A pesar del heroísmo de los
trabajadores parisinos, las tropas de Versalles, con el beneplácito
y la complicidad de las fuerzas prusianas, finalmente lograron
en marzo de 1871 tomar la ciudad y aniquilar una experiencia efímera
pero intensa y aleccionante, de gestión directa de los
asuntos públicos. Duró poco más de 70 días
y de ella, hoy, pocos se acuerdan. La Comuna de París, entre 1789 y 1794, tuvo un papel decisivo en el proceso de la Revolución Francesa. La Comuna, a veces también nombrada como "Comuna de París", conmovió a Francia y al mundo casi cien años después.
La dictadura de Luis Bonaparte (Napoleón
III) llevaba 18 años que trajeron, tanto prosperidad como
opresión y miseria, y éstas se agravaron cuando
emprendió una guerra contra Alemania. El inicio de esa
guerra fue su fin: derrotado en Sedan el 2 de setiembre de 1870,
dos días después se produce el levantamiento de
París que proclama la República, creando el marco
en el cual tendría lugar un acontecimiento central para
el pensamiento social, tanto para el marxista como para el libertario.
De él se cumplen ahora 125 años.
LA SITUACION ERA GRAVE El ejército francés estaba sitiado en Metz en momentos en que se constituye en París un "Gobierno de Defensa Nacional", integrado por los diputados del antiguo cuerpo legislativo. Por su parte, los habitantes de París en condiciones de pelear se alistaron en la Guardia Nacional (la que llegó a contar con 384.000 hombres), de modo que la mayoría obrera de la Guardia resultó abrumadora. Las contradicciones entre el gobierno y los obreros en posesión de armas, decidido uno a capitular y el otro a luchar, se tensaron. Medidas impopulares, el sentimiento de humillación por el sitio alemán, la instalación en Versalles de una Asamblea nacional formada sobre todo por aristócratas y rurales hostiles a Paris, hicieron el resto y el 31 de octubre los batallones obreros insubordinados tomaron la Municipalidad y apresaron a algunos integrantes del gobierno. Mediante promesas y con el apoyo de algunos contingentes pequeñoburgueses, el gobierno logró liberar a los miembros detenidos por la Guardia. Los obreros, por su parte, para no provocar el estallido de una guerra civil en una ciudad asediada por un ejército extranjero, permitieron seguir en funciones al gobierno constituido. Finalmente, el 28 de enero de 1871, el gobierno integrado por terratenientes y capitalistas franceses, rindió París al ejército prusiano. Pero éste tuvo que respetar a la Guardia Nacional, que conservó sus armas y su artillería, y se limitó a firmar un armisticio con los vencedores.
El propio gobierno francés,
que se consideraba de "Defensa nacional" pero que fue
llamado "de traición nacional", tomó la
decisión de desarmar al pueblo de París. El 18 de
marzo envió tropas de línea con orden de robar a
la Guardia Nacional la artillería que estaba en su poder
y que le pertenecía, pues había sido fabricada durante
el asedio de París por los parisinos y pagada por suscripción
pública. El intento fracasó; París se movilizó
como un solo hombre para la resistencia y se declaró la
guerra.
DEMOCRACIA OBRERA La experiencia de dos sublevaciones anteriores no había sido vana para los obreros de París. Por eso, durante el sitio, habían creado una organización que unía a toda la Guardia Nacional: el Comité Central de la Guardia Nacional, formado por diversos consejos, el que organizó regimientos y batallones. Mientras el gobierno se replegaba a Versalles el Comité Central se hizo cargo del gobierno de París el 18 de marzo de 1871, convocando inmediatamente a elecciones, las que se realizaron el 26 de marzo. De esas elecciones municipales libres surge, el 28 de marzo de 1871, la Comuna, un consejo comunal de 90 miembros pertenecientes a diversos grupos que representó una tentativa revolucionaria que Marx en "La guerra civil en Francia", caracterizó así: "la Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo". En un marco municipal y sin recurrir al Estado, la Comuna se propuso tomar la dirección de los asuntos públicos. Desde el primer momento la Comuna por la que llegaba al poder la clase obrera, consideró que no podía seguir gobernando con la vieja maquinaria del Estado. Para no perder de nuevo su predominio recién conquistado, tenía que barrer con todo el aparato represivo utilizado hasta entonces mayormente contra esa misma clase; también debió protegerse contra sus propios diputados y funcionarios, declarando las posiciones de todos, sin excepción, revocables en cualquier momento. Además dispuso que todos los funcionarios de la Comuna, superiores e inferiores, fueran retribuidos tal como los demás trabajadores, fijándose un tope equivalente al salario medio de los obreros calificados. "Como todos los miembros de la Comuna, casi sin excepción, eran obreros o representantes reconocidos de los obreros -dice Engels-, sus decisiones mostraban un carácter marcadamente proletario. Una parte de sus decretos eran reformas que la burguesía republicana no se había atrevido a implantar y que proveían la base necesaria para la libre acción de la clase obrera como, por ejemplo, la realización del principio de que, con respecto al Estado, la religión es un asunto puramente privado. Otras decisiones estaban destinadas a salvaguardar directamente los intereses de los obreros y, en parte, abrían profundas brechas en el viejo orden social. Sin embargo, en una ciudad sitiada, era posible a lo sumo alcanzar un comienzo de realización de estas medidas. Es que desde los primeros días de mayo, la lucha contra los ejércitos reunidos por el gobierno de Versalles, cada vez más nutridos, absorbió todas las energías".
