El cangrejo bajo el marco
regulatorio
Luis Stolovich
Algo que sorprende cuando uno da una mirada a toda
América Latina desde el ángulo del sector
energético es que, por un lado las realidades de los
distintos países son muy diferentes, son
heterogéneas. Si miramos cuáles son las fuentes de
energía de que disponen, observamos que hay países
que tienen petróleo, otros países carecen por
completo del mismo y lo tienen que importar; hay
países a los que les sobra agua, o sea energía
hidroeléctrica y otros carecen de eso; hay algunos
que se autoabastecen y otros tienen que ser
compradores en el exterior; unos tienen un desarrollo
industrial que es muy exigente en cuanto al uso de
energía y otros son muy subdesarrollados en
términos industriales. Hay países en los cuales
todavía hay un gran peso del medio rural, como pasa
en Centroamérica, donde todavía el carbón y la
leña representan la mitad del consumo energético.
O sea, que lo miremos del ángulo que lo miremos,
tenemos realidades absolutamente diferentes. El
problema energético en Brasil no es el mismo que en
El Salvador y el de México no es el mismo que el de
Uruguay, y así sucesivamente.
Sin embargo lo sorprendente, lo que llama la
atención, es que para realidades tan diversas, hay
sin embargo un único proyecto, que casi como un
calco se repite en todos lados; proyecto de
respuesta, de solución a los problemas de desarrollo
del sector energía. En todos lados, de una forma o
de otra, se está intentando aplicar lo mismo. Y eso
lo que muestra es algo frente a lo que siempre los
gobernantes, por lo menos los de Uruguay, siempre se
encubren: "No, acá nadie nos impone nada, somos
nosotros que establecemos la política. Si los del
Banco Mundial y los del BID coinciden con nosotros,
allá ellos". Pero en realidad, resulta que
estos marcos regulatorios y todos los lineamientos
que hay atrás de ellos, se reproducen en realidades
absolutamente distintas; como que hay una única
respuesta para una realidad diversa. Lo que muestra
que, en definitiva, hay un origen único, por lo
menos en la formulación de las ideas y en la
promoción e imposición de las ideas. La cuestión
muchas veces pasa por los préstamos: cuando se
quieren pedir préstamos para desarrollo e
infraestructura para el sector energético,
cualquiera de los Bancos Multilaterales dice que sí,
pero que tiene que ser bajo tales y cuales reglas y
si no, no hay préstamos.
Este es un primer elemento a observar. A veces los
uruguayos tenemos una visión provinciana y queremos
resolver los problemas mirándolos nada más que
adentro nuestro, mirando nuestro ombligo; Y en
realidad no vamos a entender nuestra realidad casi
provinciana, si no miramos lo que pasa en el mundo y
en particular en nuestra región, en América Latina.
Entonces, el primer elemento que importa constatar
es que estamos en presencia de un único gran
proyecto de transformación del sector energético en
toda América Latina, más allá de la enorme
diversidad de situaciones y de problemas. Yo diría
que este proyecto busca atacar la vieja estructura
institucional del sector energético. ¿En qué se
basaba el funcionamiento del sector energía
prácticamente en casi toda América Latina? Por un
lado la producción, la generación de energía y su
distribución, estaban en manos de empresas
estatales, que por lo general, dado las enormes
inversiones que requiere el sector energía, eran
grandes empresas como lo es UTE en Uruguay; que
estaban ubicadas entre las primeras de cada país. En
el Uruguay las dos mayores empresas del país son
ANCAP y UTE, o sea sector energía. Y lo mismo se
reproducía en cada uno de los países de la región.
En los países más complejos, con estructura
federativa, como el caso de Brasil, Argentina u
otros, no era que hubiera una única empresa
energética, sino que había empresas estaduales,
empresas provinciales, un panorama un poco más
complejo. Pero la idea básica era que la energía
era suministrada, fuera de la fuente que fuese, por
empresas estatales que operaban en régimen de
monopolio, donde la lógica del mercado estaba
limitada, porque obviamente estamos hablando de
países de América Latina que funcionan en
economías capitalistas de mercado. Sim embargo, el
sector energía, por decisiones expresas, estaba
sustraído en buena medida de la lógica de mercado.
