En los hechos, la sociedad islámica militante muestra rasgos de resignación; en ella no parecen caber opciones y las desigualdades son significativas.
Las contradicciones estallan ahora en lo que podríamos llamar "un mal despertar": un despertar violento ante un devenir social (a escala mundial) que exige "ponerse al día". Las sociedades islámicas tienen en este momento un reto que les fue planteado por los islámicos vanguardistas ("vanguardistas" en el sentido de que se replantean las bases del Islam). Ese reto platea cómo hacer que la sociedad islámica "no pierda el tren" de la civilización sin dejar de ser islámica.
Hay una rebeldía en el seno de una sociedad pobre, anquilosada en un mimetismo religioso que no la ha ayudado a cambiar, aunque parezca que esa rebeldía intenta responder al grito de "justicia social". En este contexto, se dan los movimientos radicales que sacuden a la sociedad, con situaciones de convulsión. Los medios de comunicación plantean la difusión de los derechos humanos y como reguero de pólvora en todos los países la gente plantea cuestionamientos. La cuestión es cómo los plantea.
Mientras en el siglo XX, época del esplendor de la dialéctica socialista, esta fue considerada como panacea para resolver problemas, el Islam también se presenta como una "panacea" (muchas veces los intelectuales islámicos han hablado de "la tercera opción", refiriéndose a que después del "fracaso" del capitalismo y del comunismo, viene la hora al Islam) De ahí que mucha gente de tendencia socialista y antiguos comunistas que llevaban el pañuelo rojo, se lo hayan cambiado por el pañuelo verde.
Cuando la gente no tiene qué comer y toda una familia numerosa debe vivir bajo un solo techo, sin trabajo, sin educación, sin futuro, ebajo el Islam ocurre que los sueños están "en el otro mundo", en un Paraíso que abre los brazos. ¿Dónde está entonces la conciencia social o el atisbo de ella a que hacíamos referencia?. Estas contradicciones son síntomas de un mismo proceso en el que, por un lado, hay una gran resignación y por otro, una gran desesperación, la de una sociedad que se desespera por autoafirmarse en sí misma, buscando otras formas de sobrevivir.
Se puede interpretar a la religión como "instinto de conservación", que, en tanto realidad psicológica, más se desarrolla cuanto más en peligro está la integridad psíquica o física. Lassociedades muy castigadas suelen aferrarse más a la religión y se podría pensar que el tipo y la intensidad del sentimiento religioso puede ser considerado un "síntoma" del estado de la sociedad, dice mucho de ella.
Y muy probablemente las sociedades islámicas no van a ser capaces de dar respuesta a sus problemas a través del dogmatismo o de este tipo de ideología dogmática, ya que no tienen los resortes suficientes para hacer que el hombre sea "realmente libre".
Un sector de los musulmanes, frente al radicalismo ideológico de algunos o la indiferencia a la occidentalización de otros, se considera la opción intermedia. En Egipto, por ejemplo, está intentando surgir un movimiento islámico-político que se llama precisamente Partido Intermedio. Se presenta como una alternativa de convivencia civilizada donde pueden estar juntas distintas religiones, incluso la cristiana. Se presenta como una forma evolutiva del propio Islam, pero no deja de ser una fórmula oportunista para limpiar su propia imagen de extremismo.
Actualmente hay posiciones muy arraigadas, enjuiciamientos religiosos muy tradicionalistas y dogmáticos (tales como intransigencias contra la planificación familiar, defensas de la circuncisión de la mujer, etc) que se hallan fundamentadas, según su opinión, en la esencia del Islam. Muchos sectores sociales fundamentalistas y conservadores, de distintas clases sociales y de distintos países islámicos, celebran estas ideas tradicionales, defendiendo lo que llaman "el hombre fiel al espíritu del Islam"
Por otra parte, abundan movimientos "más abiertos", que intentan adaptar la doctrina del Islam a los retos del futuro de un modo flexible, lo cual les significa un esfuerzo de reelaboración, de interpretación de las normas islámicas, para que ellas no pierdan -desde del punto de vista teológico- legitimidad y realidad dogmática. El problema queda planteado, entonces, entre lo lícito y lo ilícito. A nivel ideológico, estos movimientos tratan de buscar vías legales y permitidas por Dios para encontrar "una opción", aunque esa búsqueda es en el fondo un círculo vicioso. Y quizá es en vano.
Los intelectuales, que son los poros sensibles externos de esa sociedad. Ellos se preguntan cómo hacer la operación de transformación y de evolución. Buscan elementos para convencer al pueblo, justificarse, convencerse primero ellos para después hacerlo con los demás. Es todo un proceso convulsivo de cambio, de replanteamientos, de buscar justificación teológica en lo que ellos consideran la única opción que tienen en su vida, que es el Islam. No se están planteando "Islam sí" o "Islam no", lo que se plantean es qué tipo de Islam y en este punto radica la esencia de la polémica.
