Es necesario también enfatizar que se necesitan programas integrales para acoger a los jóvenes no solo en cuanto a su inserción laboral, sino también en cuanto a su recuperación, expresión cultural, deportiva y artística; pero sobre todo en su proceso de maduración como ciudadanos adultos y personas felices por estar socialmente bien integradas.
Desde nuestro punto de vista, el fenómeno de la drogadicción juvenil no aparece repentinamente en Chile sino que aparece como consecuencia de un conjunto de problemáticas sociales que sufren o padecen los jóvenes y que fueron extremadamente exacerbadas en el pasado reciente.
A pesar de su irrupción brutal en la sociedad, la temible delincuencia juvenil que padecemos en la actualidad tampoco constituye una irrupción a partir de la nada. Fue incubándose durante muchos años por las altas tasas de desempleo observadas en períodos recientes, así como se relaciona con las fallas de las instituciones socio-educativas para socializar adecuadamente a los niños y jóvenes. Ello favorece fenómenos de disgregación familiar, produce baja estima, sexualidad frustrada, sentimientos de desamparo y la sensación que solo la sociedad se ocupa de los jóvenes cuando quiebran las normas de convivencia social.
Chile está haciendo ingentes esfuerzos para otorgar a la mayoría de los jóvenes la posibilidad de prepararse para el trabajo. Sin embargo, son muchos los jóvenes que por el daño que la droga o el alcohol ha causado en sus vidas, no pueden beneficiarse de dicha iniciativa gubernamental.
A pesar de ser insuficientes los recursos destinados a controlar las conductas sociales delictuales de los jóvenes, son muy superiores a los que destina el país a tratar la drogadicción.
Un programa nacional para disminuir la drogadicción juvenil debería enfatizar no solo las acciones curativas o remediales, sino también una estrategia preventiva, ya que la recuperación es larga, costosa y muchas veces poco efectiva para recuperar el daño.
Si bien organismos del Estado pueden tener una participación destacada en la estrategia curativa de la drogadicción, en la estrategia preventiva y en la etapa de readaptación; son los organismos no gubernamentales los que podrían ayudar mejor a la inserción y a la readaptación.
Algunos países que han implementado previamente este tipo de programas: Colombia, por ejemplo, han utilizado para la inserción o readaptación la creación de asociaciones o cooperativas de microempresas productivas.
La estrategia consiste en brindar un apoyo a los jóvenes recuperados para que generen sus propias microempresas con la puesta en funcionamiento de un fondo rotatorio de crédito exclusivo para ellos, con bajos intereses, agilidad en la operación, asesoría técnica y apoyo institucional a los grupos productivos.
Este tipo de microempresas son indispensables, ya que es difícil lograr que un joven dañado pueda lograr un puesto asalariado en una empresa moderna.
La experiencia internacional indica que no se deberían ejecutar programas específicos para cada flagelo social, tales como: sida, droga, delincuencia juvenil, prostitución juvenil o promoción de la homosexualidad. No solo se produce un derroche de recursos escasos dedicados a solucionar estos problemas sociales, sino que su eficacia baja considerablemente cuando los programas trabajan aisladamente.
Además, en la actualidad los jóvenes se encuentran enfrentados a una falta de oportunidades laborales que ofrezcan perspectivas de desarrollo personal y profesional y niveles de ingreso en consonancia con el nivel del costo de la vida. A ello se une el sentimiento de ausencia de una verdadera "meritocracia" en la sociedad y la incitación constante al consumismo alimentado por la publicidad que acosa constantemente al joven.
La dificultad de diseñar un programa para cada problema social y para la drogadicción en particular reside entre otras, en que son dichos problemas sociales los que, al averiguar entre los drogadictos por qué llegaron al consumo de droga, se constata que con anterioridad presentaban alguno o varios de los problemas sociales antes indicados.
