El cangrejo bajo el marco
            regulatorio 
            Luis Stolovich
            Algo que sorprende cuando uno da una mirada a toda
            América Latina desde el ángulo del sector
            energético es que, por un lado las realidades de los
            distintos países son muy diferentes, son
            heterogéneas. Si miramos cuáles son las fuentes de
            energía de que disponen, observamos que hay países
            que tienen petróleo, otros países carecen por
            completo del mismo y lo tienen que importar; hay
            países a los que les sobra agua, o sea energía
            hidroeléctrica y otros carecen de eso; hay algunos
            que se autoabastecen y otros tienen que ser
            compradores en el exterior; unos tienen un desarrollo
            industrial que es muy exigente en cuanto al uso de
            energía y otros son muy subdesarrollados en
            términos industriales. Hay países en los cuales
            todavía hay un gran peso del medio rural, como pasa
            en Centroamérica, donde todavía el carbón y la
            leña representan la mitad del consumo energético.
            O sea, que lo miremos del ángulo que lo miremos,
            tenemos realidades absolutamente diferentes. El
            problema energético en Brasil no es el mismo que en
            El Salvador y el de México no es el mismo que el de
            Uruguay, y así sucesivamente.
            Sin embargo lo sorprendente, lo que llama la
            atención, es que para realidades tan diversas, hay
            sin embargo un único proyecto, que casi como un
            calco se repite en todos lados; proyecto de
            respuesta, de solución a los problemas de desarrollo
            del sector energía. En todos lados, de una forma o
            de otra, se está intentando aplicar lo mismo. Y eso
            lo que muestra es algo frente a lo que siempre los
            gobernantes, por lo menos los de Uruguay, siempre se
            encubren: "No, acá nadie nos impone nada, somos
            nosotros que establecemos la política. Si los del
            Banco Mundial y los del BID coinciden con nosotros,
            allá ellos". Pero en realidad, resulta que
            estos marcos regulatorios y todos los lineamientos
            que hay atrás de ellos, se reproducen en realidades
            absolutamente distintas; como que hay una única
            respuesta para una realidad diversa. Lo que muestra
            que, en definitiva, hay un origen único, por lo
            menos en la formulación de las ideas y en la
            promoción e imposición de las ideas. La cuestión
            muchas veces pasa por los préstamos: cuando se
            quieren pedir préstamos para desarrollo e
            infraestructura para el sector energético,
            cualquiera de los Bancos Multilaterales dice que sí,
            pero que tiene que ser bajo tales y cuales reglas y
            si no, no hay préstamos.
            Este es un primer elemento a observar. A veces los
            uruguayos tenemos una visión provinciana y queremos
            resolver los problemas mirándolos nada más que
            adentro nuestro, mirando nuestro ombligo; Y en
            realidad no vamos a entender nuestra realidad casi
            provinciana, si no miramos lo que pasa en el mundo y
            en particular en nuestra región, en América Latina.
            Entonces, el primer elemento que importa constatar
            es que estamos en presencia de un único gran
            proyecto de transformación del sector energético en
            toda América Latina, más allá de la enorme
            diversidad de situaciones y de problemas. Yo diría
            que este proyecto busca atacar la vieja estructura
            institucional del sector energético. ¿En qué se
            basaba el funcionamiento del sector energía
            prácticamente en casi toda América Latina? Por un
            lado la producción, la generación de energía y su
            distribución, estaban en manos de empresas
            estatales, que por lo general, dado las enormes
            inversiones que requiere el sector energía, eran
            grandes empresas como lo es UTE en Uruguay; que
            estaban ubicadas entre las primeras de cada país. En
            el Uruguay las dos mayores empresas del país son
            ANCAP y UTE, o sea sector energía. Y lo mismo se
            reproducía en cada uno de los países de la región.
            En los países más complejos, con estructura
            federativa, como el caso de Brasil, Argentina u
            otros, no era que hubiera una única empresa
            energética, sino que había empresas estaduales,
            empresas provinciales, un panorama un poco más
            complejo. Pero la idea básica era que la energía
            era suministrada, fuera de la fuente que fuese, por
            empresas estatales que operaban en régimen de
            monopolio, donde la lógica del mercado estaba
            limitada, porque obviamente estamos hablando de
            países de América Latina que funcionan en
            economías capitalistas de mercado. Sim embargo, el
            sector energía, por decisiones expresas, estaba
            sustraído en buena medida de la lógica de mercado.
