Serie: Freudiana (XXXV)

Investigación en psicoanálisis

Eduardo Laverde Rubio

 

Estimulado por el debate entre A. Green y R. Wallerstein (1996), sobre la investigación empírica en psicoanálisis, me he propuesto escribir este ensayo, pues en contra de mi convicción, aún se sigue discutiendo en el ámbito internacional, asuntos que creía habían sido motivo de aceptación general entre los psicoanalistas. Esto último no supone cerrar el problema, sino establecer unos principios que faciliten continuar el desarrollo del psicoanálisis.

En efecto, para mi sorpresa, todavía se continúan discutiendo los situientes temas:

— ¿Es el psicoanálisis una ciencia o pertenece a la hermenéutica o a ninguna de las dos?

— ¿Se sobresimplifica el pensamiento psicoanalítico (en un sentido peyorativo), para hacer posible la investigación empírica?

— ¿El psicoanálisis pertenece o no a la psicología (en un sentido general)?

— ¿La investigación empírica desnaturaliza el psicoanálisis?

— ¿Los investigadores empíricos pretenden tomarse el liderazgo del movimiento psicoanalítico?

— Se consideran los hallazgos de los investigadores empíricos como "una nueva ideología" y de otro lado se afirma que: "no hay un solo descubrimiento mayor del psicoanálisis que haya surgido de la investigación" (Green, 1996, p. 12).

De estos y otros asuntos afines me ocuparé en este ensayo, cuya tesis central es confirmar la necesidad de la investigación empírica para el desarrollo del psicoanálisis como ciencia.

 

El psicoanálisis como actividad científica

Será un resumen de un pensamiento sobre el psicoanálisis como actividad científica, un tema sobre el que ya he escrito en extenso (Laverde, 1975, 1991, 1993a, 1993b, 1994, 1997).

El psicoanálisis es una actividad científica, o tiende a ello, en la medida en que los psicoanalistas pretendan ampliar el conocimiento ordinario que tienen sobre el funcionamiento psíquico del ser humano (incluido por supuesto el funcionamiento inconciente). Este conocimiento debe ampliarse mediante un método apropiado al objeto de estudio, es decir, mediante la observación participante. Las observaciones realizadas de esta manera deben formularse mediante hipótesis con contenido empírico y contrastables: la contrastación entre hipótesis y evidencia empírica adicional podrá ser realizada por terceros investigadores no incluidos en el proceso analítico. Este último paso es indispensable, pues de lo contrario no se podría construir una teoría sino un conjunto de conjeturas, suposiciones, opiniones o creencias.

A medida que nos adentramos en esta definición, comienzan a aparecer las discrepancias, comenzando por el objeto de estudio.

En relación con el objeto de estudio del psicoanálisis, estoy por completo de acuerdo con la delimitación de Wallerstein (1996), cuando lo ubica tanto en el inconciente como en el conciente, (…) "en todo su entrecruzamiento y fluida continuidad, de lo externo a lo interno, de la realidad material a la realidad psíquica, del hecho clínico a la fantasía, y de lo objetivamente conciente a lo subjetivamente inconciente". (Wallerstein, Op. cit. p. 17).

En cuanto a la racionalidad utilizada para formular las teorías, se pueden considerar varias posibilidades:

1. Una racionalidad científica positivista, siguiendo el modelo newtoniano axiomático, deductivo, matemático.

2. Una racionalidad relativista, indeterminada, según el modelo de la ciencia probabilista de indeterminación cuántica y caos, anticipada desde 1903 por el matemático francés Poincaré, pero que adquirió desarrollo desde la meteorología con E.N. Lorenz a partir de los años setenta.

La primera de las nombradas es una racionalidad determinista, fuerte, absoluta, poco útil para aplicar a nuestro objeto de estudio; la segunda es provisional, flexible, más apropiada a nuestro objeto y método.

