El ocaso de la belleza y Arthur C. Danto
Joseph Vechtas
¿Cuál es el significado de la belleza para el arte contemporáneo? Según Danto, uno de los teóricos más influyentes de EE.UU., la respuesta viene por el lado de considerar "las probablemente buenas razones por las que la gente no da por sentado que el arte actual tiene que ser bello".
Las filosas opiniones de Danto (1) -con las que muchos parecen acordar- mueven a la reflexión, comenzando por preguntarnos a qué gente se refiere, si a los "entendidos", los críticos o el ciudadano común, que no posee formación artística ni estética y se guía por su gusto. Si es lo primero, se trata de una concepción elitista, que tiene su razón de ser. Como bien explicó Marcuse, el interés del sistema es el rendimiento, la utilidad y entonces la carencia de formación en la degustación estética no sería casual.
LA INTERPRETACION INTELIGENTE
El ciudadano común acepta la interpretación de que, para apreciar el arte contemporáneo, es necesario un conocimiento del que carece, o sea, que es un arte orientado hacia la significación; es decir, con un fundamento teórico fuera de su alcance. De otro modo: que el arte es básicamente un hecho intelectual. Esta convicción -una suerte de sometimiento- se refuerza con la proliferación de teorías y manifiestos artísticos que se sucedieron a partir de comienzos del siglo XX -aunque deba recordarse que ya hubo debates y legitimaciones en el XVIII y XIX-.
Sin duda, la percepción artística inteligente -no digo intelectual-, apoyada en ciertos conocimientos, permite apreciar una obra artística -en este caso, de las artes plásticas-, una fruición más refinada: ver el cuadro como un espacio autónomo, construido de modo que oriente la percepción al peso visual, a seguir el dinamismo de las ordenadas, las oblicuas, etc.
Todo ello es lo que estudia la perceptología artística (Arnheim, Kanitza). El artista suele partir de ciertas premisas teóricas, acerca de qué jerarquizar -el dibujo, un Ingres; el color y la luz un impresionista. Pero no es frecuente que sea un teórico, como lo fue J. Torres-García. Significa que el artista se mueve tanto a nivel de la sensibilidad -y por eso es arte y no producto "natural" ni mera técnica-, como intelectual o racional.
Qué prima en él, varía según su personalidad, su experiencia, su evolución artística. La afirmación de que "la gente" tiene "buenas razones" para plantarse delante de un cuadro o una escultura sin la exigencia del goce estético, parece basada en un círculo estrecho de críticos o aficionados.
EL PREJUICIO CONTRA LA BELLEZA
Es hasta paradójico que haya desaparecido de la teoría del arte lo que siempre fue objeto de su reflexión: el sentimiento estético.
La belleza -para simplificar- es una vivencia y un valor estético.
El prejuicio contra la misma me parece una reacción frente al academismo -cuyo paradigma fue el arte clásico griego, y luego principalmente Rafael. Pero las normas del arte clásico y renacentista no perdieron vigencia, más allá de la forma histórica con que se aplicaron la armonía, el equilibrio de las masas, del color, etc.
En suma, se trata, a mi criterio, de un malentendido, un concretismo que no distingue la historicidad de los estilos, de la vigencia de ciertas normas o criterios que hacen al logro artístico. Porque digámoslo al fin: en arte no hay verdades (epistemológicas), sino logros. Tal vez por esto el dogmatismo de muchos artistas y/o corrientes, que devienen en lo que atacan: academia.
Danto lo da como un hecho del pasado -comienzos del XX-: "la belleza era uno de los propósitos, se trataba de crear un objeto hermoso con el fin de lograr una delectación estética" (énfasis mío). Nos encontramos ante la paradoja, reitero, de que arte es una suerte de "artificio" (techné) que no tiene como condición necesaria el deleite estético).
Danto "intenta explicar, desde la historia del arte, por qué sucedió eso". El planteo es legítimo.
Podríamos conjeturar -por un salto genético-, que el arte sin belleza es por falta de talentos, por una cosmovisión fragmentada, la mercantilización adocenada, la impotencia innovadora -la novedad es un rasgo del capitalismo, que se renueva para competir, igualando lo nuevo con lo auténtico. O la fatiga estética, que exige otros estímulos, aún buscados. Los estilos se agotan. A veces resurgen, como en la etapa neoclásica de Picasso o Stravinski, o se revaloran las obras olvidadas (Bach, Vivaldi, el Greco).
