Guia Ciudadana INTERAMERICANO DE DESARROLLO CAPITULO I IEL ENFOQUE DEL BID SOBRE EL DESARROLLO A pesar de que la retórica oficial del Banco pueda contribuir a aumentar la confusión acerca de la filosofía que lo inspira, sus metas, modalidades e instrumentos en materia de desarrollo están en perfecta consonancia con las concepciones hegemónicas en la materia. Hasta en los conceptos que emplea el Banco, se puede intuir una confusión que, según sus críticos, demuestra que el discurso oficial no es más que un maquillaje ambientalista o un intento por hacer más aceptables las consecuencias sociales de sus proyectos. Ajuste estructural e integración La intervención del presidente del BID en la reunión anual de Gobernadores, que tuvo lugar en Guadalajara (México) en abril de 1994 es ilustrativa a este respecto. El Cr. Enrique Iglesias sostuvo que "los procesos de apertura, liberalización y desreglamentación de las economías constituyen un desafío sin precedente. El éxito de la estrategia de desarrollo adoptada depende en gran medida de que el sector privado de la región asuma en plenitud la función que le corresponde en economías de libre mercado. En tal sentido, es necesario continuar con los esfuerzos en remover los obstáculos e impedimentos de carácter jurídico, reglamentarios o burocráticos que afectan la inversión privada, a fin de consolidar un entorno favorable a la misma". El BID insiste, pues, en que la apertura de las economías de la región, la mayor integración a los circuitos modernos de la economía, una disminución de la intervención del Estado y un papel protagónico de la empresa privada, son los componentes esenciales de la estrategia de desarrollo en América Latina y el Caribe. Las experiencias de las últimas décadas no parecen haber afectado el optimismo desarrollista de los jerarcas del Banco. La idea de que el libre juego de las fuerzas del mercado es la condición necesaria del crecimiento y que este último resolverá -con la ayuda de programas sociales- los impactos negativos de esas estrategias de desarrollo, parece seguir gozando de buena salud. Para promover esos procesos, dos son los campos claves -a juzgar por la opinión del Banco- a los cuales los países miembros deberán prestar especial atención y en los cuales el BID se propone colaborar estrechamente: las llamadas políticas de reforma, es decir, los ajustes estructurales, tendientes a ordenar los desequilibrios macroeconómicos y los procesos de integración regional.
Para el BID, estos ajustes estructurales ya han sido exitosamente culminados en muchos países de América Latina y, en otros, aún se encuentran en curso. La reducción de los gastos y el aumento de las recaudaciones del Estado han sido los instrumentos claves para obtener ese ´éxito, con independencia de los costos sociales y las resistencias que han generado durante su implementación.
Más aún, las previsiones de los jerarcas del BID sostienen que ´"América Latina se beneficiará considerablemente de la conclusión exitosa de la Ronda Uruguay del GATT para la liberalización del comercio mundial".
Más de lo mismo: la Hidrovía Un buen ejemplo de la función que el Banco se ha autoasignado respecto al "desarrollo" en la región latinoamericana y del Caribe es la llamada Hidrovía que, en caso de ser implementada, comunicaría por vía fluvial y mediante diversas obras de ingeniería a Bolivia, Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay. Modelo de la importancia asignada por el BID a las obras de "infraestructura física", el proyecto de la hidrovía sirve también como ejemplificación de un tipo de iniciativa a la que frecuentemente se ven enfrentadas las ONGs de la región. La llamada Hidrovía será una gigantesca obra de infraestructura de 3.300 kms de longitud que conectará el Puerto de Cáceres en Brasil con el de Nueva Palmira, en el Uruguay. Se trata de una ambiciosa propuesta de integración física entre los cinco países arriba mencionados. El proyecto -que se encuentra en la etapa de estudios de factibilidad e impacto ambiental- prevé la realización de obras de ingeniería para modificar las condiciones naturales de las vías hidrográficas y permitir el acceso a la misma de la flota de buques. La obra tiene como meta la promoción del transporte fluvial de mercancías en la región a través de los ríos Paraguay y Paraná e interconectarlos con el mar a través del Río de la Plata. A pesar de que los costos son aún inciertos, el objetivo implícito de la obra es abaratar los costos de transporte de mercancías en la región. Según las estimaciones iniciales, la inversión total de aquí al año 2015 no será inferior a los 1.690 millones de dólares, desglosados de la siguiente manera:
El financiamiento de la obra aún no está claro, pero los estudios de base están siendo financiados por el BID y el PNUD. Desde Brasil y Bolivia han surgido algunos de los principales argumentos cuestionadores del proyecto, particularmente por sus efectos ambientales y sociales negativos. Una de las principales preocupaciones de organizaciones ambientalistas de estos países es el peligro de que se destruya progresivamente el Pantanal, un área natural de vastísima riqueza biológica, de fundamental importancia en la dinámica de la cuenca. Por su rol regulador de las aguas de los ríos Paraná y Paraguay, así como por las variadas actividades que tradicionalmente se desarrollan en la zona, el Pantanal actúa como retardador de las crecidas del río Paraguay, demorándolas cuatro meses en relación a las del Paraná. La presencia de la hidrovía y las obras de canalización desencadenarán irregularidades en el curso de las aguas, tornando imprevisibles las crecidas fuera de las épocas estimadas. Esto podría afectar a todos los países de la cuenca, con incidencia directa sobre las poblaciones ribereñas. Otra preocupación manifestada por grupos ecologistas son los posibles impactos de las obras de infraestructura en la zona de influencia directa. Por ejemplo, debido a la acumulación de sedimentos, las obras de dragado afectarán los hábitats de la fauna ictícola y generarán una mayor erosión ribereña. El estímulo de la navegación fluvial generará una nueva fuente de contaminación en la región a través de residuos de petróleo, basura, sedimentos, etc. Los impactos no se limitarán a lo estrictamente ambiental; afectarán también las esferas social y económica. En tal sentido, organizaciones bolivianas han manifestado su preocupación por el desarrollo del monocultivo de soja en las tierras bajas de Santa Cruz, que ha incentivado la compra de tierras por parte de grandes hacendados brasileños y bolivianos. Esto afectaría decisivamente a los pequeños productores de la zona, resultando en su probable expulsión de la tierra, para dar lugar a cultivos de tipo industrial. Además, la hidrovía acarrearía las siguientes consecuencias:
Para el Prof. Antón (Facultad de Ciencias de Uruguay), "A pesar de las agresiones, el Pantanal todavía sobrevive casi inalterado. Se trata de un ecosistema que contiene una de las biodiversidades más ricas del planeta y representa el único gran elemento natural que se opone al íúltimo y más grande de los desastres ambientales de la región (la Hidrovía)". Los indígenas del Mato Grosso, de Santa Cruz y de Paraguay serán, según Danilo Antón, "ahogados por el progreso destructivo, los barrios suburbanos de las ciudades fluviales se anegarán y las gentes perderán sus bienes y sustento", completando así un cuadro de fuerte y negativo impacto social. No sólo especialistas de la región han cuestionado la realización de la hidrovía. En su edición del 14 de julio de 1993, el Financial Times se ocupa del tema, informando de la existencia de un informe realizado con el apoyo del Woods Hole Research Institute de los EE.UU. Para los científicos de dicho Instituto, la biodiversidad y las tierras aledañas se verán afectadas por el creciente tráfico fluvial y las obras de ingeniería civil proyectadas para hacer navegables los cursos de los ríos. Confirmando las opiniones citadas más arriba, el informe sostiene que "la amenaza mayor será para el vasto Pantanal matogrossense, que en sus 200 mil kms cuadrados alberga, no solamente una de las mayores riquezas de la región en materia de diversidad biológica, sino que también actúa como una gigantesca esponja que regula el nivel de las aguas del Río Paraguay". El informe citado por el Financial Times señala sus dudas acerca de los supuestos beneficios económicos de la gigantesca obra y la posibilidad de amortizar las inversiones en el tiempo previsto. Destaca además la posibilidad de que el inevitable incremento de la inmigración hacia la región favorezca "el desarrollo de enfermedades como la malaria, el dengue y la fiebre amarilla". El informe se muestra también pesimista acerca de las promesas de los gobiernos involucrados y del propio BID sobre la realización de estudios de impacto ambiental serios y rigurosos para conocer los eventuales daños que provocarán las obras. "La experiencia de América Latina -concluye el Informe citado por el periódico- muestra que las afirmaciones de los gobernantes en materia de protección ambiental deben tomarse con mucho escepticismo". En efecto, hasta el momento las comunidades que se verán afectadas por las obras, así como las ONGs locales han sido ignoradas o, a lo sumo, consideradas