Patricia Amat
Quería comenzar la intervención refiriéndome al contexto, porque en el Perú desde
el año 90 se han emprendido una serie de reformas estructurales: privatizaciones y
cambios en la economía que han sido identificadas como producto de ese famoso consenso de
Washington, que luego toma como instrumentos de implementación al Banco Mundial o al
Fondo Monetario. Resultaban más o menos claros los efectos perversos que ha tenido este
proceso : desempleo, falta de protección del Estado, falta de una legislación y
regulación del trabajo, privatización de la salud, cuestionamientos a la gratuidad de la
educación escolar, etc. Es un cambio global que tenía agentes responsables en lo
internacional. Para nosotras como grupo, "Mujer y Ajuste", fue una forma de
reaccionar ante la implementación de este modelo económico que no tomaba en cuenta los
efectos en las mujeres y el peso de las relaciones de género en todos estos cambios
económicos.
Decidimos entonces agruparnos una serie de redes, a nivel nacional, para trabajar
exclusivamente el tema económico y cómo éste repercute y tiene sus efectos en las
mujeres, y levantar propuestas que podían llevarnos a una acción de incidencia o a una
acción de cambio de modelo. Ahí se recogía que el movimiento de mujeres es mucho más
sensible en Perú a los temas de derechos reproductivos, de violencia familiar. Pero sobre
el tema económico no se dice nada. A mí me parece que es una tontería. Entiendo que
esté claro en los países del norte, donde en cierta manera el asunto les funciona. Pero
es evidente que en el sur hay que tener una postura crítica -que no significa una actitud
totalmente beligerante- y una reflexión de género desde la economía, una reflexión
feminista desde la economía. Porque estos economistas son muy dados a pensar que los
problemas de la economía son problemas que vienen de la educación y la capacitación
pero la economía no tiene la culpa. Nosotras queremos demostrar que la economía, este
modelo económico, sí empobrece más a las mujeres. Y no sólo a las mujeres, sino a
todas las personas que están en este amplio espacio de la llamada economía social,
frente al retiro de todos esos servicios sociales.
El proceso de relación con el Banco y las multilaterales, no ha sido una cosa fácil.
Una de las cosas que más ha ayudado, después de Beijing, fue la campaña del Banco
Mundial, que nos hizo ver que hay que conocer mejor al contrincante, no bastan discursos
ideologizados. El conocer, el tener mayor información sobre el Banco sigue siendo una
tarea pendiente.
Después de escuchar a las primeras compañeras, me quedé sorprendida al enterarme de
los avances en la relación con el Banco en esos países. En nuestro caso es totalmente
distinto. Entonces hay que analizar estas relaciones desiguales y tal vez plantearnos
algunas tareas mínimas.
En el caso peruano la relación con las Ongs se dio a fines del 96, donde
el Banco Mundial pide a la Red Nacional de Promoción de la Mujer que organice y convoque
a todas las organizaciones femeninas. La evaluación que después han hecho es que no
quedó claro para qué la convocatoria. O sea: "Soy convocada, pero luego, ¿cuáles
son los pasos a seguir?" Nosotras, como grupo, luego de la visita a Washington,
fuimos a conversar con la oficina de análisis social y organismos no gubernamentales de
la misión Perú, con Elizabeth Dazo, que ha estado comprometida con el movimiento de
mujeres y ahora tiene un puesto de influencia en el Banco. Ella, una de las cosas que nos
dijo fue que debíamos ocuparnos más del BID, pues invierte más en Perú que el Banco
Mundial. Luego nos dio una relación de los proyectos en que estaba trabajando y el nivel
de diseño y ejecución en que estaban. Fue una primera apertura para poder hacer un
seguimiento más coordinado de los programas que estaba desarrollando el Banco Mundial.
Ella nos sugirió que teníamos que acompañar esto con los corresponsables
gubernamentales de cada uno de los proyectos. Era uno de los aspectos que no habíamos
considerado.