A lo anterior hay que agregar que para algunos psicoanalistas existe una tercera posibilidad: la hermenéutica –en realidad no se trata de una hermenéutica sino de muchas– pues ésta se puede entender de varias formas según Heidegger, Derrida, Rorty, Gadamer, Vattimo, etc. (ver Vattimo, 1992).

En mi opinión, algunas de las características de la hermenéutica son coincidentes con el psicoanálisis: su pensamiento es interpretativo, se fundamenta en el diálogo y la integración. Pero la hermenéutica se aleja de la ciencia y del psicoanálisis como una actividad científica, en la medida en que no aporta razones demostrativas ni explicativas; su actividad principal la entiendo como una sustitución de metáforas, es decir configuraría una teoría comprensiva con el riesgo de caer en lo estético (poético) e irracional. ¿Cómo distinguir cuál es una interpretación fiel y bien lograda y cuáles son discursos de bella apariencia, pero falsos, erróneos o sin importancia? En la hermenéutica no existe la posibilidad de una contrastación y se puede caer en un círculo vicioso como ya ha sido señalado por Thomä y Kächele, (1988, p. 23).

Para terminar este aparte, se debe considerar una cuarta posibilidad: que el psicoanálisis sea una actividad peculiar, ni ciencia, ni filosofía, ni arte, con sus propias reglas, método y fundamentos. Esta posición es difícil de sostener, dado el carácter universal del conocimiento, todo objeto de estudio apropiadamente definido genera un problema de conocimiento y por tanto puede ser estudiado científicamente. Alegar la existencia de un psicoanálisis aislado de los requerimientos científicos acordes a su objeto de estudio y método conduciría a condenar al psicoanálisis a una condición pseudocientífica, de ideología fundamentalista o delirante.

 

Pensamiento simplificado

¿El pensamiento psicoanalítico se sobresimplifica (en un sentido peyorativo) para hacer posible la investigación empírica?

Partiendo de la base de que el psicoanálisis es una actividad científica (o está en camino de serlo), el paso siguiente es establecer que sus enunciados (hipótesis) deben confrontarse con hechos clínicos, observacionales o experimentales y que solo son aceptables si encuentran apoyo en esta base empírica.

Ya me referí a la formulación de las hipótesis, las cuales además de razonables deben ser simples, significativas, lógicas, con consistencia semántica (homogeneidad y conexión) deducibles, contrastables y fundamentadas, si es posible, en conocimiento científico previo y aprobado.

El problema que se plantea para dar cumplimiento a los anteriores requisitos, es que la teoría psicoanalítica en su conjunto, me refiero a la teoría explicativa, tal como está formulada actualmente, no permite un grado suficiente de verificación sistemática. Hay que proceder a verificar proposiciones simples o modelos menores, es decir microsistemas. Esto obedece a exigencias de método (demasiadas variables no se pueden manejar simultáneamente) y no a una tendencia a reducir el pensamiento psicoanalítico hasta desnaturalizarlo haciéndolo irreconocible.

Insisto, simplificar el pensamiento no implica una distorsión de él, recuérdese cómo las ecuaciones de Maxwell, describen en pocas líneas el comportamiento electromagnético del universo. Es necesario mencionar que este autor sintetizó las ecuaciones sobre cargas eléctricas (Ley de Coulomb) con la Ley de Faraday y corrigió un error que había pasado inadvertido, (ver GellMann, 1994, p. 101).

Este punto se puede concluir de la siguiente manera: para efectos de la investigación empírica y por razones de método, es necesario reformula algunas teorías psicoanalíticas, simplificándolas, lo cual no significa desnaturalizar sus conceptos.

La siguiente pregunta es: ¿contra qué clase de base empírica se deben contrastar las hipótesis psicoanalíticas? ¿Clínica? ¿Observacional? ¿Experimental? Todo depende de cómo estén formuladas las hipótesis, pero vayamos al punto de discusión como es el uso de una base empírica de contrastación de tipo observacional o experimental, pues el apoyo clínico nunca ha estado en discusión.

¿Para qué es necesario establecer una verificación adicional?