O sea, la lógica del mercado en buena medida estaba
subordinada a la idea de que el suministro de
energía y en particular la electricidad, era un
servicio público. Era un servicio público y el
Estado debía garantizar su acceso a toda la
población, además de que ese servicio público
también era un factor importante para el
funcionamiento productivo.
Otra característica del modelo anterior de
organización del sector energía era la integración
vertical. Las distintas etapas necesarias para
producir; transmitir y distribuir a los consumidores
de energía, no estaban separadas en distintas
empresas sino que, como en el caso de UTE, una
empresa hacía todo el proceso productivo. Desde la
generación, producir propiamente la energía,
trasmitirla por las redes de alta tensión, hasta
distribuirla en baja tensión hasta llegar a los
hogares, empresas o comercios. O sea que todo el
proceso, las distintas partes del proceso, estaban
integradas en una única empresa que manejaba el
conjunto del proceso de producción y
comercialización. Y, por otro lado, el Estado era el
que regulaba cómo funcionaba el mercado en el sector
energía, establecía las reglas de juego. Que en
esas reglas de juego, justamente, la lógica del
mercado quedaba en buena medida subordinada a otro
tipo de criterios.
¿Cuáles eran los fundamentos de este modelo de
organización que hoy se ataca desde todos lados en
el continente? Por un lado, que la energía es un
insumo básico del desarrollo económico. O sea la
energía, ya sea petróleo, ya sea electricidad u
otras formas, son prácticamente lo que mueve las
industrias, lo que mueve la actividad agrícola,
está en el comercio, o sea, que no hay actividad
económica que no utilice la energía. Pero además,
dadas las formas de funcionamiento social, los
hogares, su vida cotidiana y hasta su funcionamiento,
dependen de la electricidad. Hoy, cuando cada vez
más necesidades se resuelven en base a artefactos
electrodomésticos, está claro que la energía
afecta la vida de la gente, a la vez que afecta la
producción en su base misma. Por lo tanto, se
considera que la energía tiene un carácter
estratégico. Producir energía no es lo mismo que
producir chocolatines o sillas; tiene
características distintas, porque el chocolatín
habrá algunos que lo compran y otros que no, las
sillas las necesitaremos todos pero siempre nos
podemos arreglar; pero energía es un producto, un
bien básico, fundamental para el funcionamiento
económico y social. Y de ahí su carácter
estratégico.
Por otra parte, el proceso de producción de
energía tiene que combinar dos factores claves: uno
es la seguridad en el abastecimiento de energía. Uno
de los viejos problemas que tuvo Uruguay y que
tuvieron todos los países, era que no siempre se
aseguraba el abastecimiento: recuerden la época de
los apagones, que aún en otros países siguen
existiendo. Por tanto uno de los problemas es cómo
se asegura que haya energía y que llegue, pero a la
vez eso tiene un costo. Hay todo un equilibrio muy
complejo entre el costo de la energía y la necesidad
de invertir para asegurar el abastecimiento.
El sector energético en todas sus ramas, pero en
particular en la producción de electricidad, es un
sector intensivo en capital, o sea que para operar
requiere de grandes inversiones y por lo tanto tiene
costos fijos muy elevados y muchos costos fijos que
son irreversibles, o sea, que si se hace una central
hidroeléctrica sirve para eso y para ninguna otra
cosa. Cuando se construye un galpón de una fábrica,
podría servir para producir textiles o a lo mejor
podría servir para producir metales, habría que
cambiar sólo las maquinarias. Y a su vez hay
equipamientos en la industria que se pueden adaptar a
otros fines. En el caso de la energía, son enormes
inversiones que sólo sirven para esa finalidad, o
sea que son costos irreversibles.