Lo que quiero decir con esto es que cuando hablamos del proceso económico con las
mujeres, del involucramiento de las mujeres, podemos tener un discurso más sostenido,
más desarrollado. Pero cuando hablamos del Banco Mundial -en Perú tocamos la puerta, nos
recibió, tenemos un documento- no estamos en condiciones de tener una posición más
clara de cómo se da este proceso. A nosotras nos interesaría tener una relación más
fuerte con Bolivia y Paraguay, porque las oficinas del Banco Mundial de los tres países
están unidas. Sería interesante que luego de este evento pudiera salir una suerte de
articulación para mantener relación.
También nos gustaría tener relación con las agencias de cooperación
internacionales.
Todas las campañas tienen que ver de manera directa o indirecta con las
multilaterales. Una primera campaña es la presencia organizada en la cumbre de las
Américas, en abril en Chile. Esta cumbre es interesante porque los países del Mercosur y
el Grupo Andino, vienen después de haber hecho una estrategia más o menos común de
integración económica, como una manera de presentar un bloque más o menos unificado, si
bien no integrado todavía. Este va a ser uno de los temas de la cumbre de las Américas y
se está tratando de levantar propuestas desde las mujeres y desde la sociedad civil en
Chile. Como Red estamos promoviendo transmitir esto, estar al tanto e ir viendo cómo
vamos a poder garantizar nuestra presencia.
Una segunda cosa es la campaña El Banco Mundial en la mira de las mujeres. También la
estamos suscribiendo como Red. México tiene la responsabilidad de esa campaña. La
tercera campaña que suscribimos es la Marcha de Pan y rosas, que desarrollaron las
mujeres de la Federación de Quebec, para conseguir un presupuesto del Estado para
infraestructura social, que propicie empleos dignos y sustentables para las mujeres. Esta
campaña debe terminar en el año 2000, en las puertas del Banco Mundial.
Quisiera señalar que una de las orientaciones mínimas que pensamos que debería
trabajarse en cada país dentro de una propuesta integral- es la de sensibilizar al
conjunto de Ongs en la necesidad de iniciar una relación crítica con las
multilaterales, partiendo del reconocimiento que la economía es política y que la
influencia de los bancos es mucho mayor que la de los gobiernos nacionales. Partiendo de
esa influencia y esos impactos, hay márgenes positivos y negativos. Si es posible
conseguir algunos cambios, hay que hacerlo y hacerlo bien.
Sobre el seguimiento Beijing en Perú, quien está trabajando en la iniciativa Beijing
es el grupo impulsor, que se encargó tanto del pre como del post Beijing. Ahora acaba de
lanzar un plan de monitoreo y seguimiento de los cinco puntos de la plataforma. Uno de los
puntos que se le encargó a nuestro movimiento es el seguimiento del acceso a créditos.
Se ha hecho un seguimiento a todos los programas de crédito que viene desarrollando el
Estado. Hay un primer nivel de monitoreo. Ahora el grupo impulsor va a poner más interés
en un plan de seguimiento a la experiencia del Ministerio de Salud con esterilizaciones
masivas de mujeres que se están implementando a través del Ministerio y el Seguro
Social. Hace una semana el ministro de Economía puso como logro la reducción de la tasa
de fecundidad.
La relación con el Promude (Ministerio de promoción de las mujeres y el desarrollo
humano) es bastante ambigua. Se ha creado hace poco y tiene rango de Ministerio. Si bien
sus planteamientos fueron muy claros, muy comprometidos con las mujeres y toman la
plataforma, en la práctica todavía no está claro el nivel de poder y decisión que se
tiene.
En el caso del Parlamento existe la Comisión de la Mujer, con quien se pudo trabajar
en un principio, en la medida que la responsable era una persona de la oposición y
comprometida con las mujeres, ahora está conducido por una representante 100% oficialista
cuyo objetivo es la reelección. El problema de Perú es que si bien hay un movimiento
bien organizado, la interlocución con el Estado es muy difícil. El Estado es Fujimori,
no hay institucionalidad. Es un elemento a considerar con relación a los otros países.