Serie: Pensamiento (XXXI)

Sobre las ideas de Putnam
¿La realidad inventada?

José Portillo

Un viejo problema en filosofía ha cobrado relevancia en los últimos años: el realismo. Ha reaparecido el interés por los problemas ontológicos y metafísicos, por la relación entre ciencia y verdad. Según algunos autores, la tesis de la inconmensurabilidad de las teorías científicas de Kuhn habría desempeñado un papel protagónico en este interés renovado por el realismo.

Los dioses poseen la certeza, pero a nosotros como hombres nos ha sido dado solo conjeturar.
Alcmeón

El realismo sostiene que: existen cosas además de mí. Pero se puede decir que esa realidad tiene sus propios rasgos independientemente de lo que podemos conocer de ella, o que por el contrario dichos rasgos son el resultado o la consecuencia de nuestro conocimiento (Kant). En el primer caso puede existir un único sistema de conceptos coincidente con las características objetivas del mundo o bien puede haber varios esquemas conceptuales para aproximarse a los rasgos objetivos del mundo. En el segundo caso, también puede haber un único sistema de conceptos o varios sistemas (traducibles entre sí o no).

Las varias formas del realismo

Se habla de realismo epistemológico cuando se admite que no solo existen objetos, sino que también, por lo menos en algunos casos, podemos saber de ellos. Realismo ontológico significa también el reconocimiento de la existencia de objetos exteriores a nosotros y, aunque podemos referirnos a ellos con nuestros conceptos, no hay "certezas" de que lo que creemos, realmente existe.

Se ha producido incluso una transformación en el concepto de racionalidad científica. La necesidad de elegir u optar por diferentes teorías científicas ha puesto de manifiesto la variación semántica del cambio teórico. Se han ido abandonado las concepciones más rígidas acerca del conocimiento y se acepta la variación incluso dentro del campo científico, al punto que se ha llegado al conocido extremismo del "todo vale", el anarquismo epistemológico de Feyerabend.

Pero existe un realismo llamado metafísico, que afirma que existe una totalidad de objetos independientes de la mente. Según los filósofos, estos objetos pueden ser conocidos por el sentido común o por la ciencia: el conocimiento científico.

Según señala Rosa Pérez (1998), siguiendo a Hacking y a Kuhn, existirían "dos mundos". Un mundo de entidades individuales, de individuos, que no cambia, que es siempre el mismo. Otro mundo, el de las clases, que sí cambia, conforme a los criterios con que se elaboren las clases (esquemas conceptuales o paradigmas). Esto es lo que se ha llamado un enfoque taxonómico, que tendría una raigambre kantiana y de la cual serían herederos Hacking, Kuhn y particularmente Putnam, con su realismo interno.

Para este último filósofo la noción internalista del objeto es compleja; son elementos ni totalmente independientes ni totalmente dependientes de la mente. La forma de ver el mundo, para cada uno de nosotros, depende del esquema conceptual del cual parte. Por lo tanto los esquemas conceptuales no serán meros intermediarios sino, por el contrario, piezas claves en la construcción del mundo. En cierta forma se podría hablar de una relatividad conceptual, ya que ningún concepto tiene una interpretación o una correlación fáctica única. No existiría un significado absoluto.

Esta posición (internalista) es bien diferente de la externalista, la cual señala que ciertos enunciados, que son verdaderos, describen el mundo de manera independiente de cualquiera o de toda perspectiva. Se presupone desde esta posición la existencia de categorías ontológicas absolutas.

En el caso del realismo interno la situación es compleja, ya que los objetos serían, a la vez, productos de la mente y del mundo. También siguiendo a Kant, se podría decir que hablar de objetos empíricos es hablar de objetos para nosotros. Un objeto empírico no será más que el resultado de la síntesis en categorías a partir de lo intuitivamente (a través de los sentidos) dado. Se reconoce así un papel importante a la experiencia. Esta se reconoce como un compromiso realista básico, en oposición al idealismo, que afirma que solo existe lo mental. Discusión esta última en la cual Kant jugó un papel muy importante: todo objeto es tal dentro de un esquema y por lo tanto es "objeto para nosotros".

