BOLIVIA
Mujeres y Bancos
CECILIA MORENO
Colectivo Rebeldía
Los efectos de las transformaciones mundiales macroeconómicas, políticas de ajuste y
reformas del Estado, han puesto en evidencia, una vez más, la necesidad de revisar las
políticas de desarrollo y atender la injusticia social.
En Bolivia, son diversos los factores y actores que han intervenido en la
determinación de políticas públicas. Sin duda, la crisis de los años 80 y la
hiperinflación, condujeron sustancialmente a un mayor empobrecimiento de la población,
cuestión que, paradógicamente, influyó en la visibilización de la desigualdad de
género.
Para enfrentar la crisis fué necesario que las mujeres desarrollaran acciones y
estrategias comunitarias que garantizaran la reproducción. Las más de 200.000 mujeres
organizadas en clubes de madres, que a su vez tenían 600.000 dependientes a su cargo,
ingresaron a programas de alimento por trabajo, se multiplicaron los proyectos productivos
y las asociaciones de servicios como los Comités Populares de Salud y las organizaciones
de "padres" de familia.
Las políticas de ajuste afirmaron el desempleo y la disminución del ingreso familiar,
provocando el incremento de mujeres y niños en el mercado de trabajo, fundamentalmente en
condición de subempleados e informales en los espacios urbanos y desplazamiento hacia
zonas más productivas en las áreas rurales, tales como el cultivo de la coca.
Los datos nos señalan que "..solo entre 1986 y 1989 el crecimiento de la
Población Económicamente Activa (PEA) femenina se produjo a un ritmo seis veces mayor al
de la PEA masculina" (Montaño:1993)
"Los cambios producidos en la estructura del trabajo, las subsecuentes
modificaciones de la estructura familiar, la visibilidad del fenómeno conocido como
feminización de la pobreza en el contexto de una sociedad en transformación, abonaron el
terreno para el surgimiento de políticas de equidad" (p10 Montaño).
En cuanto a las actoras, Bolivia tiene una larga historia de lucha de las mujeres
organizadas. Las mineras, las campesinas, las amas de casa urbanas, las indígenas, las
cocaleras, han sido protagonistas de acciones de mucha fuerza y presencia pública, con
demandas que se enmarcaron en reivindicaciones de clase y en las necesidades reproductivas
propias y de sus familias. Cumplieron un papel protagónico en defensa de garantías para
el trabajo de los hombres, en las demandas de tierra y territorio, en la defensa de los
derechos humanos y en el retorno a la democracia. No obstante, a la hora de considerarlas
en la distribución del poder, las ignoraron y las recluyeron a la soledad de sus hogares.
Es a partir de finales de los años 80 y principios de los 90 que las ONGs de mujeres y
feministas incorporan en sus planteamientos y programas institucionales los conceptos de
necesidades prácticas e intereses estratégicos de las mujeres y el enfoque de Género en
el Desarrollo (GED), en sustitución del enfoque de Mujer en el Desarrollo (MED),
fundamentalmente utilizados por USAID y organismos internacionales como Banco Mundial y
BID.
Las ONGs de mujeres han jugado un rol muy importante en la configuración de la agenda
pública. Desde los años 80 fueron sentando presencia con trabajos dirigidos a fortalecer
la organización, formación y capacitación técnica para pequeños proyectos productivos
con mujeres de sectores populares, generando liderazgos que empezaron a tener presencia
pública con sus demandas y en su momento, trabajando la perspectiva de género en sus
programas. Investigaciones y publicaciones sobre la situación de las mujeres desde
distintos ámbitos, contribuyeron a la formación de conocimiento y al reconocimiento
público de temas que tenían que ver con el rol de las mujeres en las estrategias de
sobrevivencia, la salud reproductiva, la organización, el trabajo doméstico y la
violencia en la familia, los que fueron incluidos en debates de planes y programas
nacionales, temas que fueron tratados por los medios de comunicación.