El papel del Estado. Si bien es cierto muchos organismos privados y no gubernamentales tienen una mayor llegada al joven propenso a la drogadicción, por insertarse en forma más funcional en el tejido social, el rol coordinador, subsidiario y normativo del Estado es absolutamente indispensable.
En el esquema de un programa nacional integradría cada ministerio nombría un coordinador responsable del programa nacional. Cada ministerio debería desarrollar un conjunto de subproyectos que se integraran armónicamente en el plan nacional.
El Ministerio de Educación tendría una responsabilidad mayor en la prevención y la promoción juvenil, por la vía de programas alternativos de desarrollo personal y social.
El Ministerio Secretaría de Comunicación Social se encargaría de organizar una campaña informativa a través de medios masivos, sin que la misma llegue a ser terrorífica sino positiva, es decir, enfatizar el respeto al otro y la posibilidad de ser feliz sin la droga.
El Ministerio del Interior se encarga del control de excesos. Sin embargo, lo puede hacer en forma solo represiva o en forma pedagógica para evitar una espiral de violencia y dar a los jóvenes la posibilidad de ver en la autoridad a un pedagogo.
El Ministerio de Justicia se encargaría de perfeccionar la legislación atinente a la drogadicción, y probablemente reformar su actual atención al menor irregular de modo de evitar que los mismos caigan en la drogadicción.
El Instituto de la Juventud, quizá conjuntamente con el Ministerio de Educación, podría atender programas que den opciones a los muchachos, crear y desarrollar verdaderas casas de la juventud para actividades culturales, entretenimiento, desarrollo personal, de ellos y para ellos.
El Ministerio de Planificación tendría a su cargo también la labor de obtención de recursos nacionales e internacionales, como de estudiar e implementar mecanismos de financiamiento para que el sector no gubernamental pueda ampliar su cobertura actual.
Cada ministerio tiene que tener partida presupuestaria y una propuesta anual. El porcentaje sobre el presupuesto total es un buen indicador del esfuerzo que hace cada ministerio en este campo.
Comunicación, documentación y divulgación. El objetivo de este componente consiste en fortalecer el diálogo entre docentes y entre estos y sus alumnos, entre los padres de familia, en favorecer la participación de otros profesionales.
En primer lugar se debe producir una verdadera comunicación al interior de la familia educativa, la cual debe responder con la creación y apoyo de material educativo pertinente y eficaz.
La divulgación conjunta del sistema educativo con la secretaria de comunicaciones y en los medios masivos mostrando la cara positiva para revertir el problema.
Formación y educación de la familia educativa. Por medio de este componente se deberían realizar un conjunto de talleres con docentes, directores, alumnos, padres de familia, especialistas, dirigentes. Objetivo adicional: valorar a los jóvenes al participar de igual a igual con el adulto en estos talleres.
1) Participación juvenil a través de la creación o fortalecimiento de los jóvenes, apoyando su organización social. Los grupos deportivos, artísticos, ecológicos, religiosos, están aislados y no tienen continuidad. Se trata que interactúen y dejen de ser islas. Pueden asociarse con un interés común para cumplir funciones de: leer, escribir, proyectarse a la comunidad, desarrollar profundo amor por el trabajo, evitando expresiones negativas sobre el sentido del trabajo, buscando significados de realización personal; además, preocupación por la preservación del medio, el cual no es exclusividad de todos y también de los jóvenes. También es importante enfatizar el respeto por el saber y el conocimiento de los otros. Ello para disminuir la influencia del tener y valorar el ser.
2) Investigación, evaluación y sistema de información. Un importante objetivo de este componente consiste en la desmitificación de la investigación por medio de la investigación -acción, donde los actores son los jóvenes quienes investigan y eventualmente los profesionales les ayudan a sistematizar. Promoción de la investigación evaluativa, pero como auto evaluación de un proceso personal de crecimiento y desarrollo humano.
Este componente incluiría el desarrollo de un Centro de Información y Documentación sobre Adicción.
