Serie: Rescate (XII)

Ariel y Calibán

Maria Noel Lapoujade

En torno a las figuras de Ariel y Calibán, personajes emblemáticos, se han enlazado dos geografías, dos continentes, dos épocas, dos lenguas.

…la psychologie de l'émerveillement, la moindre variation d'une image merveilleuse devait nous servir ‡ affiner nos enquÍtes. La finesse d'une nouveauté réanime des origines, renouvelle et redouble la joie de s'émerveiller. (Gaston, Bachelard, La poétique de la rÍverie, P.U.F., Paris, 1961, Introduction, II, p. 3)

 

W. Shakespeare, el escritor auroral en lengua inglesa, ha sido continuado en su lengua y en otras, ha ejercido profundas influencias en la literatura, en los más diversos imaginarios, en las reflexiones de diferentes épocas y lugares. En una de sus obras tardías, La Tempestad (1611), desenvuelve la trama en torno a tres personajes centrales: Próspero, Ariel y Calibán. (William Shakespeare, The Tempest, New Penguin Shakespeare, Penguin Books, Great Britain, 1968).

Es interesante detenerse en el hecho de que Shakespeare, por así decir, sobrevoló el océano Atlántico, no obstante “la tempestad” y se posó en tierras latinoamericanas, en el sur del continente, en un pequeño país llamado Uruguay. Allí, José Enrique Rodó, un pensador solitario y profético, erudito, complejo y polémico, transmutó los personajes de La Tempestad en sus propios personajes, ahora habitantes de América del Sur.

En 1900 J. E. Rodó publicó un ensayo titulado Ariel, cuyos personajes, Ariel, Calibán y Próspero, se convierten en héroes de otra historia, una nueva historia.(José Enrique Rodó, Ariel, Editorial Cátedra, Col. Letras Hispánicas, Madrid, 2000).

Por esta obra decisiva el autor uruguayo fue reconocido y llamado “El Maestro de América”, dado que su pensamiento marcó la reflexión de América Latina.

El Ariel de Rodó suscitó los más diversos ensayos, análisis y comentarios; diatribas y apologías procedente de múltiples perspectivas y corrientes filosóficas. Su obra expone el pensamiento polifacético y comprometido de su autor desde diversos puntos de vista: el filosófico, el ético-estético, el político, social, religioso, educativo, psicológico, antropológico, etc.

El propósito de esta reflexión es presentar mi propia propuesta de relectura de Ariel y Calibán, a quienes interpreto como prototipos humanos, es decir como tipos originarios, figuras emblemáticas en las que encuentro expuestas, en su estado más puro, dos modalidades básicas de la especie humana.

Las premisas filosóficas

Primero, sostengo que una cualidad específica de lo humano es su imaginación; en consecuencia, considero que entre tantas definiciones es preciso incorporar esa su peculiaridad de homo imaginans.

Una de sus propiedades es su actividad de transgresión. La especie humana es transgresora por excelencia; el hombre es un ser transgresor de todo límite.

Segundo, como consecuencia de la anterior premisa afirmo que la especie biológica llamada humana presenta, entre su compleja fisiología, la posibilidad de fecundar su imaginación por cada uno de los elementos del cosmos: tierra, agua, aire, fuego.

Así, en el ámbito general de la fisiología humana emerge, en particular, la fisiología de la imaginación de los elementos.

Los cuatro elementos invocan la imaginación. Más precisamente, la despiertan provocando su actividad transgresora de manera de producir una transformación simultánea de la realidad en realidad imaginaria. Así, la tierra,el agua,el aire,el fuego son vividos originariamente en su transmutación imaginaria.

La imaginación busca crear y recrear cada uno de los elementos asumiendo una actitud, en mi opinión, estética fundamental, en cuyo origen la filosofía ha reconocido como su origen, el thauma, la alegría, el gozo del maravillarse.

Gaston Bachelard escribe: "Le monde est beau avant d'Ítre vrai. Le monde est admiré avant d'Ítre vérifié".

