Isquemia Cardíaca y Ocupación
Dado que la enfermedad cardiocoronaria es
una de las causas más importante de muerte prematura, podemos deducir
alguna información acerca del ejercicio y la longevidad, al comparar
la incidencia de la isquemia cardíaca entre trabajadores con altas
y bajas demandas de niveles de energía.
Ejemplos de tales estudios, incluyen comparaciones de choferes de colectivos
de Londres vs. conductores, carteros vs. empleados de correos, trabajadores
de campo de Kibbutz (Israel) vs. oficinistas, trabajadores viales vs. oficinistas
empleados, y varias categorías de estibadores (Shephard, 1981; