Esperar mientras archivamos un documento en nuestro ordenador, esperar mientras bajamos un video, esperar hasta poder ver todas las imágenes de una página, esperar porque las líneas están recargadas, esperar para conectarnos porque no hay entrada, esperar hasta las 22 horas porque es más barato, esperar...! Parecería que internet no fue pensado para ansiosos.
Esto es lo que muchos definen como la dinámica de las conecciones a Internet. ¿Pero cuánto esperamos? Apenas segundos en algunos casos, a veces veinte minutos.
Muchos vivencian esta espera como una frustración más de la vida, parece cuento pero no lo es. Nos hemos acostumbrado al ya, al ahora. Lo peor de todo es que no siempre vale la pena esperar, además de la frustración de la espera muchas veces ésta se acrecienta cuando por fin podemos visualizar el documento o el video y nos damos cuenta que ese tiempo de espera no valió la pena, otra frustración.
Ni para ansiosos ni para frustrados, parecería que hay que tener una gran performance de espíritu interior para poder soportar a Internet.
La espera aqui también adopta un rol importante. La espera de leer lo que se opina sobre el tema en discusión, la espera de una respuesta que no llega porque son cientos los colgados en la charla, la espera porque hay alguien que acapara la conversación y no deja que otros tengan la posibilidad de opinar, y las esperas mecánicas: se corta la línea y nos desconectamos sin querer. Otra vez, los ansiosos mejor abstenerse.
Esperar no es pasividad, ni lentitud, ni bochorno, ni perder el tiempo. Por el contrario la espera educa, piensa, escucha, propone, imagina, dialoga con uno mismo hasta cuando estamos frente a un ordenador. Cuando esperamos frente a la pantalla que un documento esté archivado en nuestra máquina para poder leerlo o que un video se descompacte para poder verlo estamos haciendo uso de una de las tantas capacidades del ser humano : la espera.
Esta nueva forma de buscar información que es Internet, o de recrearnos, o de pasar el tiempo es otra de las herramientas que algunos tienen. El privilegio de tener un ordenador y todo lo demás que sea capaz de conectarnos con otros mundos y culturas provoca actitudes -de las físicas y de las mentales- si cabe la diferencia y está allí uno de los méritos de Internet, no es espera ni aislamiento, no es pasividad como muchos nos quieren hacer creer. La gran red de redes es un desafío no sólo por el espacio público que se nos abre cada vez que nos conectamos sino además porque a través de la espera nos hace imaginar, preveer y elegir.
Ese pedacito de tiempo, esa pausa que es la espera en internet la elegimos nosotros, no es ese el momento oportuno ni el correcto para darle paso a la frustración ni mucho menos para olvidar lo mucho que tenemos por delante luego de la tan mentada espera en internet.
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