            O sea, la lógica del mercado en buena medida estaba
            subordinada a la idea de que el suministro de
            energía y en particular la electricidad, era un
            servicio público. Era un servicio público y el
            Estado debía garantizar su acceso a toda la
            población, además de que ese servicio público
            también era un factor importante para el
            funcionamiento productivo.
            Otra característica del modelo anterior de
            organización del sector energía era la integración
            vertical. Las distintas etapas necesarias para
            producir; transmitir y distribuir a los consumidores
            de energía, no estaban separadas en distintas
            empresas sino que, como en el caso de UTE, una
            empresa hacía todo el proceso productivo. Desde la
            generación, producir propiamente la energía,
            trasmitirla por las redes de alta tensión, hasta
            distribuirla en baja tensión hasta llegar a los
            hogares, empresas o comercios. O sea que todo el
            proceso, las distintas partes del proceso, estaban
            integradas en una única empresa que manejaba el
            conjunto del proceso de producción y
            comercialización. Y, por otro lado, el Estado era el
            que regulaba cómo funcionaba el mercado en el sector
            energía, establecía las reglas de juego. Que en
            esas reglas de juego, justamente, la lógica del
            mercado quedaba en buena medida subordinada a otro
            tipo de criterios.
            ¿Cuáles eran los fundamentos de este modelo de
            organización que hoy se ataca desde todos lados en
            el continente? Por un lado, que la energía es un
            insumo básico del desarrollo económico. O sea la
            energía, ya sea petróleo, ya sea electricidad u
            otras formas, son prácticamente lo que mueve las
            industrias, lo que mueve la actividad agrícola,
            está en el comercio, o sea, que no hay actividad
            económica que no utilice la energía. Pero además,
            dadas las formas de funcionamiento social, los
            hogares, su vida cotidiana y hasta su funcionamiento,
            dependen de la electricidad. Hoy, cuando cada vez
            más necesidades se resuelven en base a artefactos
            electrodomésticos, está claro que la energía
            afecta la vida de la gente, a la vez que afecta la
            producción en su base misma. Por lo tanto, se
            considera que la energía tiene un carácter
            estratégico. Producir energía no es lo mismo que
            producir chocolatines o sillas; tiene
            características distintas, porque el chocolatín
            habrá algunos que lo compran y otros que no, las
            sillas las necesitaremos todos pero siempre nos
            podemos arreglar; pero energía es un producto, un
            bien básico, fundamental para el funcionamiento
            económico y social. Y de ahí su carácter
            estratégico.
            Por otra parte, el proceso de producción de
            energía tiene que combinar dos factores claves: uno
            es la seguridad en el abastecimiento de energía. Uno
            de los viejos problemas que tuvo Uruguay y que
            tuvieron todos los países, era que no siempre se
            aseguraba el abastecimiento: recuerden la época de
            los apagones, que aún en otros países siguen
            existiendo. Por tanto uno de los problemas es cómo
            se asegura que haya energía y que llegue, pero a la
            vez eso tiene un costo. Hay todo un equilibrio muy
            complejo entre el costo de la energía y la necesidad
            de invertir para asegurar el abastecimiento.
            El sector energético en todas sus ramas, pero en
            particular en la producción de electricidad, es un
            sector intensivo en capital, o sea que para operar
            requiere de grandes inversiones y por lo tanto tiene
            costos fijos muy elevados y muchos costos fijos que
            son irreversibles, o sea, que si se hace una central
            hidroeléctrica sirve para eso y para ninguna otra
            cosa. Cuando se construye un galpón de una fábrica,
            podría servir para producir textiles o a lo mejor
            podría servir para producir metales, habría que
            cambiar sólo las maquinarias. Y a su vez hay
            equipamientos en la industria que se pueden adaptar a
            otros fines. En el caso de la energía, son enormes
            inversiones que sólo sirven para esa finalidad, o
            sea que son costos irreversibles.