En el caso de la energía eléctrica además, hay
un proceso complejo de vinculación entre oferta y
demanda. La demanda se va visualizando minuto a
minuto, segundo a segundo; cuando prendemos la llave,
miles de otros también están prendiendo la llave,
ahí va surgiendo una demanda y a esa demanda hay que
responder en forma instantánea. No es como en el
caso, por ejemplo del calzado: de pronto a la gente
se le ocurre comprar calzado y se empiezan a bajar
los stocks de las zapaterías y entonces las
fábricas reciben señales para producir más y eso
al cabo de un tiempo se adecúa. Sin embargo, con la
electricidad, la relación es casi instantánea, o
sea que hay que responder minuto a minuto a las
demandas y eso exige una elevada coordinación. No
sólo estamos ante una industria que requiere grandes
inversiones sino que es también compleja en su
funcionamiento, exige mecanismos para ir resolviendo
en cada momento qué unidades hay que estar
prendiendo para responder a la demanda.
Por otro lado, dado el enorme capital que se
invierte, el período de recuperación del capital es
muy largo, lleva muchos años, lleva décadas. Y a la
vez la evolución de la demanda a largo plazo exige
la necesidad de planificar a largo plazo, porque no
se puede llegar a una situación donde se diga:
"se nos terminó la energía disponible",
porque invertir y poner en funcionamiento una nueva
central lleva tiempo. Podríamos quedarnos sin
zapatos, pero en el caso de la energía no nos
podemos quedar sin energía y se requiere entonces de
una planificación que es siempre de largo plazo.
Todo esto, ya sea el hecho de ser la energía un
insumo estratégico para el funcionamiento económico
y social, la compleja relación entre seguridad y
costo, el carácter intensivo en capital, las altas
inversiones que se requieren, la elevadísima
coordinación que requiere su funcionamiento, los
largos períodos de recuperación del capital y la
necesidad de planificar, todo esto fue lo que llevó
a que a lo largo de las cuatro, cinco, seis décadas
anteriores o más aún, en algunos casos desde
principios de siglo, se fuera estructurando un modelo
de funcionamiento del sector energético basado en un
rol protagónico del Estado, empresas estatales,
monopolios, integración vertical y la idea básica
de un servicio público.
Frente a este modelo es que reacciona este
proyecto que concebido, promovido e impuesto por los
organismos financieros multilaterales, se empieza a
aplicar. El argumento que manejan es que la tan
mentada globalización de las que nos hablan, pero
que muchas veces son papelitos de colores, exige de
un nuevo paradigma económico. Que la economía en el
viejo estilo ya se agotó, está en crisis, el mundo
entró en crisis debido a ese viejo modelo y ahora
hay que entrar en un nuevo modelo en el cual hay
algunos nuevos principios. Uno de ellos es que el
patrimonio y los recursos naturales sean de libre
disponibilidad bajo las reglas del mercado. No que
los recursos naturales sean un patrimonio social,
común, de la sociedad y que ésta obviamente lo
maneje en función del interés común, sino que sea
de libre acceso privado para operar en función de
las reglas de juego del mercado. La idea de disminuir
el espacio de lo público, la idea de aumentar el
espacio de lo privado y disminuir el de lo público,
reducir el Estado en sus funciones económicas, o sea
un Estado meramente subsidiario de la actividad
privada, o sea que simplemente garantice las
condiciones económicas, que garantice que haya libre
competencia, que las sociedades sean estables ... En
cierto modo, sin retroceder exactamente a aquel viejo
ideal que plantearon algunos liberales de hace
algunos siglos, el "Estado juez y gendarme"
y punto; reducir el papel del Estado. En realidad,
más que reducirlo es transformarlo. La idea de
liberalizar todos los mercados, que la política
económica sea "neutral", en el sentido de
no hacer discriminaciones, afirmar que todos los
sectores económicos son igualmente importantes,
producir chocolatines y energía es igualmente
importante, entonces el Estado no tiene por qué
discriminar en favor de uno o a favor de otro y
tampoco tiene que discriminar en favor de empresas
nacionales o extranjeras, o en favor de estatales o
de privadas: tiene que dejar que esas cosas las
decida el mercado. El Estado solamente debe crear el
ambiente, para que luego en ese ambiente sean los
privados los que tomen las decisiones económicas.