Tercero, de las dos anteriores infiero la siguiente premisa, que se articula así:

- desde las infinitas singularidades monádicas únicas, es decir, desde cada individuo, polvo de historia en las infinitas historias posmodernas,

- pasando por su ámbito de proceder cotidianodonde la singularidad actúa en coordenadas espacio-temporales socio-culturales,

- es posible entonces descubrir tipos, más precisamente es posible llegar a ciertos proto-tipos o arché-tipos simbólicos que cobran sentido como atributos propios,diferenciales, de la especie biológica llamada “humana”. Pienso que la imaginación simbólica y la especificidad biológica confluyen y se otorgan recíprocamente sentido.

En suma, la especie humana vive en un continuo real-simbólico.

LOS NOMBRES DE LOS PERSONAJES

Los nombres de los personajes son significativos:

Próspero: el nombre evoca a alguien favorecido por la fortuna, denota un progreso en la vía del crecimiento, de todo orden, del conocimiento; alude a diversas acepciones del desplegarse.

Ariel es la metamorfosis de la palabra “aire”. En nuestros autores Ariel no es un ser humano, sino que designa un espíritu; propiamente, un espíritu aéreo.

Calibán es un nombre que resulta de un juego de palabras por el cual se transmuta el sustantivo “caníbal”. El personaje evoca en Shakespeare a los caníbales, tales como describe Montaigne en su célebre ensayo titulado precisamente Les Cannibals; obra cuyas resonancias se perciben en La Tempestad .

Los nombres permanecen incambiados en el uruguayo Rodó.

DESCRIPCI"N DE LOS PERSONAJES

Shakespeare define los contornos psicológicos de estos personajes de manera explícita.

Próspero es refinado, dotado de poderes, gran encantador, opuesto al mago vulgar. Eximio alquimista, los cuatro elementos están bajo su poder.

Centrado en sí mismo, logró su grandeza moral y el dominio de su propia substancia, Maestro en las Artes ocultas. Un magisterio pacientemente adquirido tras largo tiempo de estudio y aprendizaje, concentrado en su mundo interior, en su ducado verdadero, no el de Milán del que era titular, sino el de su biblioteca. Su amor es compartido entre su Arte y el amor a su hija.

El Maestro es amo de dos servidores de características absolutamente opuestas:

Ariel, que es un espíritu, un espíritu del aire; quien al servicio de Próspero ejerce su poder mágico.

Se caracteriza por su ligereza, es llamado "pájaro"; en este espíritu imperan la gracia, la ternura, la libertad. Pero su libertad absoluta será obtenida de manos de Próspero gracias a sus buenos servicios.

Ariel es invisible y embelesa con su música.

El opuesto radical de Ariel es el esclavo Calibán, hijo de una hechicera, sin figura humana. Es la burda encarnación de la tierra.

Es nombrado "cosa", “venenoso esclavo”, “mentiroso”, "monstruo", etc. Próspero le enseñó a convertir sus sonidos bestiales en lenguaje articulado, que solo usa para maldecir.

Después de Shakespeare, ríos de tinta corrieron provocados por la fascinación de sus personajes. Entre otros grandes pensadores, Goethe en el Fausto también dio un lugar a Ariel.

Por su parte Rodó, en su controvertido ensayo titulado Ariel, desde la primera página dirigida "a la juventud de América", hace explícita su filiación shakesperiana cuando afirma:

"el viejo y venerado maestro, a quien solían llamar Próspero, por alusión al sabio mago de La Tempestad shakesperiana, se despedía de sus jóvenes discípulos, pasado un año de tareas".

De inmediato describe el escenario de la acción. Domina en la sala un bronce figurando a Ariel en el instante en que, liberado por la magia de Próspero, emprende el vuelo para desvanecerse en el aire.

"Ariel -continúa Rodó-, genio del aire, representa en el simbolismo de la obra de Shakespeare, la parte noble y alada del espíritu.Ariel es el imperio de la razón y el sentimiento sobre los bajos estímulos de la irracionalidad; es el entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura, la vivacidad y la gracia de la inteligencia- el término ideal a que asciende la selección humana, rectificando en el hombre superior los tenaces vestigios de Calibán, símbolo de sensualidad y de torpeza, con el cincel perseverante de la vida".