3) Orientación y apoyo al proceso de reinserción social. Mediante convenios con ONGs se buscaría que quienes tienen problemas específicos reciban el apoyo correspondiente. Cada institución participante se compromete a un determinado nivel de actividad, e.g., atender un número determinado de jóvenes al mes.
4) Institucionalización. Estructuración por medio de la regionalización y acción a nivel de cada municipalidad, con encargados específicos del programa nacional de prevención.
Existiría también la necesidad de dictar una ley para apoyar las acciones de: prevención, tratamiento y reinserción, como la necesidad de contar con los decretos para conseguir recursos económicos y el involucramiento de funcionarios.
La coordinación nacional del programa debería tener nivel ministerial, con nombramiento de coordinador nacional, con un equipo técnico nacional y responsables a nivel regional, con recursos propios, sin perjuicio de la colaboración que por obligación deberían brindar otros servicios del Estado. e.g., el secretario regional de educación nombra un coordinador y busca colaboración de equipos técnicos.
Las orientaciones y líneas de trabajo deben generarse en el nivel central. El equipo central capacita a todos los coordinadores y participantes en el programa. Por tanto se debe decidir cómo colocar este equipo central al más alto nivel decisorio.
Es indispensable definir el papel de los ONGs, que están más cercanos a la vida cotidiana de los estados marginalizados por diversas problemáticas sociales.
Los Centros Académicos también tienen un papel importante que jugar en la investigación necesaria a la planificación de los programas y en la evaluación de los mismos.
Cualquier programa educativo parte de una determinada concepción del ser humano y de sus potencialidades de aprendizaje y desarrollo personal y social. En el caso de los jóvenes resulta muy importante para ellos el desarrollar su sentido de identidad en función de los modelos que le proporciona la sociedad y de las personas que resultan importantes para ellos. (ver: Erikson y Sullivan).
En consecuencia, el tipo de programa de reinserción laboral que necesita el joven dañado no puede limitarse a los rudimentos del oficio -que se ofrecen a los jóvenes en general- sino que debe estar marcado por principios filosófico-pedagógicos que pongan de relieve el valor del ser humano, su potencial infinito, la posibilidad de cambio en su conducta, su capacidad de amar, su necesidad de sociabilidad, deseo de libertad y búsqueda de la justicia y la verdad.
Es necesario revisar las concepciones en que se basa la educación media y los actuales mecanismos de socialización de los jóvenes. Esto tiene implicaciones directas en cuanto a los métodos de enseñanza y los mecanismos para motivar a los jóvenes el aprendizaje de conocimientos y valores y al desarrollo de actitudes y comportamientos socialmente aceptables.
El crecimiento de las matrículas de nivel medio para llegar a situarse en un nivel cercano al 75 por ciento del grupo de edad de 15 a 18 años ha llevado a un cambio en el sentido que tradicionalmente tuvo ese nivel y en el hecho que la mayoría de los jóvenes ya no comienza su socialización en el trabajo.
Aparte del aprendizaje de las operaciones instrumentales relacionadas con las funciones propias del trabajo, se reconoce la necesidad de una formación activa para la gestión de unidades productivas de variado tipo, donde se insertan los jóvenes; así como una comprensión del lugar que ocupa esa unidad en la economía y del trabajador-ciudadano en la sociedad.
Pero también hay que observar que la competencia del trabajo gestionario está relacionada con competencias específicas de carácter lingüístico, tales como dar cuenta de lo que sucede, ofrecer, pedir, establecer compromisos, preguntar, dar instrucciones o efectuar determinadas declaraciones. Estas competencias constituyen instrumentos esenciales en los procesos de negociación típicos y básicos a la gestión personal y de unidades laborales.