Por su lado, los realistas científicos señalan que objetos y procesos, postulados por teorías científicas, existen en la realidad y tienen valor de verdad como correspondencia. En cambio, los antirrealistas científicos ven en la ciencia un valor instrumental. Las teorías solo serán herramientas del pensamiento que predicen, y eventualmente producen, sucesos. A estas teorías se las puede considerar adecuadas o útiles, pero no verdaderas.

Dentro de los realistas científicos se inscriben varias tendencias. Un grupo radical que podría ser llamado cientificista (heredero del positivismo científico), sostiene el carácter absoluto del conocimiento científico, independientemente de posiciones conceptuales, ideológicas, históricas, es decir, contextuado. Se trata de una versión del "fundamentalismo científico" que confía en que la ciencia nos lleve a una visión única y verdadera del mundo (también podría hablarse de ciencia ficción). Por otra parte, estos fundamentalistas descalifican a priori toda visión del mundo basada en el sentido común, que señalan es básicamente falsa. Esta última es llamada la imagen manifiesta y se contrapone a la imagen científica. Esta posición ha intentado transformar la física en metafísica.

Algunas líneas de pensamiento han cuestionado el proyecto cientificista: la subdeterminación de las teorías por la evidencia, la relatividad conceptual y el pluralismo ontológico y también los análisis históricos, como el argumento de la metainducción pesimista, a partir de los fracasos del pasado (teorías que en su momento fueron consideradas exitosas han sido juzgadas como falsas en un período histórico posterior).
El realismo interno, que defiende Putnam, estaría en la tradición kantiana y de filósofos como James, Husserl y Wittgenstein. No existe desde este punto de vista (equilibrado y de término medio) una visión privilegiada: ni el Ojo de Dios, ni la ciencia, ni el sentido común. Por lo tanto nuestras descripciones del mundo estarían acotadas por un contexto socio-histórico-cultural (incluidas categorías como prestigio, poder y dinero). Y aunque, como señalaba Kant, no hay pruebas concluyentes para convencer a los escépticos, el enfoque internalista "permite mantener de manera razonable la confianza en nuestras creencias acerca de los objetos externos" (Pérez, 1998).

En este artículo consideraremos en forma esquemática el planteo de Putnam sobre el realismo interno y algunas críticas que le realiza Hurtado, e intentaremos una defensa de dicho realismo interno.

Putnam y su pensamiento

La intención declarada por el propio filósofo en su obra es terminar con dicotomías que ejercen una presión inconveniente tanto en el pensamiento filosófico como en el sentido común (Putnam, 1981, p. 12). La dicotomía particular a la cual hace referencia Putnam es la concepción objetivo-subjetivo. Según este autor, la mayoría de los filósofos de hoy en día sostienen alguna forma o variante de la teoría de la verdad-copia: un enunciado es verdadero por su correspondencia con los hechos y es independiente de la mente. En la acera de enfrente se encuentra una "audaz minoría", dentro de la cual se encuentran Kuhn y Foucault. Para este segundo bando, según Putnam, no hay inconveniente en aceptar una propuesta relativista y subjetiva: tanto los sistemas de pensamiento, las ideologías, como las propias teorías científicas son "subjetivas".

La propuesta de Putnam consiste en un camino intermedio: una concepción de la verdad que surja de la unión de aspectos objetivos y subjetivos. Según el autor, esta propuesta se origina en Kant y afirma poder rechazar "la concepción ingenua de la verdad" sin tener que llegar al anarquismo epistemológico.

