Ante ella, la calle Quesada se le antoja casi tan infranqueable como, según las historias bíblicas que su difunta madre solía relatarle, debió parecer el Mar Rojo al Pueblo de Israel en fuga.
- ¿Necesita ayuda para cruzar?
- ¡és! -el hilo de sus pensamientos muestra, involuntariamente, el extremo. Siente que se sonroja.
- No tanto -él ríe discretamente-. Apenas un buen samaritano.
La joven, turbada, se deja tomar del brazo por el desconocido. Juntos atraviesan la calzada.
- Siempre hago este mismo camino con mi amiga, -comenta ella, para no quedarse en silencio- pero ahora se fue de vacaciones y... ¡í me tiene! Parece que no sé arreglármelas sola.
Él inspira profundamente y exclama:
- ¡é rico perfume! Ella no responde. ¡é atrevido! Mejor decirle que ya no lo necesita, que muchas gracias, que puede continuar sola a lo largo de ese murallón que cubre, ininterrumpidamente, las dos próximas cuadras pero... ¿qué pasará si no encuentra a nadie más que la ayude a cruzar Luis Alberto de Herrera?
- "El perfume del cuerpo de una mujer es su más genuina seña de identidad; el signo inconfundible de su edad", -prosigue él- "de su carácter, de sus gustos más íntimos, de su personalidad, de su nacionalidad, de su raza, de sus estados de ánimo."
Ella sonríe ahora, íntimamente complacida. ¡ un caballero!
- ¿El señor es poeta? - De poeta y loco, querida, todos tenemos un poco. Pero esas palabras que acabo de citar no me pertenecen, desgraciadamente. Las escribió un paraguayo llamado Augusto Roa Bastos.
- Son hermosas. - Si desea leerlas, puede hacerlo, -ofrece él- han sido traducidas al Braille. Y si no, siempre puede contar conmigo -vuelve a citar- "Con los ojos cerrados, con solo husmearla, uno puede describir la mujer desconocida que se tiene delante."
La palabra "desconocida" hace que ella modere un poco su entusiasmo.
- ¡é calor! -comenta- . Este mes de enero se vino con todo.
- La verdad que sí -aprueba él- . Este solazo del mediodía es insoportable.
- Insoportable, es cierto, pero ¡ómo me gustaría poder ver su luz!
Él se calla, avergonzado. Vuelve a pensar en "El Fiscal":
- "Solo el paralítico de nacimiento puede concebir la perfección de la danza; solo el deforme congénito, el excluido sin remedio, puede concebir la belleza absoluta." Solo el ciego, en sus tinieblas, -añade de su propia pluma- puede concebir la perfecta belleza de la luz solar.
- ¡ón! ¿Me decía algo- reacciona, al darse cuenta de que ella le está hablando.
- Sí -ríe- . Le decía que nunca se me había hecho tan corta esta doble cuadra...
- ¡ cierto! A mí tampoco, ya llegamos a Luis Alberto de Herrera. ¿Va a cruzar?
- Si usted cruza, sí -dice ella, oprimiendo su brazo.
Él se siente tan importante como nunca se ha sentido.
- "Este planeta, maravilloso y miserable a la vez, solo tendrán algún sentido mientras existan en él seres como tú." Crucemos ahora que no viene nada.
Un Cazanoticias, que acertó a pasar por el lugar de los hechos, ganó el Premio a la Primicia de la Semana, con su nota:
"Semirremolque arrolla pareja de no videntes."
Portada | Revista al tema del hombre relacion@chasque.apc.org |