Existe un principio científico de aceptación consensual: "el incremento de la confirmación representado por un nuevo caso favorable, será menor a medida que aumenta el número de casos favorables que se han dado con anterioridad" (…) si han sido dados por constrastaciones del mismo tipo" (…) "pero si en cambio es el resultado de un tipo diferente de constrastación, la confirmación de la hipótesis se verá significativamente acrecentada" (Hempel, 1966, p. 58).

Es decir, si en la clínica obtenemos un caso más de confirmación de la teoría del fenómeno transferencial, poco ganará en credibilidad dicha teoría, pero si aportamos pruebas observacionales o experimentales fuera de la situación analítica, la confirmación de la hipótesis se aumentará significativamente. Este es el motivo fundamental: aumentar la variedad y precisión del apoyo empírico de las teorías; en esta dirección apuntan entre otros, los trabajos de observación de infantes de Stern (1985) y los de Kächele y Thöma (1993) sobre estudio de la transferencia con el método CCRT de Luborsky, las investigaciones de la contratransferencia identificada mediante correlatos lingüísticos y la determinación de la psicología de la interpretación como una estrategia secuencial.

La pregunta de si el psicoanálisis pertenece o no a la psicología (en un sentido general) ya fue contestada adhiriendo al punto de vista de Wallerstein, (Op. cit.).

 

¿Investigar empobrece?

¿La investigación empírica desnaturaliza el psicoanálisis? El investigador empírico actúa fuera de la situación analítica, aportando pruebas a favor o en contra de la teoría analítica, no interfiere, por tanto, el método ni la técnica psicoanalítica, no está dentro de sus funciones modificar el quehacer psicoanalítico, al menos no inmediata ni directamente. Su influencia la ejerce sobre la teoría, promoviendo el cambio en lo que hay que cambiar, removiendo las teorías que han quedado sin apoyo empírico, con las re-estructuraciones consecuentes. Esto es lo normal de toda ciencia, la ciencia no tiene interés en proteger hipótesis contra-evidentes. En conclusión, modificar la teoría no es desnaturalizar el psicoanálisis, es un acontecimiento esperado en toda disciplina científica.

En cuanto a la supuesta pretensión de los investigadores de constituirse en líderes del movimiento analítico, habría que preguntarles a ellos si están interesados. Como yo veo este asunto, políticos e investigadores derivan sus satisfacciones de diferentes fuentes. Los políticos ejercen influencia sobre la vida de otras personas, es decir ejercen el poder, esto les proporciona satisfacciones y sentido a sus vidas. Los investigadores por su parte no están interesados en influir sobre la vida de otros, el sentido de vida lo derivan de ocuparse científicamente de problemas y de allí extraer la verdad, ayudando a su explicación, su reto es intelectual, no político, no los imagino con apetitos de poder.

Creo haber aportado argumentos de importancia, para establecer que la investigación empírica permite discriminar las ideas sin sustento, de las hipótesis verificables. Esta actividad es propia de la ciencia y no es la construcción de una nueva ideología. En cuanto a la crítica: "los investigadores empíricos no han hecho un solo descubrimiento mayor", considero que su descubrimiento mayor ha sido hasta ahora la reestructuración de la teoría, permitiendo separar el oro de la escoria.

Una revisión detallada de los impactos de la investigación empírica sobre la teoría psicoanalítica clásica excede los objetivos y límites del presente ensayo, solo mencionaré algunos replanteamientos a manera de ilustración, los cinco primeros están tomados de los trabajos de Stern (1985) y los cuatro restantes de los trabajos observacionales de Roiphe, (1968) y los trabajos sobre sexo ambiguo e identidad de Stoller, (1968, 1973):

— La noción de "barrera contra estímulos" debe descartarse, junto con el principio del placer y constancia, pues la observación sistemática de bebés indica que la mayor parte de la vida de vigilia de éstos está destinada a explorar activamente el mundo externo.

— Los infantes están profundamente relacionados con los estímulos sociales, por tanto la fase de "autismo normal", debe ser desechada.