La diversidad de opiniones entre
los integrantes de la Comuna, lo desdibujado de las posiciones
y la autoridad paralela del Comité central de la Guardia
Nacional explican la debilidad de la Comuna, que no pudo llevar
a cabo sino reformas sociales parciales y que rápidamente
debió enfrentar la hostilidad de Versalles. Ello pesó
también para que otras Comunas instaladas en ciudades del
interior (Lyon, Toulouse, Marsella, etc.) no pudieran desarrollarse.
LA SEMANA SANGRIENTA París se ve rodeada de bayonetas, de Versalles y de los prusianos, oficialmente neutrales pero de hecho hostiles a los comuneros. La Comuna, dominada por los jacobinos, impone la formación de un Comité de salud pública que carece de autoridad y de medios. Hacia fines de mayo, a pesar del heroísmo de los hombres y mujeres trabajadores de París, las tropas de Versalles tomaron París, encabezadas por Mac Mahon, el general derrotado por los prusianos en Sedan. El día 21 comenzaron a entrar en la ciudad, pero la resistencia y el combate duró hasta el 28. Como los fusiles de retrocarga no mataban lo suficientemente rápido, comenzaron a funcionar las ametralladoras para abatir por centenares a los vencidos. El "Muro de los Comuneros" del cementerio de Pére Lachaise, donde se consumó el último asesinato en masa, está todavía hoy en pie, como mudo pero elocuente testimonio del frenesí a que se puede llegar en la represión. Después de ocho días de lucha sucumbieron en las alturas de Belleville y Ménilmontant los últimos defensores de la Comuna, en medio de una matanza de hombres desarmados, mujeres y niños. Fue una semana sangrienta marcada por toda clase de excesos y la represión de Thiers será tan implacable, que que el movimiento obrero francés será privado de tener jefaturas hasta la amnistía de 1880. La derrota de la Comuna, sin embargo, fue una enseñanza decisiva y el movimiento social pudo avanzar en su teoría. En particular, los hechos de 1871 en París fueron motivo de amplia discusión en el seno del anarquismo. Proudhom llamó "comuna" a la organización política natural independiente y autónoma llevada a cabo por los hombres de una localidad, ella representaba la vida colectiva autogestionada; por su lado Bakunin integra a la comuna dentro de sus postulados para la organización social, sobre la base de la posibilidad de federarse voluntariamente las organizaciones de productores. La base son las elecciones y Bakunin intenta superar los riesgos de la representación (un pequeño grupo que se adjudica el total de la administración) mediante una amplia distribución de las responsabilidades, que serían tanto legislativas como ejecutivas para cada cuerpo. Precisamente, una de las críticas a la Comuna de 1871 formulada por Kropotkin, se centró en haber optado por la representación y haber renunciando a la propia iniciativa, manteniendo el gobierno por procuración. Es que se entendía que el sufragio universal solo podía alcanzar su pleno valor en una sociedad en la que todos sus miembros hayan alcanzado un amplio desarrollo de sus conciencia y se valoró que el esfuerzo de la Comuna en ese sentido fue prematuro. Pero más allá de toda crítica, resulta indudable que la Comuna dio un paso significativo hacia la supresión de la autoridad y la puesta en práctica de la democracia directa. |
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