Para Putnam es muy importante sostener una relación estrecha entre la racionalidad y la noción de verdad: la aceptación de un hecho provendría de "lo que es racional aceptar". Se establece una diferencia entre lo fáctico y lo normativo: "Un enunciado puede ser aceptado en un tiempo y no ser verdadero" (Putnam, 1981, p. 13).
Pero simultáneamente Putnam acepta la relación existente entre racionalidad y "nuestra concepción del mundo". Los propios principios metodológicos están relacionados con la cosmovisión. Señala Putnam (1981, p. 14): "Desde mi punto de vista, la mente no construye el mundo (ni siquiera en cuanto que estando sujeta a la constricción impuesta por cánones metodológicos y 'sense-data' independientes de la mente). Y si es que nos vemos obligados a utilizar lenguaje metafórico, dejemos que la metáfora sea esta: la mente y el mundo construyen conjuntamente la mente y el mundo o (haciendo la metáfora más hegeliana) el Universo construye el Universo, desempeñando nuestras mentes (colectivamente) un especial papel en la construcción".
Para este filósofo, la verdad pasa a depender en gran medida también de los valores y no solo de los hechos. La dicotomía objetivismo-subjetivismo es al menos parcialmente, responsable de la otra dicotomía: hecho-valor. La perspectiva intermedia que nos propone Putnam es, según sus propias palabras, "no-enajenada".

Para Putnam el realismo metafísico nos muestra un mundo con una totalidad de objetos independientes; es la perspectiva externalista o de la visión del Ojo de Dios (Putnam, 1981, p. 59). La perspectiva que él defiende, por el contrario, es llamada internalista y sostiene que la pregunta ¿de qué objetos consta el mundo? solo tiene sentido en un marco referencial (dentro de una teoría o descripción del mundo).

En esta perspectiva, la verdad se transforma en "una especie de aceptabilidad racional, una coherencia ideal de nuestras creencias entre sí y con nuestras experiencias". Es una racionalidad razonable, en términos de Rawls. Existen puntos de vista o cosmovisiones "de personas reales, que reflejan aquellos propósitos e intereses a los que se subordinan sus descripciones y teorías". Los objetos no tienen independencia absoluta de los esquemas conceptuales. Los signos corresponderán a los objetos de acuerdo con el uso que cada comunidad le asigne. Esto último es lo analizado muy bien por Baudrillard en la "Crítica de la Economía Política del Signo" (1972): los objetos de uso cotidiano tienen un valor de uso diferencial por clase social. Varían con el esquema conceptual de los usuarios. "Los propios objetos son tanto construidos como descubiertos, son tanto producto de nuestra invención conceptual como del factor subjetivo de la experiencia" (Putnam, 1981, p. 63).
Los inputs de la experiencia existen pero están acotados o filtrados (por lo menos en alguna medida) por nuestros esquemas conceptuales. Para que un sistema de pensamiento o esquema conceptual sea aceptable (racionalmente aceptable) solo se le debe exigir coherencia y ajuste. Obviamente, por lo tanto la aceptabilidad racional será relativa tanto a un período histórico como a un individuo o grupo de individuos (clase social o tribu, por ejemplo). "La verdad es una idealización de la aceptabilidad racional."

Pese a defender esta posición (o quizás justamente por eso), Putnam marca su diferencia sustancial con el relativismo a ultranza o el anarquismo epistemológico. Esta postura llevaría a afirmar, por ejemplo, que los curanderos pueden hacer más para aliviar los dolores que los médicos, cosa que ha hecho Feyerabend y que Putnam reproduce. Esto sin duda no es así (supongo que Feyerabend no va al curandero) prima facie y porque claramente la medicina científica ha sido "más eficaz", al decir de Paul Starr (Starr, 1991).

Volviendo a Putnam, surge como muy importante en su planteo el vínculo -en relación dialéctica- entre hechos y valores. Ser racional es ser relevante, y la relevancia depende de nuestro sistema de valores, una habilidad para interpretar una tradición. En cierta medida la posición de Putnam es hermenéutica y es crítica. "No tenemos un punto de Arquímedes; siempre hablamos el lenguaje de un tiempo y un lugar, pero lo correcto o incorrecto de lo cual hablamos no es solo para un cierto tiempo y lugar" (Putnam, 1983, p. 247).