            En el caso de la energía eléctrica además, hay
            un proceso complejo de vinculación entre oferta y
            demanda. La demanda se va visualizando minuto a
            minuto, segundo a segundo; cuando prendemos la llave,
            miles de otros también están prendiendo la llave,
            ahí va surgiendo una demanda y a esa demanda hay que
            responder en forma instantánea. No es como en el
            caso, por ejemplo del calzado: de pronto a la gente
            se le ocurre comprar calzado y se empiezan a bajar
            los stocks de las zapaterías y entonces las
            fábricas reciben señales para producir más y eso
            al cabo de un tiempo se adecúa. Sin embargo, con la
            electricidad, la relación es casi instantánea, o
            sea que hay que responder minuto a minuto a las
            demandas y eso exige una elevada coordinación. No
            sólo estamos ante una industria que requiere grandes
            inversiones sino que es también compleja en su
            funcionamiento, exige mecanismos para ir resolviendo
            en cada momento qué unidades hay que estar
            prendiendo para responder a la demanda.
            Por otro lado, dado el enorme capital que se
            invierte, el período de recuperación del capital es
            muy largo, lleva muchos años, lleva décadas. Y a la
            vez la evolución de la demanda a largo plazo exige
            la necesidad de planificar a largo plazo, porque no
            se puede llegar a una situación donde se diga:
            "se nos terminó la energía disponible",
            porque invertir y poner en funcionamiento una nueva
            central lleva tiempo. Podríamos quedarnos sin
            zapatos, pero en el caso de la energía no nos
            podemos quedar sin energía y se requiere entonces de
            una planificación que es siempre de largo plazo.
            Todo esto, ya sea el hecho de ser la energía un
            insumo estratégico para el funcionamiento económico
            y social, la compleja relación entre seguridad y
            costo, el carácter intensivo en capital, las altas
            inversiones que se requieren, la elevadísima
            coordinación que requiere su funcionamiento, los
            largos períodos de recuperación del capital y la
            necesidad de planificar, todo esto fue lo que llevó
            a que a lo largo de las cuatro, cinco, seis décadas
            anteriores o más aún, en algunos casos desde
            principios de siglo, se fuera estructurando un modelo
            de funcionamiento del sector energético basado en un
            rol protagónico del Estado, empresas estatales,
            monopolios, integración vertical y la idea básica
            de un servicio público.
            Frente a este modelo es que reacciona este
            proyecto que concebido, promovido e impuesto por los
            organismos financieros multilaterales, se empieza a
            aplicar. El argumento que manejan es que la tan
            mentada globalización de las que nos hablan, pero
            que muchas veces son papelitos de colores, exige de
            un nuevo paradigma económico. Que la economía en el
            viejo estilo ya se agotó, está en crisis, el mundo
            entró en crisis debido a ese viejo modelo y ahora
            hay que entrar en un nuevo modelo en el cual hay
            algunos nuevos principios. Uno de ellos es que el
            patrimonio y los recursos naturales sean de libre
            disponibilidad bajo las reglas del mercado. No que
            los recursos naturales sean un patrimonio social,
            común, de la sociedad y que ésta obviamente lo
            maneje en función del interés común, sino que sea
            de libre acceso privado para operar en función de
            las reglas de juego del mercado. La idea de disminuir
            el espacio de lo público, la idea de aumentar el
            espacio de lo privado y disminuir el de lo público,
            reducir el Estado en sus funciones económicas, o sea
            un Estado meramente subsidiario de la actividad
            privada, o sea que simplemente garantice las
            condiciones económicas, que garantice que haya libre
            competencia, que las sociedades sean estables ... En
            cierto modo, sin retroceder exactamente a aquel viejo
            ideal que plantearon algunos liberales de hace
            algunos siglos, el "Estado juez y gendarme"
            y punto; reducir el papel del Estado. En realidad,
            más que reducirlo es transformarlo. La idea de
            liberalizar todos los mercados, que la política
            económica sea "neutral", en el sentido de
            no hacer discriminaciones, afirmar que todos los
            sectores económicos son igualmente importantes,
            producir chocolatines y energía es igualmente
            importante, entonces el Estado no tiene por qué
            discriminar en favor de uno o a favor de otro y
            tampoco tiene que discriminar en favor de empresas
            nacionales o extranjeras, o en favor de estatales o
            de privadas: tiene que dejar que esas cosas las
            decida el mercado. El Estado solamente debe crear el
            ambiente, para que luego en ese ambiente sean los
            privados los que tomen las decisiones económicas.