Han surgido en las últimas décadas, las llamadas
"compañías energéticas globales" fruto
de los procesos de privatización que se dieron en
particular desde los años 80. Emergieron grandes
compañías. En el caso de la electricidad, por
ejemplo, menciono tres o cuatro, las más
importantes: Electricité de France de Francia (EDF),
ENDESA de España, (hay otra ENDESA en Chile, que es
la Empresa Nacional de Electricidad S.A.), Power Gen,
Southern Electric y algunas otras, que son
compañías que ya operan como transnacionales de la
energía. Porque una cosa es Coca Cola, que vende
hasta en el último rincón de la tierra, pero en la
energía no funcionaba así. En las últimas décadas
surgen estas compañías energéticas globales que
tienen una estrategia a nivel del mundo y que están
buscando oportunidades de negocios en lo que ellos
llaman los mercados emergentes y otros denominan
Tercer Mundo. Pero, para que haya oportunidades de
negocios tiene que haber nuevas reglas de juego,
porque si el esquema anterior era un esquema de
monopolios estatales en el marco de la concepción de
servicios públicos, eso no le abría ninguna o muy
pocas oportunidades a las inversiones de estas
empresas.
Pensemos nada más en la lista de empresas que han
invertido en los últimos cinco o seis años en
Argentina, que lleva a cabo un amplio proceso de
privatización: hay como veinte empresas
transnacionales y entre las más importantes la
Southern Electric Company de Estados Unidos, ENDESA
de Chile, ENDESA de España, CMS de Energy Company de
Estados Unidos, TRANSAL ENERGIC de Canadá, hay
empresas alemanas, pero Francia, Italia, España,
Estados Unidos y Canadá, han sido los grandes
beneficiarios de las privatizaciones en este caso.
Entre las españolas está Unión Fenosa, que tuvo un
papel importante en el proceso de cambios en la
gestión en UTE. Crearon una empresa de consultoría
y ¿qué pasa? Que estas consultoras, después que
hacen el proceso de aprendizaje, de creación y de
implementación de los nuevos marcos regulatorios, de
las privatizaciones, adquieren un conocimiento.
Entonces, las consultoras le transmiten ese
conocimiento a los otros países, se vuelven los
"hijos mimados" de los bancos
internacionales, que muchas veces exigen ciertos
estudios y quienes hacen esos estudios en definitiva
están vinculados a las empresas que están buscando
dónde invertir.
En el caso de Uruguay hay una larga historia, que
no la voy a repetir, pero lleva ya unos cuantos
años, antes de que se llegara a este marco
regulatorio. Pasaron por acá consultoras chilenas y
norteamericanas, hubo varios planes y varias
propuestas. Ocurre que las resistencias del
sindicato, de la población y también, a veces, al
interior de la propia empresa, fueron alargando y
demorando el proceso. Pero ya han operado este tipo
de consultoras que obviamente son parte de estos
procesos de privatización. En el caso de la empresa
francesa Electricité de France, entró en la región
del MERCOSUR con gran fuerza, compró por un lado la
Light de Río de Janeiro, una de las grandes empresas
eléctricas de allí y eso le da el pie para entrar
en un proceso de privatización que en Brasil recién
empezó, todavía tiene mucho por andar. Y en
Argentina entró a través de otra, que se llama
EDENOR, o sea que a través de esa cabecera de puente
va a empezar a estar en toda la región. Es decir,
que se va a convertir, de hecho, en parte de un
oligopolio que opera a escala regional. ¿Y qué es
lo que decía el Presidente de esta empresa? Decía
que el desembarco francés en el MERCOSUR se produjo
por tres grandes motivos: el aumento de la demanda
eléctrica impulsado por el crecimiento económico, la
transformación de los sistemas eléctricos que
abrió oportunidades de negocios, y la
estabilidad político-económica que se registra en
la región, fruto justamente de las nuevas políticas
que se han aplicado en los últimos años.