Estas adecuaciones, en busca del término medio entre relativismo y absolutismo o entre subjetivismo y objetivismo, han llevado a Putnam a usar una expresión como la de "relativismo con rostro humano" (Putnam, 1990). El autor recurre en este trabajo a un análisis kantiano de Nietzsche, fundamentalmente cuando en "El nacimiento de la tragedia" dice que a medida que el círculo de la ciencia crece, genera nuevas y mayores paradojas.

Putnam (1994) ha seguido defendiendo su relativismo conceptual y en "Words and Live" señala que "todas las situaciones tienen correctas descripciones". Rorty y Compte representan los dos extremos de los cuales Putnam se aleja: para el primero no importa mucho lo que creemos que sabemos, en tanto que para el fundador de la sociología, uno debe aferrarse exclusivamente al conocimiento positivo.

Hoy seguiríamos presos de una duda introducida por la Ilustración. Este movimiento intelectual de los siglos XVII y XVIII fue responsable de intentar fundamentos para la sociedad abierta; de romper con las tradiciones y los dogmas. Se hizo necesaria la búsqueda de fundamentos históricos, políticos pero también epistemológicos acerca de la "ausencia de certezas". (Putnam, 1992, p. 14). En palabras de Putnam, "los problemas generados por el Iluminismo son todavía los nuestros: apreciamos la tolerancia y el pluralismo, pero nos preocupa el escepticismo espistemológico que los ha acompañado". Es más, según Putnam (ídem, p. 48), ha sido Kant el primero en advertir que "describir el mundo no quiere decir simplemente imitarlo". Se habría producido así la crisis de la mimesis, que en el arte tardaría todavía más de un siglo en llegar.

Para Kant (y para Putnam) nuestra visión y descripción del mundo están sobredeterminadas por nuestras elecciones o esquemas conceptuales. De esta forma, también para los dos filósofos, tanto las imágenes morales como las imágenes científicas pueden ser correctas.

Para Putnam, recordando a Dewey y a Pierce, "las cuestiones reales requieren un contexto y un punto" (Putnam, 1993, p. 207). Dicho con las palabras del propio filósofo: "Aceptar la posición que estamos destinados a ocupar en cualquier caso, la posición de seres que no pueden tener una percepción del mundo, que no refleja nuestros valores y nuestros intereses, pero que, por todo lo anterior, estamos comprometidos a considerar que algunos puntos de vista sobre el mundo (y por ello, algunos intereses y valores) son mejores que otros. Esto puede dar cierta imagen metafísica de la objetividad, pero no renuncia a la idea de lo que Dewey consideró 'soluciones objetivas de situaciones problemáticas'; resoluciones objetivas a problemas que están situados, esto es, en un lugar, en cierto tiempo, en oposición a una respuesta absoluta a 'preguntas independientes de la perspectiva'. Y esto es suficiente objetividad."

En definitiva, tanto en cuestiones epistemológicas como morales, no hay una única posición pero tampoco vale todo. Reconocer un cierto relativismo conceptual (y sobre todo contextual) no es ser relativista. Putnam lo dice con precisión: "no soy un relativista" (Putnam, 1996, p. 109).

Algunas críticas

A pesar de un cierto atractivo intuitivo que presenta el realismo interno de Putnam, hay que reconocer sus flaquezas y debilidades. También hay que reconocer que la declarada intención de Putnam, de recorrer caminos intermedios, evitando los extremismos como el idealismo o el realismo metafísico, genera ciertas dificultades. También hay que reconocer que algunas expresiones relativamente ambiguas o crípticas en su formulación dan pie a más de una interpretación ("bien y mal intencionadas", a su vez).

Son numerosos los cuestionamientos que ha recibido Putnam. Aquí solo presentaremos, en forma muy esquemática, las críticas de Hurtado (1992 y 1998).

Lo más criticable para este autor es la posibilidad de hacer compatibles el realismo y el relativismo conceptual. Para Hurtado, según Putnam los objetos y hechos no existirían sin las mentes, y esto ya es contradictorio con una posición realista. Estaría en contra de Kant y Wittgenstein cuando querían demostrar que la realidad (o el mundo) existe aun cuando no sea posible describirlo. Putnam, según Hurtado, rechaza la noción kantiana de cosa en sí. Incluso según el realismo interno el mundo en que vivimos puede ser el resultado simultáneo de esquemas conceptuales contradictorios.

La propuesta de Putnam -opina Hurtado- no es más que la respuesta a la crisis de la cultura occidental que anunciara Husserl y que "consiste en percatarse que la concepción del mundo que heredamos de Galileo es espiritualmente insostenible" (Hurtado, 1998, p. 6). En realidad Putnam iría hacia el realismo interno debido a que en su intento de superar el realismo científico no quiere caer en una metafísica irresponsable.
Una interpretación del realismo interno podría ser esta: lo que no podemos hacer es "hablar" de los objetos y de los hechos sin partir de esquemas conceptuales, aunque los objetos y los hechos sí existen, aun sin esquemas conceptuales. Hurtado no comparte esta posible interpretación del realismo interno y acusa a Putnam de crear una realidad vacía en el momento en que retira los esquemas conceptuales de la escena. "Según el realismo interno", nos dice Hurtado (ídem, p. 12), "no podemos describir la realidad independiente (y esta es otra manera de entender que carece de objetos, propiedades, hechos)".

Así, concluye Hurtado, las características de nuestros esquemas conceptuales son totalmente arbitrarias. Aunque luego le reconoce a Putnam que se dan cosas sin nuestra intervención, que no todo es nuestro constructo. Y lo más criticable, añade, es que Putnam pretenda no distinguir que parte de los objetos existe por nosotros y que parte existe sin nosotros o antes de nosotros.

Concluye Hurtado (ídem, p. 23): "Una posible respuesta es decir que del mismo modo en el que la intuición realista original no requiere, para ser justificada, que podamos describir la realidad independiente, nuestra creencia en el mundo en que vivimos no requiere, para ser justificada, saber qué pasaría con las cosas del mundo si de repente desapareciéramos."

El problema mayor del realismo interno según Hurtado, (1992) es que es poco claro (en algunos aspectos), que no da respuesta a algunas preguntas (y se niega a responderlas) y que además, quizás consecuencia de los dos aspectos recién señalados, "permite lecturas muy distintas". La conclusión a la cual pretende llegar Hurtado es que el realismo interno o es informulable o es inconsistente.

Algunas conclusiones

Intentar una defensa de Putnam, sobre todo de algunos de los aspectos más cuestionados de su teoría, no es sencillo, cosa que se desprende de la propia "negativa" del filósofo a contestar algunas preguntas.
Sin embargo el realismo interno, a nuestro entender, es una teoría de considerable valor. Más allá de las discrepancias que suscitan sus críticas sobre la existencia de una realidad objetiva, más allá de nuestras descripciones, que parten a su vez de nuestros esquemas conceptuales, se trata de una teoría que ha permitido combatir con éxito tanto a los cientificistas como a los idealistas, pero sobre todo a los "a-historicistas".
A nuestro entender, el mayor mérito de la teoría de Putnam consiste en la contextualización.

Obviamente, su capacidad explicativa será diferente si uno intenta comprender los estudios de biología molecular o ingeniería genética, o el neoliberalismo de Hayeck y el liberalismo de Galbraith, que para comprender la existencia de un "nuevo" planeta o una "nueva" luna en un planeta.

"Indiscutiblemente" existen objetos y objetos. Objetos que existen a priori y a posteriori de las mentes y que éstas solo son capaces de comprenderlos e intentar explicarlos, es decir, conocerlos. Pero otros objetos (una célula clonada en un laboratorio de Escocia) o hechos (acciones), como la ética discursiva de Habermas, solo existen por las mentes que los crean y gracias a las mentes que los comprenden y eventualmente los usan. Estos últimos objetos y hechos pueden existir sin duda en forma simultánea y ser producto de esquemas conceptuales contradictorios.