            Han surgido en las últimas décadas, las llamadas
            "compañías energéticas globales" fruto
            de los procesos de privatización que se dieron en
            particular desde los años 80. Emergieron grandes
            compañías. En el caso de la electricidad, por
            ejemplo, menciono tres o cuatro, las más
            importantes: Electricité de France de Francia (EDF),
            ENDESA de España, (hay otra ENDESA en Chile, que es
            la Empresa Nacional de Electricidad S.A.), Power Gen,
            Southern Electric y algunas otras, que son
            compañías que ya operan como transnacionales de la
            energía. Porque una cosa es Coca Cola, que vende
            hasta en el último rincón de la tierra, pero en la
            energía no funcionaba así. En las últimas décadas
            surgen estas compañías energéticas globales que
            tienen una estrategia a nivel del mundo y que están
            buscando oportunidades de negocios en lo que ellos
            llaman los mercados emergentes y otros denominan
            Tercer Mundo. Pero, para que haya oportunidades de
            negocios tiene que haber nuevas reglas de juego,
            porque si el esquema anterior era un esquema de
            monopolios estatales en el marco de la concepción de
            servicios públicos, eso no le abría ninguna o muy
            pocas oportunidades a las inversiones de estas
            empresas.
            Pensemos nada más en la lista de empresas que han
            invertido en los últimos cinco o seis años en
            Argentina, que lleva a cabo un amplio proceso de
            privatización: hay como veinte empresas
            transnacionales y entre las más importantes la
            Southern Electric Company de Estados Unidos, ENDESA
            de Chile, ENDESA de España, CMS de Energy Company de
            Estados Unidos, TRANSAL ENERGIC de Canadá, hay
            empresas alemanas, pero Francia, Italia, España,
            Estados Unidos y Canadá, han sido los grandes
            beneficiarios de las privatizaciones en este caso.
            Entre las españolas está Unión Fenosa, que tuvo un
            papel importante en el proceso de cambios en la
            gestión en UTE. Crearon una empresa de consultoría
            y ¿qué pasa? Que estas consultoras, después que
            hacen el proceso de aprendizaje, de creación y de
            implementación de los nuevos marcos regulatorios, de
            las privatizaciones, adquieren un conocimiento.
            Entonces, las consultoras le transmiten ese
            conocimiento a los otros países, se vuelven los
            "hijos mimados" de los bancos
            internacionales, que muchas veces exigen ciertos
            estudios y quienes hacen esos estudios en definitiva
            están vinculados a las empresas que están buscando
            dónde invertir. 
            En el caso de Uruguay hay una larga historia, que
            no la voy a repetir, pero lleva ya unos cuantos
            años, antes de que se llegara a este marco
            regulatorio. Pasaron por acá consultoras chilenas y
            norteamericanas, hubo varios planes y varias
            propuestas. Ocurre que las resistencias del
            sindicato, de la población y también, a veces, al
            interior de la propia empresa, fueron alargando y
            demorando el proceso. Pero ya han operado este tipo
            de consultoras que obviamente son parte de estos
            procesos de privatización. En el caso de la empresa
            francesa Electricité de France, entró en la región
            del MERCOSUR con gran fuerza, compró por un lado la
            Light de Río de Janeiro, una de las grandes empresas
            eléctricas de allí y eso le da el pie para entrar
            en un proceso de privatización que en Brasil recién
            empezó, todavía tiene mucho por andar. Y en
            Argentina entró a través de otra, que se llama
            EDENOR, o sea que a través de esa cabecera de puente
            va a empezar a estar en toda la región. Es decir,
            que se va a convertir, de hecho, en parte de un
            oligopolio que opera a escala regional. ¿Y qué es
            lo que decía el Presidente de esta empresa? Decía
            que el desembarco francés en el MERCOSUR se produjo
            por tres grandes motivos: el aumento de la demanda
            eléctrica impulsado por el crecimiento económico, la
            transformación de los sistemas eléctricos que
            abrió oportunidades de negocios, y la
            estabilidad político-económica que se registra en
            la región, fruto justamente de las nuevas políticas
            que se han aplicado en los últimos años.
