "cuándo" y el "como"
despenalizar su práctica, por encima de cualquier postulado
ideológico, individual o colectivo.
¿Es posible y lógico pensar que una conducta humana, que se
produce entre miles o millones de veces en el mundo, en todos
los países y en todos los años -de modo repetido- se corresponde
con otros tantos miles o millones de delitos? ¿una conducta tan
reiterada en todas las épocas, latitudes y circunstancias, no
podría leerse como un signo de aprobación social y aceptación
legal?
El aborto se aparta de los delitos clásicos. El homicidio, el
asesinato, el robo, las infracciones contra la propiedad son
conductas humanas que consensuadamente definimos como delitos
dignos de sanción penal. Sin embargo el aborto voluntario tiene
una valoración legal y penal radicalmente diversa según épocas y
países que va desde condenarlo como delito a aceptarlo como acto
lícito, desde "crimen o pecado" hasta derecho propio de la
mujer.
Desde 1970 un buen número de países han liberalizado en diverso
grado sus leyes sobre aborto, por citar algunos: Austria,
Canadá, China, Cuba, Dinamarca, Finlandia, Francia, India,
Italia, Alemania, Holanda, Noruega, Suecia, el Reino Unido,
Nepal, Sudáfrica, Barbados.
Es un grupo muy reducido de países los que sostienen el aborto
ilegal en cualquier circunstancia.
Ya sea por vía del sistema de indicaciones o por el sistema de
plazos, un alto porcentaje de países han ido flexibilizando sus
legislaciones habilitando abortos legales por CAUSAS ESPECÍFICAS
(médicas, eugenésicas, jurídicas y sociales o médico-sociales)
(25% de los países) o por PETICION DE LA MUJER dentro de un
plazo que oscila entre las 10 y 28 semanas. En este régimen se
encuentra el 39% de la población mundial.
En el 65% de los países el aborto-delito no es un concepto
absoluto sino que admite condiciones para su práctica. El
aborto voluntario o consensual como conducta humana tiene un
tratamiento legal diverso en la legislación positiva y esta
diversidad es radical. Es esta calidad de diversidad en
su tratamiento legal lo que marca un total contraste con los
llamados delitos clásicos. El asesinato, el homicidio y
los delitos contra las personas tienen una contemplación y
tratamiento homogéneos y cercanos en casi todos los regímenes
positivos. El aborto, no.
Otra constatación es que los países que registran mejores
indicadores en la defensa y respeto de los Derechos Humanos, han
desincriminado total o parcialmente el aborto.
En los países donde continúa arraigado el concepto de
aborto-delito y no se han modificado sus leyes o
implementado servicios para su atención (muchos de los países de
África, América Latina, algunos de los países islámicos), es en
donde se concentran las cifras más altas de muerte materna
por abortos practicados en condiciones de riesgo y donde se
registra la mayor influencia de las expresiones fundamentalistas
de distintas religiones como la católica, musulmana, judía
ortodoxa o islámica.
Desde el siglo II la tesis de aborto-delito y la vinculación del
aborto-homicidio fue configurada desde del cristianismo
influyendo hasta el siglo XVIII en el pensamiento y en las leyes
de diversos países, que asimilaron el aborto como homicidio
imponiéndole penas máximas.
El Derecho Penal de la Ilustración desarrollado en el siglo XIX
produce una quiebre sustancial que altera la concepción del
aborto en una triple dirección
a) desaparece la
equivalencia del aborto con el homicidio, configurándose como
delito autónomo
b) deja de aplicarse la pena
capital para los casos de aborto, y
c) se atenúan -de forma
general- las penas y aparecen causales que habilitan su práctica
El concepto rígido de aborto-delito como marca ideológica
impuesta hasta el siglo XVIII, fue siendo sustituido por
concepciones jurídicas diversas tendientes a responder de forma
más adecuada a una conducta indudablemente humana y persistente
en las más diversas culturas.
Es recién en el siglo XX que se registra una creciente y
progresiva desincriminación total o parcial del aborto
voluntario. Y todo parecería indicar que esta tendencia debería
consolidarse en el siglo XXI, en la medida que se amplíen y
consoliden las bases democráticas de la convivencia humana.