— La falta de énfasis en la actividad oral, en comparación con los ojos y los oídos, en cuanto a interacción con el mundo, pone en tela de juicio el concepto de oralidad. El hambre y la saciedad observada en bebés, lo cual genera gran estimulación, son producto de modificaciones culturales introducidas por un régimen de amamantamiento de cada cuatro horas. En condiciones naturales, el bebé en estrecho y continuo contacto con su madre debería ser alimentado cada 30 minutos.

— El estudio de los sistemas motivacionales de vínculo afectivo, dominio-competencia, curiosidad, etc. hace necesario replantear la teoría acerca de la existencia de un sistema pulsional único eros-tánatos.

— La idea de un ello anterior al yo, así como la existencia de un pensamiento primario que precede al secundario, no encuentran apoyo en el infante observado. Por lo contrario algunos investigadores en el campo psicolingüístico opinan, basados en evidencia evolutiva, que el pensamiento del proceso secundario se desarrolla primero.

— La bisexualidad biológica es un factor de menor importancia en comparación con la diferenciación psico-sexual por identificación.

— Freud se equivocó al plantear la etapa oral y anal similares en los dos sexos, dejando la diferenciación sexual para la etapa edípica. Hoy se sabe que la diferenciación sexual genérica se establece básicamente alrededor de los 18 meses de edad y no durante la etapa edípica o post-edípica freudianas.

— La llamada "fijación clitorídica", desaparece como condición psicopatológica, se pone en duda la idea de transferencia libidinal del clítoris a la vagina, igualmente es dudoso que el orgasmo vaginal sea requisito de maduración femenina.

— Conceptos tales como el masoquismo femenino o la envidia del pene en la mujer, se pueden entender de manera diferente a lo planteado por Freud (hay evidencia clínica de que se pueden usar como defensas ante la amenaza de pérdida de objeto o de fantasías inconcientes más amenazantes). En todo caso conceptos como pasividad y masoquismo no pueden seguir asociándose, casi exclusivamente con el sexo femenino.

A mi manera de ver lo más inquietante de todo lo aquí tratado, es que la evidencia obtenida de la investigación empírica, que ya data alguna de ella de varias décadas, no ha merecido la atención por parte de algunos sectores psicoanalíticos y lo que es peor, en algunos institutos de formación psicoanalítica se sigue enseñando como cosa cierta, teorías que han perdido su referente empírico. A esto se suma que los investigadores empíricos han sufrido acusaciones infundadas: que amenazan al psicoanálisis con desnaturalizarlo, que pretenden tomarse el liderazgo del movimiento psicoanalítico internacional, que son los gestores, no de nuevos descubrimientos, sino que quieren acuñar una nueva ideología; de otra parte son descalificados en la importancia de sus hallazgos y la seriedad de su formación como analistas y como investigadores calificándolos de haber recibido "entrenamientos encubridores". (Green, op. cit. p. 14). Lo anotado en este último párrafo indica la existencia de actitudes de resistencia a un cambio necesario, que no tiene que ser vivido como una amenaza contra nuestra identidad y sentido de pertenencia.

 

Unas palabras sobre lo complejo

Nuestro objeto de estudio y el campo emocional que genera es complejo, su complejidad hace difícil su abordaje y explicación científicas, pero no lo impide.

GellMann (1994), premio Nobel de Física en 1969 y descubridor del quark, se ocupa de este tema (de lo simple y lo complejo) en el libro referido.

El mencionado autor define la complejidad desde diversos ángulos: el tiempo requerido por una computadora para resolver un problema, la longitud necesaria (en palabras o cifras) para describir un problema, su dependencia del contexto, la regularidad que facilita la descripción o el fenómeno aleatorio que lo complejiza aún más. Los científicos cuentan con computadoras, que les ayudan a resolver los problemas, estableciendo regularidades por contraste. En psicoanálisis, el equivalente a encontrar la regularidad, es encontrar lo homólogo en la vivencia común paciente-analista; esta homología se da por un interjuego de probabilidades en el curso de las sesiones analíticas. En el resto de la ciencia, la dificultad agregada a lo complejo, está dada por lo que escapa a la regularidad, es decir lo aleatorio; en el psicoanálisis la dificultad adicional consiste en la existencia de lo heterogéneo, lo que es tan distinto, tan extraño al analista que escapa a su comprensión."