            Otro caso interesante es cómo las empresas
            privatizadas de esta región, como en el caso de
            Chile, se vuelven luego empresas internacionalizadas.
            Un grupo de empresas chilenas que se originaron en la
            privatización, hoy controlan el 37% de la energía
            eléctrica de Argentina y el 50% de la de Perú. Esto
            muestra como a partir de la privatización han hecho
            su experiencia y se largan luego a intervenir en
            otros procesos de privatización.
            Pero hay un dato interesante y ésto es clave, y
            hay que ponerlo de manifiesto porque muchas veces nos
            tiran el argumento de que los consumidores se van a
            beneficiar de estos marcos regulatorios, porque como
            vienen empresas más eficientes van a bajar las
            tarifas. Las inversiones en la región han sido
            financiadas por los propios consumidores. Las
            tarifas, en la primera etapa de los nuevos marcos
            regulatorios, de las privatizaciones, suben de tal
            forma que hay una transferencia de ingresos desde los
            consumidores hacia las empresas, de tal forma que los
            nuevos inversores en realidad no invierten tanto
            capital nuevo, porque gran parte se lo sacan a los
            consumidores. Por ejemplo, en Argentina se pasó de
            50 dólares el kw a 80 dólares, de golpe y porrazo.
            Después bajó, al cabo del tiempo. Con el
            financiamiento que le dieron los consumidores se
            hicieron gran parte de las inversiones, mejoraron el
            funcionamiento de los sistemas y después bajaron las
            tarifas. Pero en realidad ¿podemos hablar de
            inversores extranjeros o estamos hablando de grandes
            organizaciones para obtener los fondos de los propios
            consumidores? Algo similar ocurrió en el caso de
            Chile, que se multiplicó prácticamente casi por
            diez veces la tarifa en la primera etapa y luego
            bajó. En el primer momento salen a recolectar y lo
            hacen en forma coercitiva, porque los consumidores no
            tienen opciones, porque sigue siendo un monopolio,
            ahora privado cuando antes era público. Además de
            que para lograr su eficiencia atacan a los sectores
            populares. En todos lados existe lo que se llama
            "enganchados" o sea, familias que se
            conectan a las líneas eléctricas y reciben en forma
            gratuita, clandestina, la electricidad. En ese
            sentido, lo primero que hicieron las empresas que
            asumieron el sector energía en estos países, fue
            salir a terminar con ésto. En el caso argentino,
            redujeron al 50% el número de enganches ilegales y
            eso representó un ahorro de 300 millones de
            dólares.
            Un detalle interesante y es importante porque lo
            dicen los que promueven los marcos regulatorios, los
            organismos internacionales, estas consultoras. Están
            hablando de que el desarrollo futuro del sector
            energía se va a potenciar por la existencia de las
            AFAPs. Y no hablo de Uruguay, hablo a nivel de la
            región, obviamente para Uruguay estamos ante un
            fenómeno nuevo. ¿Por qué? Porque las AFAPs son
            grandes acumulaciones de capital, los ahorros de los
            trabajadores se transforman en capital presente y en
            plusvalía presente, tiene que invertirse. Y el
            sector energía, con tasas de rentabilidad
            garantizadas, se vuelve un aliciente y en el
            marco de estas nuevas reglas de juego se vuelve un
            sector muy atractivo.
            Habría que plantearse si, más allá de los
            interesados, o sea de los grandes beneficiarios de
            estos procesos, si las reestructuras por lo menos
            resolvieron algunos de los problemas planteados.
            Está claro que ni los temas de equidad, ni de
            eficiencia energética, ni la transición hacia
            fuentes de energía más limpias y renovables, se
            resolvieron. Pero tampoco se resolvieron los temas de
            la desmonopolización o desverticalización de las
            estructuras empresariales. Y voy a mencionar
            detalladamente ésto para observar que muchas veces
            se usan argumentos en función de la necesidad
            política de justificar nuevas reglas, pero luego las
            promesas atractivas no se cumplen. 