Otro caso interesante es cómo las empresas
privatizadas de esta región, como en el caso de
Chile, se vuelven luego empresas internacionalizadas.
Un grupo de empresas chilenas que se originaron en la
privatización, hoy controlan el 37% de la energía
eléctrica de Argentina y el 50% de la de Perú. Esto
muestra como a partir de la privatización han hecho
su experiencia y se largan luego a intervenir en
otros procesos de privatización.
Pero hay un dato interesante y ésto es clave, y
hay que ponerlo de manifiesto porque muchas veces nos
tiran el argumento de que los consumidores se van a
beneficiar de estos marcos regulatorios, porque como
vienen empresas más eficientes van a bajar las
tarifas. Las inversiones en la región han sido
financiadas por los propios consumidores. Las
tarifas, en la primera etapa de los nuevos marcos
regulatorios, de las privatizaciones, suben de tal
forma que hay una transferencia de ingresos desde los
consumidores hacia las empresas, de tal forma que los
nuevos inversores en realidad no invierten tanto
capital nuevo, porque gran parte se lo sacan a los
consumidores. Por ejemplo, en Argentina se pasó de
50 dólares el kw a 80 dólares, de golpe y porrazo.
Después bajó, al cabo del tiempo. Con el
financiamiento que le dieron los consumidores se
hicieron gran parte de las inversiones, mejoraron el
funcionamiento de los sistemas y después bajaron las
tarifas. Pero en realidad ¿podemos hablar de
inversores extranjeros o estamos hablando de grandes
organizaciones para obtener los fondos de los propios
consumidores? Algo similar ocurrió en el caso de
Chile, que se multiplicó prácticamente casi por
diez veces la tarifa en la primera etapa y luego
bajó. En el primer momento salen a recolectar y lo
hacen en forma coercitiva, porque los consumidores no
tienen opciones, porque sigue siendo un monopolio,
ahora privado cuando antes era público. Además de
que para lograr su eficiencia atacan a los sectores
populares. En todos lados existe lo que se llama
"enganchados" o sea, familias que se
conectan a las líneas eléctricas y reciben en forma
gratuita, clandestina, la electricidad. En ese
sentido, lo primero que hicieron las empresas que
asumieron el sector energía en estos países, fue
salir a terminar con ésto. En el caso argentino,
redujeron al 50% el número de enganches ilegales y
eso representó un ahorro de 300 millones de
dólares.
Un detalle interesante y es importante porque lo
dicen los que promueven los marcos regulatorios, los
organismos internacionales, estas consultoras. Están
hablando de que el desarrollo futuro del sector
energía se va a potenciar por la existencia de las
AFAPs. Y no hablo de Uruguay, hablo a nivel de la
región, obviamente para Uruguay estamos ante un
fenómeno nuevo. ¿Por qué? Porque las AFAPs son
grandes acumulaciones de capital, los ahorros de los
trabajadores se transforman en capital presente y en
plusvalía presente, tiene que invertirse. Y el
sector energía, con tasas de rentabilidad
garantizadas, se vuelve un aliciente y en el
marco de estas nuevas reglas de juego se vuelve un
sector muy atractivo.
Habría que plantearse si, más allá de los
interesados, o sea de los grandes beneficiarios de
estos procesos, si las reestructuras por lo menos
resolvieron algunos de los problemas planteados.
Está claro que ni los temas de equidad, ni de
eficiencia energética, ni la transición hacia
fuentes de energía más limpias y renovables, se
resolvieron. Pero tampoco se resolvieron los temas de
la desmonopolización o desverticalización de las
estructuras empresariales. Y voy a mencionar
detalladamente ésto para observar que muchas veces
se usan argumentos en función de la necesidad
política de justificar nuevas reglas, pero luego las
promesas atractivas no se cumplen.