Por la condición de jóvenes en recuperación, el trabajo manual constituye un instrumento, casi un pretexto para la recuperación. Pero no un trabajo manual meramente repetitivo al infinito, ya que no existe un trabajo que sea solo manual, sino que todo trabajo involucra un cierto contenido manual y un cierto contenido intelectual. Por lo tanto, la preparación para el trabajo de la juventud debe tener en cuenta ambos elementos en un esquema metodológico coherente y adecuado a las características psico-sociales de los jóvenes participantes en los programas de inserción laboral.
La cuestión esencial del proceso de enseñanza aprendizaje consiste en hacer que el participante o educando se haga responsable de su propio aprendizaje y logre aprender a aprender.
El objetivo de estos programas educativos para facilitar la inserción laboral y social de los jóvenes dañados consiste en reforzar su capacidad de comprensión, auto-determinación y conciencia analítica y crítica de los participantes.
En la concepción de educación popular para el trabajo el docente es un facilitador que organiza aprendizajes relevantes, sobre todo por medio de la presentación de procesos productivos. La relación entre facilitador y aprendiz es horizontal.
Por último, es importante destacar que en esta concepción educativa se enfatiza el método de aprender haciendo, aprender produciendo y aprender en comunidad.
Los métodos escolarizados han fracasado en atraer a los jóvenes que tienen problema con la droga.
Por lo tanto, aun cuando en determinadas ocasiones estos programas educativos de recuperación y reinserción puedan tener lugar en un establecimiento escolar, de ningún modo debería emplearse el enfoque y metodología escolar.
El joven tiene que aprender a no agredirse ni agredir a otros, lo cual se debe lograr en una formación inicial anterior a la reinserción laboral.
También tiene que aprender a interactuar, a comunicarse, a tomar decisiones en grupo, a valorar el saber del otro y a cuidar de su entorno.
Ello supone una relación horizontal entre educador y educando, un aprendizaje en comunidad, favorecido por el aprender haciendo, para llegar a la educación con producción o a la formación-producción integrada.
1) Metodología de inserción laboral de los jóvenes en microempresas. Existen experiencias de programas preventivos como también con jóvenes recuperados de creación o desarrollo de microempresas creativas juveniles, tanto en Chile como en Colombia.
Si a los jóvenes que tienen un leve contacto con la droga se les ofrecen programas de capacitación acompañados de la posibilidad de apoyo, asistencia técnica y financiera para crear una microempresa, preferiblemente en grupos, se pueden lograr resultados importantes en un programa de prevención.
En Colombia existe un programa de empresas creativas juveniles para jóvenes recuperados. Se considera a la microempresa como un organismo vivo que nace, se desarrolla y avanza, con un variado ritmo de crecimiento.
El objetivo de dichas microempresas es apoyar la continuidad y permanencia de las organizaciones juveniles creativas mediante la obtención de recursos económicos que les faciliten el financiamiento de sus planes de producción y auto-educación.
Es importante considerar que las microempresas van más allá de la rentabilidad, la comercialización y la producción de bienes y servicios, y comprender que, ante todo, tienen un sentido educativo-formativo, de participación comunitaria, de auto-gestión, de responsabilidad social y ecológica. Se pretende que al incursionar los jóvenes en el mundo empresarial, se formen integralmente.
También se requiere una reconceptualización de la prevención: por medio de la creación o fortalecimiento de organizaciones juveniles al interior y al exterior del sistema educativo, para lograr objetivos, a nivel de la cultura, deporte, arte, producción. Para lograr un uso de los establecimientos no solo como meros transmisores de la animación, con fondos de apoyo, con un sistema de capacitación y perfeccionamiento de docentes atinente a los objetivos de recuperación de los jóvenes.
Los métodos de la educación popular para el trabajo presentan un gran potencial para la recuperación y la reinserción laboral del joven dañado por la droga.
De ahí la importancia de capacitar facilitadores o instructores en estos métodos. Dada la mayor cercanía institucional y especial de los organismos no gubernamentales, conviene que los organismos del Estado se asocien a estos para desarrollar con más eficacia sus programas en favor de la juventud dañada por drogadicción.
Los drogos
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