De ahí en adelante, el autor sudamericano trasplanta los personajes a la realidad latinoamericana.

Su mira es la juventud latinoamericana, cuya sensibilidad es terreno fértil para la educación, con el propósito de prepararla para "respirar el aire libre de la acción". Rodó señala la necesidad de que cada generación entre a la vida de manera libre, crítica, constructiva, con su propio programa ético-estético de acción. Ariel es el modelo y el detonador. Es preciso mantener vivos el entusiasmo y la esperanza en la humanidad.

Rodó se pregunta es posible "soñar" con generaciones humanas que apunten a un mundo mejor? Se responde:

"Lo que a la humanidad importa salvar contra toda negación pesimista es, no tanto la idea de la relativa bondad de lo presente, sino la de la posibilidad de llegar a un término mejor por el desenvolvimiento de la vida, apresurado y orientado mediante el esfuerzo de los hombres"

En el estado actual de las sociedades "la influencia de la educación o la costumbre reduce al automatismo de una actividad, en definitiva material". Es un estado de servidumbre, es una condena moral. Rodó se anticipó en esta obra a las sociedades actuales; sociedades de consumo, aun en los países pobres, ese es el modelo impuesto. En este marco Rodó - reivindica explícitamente a Schiller- subraya la necesidad de la educación estética como vía para volver sensible a los pueblos adormilados bajo el peso de los medios de comunicación. Y bien, una educación estética que busque la armonía, el equilibrio, el despegar de ese letargo de estar sumido a la tierra, el dotar al espíritu de alas, es uno de los mensajes premonitorios de Rodó en esta obra por demás compleja.

El "utilitarismo" descarnado que ya apuntaba en su tiempo, se ha convertido en sociedades de consumo, en la antropofagia de la globalización. Las sociedades actuales, alcanzadas por la mirada profética de Rodó, "son la entronización de Calibán. Ariel no puede menos que ser vencido de ese triunfo".

Lo que domina es lo que el autor latinoamericano llama: "un individualismo mediocre", cuyo esbozo comparte las críticas del "hombre unidimensional" de Marcuse, del "hombre gris" de Musil, del "hombre masa" de Canetti.

Con el "rasero nivelador" de la cultura puramente material, utilitaria -afirma Rodó- "se estará en las fronteras de la zoocracia de la que habló una vez Baudelaire".

Agazapada en el poder, la mediocridad -cito todavía-"lanza una partida de caza organizada contra todo lo que manifieste la aptitud y el atrevimiento del vuelo".

He aquí el sentido primordial surgido de la necesidad imperiosa del modelo de Ariel según Rodó. Pero no como el modelo del héroe solitario, sino como el progreso de la vida; cito:

"desde la vibración de la célula informe y primitiva, todo el impulso ascendente de las formas orgánicas; que manifiesta el poderoso papel que en nuestra vida psíquica es necesario atribuir a los fenómenos más inaparentes y más vagos, aún a las fugaces percepciones de que no tenemos conciencia; y que llegando a la sociología y a la historia, restituye el heroísmo, a menudo abnegado de las muchedumbres(...)que a través de los siglos, en la sombra, en el taller, o en el laboratorio de obreros olvidados preparan los hallazgos del genio".

PROPUESTA DE INTERPRETACI"N

Propongo una relectura de los personajes con la cual no pretendo absolutamente criticar, invalidar o restringir otras lecturas, sino fundamentalmente aportar otra mirada, una mirada hermenéutica complementaria.

Mi punto de partida es la situación concreta del tema sobre la que me planteo una pregunta inicial: cuántos Arieles y Calibanes hay?

Entonces cuál es el Ariel y el Calibán legitimo?

Por analogía podríamos preguntarnos respecto de la historia occidental de la pintura: cuál es la legítima Anunciación, Crucifixión, Ascensión, etc?

Las preguntas ponen de manifiesto que estrictamente son preguntas sin sentido. Podría responderse que todos o ninguno son legítimos.