El caso de la equidad. Estos marcos
regulatorios, procesos de reestructuración del
sector energía, no se hicieron pensando en la
equidad. Al contrario, al menos en una primera fase
aumentaron las desigualdades: por un lado porque
aumentaron las tarifas y por las políticas con los
enganches, o sea que, de hecho, mucha gente se alejó
del acceso a la energía. Después las cosas pueden
cambiar en algo, pero de hecho los procesos de cambio
se basan en dejar de lado grandes masas de la
población, que de pronto son minoritarias, son
marginales, pero son sectores que necesitan vivir
como los demás y que pierden el acceso a la
energía.
El caso de las fuentes de energía limpias y
renovables. Los procesos de cambio no han ido en
esta dirección. En el mejor de los casos han ido por
el camino del gas natural, que no resuelve el
problema; simplemente es apenas un paliativo frente
al petróleo, pero no resuelve en absoluto el tema de
la falta de sustentabilidad del modelo energético.
Tampoco se avanzó en términos de eficiencia
energética. En ésto hubo un retroceso en
América Latina. Cuando se habla de eficiencia
energética se habla de cuánta energía hay que
gastar para producir algo. Se supone que un proceso
de producción es más eficiente si produce lo mismo
con menos energía; se mide por una ecuación que es
consumo de energía sobre PBI; si por cada unidad de
producto o sea de la producción que se hace y se
consume en un país, se necesita más ó menos
energía. Lo que se constata -no los voy a abrumar
con cifras-, es que aumentó el consumo de energía
por unidad de PBI, o sea, que disminuyó la
eficiencia energética. En el fondo no hay que
echarle toda la culpa a los nuevos marcos
regulatorios o a las privatizaciones, porque en
realidad el problema viene por el modelo de
desarrollo de nuestras sociedades, que conduce
necesariamente a una creciente ineficiencia
energética. La creciente urbanización y
concentración de la población en ciudades y el
consumismo, han ido promoviendo que cada vez más,
todo gire en torno a la electricidad. Pensemos en el
abrumador avance del consumo de productos de tipo
electrónico, artefactos electrodomésticos, que
resuelven muchas cosas pero cada vez más van
obligando a la necesidad de producir energía en
condiciones que son cada vez menos económicas. O
sea, que más allá de cómo se organiza el sector
energía, el propio funcionamiento de la economía de
la sociedad está llevando a formas de consumo de
energía cada vez menos eficientes. Y ésto va a
seguir así en la medida en que no cambiemos el
modelo de desarrollo que tenemos, donde todo se basa
en que cada vez hay que consumir más, cada vez más
hay que inventar algo nuevo que a su vez va a
implicar más energía.
Otro elemento, el tema de la participación
social en los procesos de cambio, está claro que
no se avanzó nada. En general, y sobre todo a partir
de algunas presiones de los organismos
internacionales que han entrado a plantear la
necesidad de que se consulte a los consumidores, en
algunos países se han creado organismos y se ha
argumentado que ahora los consumidores van a estar
representados en los nuevos organismos. El hecho es
que los consumidores no han participado, salvo los
grandes consumidores, o sea el pequeño número de
grandes industrias que obviamente tienen una
participación clave en estos procesos de cambios. El
consumidor común y corriente, de carne y hueso, no
ha participado en estos procesos ni ha sido
consultado y, a pesar de los marcos regulatorios,
sigue desprotegido frente a los abusos. En general,
la experiencia en países como Argentina y Chile,
muestra que no hay normas para garantizar la calidad,
la buena atención al cliente y las empresas están
operando en función de necesidades de muy corto
plazo.
Y esto es una cosa muy importante en el cambio de
modelo: la lógica del sistema energético, por sus
características, exige de previsiones de largo
plazo, pero las empresas privadas operan con la
lógica de muy corto plazo. Y eso lleva a que muchas
veces no se tomen las medidas que socialmente serían
más útiles a largo plazo, las que tienen los
mejores impactos a largo plazo, aunque los hubieran
pensado y planificado burócratas del Estado; los
privados piensan tan en el corto plazo, tan en
función de la necesidad de recuperación de capital
a corto plazo, que se pierden de vista algunas
cuestiones de planificación estratégica que son
imprescindibles en un sector como el de la energía.