 

A manera de conclusión

El psicoanálisis tiene un objeto de estudio y un método que constituyen una particularidad dentro de la actividad científica, pues objeto de estudio y sujeto investigador son de la misma naturaleza, y en el método (entendido como tipo de relacionalidad es etablecida entre objeto y sujeto), interviene vivencialmente el sujeto. Esta peculiaridad no separa al psicoanálisis de la actividad científica, pues el método debe estar de acuerdo con el objeto de estudio y de otro lado cuenta con todas las características de una actividad científica: objeto, método, teoría, praxis, técnica y además procede de manera sistemática, metodológica y autocrítica. La racionalidad utilizada para formular sus teorías, debe ser provisional, flexible y probabilística. La constrastación de sus teorías debe realizarse no solo contra una base clínica, sino también observacional y experimental, para aumentar la variedad y precisión de su apoyo, esto último incluye el trabajo de investigadores no comprometidos en la situación analítica.

En el curso de este ensayo, mediante la evidencia y la razón, se han refutado las críticas más corrientes que se han formulado en contra de la investigación empírica y da cuenta de algunos de los replanteamientos que deben hacerse a la teoría psicoanalítica clásica, teniendo en cuenta los hallazgos de los investigadores en las últimas décadas. Por otra parte, se destaca que en algunos sectores de la institución psicoanalítica existe un franco rechazo a la actividad de los investigadores y sus resultados; estos últimos son negados o descalificados y no se incorporan a la formación en muchos de los institutos psicoanalíticos. Según las propias palabras de los críticos, estos descubrimientos son una amenaza para la identidad y el quehacer analíticos. Para que el psicoanálisis se consolide como una actividad científica debe cumplir con el requisito de contrastabilidad: los enunciados que constituyan alguna de sus explicaciones deben ser susceptibles de constrastación empírica, de lo contrario seremos celosos guardianes de la letra pero no del espíritu freudiano.

 

Referencias

Gell-Mann, M. (1996). El Quarky y el Jaguar. Barcelona: Tusquets, 1996.
Green, A. (1996). ¿Qué tipo de investigación para el psicoanálisis? Newsletter of the IPA; 5, 1; 10-14.
Hempel, C.G. (1983). Filosofía de la Ciencia Natural. Madrid; Alianza.
Kachelle, H.; Thoma, H. (1993). Psychoanalytic Process Research: Methods and achievements. J. Am. Psychoan. Ass. Vol. 41: 109-129.
Laverde, E. (1975). La Ciencia y el Psicoanálisis. Conferencia leída en la exposición S. Freud. Instituto Cultural Colombo Alemán. Goethe Institut. Bogotá.
Laverde, E. (1991). Una discusión del trabajo: A dónde va el método psicoanalítico. Rev. Soc. Col. de Psicoan. 16: 170-183.
Laverde, E. (1993). Reflexiones sobre el Psicoanálisis en el umbral del siglo XXI. Rev. Fac. Med. U. Nal. 41: 143-145.
Laverde, E. (1993). Metáfora y Teoría en Psicoanálisis. Rev. Soc. Col. de Psicoan. Vol. 18: 201-209.
Laverde, E. (1994). La Causalidad en Psicoanálisis. Rev. Fac. Med. U. Nal. 42: 141-186.
Laverde, E. (1997). Cómo aprender y enseñar la Teoría Psicoanalítica. Rev. Soc. Col. de Psicoan. Vol. 22 #2.
Roiphe, H. (1968). The First Year of Life. New York: Inst. Univ. Press.
Stern, D. (1991). El Mundo Interpersonal del Infante. Buenos Aires: Paidós.
Stoller, R.C. (1968). Sex and Gender. New York: Science Home.
Stoller, R. (1973). Overview: The impacts of new advances on sex research on psychoanalytic theory. Am. J. Psychiat. 130: 241-251.
Thoma, H.; Kachele, H. (1988). Teoría y Práctica del Psicoanálisis. Vol. 1. Barcelona: Horme.
Vattimo, G. (1994). Hermenéutica y Racionalidad. Bogotá: Norma.
Wallerstein, R.S. (1966). Investigación Psicoanalítica: ¿En qué discrepamos? Newsletter of the IPA. 5, 1: 15-17.