Ya hemos señalado, en otro artículo, que el discurso médico solo puede ser analizado en cierto contexto histórico o social. El diagnóstico en salud mental es quizás el hecho más paradigmático. Rosenhan relata un caso muy interesante (Watzlawick, 1993, p. 99). Se trata de una investigación para confirmar la relatividad del diagnóstico médico en salud mental.

El ensayo consistió en "crear" ocho enfermos psiquiátricos. Ocho personas (todos universitarios) conocedoras del proyecto, simularon algún síntoma de enfermedad mental y consultaron en diferentes hospitales universitarios de los Estados Unidos, donde todos fueron internados. Aunque luego de su internación todos mantuvieron un comportamiento absolutamente normal, ningún integrante de los equipos de salud tratantes revisó su diagnóstico inicial. En todos los casos se mantuvo su internación compulsiva y solo pudieron ser dados de alta cuando se logró demostrar que estaban sanos y que habían mentido como parte de un proyecto de investigación. Lo interesante es que en varios casos, compañeros (locos) de internación habían comprendido que los internados partícipes del proyecto estaban sanos.

Este es un ejemplo extremo, pero de situaciones menos notorias están plagados el mundo de la vida cotidiana y el mundo de los hechos científicos. Tanto es así que hoy en día existen numerosos especialistas de filosofía e historia en la ciencia, en lo que se ha llamado ciencia controversial (Brante et al., 1993). Como dice Watzlawick (ídem, p. 140), "la perfección imperfecta", entendiendo que tanto las construcciones científicas como las sociales muchas veces logran efectos contrarios a los esperados (yatrogenia en medicina). Incluso este mismo autor nos dice (ídem, p. 190): "que ninguna teoría o explicación científica es algo más que una imagen o cuadro, en el mejor de los casos, una determinada interpretación del mundo, pero no la realidad misma, es algo que señalaron competentes espíritus una y otra vez desde los tiempos de Giambattista Vico". Y más adelante sostiene Watzlawick (ídem, p. 265): "el que llega a comprender que su mundo es su propia invención debe acordar lo mismo a los mundos de sus semejantes. El que sabe que no puede saber la verdad sino que su visión de las cosas solo puede encajar más o menos, encontrará difícil atribuir a sus semejantes malignidad o locura."

En suma, el mérito mayor de Putnam, buscando compatibilizar el realismo con el relativismo conceptual, es decir la contextualización, es su lucha simultánea contra el cientificismo, el anarquismo epistemológico y el idealismo. De una lucha tan ardua contra fuerzas numéricamente superiores es difícil salir indemne.

Referencias

BAUDRILLARD, J. "Pour une critique de l'économie politique de signe". París, 1972. Trad. esp. "Crítica de la Economía Política del Signo". Ed. Siglo XXI. 8ª ed. México, 1989.
BRANTE, Th., FULLER, S. y LYNCH, W. "Controversial Science. From content to contention". Ed. State University of New York. New York, 1993.
HURTADO, G. "La incoherencia del realismo interno". Dianoia 38: 153 - 160, 1992.
HURTADO, G. "Realismo, relativismo e irrealismo. Crítica". Rev. Hispanoamericana de Filosofía. 90: 1 - 12, 1998.
PÉREZ, A. R. "El cambio de mundos y el realismo". En: Alta Tensión: Historia, Filosofía y Sociología de la Ciencia. Ensayos en Memoria de Thomas Kuhn. Solis C. (Comp.). Ed. Paidós. Barcelona, 1998.
PUTNAM, H. "Reason, Truth and History". Cambridge, 1981. Trad. esp. "Razón, Verdad e Historia". Ed. Tecnos. Madrid, 1988.
PUTNAM, H. "Realism and Reason". Philosophical Papers 3: 205 - 247. Cambridge, 1983.
PUTNAM, H. "Realism with a human face". Ed. Pres. and Fell. Harvard College. Cambridge, 1990.
PUTNAM, H. "Il Pragmatismo: una questione aperta". Roma, 1992. Trad. esp. "El Pragmatismo: un debate abierto". Ed. Gedisa. Barcelona, 1993.
PUTNAM, H. "La objetividad y la distinción ciencia - ética". En: La calidad de vida. Martha Nussbaum y Amartya Sen (comp.). Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 1996.
PUTNAM, H. "Words and Life". Ed. Harvard University. Cambridge, 1994.
PUTNAM, H. "¿Debemos escoger entre el patriotismo y la razón universal?". En: Los límites del patriotismo. Identidad, pertenencia y ciudadanía mundial. Martha Nussbaum. Ed. Paidós. Barcelona, 1999.
STARR, P. "The social transformation of American medecine". New York, 1982. Trad. esp. "La transformación social de la medicina en los Estados Unidos". Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 1991.
WATZLAWICK, P. y otros "Die erfundene Wircklinchkeit". München, 1981. Trad. esp. "La realidad inventada. ¿Cómo sabemos lo que creemos saber?" Ed. Gedisa. Barcelona, 1993.