Y el último punto, es que no se eliminaron las
prácticas monopólicas, oligopólicas, ni
siquiera la integración vertical, en aquellos
países que más "avanzaron" en estos
procesos de reestructura. Incluso se ha dado el hecho
de que se ha profundizado la concentración. En el
caso de Chile, que es el modelo a imitar porque es el
que nos venden, la principal empresa generadora del
llamado sistema interconectado central del país que
es ENDESA (no la española sino la chilena), junto
con sus filiales controla el 61% de la potencia
instalada; le sigue CHILGENER con 16% y una, que era
hasta hace poco mayoritariamente del Estado, con el
11%.
Pero además ésta ENDESA, que tiene el 61% de
toda la generación, es la casa matriz de TRANSELEC,
que es la firma principal en la transmisión de
energía. O sea, que además de todo es dueña de la
principal transmisora, o sea que es generadora y
además transmisora. Y ésto ha provocado conflictos
con otros privados, porque si bien los marcos
regulatorios dicen que el dueño de las líneas de
transmisión está obligado a ceder el libre paso a
cualquier generador que quiera pasar su energía por
ahí, cobrándole un peaje, en la práctica está
claro que si yo estoy compitiendo con aquel otro y yo
soy el dueño de la línea de transmisión, como se
da en Chile en el "modelo a imitar",
tuvieron conflictos que salieron en comunicados por
la prensa por los afectados por este nuevo monopolio.
Y en el sector distribución hay una empresa que
tiene el 60 y tanto por ciento de ese mercado. En ese
caso, primero dijeron que ahora iba a haber
competencia, libre mercado, separando la generación,
la transmisión, la distribución y creando varias
empresas, pero luego se dio nuevamente el proceso de
concentración capitalista y entonces en la práctica
se volvió al monopolio. Cosa que en términos
económicos se justifica, porque un sector con tal
nivel de inversiones, con tales economías de escala
que se requieren, tienen economías de escala y
barreras a la entrada. Antes era el Estado el que
establecía esas barreras legalmente, ahora entraron
los privados y los privados vuelven a concentrar. Al
entrar un nuevo productor le es muy difícil competir
con el que ya está instalado. Pero además hay un
hecho que lo estudió, en el caso argentino, la
Fundación Bariloche y es que esa división de
generación-transmisión-distribución es
antinatural, porque separa lo que es una secuencia
técnica de actividades. Porque yo genero y ya estoy
transmitiendo y estoy distribuyendo. No es que el
generador dice yo acá tengo un stock de energía y
el transportista lo tiene arriba de un camión y lo
guarda .. no, todo es un proceso continuo e
instantáneo. Entonces, ha sido un proceso
antinatural que lleva a que después, por la vía de
la práctica, esa integración vertical se reintegra
a través de los procesos de concentración. En
Argentina ya se está visualizando: alguno que estaba
en generación ya compró acciones en transmisión y
acciones en la distribución y paulatinamente en ese
proceso se vuelve a reinstalar lo que antes estaba en
manos del Estado, hoy en otra forma empieza a pasar
paulatinamente a manos de privados, que obviamente
operan en función de otros intereses y otra lógica.
Queríamos un poco, ubicar esquemáticamente, esto
que observamos del proceso que se vive en América
Latina, justamente porque el Uruguay a través de la
ley del marco regulatorio va por el mismo camino. Hoy
nos dicen que a UTE nadie le va a sacar nada, UTE va
a seguir con su patrimonio. En realidad le copiamos
casi ... no digo que literalmente pero casi, el marco
regulatorio argentino. Hoy nos dicen que nada de esto
va a pasar, pero hay que mirar hacia fuera, y allí
afuera siguieron este tipo de proceso y no tenemos
que pensar de que no vaya a pasar aquí. Más cuando
la concepción político-económica que hay atrás de
todo el proceso de cambio va en la dirección que ya
fue en esos otros países.