En rigor la hermenéutica se compone del conjunto de todas las "linternas" con las que cada caminante ilumina un bosque histórico, ya sea un acontecimiento, un héroe, un personaje, una cultura, una realidad. Esto precisamente la vuelve compleja e interesante.

En nuestro caso, es obvio constatar que hay muchos Arieles y Calibanes, pues en rigor trascienden los marcos sociales, étnicos, culturales, históricos en los que se presentan. Sostengo que Ariel y Caliban denotan un prototipo de lo humano.

De aquí infiero la siguiente nueva tesis sobre Ariel y Calibán:hay Arieles y Calibanes en Oriente y en Occidente; probablemente prehistóricos e históricos.

Hay Arieles y Calibanes en todas las épocas, culturas y sociedades. Hay Arieles y Calibanes ricos y pobres, los hay entre los soberbios aristócratas tanto como en los humildes campesinos sembradores; los hay blancos, negros, mestizos y mulatos; los hay hombres y mujeres; los hay homo, heterosexuales o ascetas, los hay desclasados, marginados y olvidados.Hay Arieles y Calibanes allí donde exista la especie humana.

Para describir estos prototipos

Así pues, recomencemos para concluir.

Próspero: mago, alquimista y maestro, ha adquirido los secretos de la alquimia por un largo estudio, que le ha permitido tener a su servicio a Calibán y Ariel. En el marco de mis premisas, ejerciendo el recurso de la prosopopeya podemos afirmar que Próspero es la figura de la Alquimia. En manos de la Alquimia están las fuerzas cósmicas de espíritu y materia. Más aun, ellas obedecen al poder del gran Arte. De esta manera la Alquimia, con el estilo pudoroso de su enseñanza parece invitar al lector a incursionar en este difícil Arte.

Es como si ella interpelara al lector diciéndonos: conviértete en avezado alquimista y tú también podrás ejercer tu dominio sobre tI mismo, sobre las fuerzas que te empujan en diversas direcciones, porque no tienes el poder de controlarlas.

Calibán es la figura de “la carne”, en la más literal y brutal de sus acepciones. Como afirma Gilles Deleuze respecto de los rostros en la pintura de Francis Bacon, allí aparece la carne. Deleuze afirma: ´ la chair de l'homme qui souffre est de la viande. La viande est la zone commune de l'homme et de la bÍte… ª

Entre las premisas de este escrito he definido al hombre como un transgresor de todo límite.

En consecuencia, Calibán no es humano pues es incapaz de transgredir el marco de la necesidad: vive incrustado en su medio. Eso lo distingue de lo propiamente humano. A lo sumo, Calibán podría llamarse un hománculo.

Si nos asomamos a las sociedades actuales: globalizadas, aún en los países del tercer mundo, donde la concentración del capital y el consumismo del poder se yuxtaponen a la miseria de los pobres, vemos cómo se producen frecuentemente caricaturas urbanizadas de Calibán.

El consumismo, mutilante de lo humano, y la globalización como el rasero contemporáneo a la uniformidad, invocan y producen a Calibán. Amparan y multiplican a los Calibanes contemporáneos. Una de las más serias fallas de la "educación" actual es que en aras de la información, de las redes de comunicación, deja en estado virgen el mundo interior, o como decía Teresa de ¡vila, deja sin cultivar el "huerto" de la intimidad, que en nuestros sistemas educativos ha quedado selvático e intransitable.

Ariel. Por eso, hoy es preciso invocar una vez más a Ariel. Guardemos una gota de optimismo: el auxilio de Ariel sí es posible si lo pensamos como un prototipo de lo humano.

Novalis afirma que el acto humano por excelencia es el transcenderse, el saltar por sobre sí mismo.

Ariel es humano en cuanto prototipo de la transgresión. Transgresión de lo real en el sueño del vuelo; transgresión de la pesantez, de la inercia, en el vuelo humanizante.

Metamorfosis de la especie cuyo nombre evoca el "humus" al cual pertenece y del que está hecho. Ariel es la metamorfosis en un ser aéreo, sin llegar no obstante a la hybris desmedida de Icaro.