La creación de redes como la Coordinadora de la Mujer de La Paz, Plataforma de la
Mujer y los Foros de la Mujer en Cochabamba y Santa Cruz, fueron muy importantes en la
presentación de temas que tenían que ver no sólo con las necesidades prácticas, sino
fundamentalmente con los intereses estratégicos de las mujeres. Un movimiento de mujeres
muy heterogéneo, integrado por sindicalistas, amas de casa urbanas, feministas, han
pasado por un proceso de identificación de intereses comunes que impulsó la formulación
de políticas desde el Estado.
La acción del movimiento de mujeres frente al Estado fué más decidida en la medida
en que se avanzó en el proceso democrático y en que se fué fortaleciendo el movimiento
de mujeres en América Latina y el surgimiento de producción teórica sobre la realidad
de la mujer en la región.
Las Conferencias Mundiales de la Mujer, en el marco de Naciones Unidas, los encuentros
feministas regionales y nacionales, la creación de redes temáticas, permitió el
reconocimiento de identidades que influyeron sustancialmente en el fortalecimiento de las
mujeres y ONGs feministas bolivianas y apuntalaron su papel de interlocutoras frente al
Estado y de vinculantes entre mujeres de sectores populares y entidades y personeros
gubernamentales.
El aporte de las mujeres en las políticas públicas
Desde principios del período democrático las mujeres de izquierda presentaron
iniciativas que llamaban la atención sobre las demandas de las mujeres, pero muchas de
ellas no fueron tomadas en cuenta, en la medida en que aún no era evidente ni visible el
problema. Recién en el gobierno de Paz Zamora (1989-1992), se realizó un importante
avance para las bolivianas, con la acogida de temas vinculados a la igualdad de género.
Producto de la presión concertada de mujeres de izquierda y ONGs de mujeres, el
legislativo elevó a rango de Ley la Convención para la Eliminación de Toda Forma de
Discriminación Hacia la Mujer, promulgada en 1989 como Ley de la República.
Durante el mismo gobierno, con apoyo financiero del Banco Mundial, se realizó una
consulta a las ONGs y a mujeres organizadas para la definición de Políticas Sociales
para la Mujer, reconociéndose en ellas la enorme brecha de derechos y oportunidades entre
mujeres y hombres, y que serviría para la creación de un Programa de la Mujer.
Es importante destacar el papel que jugó la cooperación internacional,
fundamentalmente de UNICEF, Misión de Cooperación Técnica Holandesa y Ayuda Sueca para
el Desarrollo Internacional, que a partir de ese momento fueron las principales aliadas
del movimiento de mujeres en Bolivia, promoviendo cambios y fortaleciendo acciones de
organizaciones de mujeres y la sociedad civil, apoyando procesos de institucionalización
de la perspectiva de género e impulsando la formulación de políticas en favor de la
igualdad.
El gobierno de Sanchez de Lozada (1992-1997) realizó la segunda vuelta de tuerca del
Plan de Ajuste Estructural, hacia el modelo neoliberal. La privatización y la
capitalización de algunas empresas del Estado y la privatización de la seguridad social,
Ley 1008 contra el narcotráfico, Ley de reforma tributaria, Ley INRA, de reforma a la
Reforma Agraria, Reforma educativa, las que en su política de "una de sal y otra de
arena" significó a su vez la reestructura y modernización del Estado, se creó el
Ministerio de Desarrollo Humano, con un concepto integral, la descentralización
administrativa, transfiriendo más poder y responsabilidades a las Prefecturas y
Alcaldía, la Ley de participación popular, reconociendo formalmente a los pueblos
indígenas, comunidades y juntas vecinales y, en el último período, se establecieron los
seguros de salud gratuitos para la maternidad, para la niñéz y para la vejez y se
implementó un bono anual para los y las ancianas.
En este mare magnum de reformas, es importante destacar dos aspectos que incidieron
positivamente en la población. Uno que tiene que ver con el reconocimiento de la
diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas y el reconocimiento de la
inequidad de género que tuvieron atención y consideración en la estructura del
gobierno. Otro, con el respaldo financiero de la cooperación internacional, se creó la
Secretaría de Asuntos de Etnias, Género y Generaciones, con una Subsecretaría por tema.