Más allá de las modas, la vigencia se debe a a las constantes del hacer artístico, de la sensibilidad, su goce estético. Los bisontes rupestres, los vitrales góticos, los murales de Giotto, tuvieron un origen extra-artístico. Tampoco importa el origen de Guernica, que Danto considera un cuadro "no bello". El feísmo de las máscaras africanas, el de las pinturas negras goyescas, son belleza, si esto significa producir delectación estética, o incluso el horror trágico (analizado por Figari detenidamente).
BELLEZA, UNA OPCION
Para Danto, producir o no belleza es una opción del artista. ¿Cómo llega a esta tesis? Por "un análisis que sugiere la opción de hacer algo bello está indicada cuando su ser bello contribuya al significado de la obra. Yo llamo a eso belleza interna". Cuando el interlocutor de Danto señala que "todo empezó con la actitud de los dadaístas, que rechazaron la idea de la belleza por no someter su trabajo al gusto de una clase dominante que había llevado a la terrible y traumática carnicería de la primera Guerra Mundial"., Danto comenta: "En 1915 los cañones que se podían oír en Zurich, los decide a no proveer belleza a una sociedad capaz de una guerra como esa". De ahí que "buenos artistas, originales y profundos (...) deciden hacer un arte deliberadamente antiestético".
Sin discutir el dadaísmo, hay aquí una falacia que consiste en confundir un tipo de manifestación histórica del arte con lo estético en general, Es heterónomo, y de un rechazo no se infiere un arte antiestético. Goya pinta y graba escenas contra el invasor napoleónico y no se propuso romper ni con la pintura histórica ni contra las reglas del arte. No niega "la razón", sino que la afirma contra el sueño de ella, la irracionalidad y la barbarie de la guerra. Que esto se deba a su adhesión al Iluminismo, es su condicionante histórico.
Simplificando, la historia del arte no explica las leyes de la Estética, si bien ello plantea una confusión nada infrecuente. El manifiesto surrealista de Marinetti, en cambio, adhiere al fascismo, al maquinismo, a la velocidad y a lo peor del sistema: la guerra, la destrucción -de la tradición de los museos y coquetea con la voluntad de poder nietzscheana. En ambos caso hay no poca frivolidad y, sobre todo, irracionalismo. El absurdo no escapa al campo de la lógica. y la aplicación del psicoanálisis al arte, que Freud -de gustos clásicos- no comparte, da lugar a una pintura anecdótica, más literaria que plástica.
El historiador concluye que, a partir de una manifestación indignada, "Se ha estimado que si eres serio como artista, lo expresarás rechazando la belleza en tu trabajo". Podríamos aceptar, hasta cierta etapa, que lo protestatario y el experimentalismo se libraron de las leyes del mercado. Hoy el sistema ha asimilado esos hallazgos, mercantilizándolos. Hay bancos que almacenan las "obras maestras" lejos del público, frenando el cambio, lo cual arruinaría su capitalización en obras de arte. Danto no duda que "Picasso -con Guernica-, quería hacer la antítesis de una obra bella". Pudo pintar una obra hermosa "pero ya como pintor cubista, se había apartado de las apariencias, para concentrarse en la estructura interna del mundo, una estructura geométrica. Podía ser intelectualmente bella pero no físicamente bella".
Hay un claro deslizamiento lógico. Es cierto que el artista pudo concentrarse en la estructura interna del mundo como geométrica -aunque es dudoso que Picasso supiese mucha física o pretendiese un arte metafísico. Lo evidente es que la estructuración se busca en el cuadro, o sea, no rechaza sino que afirma una de las constantes de la construcción artística. Lo hereda de Cézanne. ¿Pero la estructura geométrica es "intelectualmente bella" o el orden constructivo -que sí es racional- se busca, en tanto perceptivo, para producir un goce estético, empezando por el propio artista?
EL ARTE, ¿PROGRESA?
Danto explica que desde los ochenta concibe la historia del arte como disciplina progresiva., pero "que el arte es una empresa en progresión, como es la ciencia", se une a la concepción positivista del s. XIX de Figari.