Calibán y Ariel recrean en un nivel simbólico las fuerzas de la dualidad humana: materia-carne, espíritu-aire. Precisamente la Alquimia se propone que el iniciado vaya progresivamente acercándose a lograr en sí mismo lo que sostenía Roger Bacon: "... que el cuerpo se haga espíritu y que el espíritu se haga cuerpo".

En este sentido Ariel simboliza la sublimación alquímica de la materia bruta, en materia espiritualizada.

Nietzsche, con su pensamiento y su obra, ha aportado una descripción fundamental del espíritu de pesantez y del espíritu de ligereza, en cuya altura aérea inscribe su propia obra. En Ecce Homo advierte: "Qui sait respirer l'air de mes écrits sait que c'est l'air des altitudes, un souffle rude".

En esta prosa poética del aire, Nietzsche da un lugar aparte a su Zarathustra pues afirma: "Ce livre, dont la voix porte au del‡ des millénaires, n'est pas seulement le plus haut qui soit, le vrai livre des altitudes, celui qui laisse la chose humaine ‡ un abÓme au-dessous de lui, mais c'est aussi le plus profond..."

En esa obra grandiosa que es el Zarathustra, Nietzsche afirma: "Celui qui, un jour, apprendra aux hommes ‡ voler, celui-l‡ a déplacé toutes les bornes frontiËres: toutes les bornes vont, pour lui, s'envoler, il baptisera la terre d'un nouveau nom, -'la légËre'."

El hombre debe ser sobrepasado, sostiene Nietzsche, y cita a Novalis sin nombrarlo, pero tratatándolo de farsante. El hombre debe metamorfosearse en el superhombre. Este es precisamente el espíritu ligero, el espíritu del aire. Más radical aun, porque Nietzsche es siempre extremo; así concluye: "Et si c'est mon alpha et mon omega que tout ce qui est lourd devienne léger, que tout corps devienne danseur et que tout esprit devienne oiseau: et en vérité, c'est l‡ mon alpha et mon omega".

Conclusión

Mientras Calibán continúa practicamente en cuatro patas, mirada al suelo, en la oscuridad, en la rigidez de su forma, sumido en el cerco de la necesidad, Ariel transgrede.

Ariel en la prehistoria impulsó el tránsito al primer hombre; fue el ser erguido, mirada a lo lejos, al horizonte, manos libres, el que pudo caminar, correr, danzar.

Ariel es el hombre histórico que, además, aspira a volar en sus sueños, sus poesías, sus mitos como el de Icaro, o sus máquinas como lo imaginó Leonardo da Vinci.

Ese es el hombre transgresor para el cual Nietzsche propone otra metamorfosis: así el hombre será superado. En este caso, el prototipo Ariel se transmuta en el elemento aire.

Ariel es el elemento aire. Cuáles son las características del elemento aire?Ariel, el aire, es movimiento, ligereza, carece de forma fija, en su ascensión busca la luz, es el reino de la libertad.

Entonces podríamos traer ante nuestra mirada la poética del aire de Bachelard, así como todas las concepciones ético-estéticas de la ascensión, las corrientes místicas de Occidente y de Oriente. Hildegarde de Bingen en cuya cosmogonía visionaria el aire juega un papel fundamental. Paracelso eleva el aire al elemento supremo, preexistente a todo lo creado, principio originario, incorruptible e inalterable, refractario a todo veneno. Así, regresando, podríamos desembocar en el Sefer Yetzirah, El libro de la Formación, en que por medio del aire emanado del Espíritu se forman las madres, las raíces de todo, las tres letras fundamentales siendo la primera el aire, Aleph.

Más atrás en la historia, es preciso una vez más escuchar a AnaximËne de Milet que consideró el aire como principio del universo.

Más lejos aún, donde la historia se esfuma en la sabiduría, las enseñanzas acerca del aire de Hermes Trimegisto nos maravillan con su voz: nada de lo que existe es vacío, todo hueco está lleno, lleno de aire.

El aire es principio supremo de vida entre cielo y tierra.

En fin, el esplendor deslumbrante de la vida se apoya sobre lo invisible sutil.

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