            El caso de la equidad. Estos marcos
            regulatorios, procesos de reestructuración del
            sector energía, no se hicieron pensando en la
            equidad. Al contrario, al menos en una primera fase
            aumentaron las desigualdades: por un lado porque
            aumentaron las tarifas y por las políticas con los
            enganches, o sea que, de hecho, mucha gente se alejó
            del acceso a la energía. Después las cosas pueden
            cambiar en algo, pero de hecho los procesos de cambio
            se basan en dejar de lado grandes masas de la
            población, que de pronto son minoritarias, son
            marginales, pero son sectores que necesitan vivir
            como los demás y que pierden el acceso a la
            energía.
            El caso de las fuentes de energía limpias y
            renovables. Los procesos de cambio no han ido en
            esta dirección. En el mejor de los casos han ido por
            el camino del gas natural, que no resuelve el
            problema; simplemente es apenas un paliativo frente
            al petróleo, pero no resuelve en absoluto el tema de
            la falta de sustentabilidad del modelo energético.
            Tampoco se avanzó en términos de eficiencia
            energética. En ésto hubo un retroceso en
            América Latina. Cuando se habla de eficiencia
            energética se habla de cuánta energía hay que
            gastar para producir algo. Se supone que un proceso
            de producción es más eficiente si produce lo mismo
            con menos energía; se mide por una ecuación que es
            consumo de energía sobre PBI; si por cada unidad de
            producto o sea de la producción que se hace y se
            consume en un país, se necesita más ó menos
            energía. Lo que se constata -no los voy a abrumar
            con cifras-, es que aumentó el consumo de energía
            por unidad de PBI, o sea, que disminuyó la
            eficiencia energética. En el fondo no hay que
            echarle toda la culpa a los nuevos marcos
            regulatorios o a las privatizaciones, porque en
            realidad el problema viene por el modelo de
            desarrollo de nuestras sociedades, que conduce
            necesariamente a una creciente ineficiencia
            energética. La creciente urbanización y
            concentración de la población en ciudades y el
            consumismo, han ido promoviendo que cada vez más,
            todo gire en torno a la electricidad. Pensemos en el
            abrumador avance del consumo de productos de tipo
            electrónico, artefactos electrodomésticos, que
            resuelven muchas cosas pero cada vez más van
            obligando a la necesidad de producir energía en
            condiciones que son cada vez menos económicas. O
            sea, que más allá de cómo se organiza el sector
            energía, el propio funcionamiento de la economía de
            la sociedad está llevando a formas de consumo de
            energía cada vez menos eficientes. Y ésto va a
            seguir así en la medida en que no cambiemos el
            modelo de desarrollo que tenemos, donde todo se basa
            en que cada vez hay que consumir más, cada vez más
            hay que inventar algo nuevo que a su vez va a
            implicar más energía.
            Otro elemento, el tema de la participación
            social en los procesos de cambio, está claro que
            no se avanzó nada. En general, y sobre todo a partir
            de algunas presiones de los organismos
            internacionales que han entrado a plantear la
            necesidad de que se consulte a los consumidores, en
            algunos países se han creado organismos y se ha
            argumentado que ahora los consumidores van a estar
            representados en los nuevos organismos. El hecho es
            que los consumidores no han participado, salvo los
            grandes consumidores, o sea el pequeño número de
            grandes industrias que obviamente tienen una
            participación clave en estos procesos de cambios. El
            consumidor común y corriente, de carne y hueso, no
            ha participado en estos procesos ni ha sido
            consultado y, a pesar de los marcos regulatorios,
            sigue desprotegido frente a los abusos. En general,
            la experiencia en países como Argentina y Chile,
            muestra que no hay normas para garantizar la calidad,
            la buena atención al cliente y las empresas están
            operando en función de necesidades de muy corto
            plazo.
            Y esto es una cosa muy importante en el cambio de
            modelo: la lógica del sistema energético, por sus
            características, exige de previsiones de largo
            plazo, pero las empresas privadas operan con la
            lógica de muy corto plazo. Y eso lleva a que muchas
            veces no se tomen las medidas que socialmente serían
            más útiles a largo plazo, las que tienen los
            mejores impactos a largo plazo, aunque los hubieran
            pensado y planificado burócratas del Estado; los
            privados piensan tan en el corto plazo, tan en
            función de la necesidad de recuperación de capital
            a corto plazo, que se pierden de vista algunas
            cuestiones de planificación estratégica que son
            imprescindibles en un sector como el de la energía.
