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Escuela de paciencia

Vivian Gilles

En nuestra sociedad, queremos todo e inmediatamente. Yá es el leitmotiv de la publicidad: no se puede esperar en este mundo que ha devenido un pueblito planetario...

Esperar mientras archivamos un documento en nuestro ordenador, esperar mientras bajamos un video, esperar hasta poder ver todas las imágenes de una página, esperar porque las líneas están recargadas, esperar para conectarnos porque no hay entrada, esperar hasta las 22 horas porque es más barato, esperar...! Parecería que internet no fue pensado para ansiosos.

Esto es lo que muchos definen como la dinámica de las conecciones a Internet. ¿Pero cuánto esperamos? Apenas segundos en algunos casos, a veces veinte minutos.

Muchos vivencian esta espera como una frustración más de la vida, parece cuento pero no lo es. Nos hemos acostumbrado al ya, al ahora. Lo peor de todo es que no siempre vale la pena esperar, además de la frustración de la espera muchas veces ésta se acrecienta cuando por fin podemos visualizar el documento o el video y nos damos cuenta que ese tiempo de espera no valió la pena, otra frustración.

Ni para ansiosos ni para frustrados, parecería que hay que tener una gran performance de espíritu interior para poder soportar a Internet.

Privilegio para todos

Otra de las tantas posibilidades que nos ofrece Internet es dialogar sobre distintos temas con otros a través de las chats (conversaciones electrónicas). Intercambio entre desconocidos, entre personas sin nombres, o con apenas seudónimos, pero diálogo e intercambio al fin. No importa quien sos (de todas maneras sería muy difícil contar quien es uno tipeando los estereotipos de si mismo en la pantalla). Son muchos en el mundo los que han elegido esta particular forma de comunicarse, un privilegio para algunos que propone la gran red de redes. Se puede elegir con quienes (aunque no los conozcamos) y de qué tema vamos a opinar. Privilegio y exclusión a la vez. No todos pueden ingresar a estas conversaciones cibernéticas, otros no lo desean, la libertad de elegir siempre supone excluir a algunos.

La espera aqui también adopta un rol importante. La espera de leer lo que se opina sobre el tema en discusión, la espera de una respuesta que no llega porque son cientos los colgados en la charla, la espera porque hay alguien que acapara la conversación y no deja que otros tengan la posibilidad de opinar, y las esperas mecánicas: se corta la línea y nos desconectamos sin querer. Otra vez, los ansiosos mejor abstenerse.

Pasar el tiempo

¿ Podemos afirmar que es la espera la palabra clave para entender la dinámica en Internet ? Y si lo fuera: ¿es la espera mal augurio de algo?

Esperar no es pasividad, ni lentitud, ni bochorno, ni perder el tiempo. Por el contrario la espera educa, piensa, escucha, propone, imagina, dialoga con uno mismo hasta cuando estamos frente a un ordenador. Cuando esperamos frente a la pantalla que un documento esté archivado en nuestra máquina para poder leerlo o que un video se descompacte para poder verlo estamos haciendo uso de una de las tantas capacidades del ser humano : la espera.

Esta nueva forma de buscar información que es Internet, o de recrearnos, o de pasar el tiempo es otra de las herramientas que algunos tienen. El privilegio de tener un ordenador y todo lo demás que sea capaz de conectarnos con otros mundos y culturas provoca actitudes -de las físicas y de las mentales- si cabe la diferencia y está allí uno de los méritos de Internet, no es espera ni aislamiento, no es pasividad como muchos nos quieren hacer creer. La gran red de redes es un desafío no sólo por el espacio público que se nos abre cada vez que nos conectamos sino además porque a través de la espera nos hace imaginar, preveer y elegir.

Ese pedacito de tiempo, esa pausa que es la espera en internet la elegimos nosotros, no es ese el momento oportuno ni el correcto para darle paso a la frustración ni mucho menos para olvidar lo mucho que tenemos por delante luego de la tan mentada espera en internet.


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