El aborto pecado y su trasposición al derecho positivo como
aborto delito además de no dar cuenta de la realidad, ha
resultado ser ineficaz para transformar la práctica voluntaria
del aborto, desestimularla y erradicarla. Sostienen juristas,
sociólogos y antropólogos estudiosos del tema que al ser el
aborto-delito el producto de una creación religiosa con
fundamentos que se sostienen en postulados religiosos y no en
verificaciones científicas debería ser razón suficiente para no
ser tomado como concepto en un Estado confesional y menos aún en
Estados no confesionales.
Investigaciones en derecho comparado, en estimación del número
de abortos, en indagación de practicas clandestinas,
procesamientos y penas aplicadas concluyen que todos estos
indicadores terminan cuestionado el concepto del aborto como
delito. Por citar rápidamente un ejemplo: no existe relación
alguna entre las leyes que penalizan y los procesamientos que se
realizan por el delito de aborto. Aún en países con leyes muy
restrictivas, los procesamientos por delito de aborto son muy
inferiores a la práctica estimada. Uruguay no escapa a esta
constatación.
Otro dato que también genera conflictos de diversa índole y que
parecería ser gravitante en al decisión de modificar
legislaciones es la magnitud de la práctica ¿Cuántos abortos se
producen?
En el mundo, las fuentes informativas que pueden responder
-parcialmente- a esta pregunta provienen de:
h
datos oficiales (en aquellos países donde el aborto ha sido
despenalizado-y hay registro de la práctica)
h
de estimaciones -de diversa índole- que intentan dar cuenta del
número de abortos ilegales pero que por la propia naturaleza
clandestina de la práctica , adolecen de fiabilidad.
h
y, un registro que también da cierta cuenta del fenómeno como es
la experiencia personal de gran número de personas que directa o
indirectamente han pasado o conocido a alguien que ha practicado
un aborto.
Importantes instituciones internacionales referentes en salud
como la OMS y el Fondo de Población de las Naciones Unidas
(FNUAP) calculan que anualmente se producen 75 millones de
embarazos no deseados/no esperados, de los cuales
aproximadamente 20 millones terminan en abortos realizados en
malas condiciones.
Las tasas de abortividad que daría el porcentaje de aborto sobre
embarazos conocidos estima que los abortos son un 30% de los
nacimientos mientras que otros cálculos arrojan que por cada
nacimiento se producen entre 1 a 3 abortos.
¿Cuántos abortos se producen en Uruguay?
Nadie lo sabe a ciencia cierta y esta es otra consecuencia
negativa que, a nuestro entender, ha tenido la vigencia por más
de 64 años de una ley que no atendió efectivamente el problema.
No hay mecanismos claros para la realización de un aborto legal,
no contamos con registros, no tenemos datos que nos permitan
conocer la magnitud del problema. Sólo tenemos las cifras de
mujeres muertas por haberse practicado abortos en condiciones de
riesgo.
De las pocas investigaciones con las que cuenta nuestro país y
del resultado de distintas estimaciones se calcula que podrían
producirse entre 16.000 a 150.000 abortos anuales. Cálculos que
coinciden si aplicamos las fórmulas internacionales: desde un
30% de los nacimientos hasta una relación de 3 abortos por
nacimiento, en un país con aproximadamente 55.000 nacimientos
por año.
Cifras de una variabilidad tan amplia que han generado
elucubraciones sobre si se magnifican o minimizan en función del
interés de quién las usa. Por lo tanto vale la pena preguntarse
¿Por qué y para qué es importante conocer cuál es la incidencia
de la práctica del aborto?
Si es para definir un cambio legislativo. Estamos en problemas,
para algunos 16.000 abortos anuales podrán ser pocos, para otros
150.000 serán demasiados. De toda maneras lo que parece evidente
es que estamos hablando de una práctica real con la que
convivimos, cotidianamente. Aún en la menor de las estimaciones
estamos hablando de alrededor de 43 mujeres que por día deciden
practicarse un aborto y lo hacen en el circuito clandestino
porque no está habilitada ninguna otra posibilidad.
A nuestro entender es importante y fundamental saber cuántos
abortos se producen. Pero por otra razón, necesitamos como país
conocer las principales razones por las que se producen
embarazos no esperados, qué impacto tiene el no brindar
educación sexual en la generación de estos embarazos, cómo
funcionan las medidas de prevención, cuáles son los métodos
anticonceptivos más usados, cuál es la prevalencia en el uso de
métodos anticonceptivos (el último dato que tenemos es de una
encuesta de 1986). Necesitamos conocer la magnitud de la
situación para poder intervenir en la realidad de forma más
conciente, fundamentada, integral, que nos permita evaluar de
forma más objetiva políticas y programas educativos e incidencia
de servicios de prevención en salud reproductiva
El detalle no menor es que para saber con mayor confiabilidad
cuántos abortos se producen en nuestros país y qué medidas son
más efectivas para reducir su incidencia, necesitamos un
cambio legislativo, de otra forma no tendremos garantías en
la veracidad de datos que provienen de prácticas clandestinas.