            Y el último punto, es que no se eliminaron las
            prácticas monopólicas, oligopólicas, ni
            siquiera la integración vertical, en aquellos
            países que más "avanzaron" en estos
            procesos de reestructura. Incluso se ha dado el hecho
            de que se ha profundizado la concentración. En el
            caso de Chile, que es el modelo a imitar porque es el
            que nos venden, la principal empresa generadora del
            llamado sistema interconectado central del país que
            es ENDESA (no la española sino la chilena), junto
            con sus filiales controla el 61% de la potencia
            instalada; le sigue CHILGENER con 16% y una, que era
            hasta hace poco mayoritariamente del Estado, con el
            11%.
            Pero además ésta ENDESA, que tiene el 61% de
            toda la generación, es la casa matriz de TRANSELEC,
            que es la firma principal en la transmisión de
            energía. O sea, que además de todo es dueña de la
            principal transmisora, o sea que es generadora y
            además transmisora. Y ésto ha provocado conflictos
            con otros privados, porque si bien los marcos
            regulatorios dicen que el dueño de las líneas de
            transmisión está obligado a ceder el libre paso a
            cualquier generador que quiera pasar su energía por
            ahí, cobrándole un peaje, en la práctica está
            claro que si yo estoy compitiendo con aquel otro y yo
            soy el dueño de la línea de transmisión, como se
            da en Chile en el "modelo a imitar",
            tuvieron conflictos que salieron en comunicados por
            la prensa por los afectados por este nuevo monopolio.
            Y en el sector distribución hay una empresa que
            tiene el 60 y tanto por ciento de ese mercado. En ese
            caso, primero dijeron que ahora iba a haber
            competencia, libre mercado, separando la generación,
            la transmisión, la distribución y creando varias
            empresas, pero luego se dio nuevamente el proceso de
            concentración capitalista y entonces en la práctica
            se volvió al monopolio. Cosa que en términos
            económicos se justifica, porque un sector con tal
            nivel de inversiones, con tales economías de escala
            que se requieren, tienen economías de escala y
            barreras a la entrada. Antes era el Estado el que
            establecía esas barreras legalmente, ahora entraron
            los privados y los privados vuelven a concentrar. Al
            entrar un nuevo productor le es muy difícil competir
            con el que ya está instalado. Pero además hay un
            hecho que lo estudió, en el caso argentino, la
            Fundación Bariloche y es que esa división de
            generación-transmisión-distribución es
            antinatural, porque separa lo que es una secuencia
            técnica de actividades. Porque yo genero y ya estoy
            transmitiendo y estoy distribuyendo. No es que el
            generador dice yo acá tengo un stock de energía y
            el transportista lo tiene arriba de un camión y lo
            guarda .. no, todo es un proceso continuo e
            instantáneo. Entonces, ha sido un proceso
            antinatural que lleva a que después, por la vía de
            la práctica, esa integración vertical se reintegra
            a través de los procesos de concentración. En
            Argentina ya se está visualizando: alguno que estaba
            en generación ya compró acciones en transmisión y
            acciones en la distribución y paulatinamente en ese
            proceso se vuelve a reinstalar lo que antes estaba en
            manos del Estado, hoy en otra forma empieza a pasar
            paulatinamente a manos de privados, que obviamente
            operan en función de otros intereses y otra lógica.
            Queríamos un poco, ubicar esquemáticamente, esto
            que observamos del proceso que se vive en América
            Latina, justamente porque el Uruguay a través de la
            ley del marco regulatorio va por el mismo camino. Hoy
            nos dicen que a UTE nadie le va a sacar nada, UTE va
            a seguir con su patrimonio. En realidad le copiamos
            casi ... no digo que literalmente pero casi, el marco
            regulatorio argentino. Hoy nos dicen que nada de esto
            va a pasar, pero hay que mirar hacia fuera, y allí
            afuera siguieron este tipo de proceso y no tenemos
            que pensar de que no vaya a pasar aquí. Más cuando
            la concepción político-económica que hay atrás de
            todo el proceso de cambio va en la dirección que ya
            fue en esos otros países.