únicamente como posibles "beneficiarias" del proyecto. Hasta el momento, la participación ciudadana en el emprendimiento ha sido olímpicamente ignorada. El grupo "Iguazú", creado en 1993, y que nuclea a organizaciones de los cinco países involucrados en el proyecto de la hidrovía, ha manifestado su preocupación, no sólo por las consecuencias ambientales y sociales, sino por la forma en que se han tomado las decisiones en torno al proyecto. Han reclamado la participación y el seguimiento en todas las etapas del proyecto, tal como prevé la normativa del Banco. Esta última problemática nos remite a la política de información y las posibilidades de participación ciudadana previstas por el BID dentro del "ciclo de los proyectos". (ver capítulo IV de esta sección). Algunos ejemplos de críticas al modelo Al margen del ejemplo concreto de la hidrovía, han sido numerosas las críticas que ha recibido el Banco en relación a su visión y estrategia de préstamos. Entre ellas, merecen destacarse las referidas al sector energético y al forestal. Para los críticos del BID, el énfasis puesto en el tema energético ha estado radicado, en los últimos años, en los grandes proyectos que desarrollan nuevas capacidades de abastecimiento. La mayoría de estos proyectos han promovido la extracción y el refinamiento de las reservas de petróleo y de gas natural, la construcción de nuevas represas hidroeléctricas y plantas térmicas y la transmisión de energía. Una segunda prioridad del Banco radicó en la rehabilitación y modernización de la infraestructura energética existente, incluyendo la generación, transmisión y distribución, reparación y reemplazo de equipos y extensión del servicio a nuevos clientes. Según estas críticas, las dos políticas vigentes en materia energética (aprobadas en 1980) no toman en cuenta el calentamiento global y la necesidad de reducir las emisiones de CO2. Tampoco priorizan la eficiencia energética, la planificación integrada de energía de menor costo, el manejo de la demanda y el desarrollo de recursos renovables no convencionales. Las ONGs afirman que las políticas no reflejan usos de energía ni objetivos establecidos para el mejoramiento de la eficiencia energética en los sectores del transporte, agrícola o industrial. Por todas estas razones, las ONGs exigen la actualización de las políticas energéticas, en el sentido de que todos los préstamos deberían formar parte de estrategias energéticas integradas, que apoyaran las inversiones de menor costo para aumentar la eficiencia en el uso final, la administración de la demanda y opciones no convencionales de energía renovable. Según estas críticas, la planificación integrada debería incluir, no sólo la generación de energía, sino también su transporte, y uso eficiente en la industria y en la agricultura. Además, reprochan al BID que no dé participación a las ONGs y expertos en energía alternativa, conservación y eficiencia en el uso energético final, en la elaboración de una política energética modificada y, finalmente, que las políticas del BID no reflejen un compromiso para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y para apoyar el desarrollo y uso de tecnologías que no dependan de los combustibles fósiles que contribuyen al calentamiento global. En lo que tiene que ver con la política forestal, las ONGs sostienen que esa política le permite al BID apoyar operaciones forestales industriales en bosques tropicales y no reconoce que es probable que tales operaciones impliquen impactos indeseables; que no prohibe la tala de bosques vírgenes, sino que al contrario, permite que el BID apoye la construcción de caminos y la tala. Critican al Banco que no establezca prioridades y no tenga como meta la protección de la biodiversidad, al no establecer mecanismos que contemplen la posibilidad de conflictos entre la protección de ésta y los fines productivos. Otros préstamos y proyectos financiados con el BID también influyen negativamente en la conservación de los recursos forestales, aunque una aproximación superficial pudiera sostener lo contrario: las políticas macroeconómicas y agrícolas constituyen obstáculos para el diseño y la implementación de actividades forestales sustentables. Por fin, el no reconocimiento de que la principal causa de la deforestación en la región es la tala de bosques para ampliar la frontera agrícola, ha sido otra de las críticas más compartidas por las ONGs, puesto que los préstamos del Banco para el sector agrícola no incluyen exigencias de conservación forestal. Por estas razones, las ONGs ambientalistas han exigido al Banco que:
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