Desafíos de los y las legisladores
Frente a un problema que no ha dejado de manifestarse de forma
constante en nuestro país y que se ha agudizado en los últimos
tiempos.
Frente a un proyecto de ley que ha logrado mayoría legislativa
en diputados y adhesión de una parte importante de la
ciudadanía.
Los señores y señoras senadores/as tendrán que decidir si
a) Dilatan la decisión y
trasladan el debate a próximas legislaturas, dejando el
antecedente que en ésta se llegó hasta la media sanción en
diputados.
b) Asumen que Uruguay
transitó 64 años de una ley que no ha tenido buenos resultados y
que desde hace18 años está discutiendo en el legislativo y en la
opinión pública distintos proyectos de ley que han intentado dar
solución al problema.
El doctor James Drane un bio-eticista que participó de los
debates legislativos de1993 sobre otro proyecto de ley sobre
este mismo tema, decía que para saber si una ley es justa se
debe averiguar que no garanticen más daños que beneficios. Debe
considerar la ética social sin descuidar la ética individual. El
problema es que muchas veces se generan confusiones y muchos
tratan de convertir su ética individual en una ley justa.
DATOS DE ENCUESTA - Empresa FACTUM - 14
de MARZO 2003
Las encuestas de opinión, realizadas por las distintas empresas
encuestadoras, coinciden desde hace mucho tiempo en que una
mayoría de la población está a favor de modificar la legislación
vigente.
Porque el aborto pueda practicarse por libre decisión de la
mujer hasta 12 semanas hay un 56% de la población a favor, un
38% en contra y sólo un 6% sin opinión.
Más que una postura coyuntural, dicen los responsables de las
empresas encuestadoras, la sociedad uruguaya tiene muy metido el
tema del aborto, la gente ha construido su posición desde hace
mucho tiempo a través de charlas familiares, experiencias
personales, y las cifras no se mueve desde hace una década, las
posiciones parecen estar definidas, arrojando una mayoría a
favor.
Cruzando las respuestas en función de las simpatías políticas de
la población encuestada, los resultados dan que:
votantes del EP/FA - 70 % a favor, 25% en contra
votantes del PC - 45% a favor, 45% en contra
votantes del PN - 53% a favor, 43% en contra - muy diferente a
lo que votó el PN en diputados.
De lo que se puede concluir que no habría una
correlación entre las posiciones parlametnarias de algunos
sectores y lo que opina la opinión pública.
Señores y señoras senadores, están frente a un dilema: el poder
político debe expedirse sobre temas no tradicionales de la
agenda política y parecería que la opción no pasa por una
representación sectorial sino que se tiene que legislar
contemplando la diversidad de opiniones y respetando la
diversidad de creencias.
Salvo un reducido polo ultra-conservador que no admite el aborto
ni aún cuando está en riesgo la vida de la mujer embarazada, se
abre una amplia gama de posiciones que admiten la práctica del
aborto voluntario como una práctica humana que no se debe
criminalizar sino prevenir para reducir su incidencia.
Qué esperamos desde esta Coordinación Nacional de
organizaciones
Consideramos que el peor de los escenarios es continuar con lo
que tenemos y hacer como si nada pasara. Démonos la oportunidad
como país de movernos hacia otras posibles soluciones. Hasta
ahora penar y prohibir por ley no dio resultados.
Promover condiciones para que toda la población pueda ejercer
de forma libre y responsable sus Derechos Sexuales y
Reproductivos, sin discriminaciones de ningún tipo, es una
alternativa tangible a considerar. Tenemos la posibilidad de
avanzar, no lo despreciemos.
Todos debemos pero ustedes fundamentalmente, hacer el enorme
esfuerzo de trascender creencias y posiciones personales para
alcanzar una solución que contemple y se aplique en la
multiplicidad de realidades. Sabemos que no es fácil y Uds.
mismos podrán comprobarlo en el testimonio que presentará la
Dra. Rosario Echagüe.
Muchas gracias por su atención.
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