La Subsecretaría de Asuntos de Género (SAG) fué un espacio público importante en la
puesta en escena pública de la problemática de género, a veces tibia según el
convencimiento de la funcionaria, pero que contó en su mayoría, con feministas
profesionales calificadas en su dirección. Allí se trabajó una propuesta de Ley Contra
la Violencia en la Familia, impulsada por mujeres parlamentarias y por mujeres de los
distintos sectores del movimiento, aprobada en diciembre de 1995.
También desde esta oficina pública se promovió la formación de mujeres concejalas
municipales y la conformación de los Foro de Mujeres Políticas a nivel nacional y
departamental, integrado por mujeres de los partidos políticos y algunas no partidarias
con protagonismos importantes en el movimiento. Desde este espacio se negoció la llamada
"Ley de cuotas" que incorpora en la Ley Electoral la obligación de los partidos
políticos a incorporar en sus listas de candidatos al Parlamento un mínimo de 30% de
representantes femeninas. El resultado fué que en titulares estamos igual que en
anteriores períodos (10%), quedando la mayoría de las mujeres como suplentes.
Finalmente, es importante destacar la participación de las mujeres en la consulta o
Diálogo Nacional al que convocó el actual gobierno en el mes de octubre, para tener la
opinión de la sociedad civil y del sistema político, en la priorización de temas para
el diseño de su Plan de Gobierno. En representación de las mujeres participaron cuatro
de las agrupaciones más representativas de la ciudad capital: Coordinadora de la Mujer,
Plataforma de la Mujer, Foro Político de Mujeres y Foro por la Ciudadanía, con
propuestas importantes incorporadas en las Mesas del Diálogo que se agruparon en temas de
Desarrollo Económico, Lucha contra el Narcotráfico, Estado y sociedad y Desarrollo
Humano.
Banco Mundial (BM)
El Banco Mundial continúa manejándose con el enfoque de Mujer en el Desarrollo, el
género solo está mencionado para describir las situaciones de inequidad en la que viven
las mujeres, consideradas estas en tanto sujetas importantes en el desarrollo, desde una
visión economicista y mercantilista. En ningún lugar se menciona como problema de fondo
de la situación de las mujeres, las relaciones desiguales de poder entre hombres y
mujeres. Para el BM, si la mujer tiene acceso a educación, a salud, a leyes laborales no
discriminatorias, a la titularidad de la tierra, estaría superando su condición de
pobre.
Neuma Aguiar expresa muy bien lo que eso supone: "El análisis anterior, al
privilegiar los factores de producción, perdió de vista la importancia del factor humano
en el desarrollo y la preferencia humana por estrategias de desarrollo alternativas.
Cuando se pierde la noción de los sujetos es difícil introducir el género como un
factor clave en el proceso de desarrollo, de la misma forma que no es posible evidenciar
de qué modo los factores culturales, causantes de la subordinación de las mujeres, tales
como las jerarquías en las familias, el fundamentalismo religioso y la violencia contra
las mujeres se mezclan con factores económicos responsables de que ellas sean mayoría
entre los pobres del mundo, entre los analfabetos y los desempleados y las más afectadas
por el hambre, la sequía y la crisis de alimentos, de energía y agua, y por la deuda
externa."
Esto supone una reflexión en torno a cuales deben ser los planteamientos al Banco para
incidir efectivamente para que todos sus programas consideren la igualdad de género,
cuáles las estrategias frente a los gobiernos, cuáles las debilidades del movimiento de
mujeres, entre otras, la preparación profesional en las distintas áreas que debemos
atender para modificar el modelo en favor de la igualdad y la equidad.
El BM no se cuestiona las políticas de ajuste estructural, sino que propone ajustes
sociales, reconociendo, que tiene diferencias con la visión de las ONGs que identifican
los planes de ajuste estructural como causa del mayor empobrecimiento de la población.
Entienden que la liberalización de la fuerza de trabajo es un hecho y propone preparar
mejor a la población para la funcionalidad del modelo. La pregunta sería si se puede
incidir en el cambio de las relaciones de género sin cuestionar el modelo neoliberal que
fomenta el Banco.
En la última visita del BM a Bolivia, noviembre de 1997, el Director y Economista
Principal del Banco Mundial para América Latina y El Caribe, Guillermo Perry sostuvo que
los gobiernos deben realizar los máximos esfuerzos para consolidar las reformas
estructurales a través de ajustes esenciales, y recomienda: "... deben mejorar
los recursos humanos, fortalecer el sistema financiero, perfeccionar los marcos legales y
regulatorios, además de lograr mayor eficacia en el sector público y fortalecer las
finanzas públicas" (La Razón 7/11/97).
En cuanto a los mejorar los marcos legales y regulatorios, se propone flexibilizar las
leyes laborales y promover la creación de empresas privadas, es decir, que en la
contratación laboral no intervenga el estado y ésta sea producto de la negociación
individual, entre empleador y empleado. Considera que las leyes que han sido fruto de la
conquista de las mujeres bolivianas son atentatorias a la igualdad de oportunidades y a la
liberalización de la fuerza de trabajo, tales como el derecho que tienen a no trabajar
más de 42 horas semanales frente a las 48 de los hombres, que no deberían trabajar en
jornadas nocturnas, que a la mujer embarazada no se la puede cesar sino hasta que el hijo
tenga un año de vida y durante ese tiempo se le debe conceder 1 hora diaria para el
amamantamiento.
Es decir que la propuesta del Banco es coherente con la propuesta del modelo que
impulsa. Cuando en Bolivia se habla de perfeccionar los marcos legales y regulatorios, en
realidad se está hablando de flexibilizar, liberalizar y desnormativizar los contratos
laborales.
Los programas que en Bolivia se implementan con créditos del BM están dirigidos a la
disminución de la pobreza, con mención particularizada de la situación de las mujeres y
tienen que ver con la reforma educativa, la mortalidad materna e infantil, la
capacitación técnica de la pequeña y microempresa y los proyectos de medio ambiente.
Otro tipo de proyectos, los más importantes en recursos asignados, mediante convenios
bilaterales, van destinados a las reformas del Estado y fundamentalmente a los fondos de
desarrollo, tales como el Fondo de Inversión Social (FIS), dirigidos a la provisión de
infraestructura de salud y educación y servicios públicos, Fondo Nacional de Medio
Ambiente (FONAMA)Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR) y Fondo de Desarrollo
Campesino (FDC), supeditados a la ineficiencia de la administración pública, a los
intereses políticos y de clase, y algunos, con consecuencias de concentración de
riqueza, a favor de los grandes empresarios, y en detrimento de las poblaciones indigenas
y campesinas.
En este sentido, el documento "Colaboración entre el Banco Mundial y las
Organizaciones No Gubernamentales" es reiterativo al plantear la importancia de
estrechar cada vez más vínculos con las ONGs en su propósito de atender el desarrollo,
opinan que "El creciente reconocimiento de las limitaciones del sector público
para abordar eficazmente los problemas de los países en desarrollo y la mayor dependencia
del sector privado para alcanzar ese objetivo, han permitido tener una idea más cabal de
la contribución que los diferentes actores en la sociedad civil pueden hacer al
desarrollo nacional."
Intervenir en las políticas globales del BM, supone incorporar la perspectiva de
género de manera transversal en todos los programas del BM, poniendo énfasis en su
componente de relaciones desiguales de poder. Supone develar sus políticas
contradictorias de disminución de la pobreza y reforzamiento de un modelo que es
totalmente antentatorio al desarrollo humano.
Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
El tema de la mujer en el BID es considerado en el marco de la pobreza y políticas
sociales. El documento "Política Sobre la Mujer en el Desarrollo",
señala que en el organismo ha existido la tendencia de subestimar la participación y
función económica de las mujeres por falta de datos, por las definiciones predominantes
de actividad económica y por los procedimientos de muestreo y entrevista empleados para
obtener estadísticas nacionales.
Para superar esa debilidad, propone: "El Banco cooperará en actividades
destinadas a generar empleos, mejorar la productividad de la mujer y ampliar su acceso al
empleo productivo o a otros trabajos remunerados" (BID 1989)
Por eso, los recursos que destina hacia la mujer van dirigidos fundamentalmente a
programas de crédito, educación, capacitación y extensión, proyectos productivos,
cooperación técnica e investigaciones e incluso se apunta que estos programas pueden
tomar en cuenta actividades que apoyen la participación de las mujeres en áreas como las
guarderías u otras que permitan alivianarle la responsabilidad doméstica.