 

Freudiana

Artículos publicados en esta serie:

(I) La transferencia sublimada (Carlos Sopena, Nº 131).
(II) ¿Cuánto de judío? (Alan A. Miller, Nº 131).
(III) La mirada psicoanalítica. Literatura y autores. (Mónica Buscarons, Nº131).
(IV) Génesis del "Moisés" (Josef H. Yerushalmi, Nº 132)
(V) Sobre "Las márgenes de la alegría" de Guimaraes Rosa (J. C. Capo,M. Labraga, B. De León, Nº 132)
(VI) Un vacío en el diván (Héctor Balsas, Nº132)
(VII) Génensis del "Moisés" (Nº 132). Arte y ciencia en el "Moisés" (Josef H. Yerushalmi, Nº l33)
(VIII) Freud después de Charcot y Breuer (Saúl Paciuk, Nº 133)
(IX) El inconciente filosófico del psicoanálisis (Kostas Axelos, Nº 133)
(X) Nosotros y la muerte (Bernardo Nitschke, Nº 134)
(XI) Freud: su identidad judía (Alan Miller, Nº 134)
(XII) El campo de los "Estudios sobre la histeria" (Carlos Sopena, Nº135)
(XIII) Los Freud y la Biblia ( Mortimer Ostov, Nº 135)
(XIV) Volver a los "Estudios" (Saul Paciuk, Nº 136)
(XV) Psicoanálisis hoy: problemáticas (Jorge I. Rosa, Nº 136)
(XVI) Freud y la evolución (Eduardo Gudynas, Nº 137)
(XVII) Los aportes de Breuer (T. Bedó, I. Maggi, Nº 138)
(XVIII) Breuer y Anna O.(Tomás Bedó-Irene Maggi Nº 139)
(XIX) "Soy solo un iniciador" (Georde Sylvester Viereck, Nº 140/41)
(XX) El concepto de placer (Ezra Heymann, Nº 143)
(XXI) Edipo: mito, drama, complejo (Andrés Caro Berta, Nº 145)
(XXII) Identificaciones de Freud (Moisés Kijak, Nº 147)
(XXIII) Transferencia y maldición babélica (Juan Carlos Capo, Nº 148)
(XXIV) Babel, un mito lozano (Juan Carlos Capo, Nº 150)
(XXV) La pulsión de muerte (Carlos Sopena, Nº 151)
(XXVI) Un rostro del "acting out" (Daniel Zimmerman, Nº 152/53)
(XXVII) ¿Cuál es la casuística de Freud? (Roberto Harari, Nº 154)
(XXVIII) El interminable trabajo del psicoanálisis (Ada Rosmaryn, Nº 156)
(XXIX) El psicoanálisis y los conjuntos intersubjetivos (Marcos Bernard, Nº 156)
(XXX) Freud en Muggia. Los fantasmas de la migración forzada (Moisés Kijak, Nº 157)
(XXXI) Freud y los sueños (Harold Bloom, Nº 158)
(XXXII) La sexualidad interrogada (Alberto Weigle, Nº 159)
(XXXIII) Una historia de histeria y misterio (Juan Carlos Capo, Nº 160)
(XXXIV) Freud y el cine (Daniel Zimmerman, Nº 162)

Volvamos al comienzo del artículo

 


Portada
Portada
© relaciones
Revista al tema del hombre
relacion@chasque.apc.org