Guia Ciudadana PRIMERA PARTE: EL BANCO MUNDIAL CAPITULO I: Breve reseña histórica La creación del Banco Mundial fue el resultado de una serie de acuerdos a los que llegaron las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de reconstruir -y redividirse- la economía internacional. En efecto, cuando se estaban apagando los ecos de la última Guerra Mundial, las potencias aliadas se reunieron en Bretton Woods, Estados Unidos y echaron las bases de un nuevo sistema monetario y financiero, que establecería las reglas de juego de la economía mundial de posguerra. Entre otras medidas, los acuerdos de Bretton Woods supusieron la creación de una serie de instituciones financieras, entre las cuales se encontraba el Banco Mundial. Pero la mencionada cumbre dió también a luz al antecedente inmediato del GATT (actual Organización Mundial de Comercio), la Organización Internacional de Comercio (OIC), cuyo objetivo consistía en reducir los obstáculos al comercio internacional. En segundo lugar, se creó el Fondo Monetario Internacional (FMI), el que debía ofrecer préstamos a corto plazo a países con problemas en la balanza de pagos. Los préstamos del FMI permitirían a los países hacer frente al pago de las importaciones o las deudas externas y adoptar medidas para equilibrar la balanza de pagos a largo plazo. Las diversas instituciones financieras creadas en Bretton Woods debían complementarse mutuamente: por ejemplo, se esperaba que los préstamos del FMI ayudaran a los países a evitar el uso de aranceles, cupos y otras medidas restrictivas al llamado libre comercio. La promoción de ese mismo libre comercio se encontraba entre los objetivos de la Organización Internacional de Comercio. Por su parte, el Banco Mundial fue formalmente fundado en 1945. Su nombre original fue el de Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), el que fue convirtiéndose paulatinamente en uno de los organismos financieros internacionales más importantes del planeta: según su último Informe Anual, el Banco otorga en la actualidad créditos por un valor aproximado a los 23.000 millones de dólares anuales. A pesar de que originariamente el Banco fue creado con la idea de contribuir a la reconstrucción europea de posguerra, más tarde comenzó a prestar más a los llamados "países en vías de desarrollo" y, después del desmembramiento del bloque del Este, también a los países que lo integraban. La cifra recién citada puede dar una idea de la importancia que la política del Banco y su filosofía acerca del desarrollo tienen y tendrán para el futuro de los países del Tercer Mundo. Por la misma razón, en principio, a nadie deberían serle indiferentes ni las políticas ni las prioridades de inversión del Banco. A pesar de que no son pocos los analistas que han acusado al Banco de jugar un rol político -particularmente en los golpes de Estado de Brasil en 1964, Indonesia en 1965 y Chile en 1973-, ésta y otras instituciones internacionales se ven a sí mismas más como "tecnocracia global", que como un gendarme del orden actual. Dicho papel se basa en la creencia de que el dominio de un saber técnico "neutro" y objetivo, junto a la correcta inversión de los recursos económicos disponibles puede ser la llave conducente al desarrollo económico. Las palabras de Eugene Black, tercer presidente del Banco Mundial, pueden ilustrar este -ingenuo o cínico, según se lo vea- optimismo tecnocrático: "Tratamos de que nuestro discurso económico sea moralmente aséptico, tal como lo es el lenguaje del meteorólogo que anuncia las predicciones climáticas para el día de mañana. Nos vemos a nosotros mismos como técnicos y artesanos. Inversión, eficiencia y productividad son herramientas de nuestra gestión, y como buenos artesanos, tratamos de que adquieran los standards más elevados para su uso". En el artículo III de la Sección 4 de la Carta del Banco se puede leer que éste deberá "asegurarse que todos los préstamos se destinen sólo a los propósitos para los cuales fueron aprobados, con especial atención a las consideraciones económicas y a la eficiencia, sin tener en cuenta influencias o consideraciones políticas o extraeconómicas". La cita no ha sido incluida para demostrar eventuales contradicciones entre los dichos y los hechos del Banco, sino, y antes que nada, para ilustrar la ilusión predominante entre los fundadores del Banco en torno a la posibilidad de un desarrollo económico desembarazado de consideraciones sociales, culturales y políticas, tal como se verá en el próximo capítulo. El Grupo Banco Mundial El Banco Mundial fue agregando paulatinamente otras instituciones a la estructura original constituída por el BIRF. En rigor, el común de los ciudadanos suele reducir el Banco Mundial al BIRF y asimilar a uno con otro, una simplificación que no es del todo arbitraria, si se tiene en cuenta que el último es la principal institución del Banco Mundial. Sin embargo, no bien el Banco fue creciendo y extendiendo sus ámbitos de acción, fue agregando nuevos organismos a su compleja estructura institucional.