¿Cuál es el "progreso" que va de Velázquez a Mondrián, de los bisontes rupestres a Guernica? Marx, historicista, se preguntó por qué seguía gustando de Antígona. Sería explicable para Danto. La pintura histórica -con la cual ejemplifica- es para Danto uno de los grandes logros del siglo XIX. Hay progresos técnicos -el óleo, el tamaño del pincel, la imagen computarizada-, pero de pinturas históricas está lleno el arte, y no de equivalentes a La rendición de Breda de Velázquez, o al 2 de Mayo de Goya, ni al Guernica.
Infiere que, como la aparición de la imagen en movimiento articula una narración mejor que el cuadro, se intentaron otros caminos. Los esfuerzos vanguardistas -dice- surgen de una necesidad de definición de la pintura. (Se debe referir a una nueva, pues los tratadistas del Renacimiento y de los siglos siguientes, ya lo habían hecho -Leonardo, Constable; y antes, Platón y Aristóteles)
"En los años sesenta la definición filosófica del arte se hizo de pronto evidente. Y una vez que descubres lo que es la pintura, la investigación termina. Ese fue el fin del arte". (En Hegel, el fin del arte, propio de la etapa intuitiva del conocimiento, es superado dialécticamente por el Espíritu absoluto, perdiendo así su sentido filosófico: "ha terminado el periodo del arte", comenta Lukács.)
Para Danto el descubrimiento de los vanguardistas no tuvo que ver con las protestas, sino con la investigación intelectual colectiva de los artistas interesados en establecer el sentido del arte: "todas las posibilidades quedaban abiertas después del fin del arte, y eso es bueno". Es una inferencia curiosa: o arte es todo lo que pretende serlo o nada lo es: la libertad de hacer es una condición formal, no equivale a una definición del arte. En la heterogeneidad de las corrientes (conceptualismo, op. art, pop art, hiperrealismo) constatamos esa libertad, no las notas esenciales definitorias del arte; si no, se confunde arte con técnica. No lo consigue, al menos. Para Schiller, "el arte es libertad y técnica", libertad espiritual -no arbitrariedad- que a su vez libera. En suma, falta un criterio que unifique esa diversidad.
Que Danto prefiera la pintura abstracta es legítimo, pero eso no va más allá de la variable personal. El gusto está condicionado por la moda, las circunstancias históricas, los prejuicios, la educación artística o su carencia y la sensibilidad individual. Es legítimo que me guste más Velázquez que Ticiano -por el placer estético-, pero es un criterio bastante aleatorio.
No basta el consenso social.. Ni el relativismo ni el dogmatismo resisten un examen en materia tan subjetiva y hasta arbitraria, tanto que según Danto, "Los museos, las galerías y hasta la vida cotidiana, pueden elevar un objeto cualquiera a la categoría de obra de arte" El famoso mingitorio de Duchamp parece legitimarlo. Lo que ocurrió realmente, fue que, el cambiar la posición del objeto, se desplazó el valor utilitario al estético. Esto sucede con un Ford T o un teléfono antiguo. No se anuló lo fruíble del arte sino que lo confirmó, aunque el objeto no se produjese con intención artística. Un canto rodado puede ser hermoso. La industria y la artesanía abundan en ejemplos.
Los dibujos primitivos de bisontes, los ídolos, los murales bizantinos, se crearon para la magia o el culto. Creo en la fruición estética de los shamanes rupestres, como en la del devoto Fra Angélico, pintando arrodillado sus santos.
Para los griegos, la belleza corporal era un don divino (ver la respuesta de Paris a Héctor en la Ilíada). Las esculturas debían ser bellas, como los dioses representados. El esnobismo y/o la ignorancia tomó la humorada de Duchamp como un quiebre legitimador de la arbitrariedad. Todos podemos ser Leonardo o Mozart. ¿Cómo apreciar la diferencia? Hasta el oficio es inútil. Cada cual tiene el dibujo que necesita. He oído estas aberraciones en boca de pintores a sus aprendices. Si hay algo intelectual en las artes plásticas, es el dibujo: no existen líneas puras en la naturaleza (Cézanne), sino con excepciones.