 

Pensamiento

Artículos publicados en esta serie:

(I) Supratemporalidad de las Humanidades (María Noel Lapoujade, Nº 148)
(II) La idea de problema (Mario Silva García, Nº 149)
(III) Filosofía, camino y experiencia (Mario A. Silva García, Nº 150)
(IV) ¿Crisis de la racionalidad científica? (Ezra Heymann, Nº 151)
(V) Lo natural y lo artificial (Roald Hoffmann, Nº 154)
(VI) Herder y el origen de la lengua (Mario A. Silva García, Nº 156)
(VII) Vico y Joyce (Jo´se Guilherme Merquior, Nº 157)
(VIII) Un modelo dialógico del pensar. Reflexiones a partir de un espacio de diálogo intercultural. Mauricio Langón, Nº 158)
(IX) A propósito del dualismo cartesiano. ¿Quién tiene el cuerpo? (Massimo Desiato, Nº 159)
(X) Verdad y mentira en el lenguaje (Mario A. Silva García, Nº 160)
(XI) Habermas y la hermenéutica (Gianni Vattimo, Nº 162)
(XII) Avatares de la imaginación (Maria A. Silva García, Nº 163)
(XIII) ¿Comprender o explicar? (Alberto Chá Larrieu, Nº 164/65)
(XIV) Los arquetipos (Mario A. Silva García, Nº 167)
(XV) Arquetipos y pensamiento colectivo (Mario A. Silva García, Nº 169)
(XVI) Emanuel Levinas (Efraim Meir, Nº 170)
(XVII) Los arquetipos en el pensamiento filosófico (Mario A. Silva García, Nº 174)
(XVIII) Etica y moral (Mario A. Silva García, 176/77)
(XIX) Nietzsche Un polémico legado (Pablo Ney Ferreira, Nº 179)
(XX) La gran fisura (Francis Fukuyama Nº 182)
(XXI) La gran fisura (Francis Fukuyama, (INEDITO) Nº 182)
(XXII) La casa (Mario A. Silva García, Nº 182)
(XXIII) Especulación trascendente acerca de La supuesta intencionalidad en el destino individual (INEDITO) (Arthur Schopenhauer, Nº 183)
(XXIV) Una confidencia (Mario A. Silva García, Nº 183)
(XXV) Estética contra ética (Amelia Valcárcel,.Nº 184)
(XXVI) Revisión de la analogía (Oscar Luis Sarlo, Nº 186)
(XXVII) Etica y estética (Ezra Heymann, Nº 190)
(XXVIII) Realismo ontológico, relativismo epistemológicoLa mirada médica (José Portillo, Nº 192)
(XXIX) Schopenhauer y Nietzsche (Rüdiger Safranski, Nº 194)
(XXX) El “Ariel” de Rodó (Mario A. Silva García, Nº 195)

 

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