La estructura del Banco Mundial Desde sus 45 países miembros originales, el Banco Mundial ha pasado a 178 en la actualidad. El máximo órgano rector del Banco Mundial es la Junta de Gobernadores. Cada país miembro designa un Gobernador, generalmente el Ministro de Economía o Finanzas o el presidente del Banco Central. Esta Junta se reúne como mínimo una vez al año y aunque decide formalmente las políticas del Banco al más alto nivel -por ejemplo, cambiar la Carta del Banco o decidir acerca del destino de las ganancias del mismo-, los gobernadores prácticamente no participan del quehacer diario del Banco y cuando adoptan decisiones, siguen por lo general las recomendaciones del personal técnico y del Directorio Ejecutivo del mismo. Por debajo de la Junta de Gobernadores se encuentra el recién mencionado Directorio Ejecutivo, que controla la política diaria del Banco y aprueba los préstamos después de una compleja y dilatada secuencia de informes y evaluaciones (véase capítulo III). Falta Figura 2. Organigrama simplificado de la estructura del Banco Mundial En la actualidad, el Banco posee 24 Directores Ejecutivos, con un suplente cada uno y sus oficinas están localizadas en Washington D.C. De estos 24 cargos, cinco corresponden a las naciones miembros que aportan la máxima cantidad de capitales a los fondos del Banco (Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania y el Reino Unido). El resto de los 19 Directores Ejecutivos provienen de países que no están individualmente representados en el Directorio Ejecutivo, esto es, tienen un Director Ejecutivo "compartido", elegido por los países miembros de ese grupo. En la región de América Latina y el Caribe, los siguientes grupos de países tienen el mismo director ejecutivo: Antigua y Bermudas, Bahamas, Barbados, Belice, Canadá, Dominica, Grenada, Guyana, Irlanda, Jamaica, San Cristobal, St. Lucia, San Vicente Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Haití, Filipinas, Surinam, Trinidad y Tobago Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, España y Venezuela Como se puede ver, la región sólo tiene 4 de los 24 directores ejecutivos, que además se comparten con otros países extraregionales (Canadá, Irlanda, Filipinas y España). La desigual representación de los países miembros está sancionada por la Carta del Banco Mundial, que indica que los votos de los países serán proporcionales a los fondos aportados por los países miembros. Se trata por consiguiente de un mecanismo no democrático, donde el poder de decisión está condicionado al poder económico de cada miembro. En el siguiente cuadro se listan aquellos países cuyo aporte de capital les otorga un porcentaje de votación superior al 1%. Todos los restantes tienen un poder de voto inferior a dicho porcentaje. De allí resulta que los países industrializados poseen más del 50% de los votos en el Banco Mundial. Cuadro 1.
Fuente: Banco Mundial, Informe Anual 1995 En rigor, las votaciones no suelen tener lugar a la hora de aprobar o rechazar proyectos en el Directorio, puesto que la mayoría de las decisiones se toman por consenso. Sin embargo, a consecuencia de su poder de voto, algunos países tienen un peso mucho mayor en la orientación general de los préstamos del banco, acorde con las políticas de sus gobiernos. Finalmente, el Directorio Ejecutivo tiene una autoridad máxima, quien, simultáneamente, es el presidente del Banco Mundial. Desde su fundación, el Banco ha tenido siempre presidentes de nacionalidad norteamericana, reflejando así el peso específico de esa nación en el aporte de fondos y en las políticas del Banco. En la actualidad (1996), ese cargo es ocupado por James D. Wolfensohn. Los fondos del Banco Mundial Los fondos de que dispone el Banco Mundial para financiar sus préstamos e inversiones provienen de distintas fuentes y se otorgan en diferentes condiciones. Asimismo, no es igual la vía de captación de esos fondos para las diferentes agencias del Banco (AIF, BIRF, etc.). Dada la complejidad de estos procesos, trataremos de dar una visión simplificada de los mismos. Centralmente, los fondos del Banco Mundial tienen dos orígenes: los aportes de los diferentes países miembros y los recursos financieros captados por el Banco en el mercado financiero internacional, mediante la emisión de bonos que, a su vez, tienen por garantía el capital aportado por los diferentes países miembros. La primera fuente está constituída por los aportes de los países miembros bajo la forma de "capital integrado" que es el dinero que los gobiernos miembros dan directamente al Banco y el "capital exigible", que es el que los países se comprometen a otorgar cuando el Banco se los solicite. La otra gran fuente de recursos financieros del Banco Mundial son los recursos captados por el Banco en el mercado financiero internacional. Como los prestamistas del Banco no corren el menor riesgo de perder sus capitales, puesto que los fondos aportados por los gobiernos miembros constituyen la garantía de cobro, el BM suele pagar tasas de interés inferiores a las habituales en el mercado financiero internacional. Y como suele prestar a tasas de interés cercanas a las comerciales, tiene asegurado, por esta vía, otro flujo constante de fondos hacia sus arcas. Ello explica, en parte, la creciente disposición de recursos del Banco y el volumen cada vez mayor de los préstamos otorgados. Es que el Banco gana más dinero pidiendo prestado y prestando a su vez. Esto puede explicar el crecimiento exponencial de los proyectos financiados por el Banco: durante su primera década de vida no llegó a prestar más que 3.000 millones de dólares anuales contra los 23.000 que está prestando en la actualidad. No es, sin embargo, una situación similar la que atraviesa la AIF, por ejemplo. Como ésta otorga créditos a países con ingresos per capita muy bajos y en condiciones de devolución relativamente desahogadas (tasas de interés inferiores a las del mercado), suele quedarse periódicamente desfinanciada. Cualquiera sea el origen de los fondos del Banco, son los ciudadanos de todos los países del mundo los que los aportan, a través de impuestos recaudados por los gobiernos, en el caso de los capitales exigible e integrado, y de las cajas de pensionistas y otros inversionistas privados que compran bonos emitidos por el Banco Mundial. Esto es de por sí una razón suficiente para que los ciudadanos de todo el mundo ejerzan el legítimo derecho a participar, opinar e intervenir en las decisiones que toma el Banco respecto al uso de esos recursos financieros. |
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