"Considerando que el desarrollo es un proceso total que debe involucrar hombres y
mujeres para ser efectivo y puesto que la mujer cada vez es más importante como
generadora de sustento, el establecimiento y puesta en marcha de políticas para aumentar
la participación de la mujer, como contribuyente y beneficiaria, no es sólo un asunto de
justicia social sino un imperativo económico" (BID 1989).
Si bien hay un reconocimiento explícito de que la situación en la que se encuentran
las mujeres tiene sus razones en las restricciones legales, socioculturales o financieras
que puedan dificultar su plena participación en los proyectos, tampoco en el BID se
consideran las relaciones de género como impedimento del desarrollo de la mujer.
El BID no toma en cuenta que en la medida que exista violencia doméstica, en la medida
en que existan trabas culturales que impiden la toma de decisiones por parte de las
mujeres, en la medida en que no puedan decidir el número de hijos que desean tener, en
que sean excluidas de las actividades tradicionalmente masculinas, en que los hombres no
asuman su responsabilidad paterna, en que no exista la volutad partidaria de incorporar a
las mujeres entre sus representantes parlamentarios, en definitiva, en la medida que no se
considere el manejo del poder que existe en todas estas relaciones, no se tendrán
impactos significativos y más bien habría que llamar la atención respecto a que los
recursos destinados al desarrollo, que no consideren el enfoque de género, no están
siendo utilizados ni aprovechados de manera óptima.
El BID reconoce la diversidad económica, social y cultural de América Latina y la
necesidad de tener en cuenta estos factores diferenciales en el análisis y programas
dirigidos a las mujeres, pero hay que estar atentas para que no sean las corrientes
"respetuosas" de la complementariedad las que impidan cuestionar las relaciones
opresivas atentatorias de los derechos de las humanas las que se privilegien en la
definición de las intervenciones.
En conclusión, la visión del desarrollo y las políticas de los Bancos tienen una
similitud en el enfoque, fundamentalmente economicista, y por eso consideramos necesario
analizar más de cerca algunas experiencias de programas de crédito dirigidos al sector
microempresarial que funcionan en Bolivia y en buena parte de América Latina. Para
explicarlo, es necesario que hagamos un repaso estadístico de la situación de las
mujeres en Bolivia.
Pobreza y micro-crédito
En 1995, el 63% (Rivas 1997) de la población ocupada a nivel nacional se encontraba en
el sector microempresarial, tendencia creciente comparada con el 58% en 1992. Del total de
la PEA, la actividad que mayor crecimiento tuvo en el mismo período fué el comercio,
particularmente a nivel de los y las trabajadoras por cuenta propia.
Para 1995 el número de hombres empleados en la microempresa fué ligeramente mayor que
el de las mujeres, sin embargo, entre 1992 y 1995 se incrementó en mayor medida el
número de empleos en las mujeres, 34% frente al 27% en los hombres.
Investigaciones realizadas en el sector microempresarial (Casanovas, Escobar y
Rivera,1996) desmistifican la creencia de que la sóla incersión de la mujer al mercado
de trabajo permite el empoderamiento de las mujeres, mejorando su posición en el hogar,
además de incrementar sus ingresos, por el contrario el incremento de la participación
laboral y la capacidad de generar ingresos muchas veces implica un alargamiento de la
jornada, la explotación de un número creciente de trabajadores familiares no remunerados
y el incremento de la violencia doméstica, poniéndose en evidencia que se agudizan las
relaciones desiguales de género y se establece un cambio en la forma de opresión, pero
no disminuye la opresión misma.