El Islam aparece entonces como un gran manto que puede cubrir a todos en su identidad como árabes, quizás un manto más definido y más auténtico que el lanzado por el nacionalismo árabe basado exclusivamente en la raza y en la lengua pero vulnerable a la influencia de otras culturas no islámicas. En Jordania, nacionalistas islámicos se han unido en el proyecto común de salvaguardar la esencia de la civilización árabe-islámica. De hecho, hoy día se habla de la nación árabe-islámica: el gran proyecto pan-islámico o pan-arábigo. Elque no deja de tener analogías con la idea de Europa Unida o Europa de las Comunidades.
Hoy día en que los pueblos se unen para proyectos comunes, el elemento aglutinante que es la cultura y la lengua está siendo utilizado más que nunca para llevar a cabo proyectos de regionalización. Pero el problema de fondo a nivel práctico, es plantearse hasta qué punto esa sociedad islámica y soberana, dada su herencia cultural, es capaz de salir adelante.
En Egipto, un gran porcentaje de la población es analfabeta. Va junto con ese analfabetismo, la falta de conciencia de sí mismo, de estar sometido en la propia ignorancia; de allí que no sea fácil esperar que el pueblo sea realmente dueño de sí mismo en un sentido pleno. Es precisamente la ignorancia un factor central por donde pasa la psicopatología de la vida cotidiana, son muchos los que se consideran el mejor pueblo del mundo y éste es un síntoma que muestra que la autoestima es lo que necesitan reafirmar.
La economía tiene que ver con la conducta y la educación del pueblo. Un acopio de conocimientos e información posibilita una mayor capacidad de reacción y elección. Si no hay "alimento del espíritu", tenemos endemia anímica fundamental. Ese sería el problema del "tercer mundo islámico".
Se están aceptando actualmente algunos progresos inspirados en la sociedad occidental; en algunos casos se da el fenómeno de la occidentalización, se trata de hablar un idioma universal como el inglés, etc.. Por un lado, esos hechos son indicadores de cambio que habría que analizar en perspectiva para comprender el alcance de la significación que tienen, ya que si bien son puntuales, la historia muestra que los grandes procesos de cambio no se reconocen necesariamente por indicadores visibles "a simple vista". Lo importante es tratar de identificar si los cambios que hay, pocos o no, afectan lo fundamental: "el talante y la actitud hacia la vida".
Los llamados "sofistas del Islam" en cambio, encuantran la esencia de los Derechos Humanos en el Islam y han escrito muchos libros sobre ello. Pero según la interpretación de otros grupos, si el Islam fuera realmente un promotor de tales derechos, los primeros en saberlo y entenderlo serían los ciudadanos del propio país y no se viviría una situación como la actual, de gran represión en muchos aspectos.
En la medida en que la sociedad islámica se plantea una especie de rectificación en sus planteamientos de carácter táctico o estratégico más que de sus temas de fondo, y en cuanto trata de mantenerse fiel al dogma pero admitiendo una adaptación relativa a ciertas necesidades, el ser humano se ve sujeto a una intensa tensión ideológica.
Es interesante recordar nuevamente el papel central que cumple la familia en el Islam, papel que le es reconocido aún por sociedades tribales en las que individuo en tanto individuo, no tiene derechos, pero los adquiere por el conjunto de la familia. En este sentido, es claro que la individualidad como tal no tiene peso. En la vida política y social, las familias se dividen por nombres familiares, por tribus y la importancia de la persona se halla en función de la tribu a la que pertenece y a partir de ahí se establecen las relaciones sociales y políticas. Es entonces que el derecho individual queda muy mediatizado por la voluntad del clan, y esto ocurre de acuerdo con el derecho islámico.
Mientras el Islam habla del individuo y sus derechos se contradice, porque en lo fundamental el Islam no hace concesiones. La valoración de los derechos humanos está muy mediatizada y el resto de la población se aferra a una alternativa islámica que los puede ayudar. La enajenación es alta y muy generalizada y si bien hay sectores de mayor conciencia, tales como sectores islámicos avanzados que intentan levantar su voz avisando que "éste no es el camino", ellos no tienen fuerza política. Más bien son considerados como demagogos que se creen en posesión de la verdad.
(Esta nota fue elaborada sobre la base de entrevistas realizadas en Cairo con el Lic. Juan Carlos Elvira, especialista en temas políticos y religiosos árabes de la Embajada de España con sede en Egipto y reconocido analista de la situación de Oriente Medio. Una primera parte fue publicada en relaciones N° 142)
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