LO INTELECTUAL
La reflexión continúa a propósito de lo sublime, que tanto preocupó en el siglo XVIII. Se pensó -continúa-, que la belleza era algo limitado, un asunto del "buen gusto" y del juicio estético. Buscaban algo sobrecogedor, vinculado a la noción de lo infinito, al deseo de una emoción intensa. Pero no cree -dice- que sea algo interesante (!).
Para Danto la belleza, "es tan importante (para la vida) como la bondad y la verdad", pero, agrega, "no creo que sea tan importante en el arte". Envolver y desenvolver el Reichstag de Berlín: lo hicieron renacer "gracias al poder simbólico del edificio". "Lo que importa en el arte es el significado", no tanto la belleza. "La belleza sólo tiene un papel si añade algo al significado de la obra y eso sucede usualmente cuando la obra tiene una función extra, además de ser mirada". ¿Qué función extra tiene un bodegón de Cézanne? Para Condorcet, un cuadro debía ser moral.
Se puede decir que "lo que importa en el arte es el significado" y subsumir la belleza al significado (tener la obra una función extra además de ser mirada).. La mujer de Putifar, de Rembrant, no se comprendería como ilustración sin el título, pero ello no afecta su calidad artística. Desconocemos el significado religioso de pinturas e ídolos de civilizaciones cuya escritura no desciframos; sin embargo ¿quién desconoce su influencia sobre la vanguardia? (Las señoritas de Aviñón, las esculturas de Moore).
Kant se refirió al juego de las facultades. Es indudable que en la creación interviene el intelecto, pero el placer intelectual por el orden, la estructura, el uso inteligente de las masas y acordes cromáticos, los ritmos, no significan, no son denotativos. No todo lo intelectual es significativo, referencia a un correlato objetivo, al plus o extra por el que adquieren valor, según esta interpretación intelectualista y pragmática del arte y la belleza.
Danto gusta de la pintura abstracta -si se la entiende por no figurativa, si bien todo arte es abstracto en tanto no calca, sino que representa, recorta y selecciona. Esa pintura es autorreferencial y el placer que produce no es el de un texto, una alegoría, un relato histórico. Es puro goce de la pintura-pintura, aun si crea inteligentemente un orden, una estructura (Torres García, Gurvich). ¿Dónde está lo extra? Es pues un criterio heterónomo, como el del pedagogismo eclesial o político.
La falacia de Danto es la confusión entre la racionalidad artística con la denotación o referencia lógica del lenguaje, es decir, la significación. Las artes plásticas no dicen nada, son autotélicas, y menos aun el arte abstracto, vacío de mundo. Repetimos: lo narrativo necesita un nombre para ser atendido como ilustración de la anécdota (La mujer de Putifar, Guernica), su dramatismo pero no hacen a la calidad, descuidada por Danto.
Lo figurativo y lo ni figurativo son hechos plásticos. El neopositivismo, la filosofía analítica, el sociologismo, el estructuralismo, el historicismo, tienden al reduccionismo. Las invasiones napoleónicas no explican la calidad artística; son una condición necesaria, no suficiente. Esto no significa adherir al formalismo. El "contenido" de un Goya o un Velázquez es su pintura, que no es ni el medio ni el significado sino el fin, aunque ilustre un acontecimiento o pinte una escena familiar. Las imágenes no son conceptos y es un abuso considerarlas un lenguaje a no ser metafóricamente.
Explicar con Panovski la simbología de un cuadro no explica la pintura. No le agrega nada a su belleza -aun en el sentido en que la define Danto-, que no denota sino la motivación, qué mito ilustra y la habilidad para ilustrarlo. Goya se inspiró para los Fusilamientos en un grabador mediocre.
Necesitamos una explicación sobre estas teorías sobre el arte y la belleza, correlativas a una situación del arte, la cultura de masas y la civilización mercantilista en general. Que un artista pueda vender bolsitas de excremento italiano como el chianti, no es una humorada ni casual.
Hegel creía que existen épocas más propicias que otras para el arte y parece asistirle la razón.
NOTA
(1) Es texto se origina en comentarios a una entrevista concedida por Arthur C. Danto a Babelia,suplemento de El País de Madrid. Danto es profesor emérito de la Universidad de Columbia (Nueva York), y crítico de arte de The Nation, autor de varios libros famosos -entre ellos El fin del arte-y su último libro trata de.El abuso de la belleza.
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