"...el porcentaje de ocupados con déficits de ingresos (con respecto a una
canasta familiar normativa mínima) había crecido de 79%, en 1987, a 86%, en 1991, entre
los asalariados, y de 78.5%, en 1987, a 81.5%, en 1991, entre los no-asalariados
(CEDLA-ILDIS 1994). En otras palabras, mientras más migrantes, mujeres y jóvenes
ingresan a la fuerza laboral, más tienden a deteriorarse las condiciones de trabajo y los
ingresos, precisamente en los sectores que ofrecen un canal de inserción laboral para
esta población, menos calificada y sometida a una serie de restricciones y
discriminaciones a la vez patriarcal y colonial." (Rivera 1997)
En términos de remuneración, las mujeres reciben en promedio el 50% (Wanderley 1995)
de los ingresos de los hombres independientemente de la edad, de la rama de actividad,
categoría ocupacional y nivel de instrucción. El 80% de las mujeres ocupadas trabaja en
las ramas de comercio y servicios personales y el 44% trabaja por cuenta propia, en
contraposición al 25.6% de los hombres.
Experiencias de crédito : Bancosol y Banco de la Mujer
La estrategia del crédito es muy importante en la estrategia de disminución de la
pobreza propuesta por los Bancos y consideramos que en el caso de Bolivia merece nuestra
atención la experiencia que se está viviendo desde los años 80. Hay que destacar que el
BID ha sido fundamentalmente agresivo en la canalización de créditos blandos hacia ONGs
que se especializaron en el crédito microempresarial, con montos de 500 mil a más de 1
millón de dólares. También USAID ha sido un fuerte impulsor de estos programas, además
de algunas agencias europeas.
Los programas de microcréditos, inicialmente planteaban contribuir a la disminución
de la pobreza, vía mejoramiento de los ingresos de las llamadas microempresas
(trabajadores por cuenta propia unipersonales, familiares y semiempresariales). Poco a
poco la preocupación se fué centrando más en la eficiencia operativa de los programas
que en los objetivos iniciales. Fué palpable la competencia entre las ONGs que
implementaban este tipo de programas, por adquirir capitales que aumentaran su cobertura
poblacional, e ingresaron en una carrera por cumplir con los requisitos de elegibilidad,
cada vez más estrictos, que imponían los financiadores. El éxito de los programas de
microcréditos se empezó a medir ya no sólo por la cobertura, sino tambien por los
niveles de autosuficiencia operativa y financiera, lo que significó la elevación de las
tasas de interés y al ajuste de las medidas para disminuir la mora, creandose
metodologías diversas en este sentido.
Actualmente, en Bolivia, las tasas de interés de los programas de microcréditos
oscilan entre el 24 y el 36%en dólares americanos, sin considerar los montos aplicados
por multas a las moras, mientras la banca formal, que hasta hace poco no tenía atención
a la microempresa, ha bajado su tasa de interés activa hasta el 15% en algunos casos.
Las lecturas que han servido de aprendizaje para el trabajo con la microempresa, han
estado relacionadas con la observación de los comportamientos de la usura y considerando
las relaciones sociales entre los pobres, tales como los aún existentes vínculos de
solidaridad entre la población indígena migrante.
De la usura "aprendieron" que la población, necesitada de recursos
económicos, pagaba tasas de interés altas y que se podía retener prendas en caso de
tener dificultades con la cobranza de los créditos. Para definir y perfeccionar su
metodología de créditos con garantías "solidarias", Bancosol, banco
especializado en el microcrédito, que se inició como ONG, y que desde hace 3 años se
convirtió en banco formal, tomó en cuenta la tradición en las relaciones sociales de
reciprocidad y prestigio de la población indígena y mestiza que migran a las ciudades.
El método de trabajo de Bancosol considera el agrupamiento de 5 y hasta 8 prestatarias
que viven o trabajan en una zona geográfica cercana, que se comprometen a que todas y
cada una de ellas pague su crédito, habiendo una responsable del pago ante el Banco, con
lo cual se traslada el control a la población misma, sin consideraciones de lo que esto
puede repercutir o alimentar en el deterioro de las relaciones humanas.
El asesor de crédito de Bancosol, que se encarga de ayudar a la conformación del
grupo, normalmente es un mestizo, hombre, que está en la universidad y de quien no debe
dudarse de su autoridad, reforzando de esa manera, relaciones patriarcales.
En 1991 el 72% de la clientela de Bancosol (actualmente compuesta por cerca de 112.000
prestatarios) eran mujeres, en 1993 fueron el 85%. Un factor del que historicamente
adolecieron los programas de crédito, es el no disponer de mecanismos fiables de
medición de impacto, algunas instituciones ni se lo cuestionan y más bien ponen toda su
atención en llenar los requisitos de eficiencia exigidos. Para llenar esta deficiencia,
en muchos casos, cuando se habla de impacto, se recurre a destacar los ejemplos exitosos.
La investigación desarrollada por Silvia Rivera en el texto "Ser mujer indígena,
chola o birlocha en la Bolivia postcolonial de los años 90" (1997), señala que el
programa de Bancosol se orienta al comercio más que a la producción por la capacidad que
tiene la comerciante para funcionar con pequeños montos de capital, y agregamos,
conviniendo a la institución las reiteradas solicitudes de nuevos créditos por el jugoso
cobro de comisiones iniciales.
En el caso del Womens World Banking o Banco de la Mujer, ésta es una red que la
integran 50 ONGs afiliadas a nivel mundial, (17 ubicadas en América Latina) y cuyo
principal objetivo es brindar microcréditos a las mujeres en situación de pobreza,
pensando en contribuir al empoderamiento económico de las más pobres y al mejoramiento
social de ella y su familia. Su lema es: "Un peso prestado al hombre, contribuye a
su mejoramiento; un peso prestado a la mujer se convierte en libros para los hijos, salud
para los ancianos y beneficia a toda la familia"
El programa, ha tenido una resistencia explícita a trabajar desde el enfoque de
género, aunque sí se habla de empoderamiento y desigualdad, no se considera importante
en el establecimiento de sus políticas, y se tiene resistencia a reconocer el conflicto
de poder entre hombres y mujeres.
En el "Informe de las Afiliadas de 1995" se menciona que la Cartera Vigente
de 25 de las afiliadas asciende a U$S 16.000 y que entre 1990 y 1995, las afiliadas han
prestado a más de 254.000 clientas, siendo en América Latina donde más se incrementó
el número de clientas atendidas, de las cuales el 56% eran urbanas, 20% suburbanas y 24%
rurales. Aunque algunas afiliadas a la Banca Mundial de Mujeres tienen preocupación por
brindar capacitación, ésta va más en función de garantizar el pago del crédito que a
mejorar las condiciones de trabajo y de vida de las prestatarias,lo que supone se da como
un efecto de la utilización adecuada de los recursos que se adquieren.
La experiencia en Bolivia evidencia que las mujeres venden sus productos por debajo de
los costos de producción, o bien se les paga por destajo la costura de 8 prendas
(camisas) por 10 pesos bolivianos, equivalentes a menos de 2 dólares, cargándose éstos
sobre las extensas jornadas, el apoyo familiar de niños y jóvenes y trayectorias
increíbles para llegar a los mercados. Se advierte una estratifiicación de los negocios
por sexo, los hombres con mayor presencia en talleres artesanales y las mujers en la
comercializacion y los programans de capacitación tanto de las ONGs que brindan crédito,
como del Servicio de Asistencia técnica (SAT), programa del Banco Mundial dirigido a
fortalecer la micro y pequeña empresa en Bolivia, más dirigidos a las actividades
productivas antes que a las áreas de comercialización.
En resumen,los programas de crédito a la microempresa en Bolivia son considerados
"exitosos" por la cobertura poblacional que tengan, por los capitales que
manejen,, por los instrumentos que dispongan para garantizarse el retorno de los dineros,
antes que por el efecto que puedan tener sobre las y los prestatarios. La población pobre
que no tiene otra posibilidad que aceptar tasas de interés usureras, pagadas sobre la
base de altísimas rotaciones de capital, explotación intensiva de la mano de obra,
desvalorización del trabajo y consiguiente pauperización.
Hay mucha tela que cortar en este sentido, pero creo que deberíamos empezar por lo
primero, por develar para quién corresponde el"éxito" de los programas de
crédito, si lo es para las instituciones o para las prestatarias y desmistificar su
efecto de empoderamiento de las mujeres.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
Silvia Rivera (Compiladora) y otros 1996 "Ser mujer indígena, chola o birlocha en
la Bolivia postcolonial de los años 90". Subsecretaría de Asuntos de Género.
Fernanda Wanderley 1995 "Discriminación ocupacional y de ingresos por
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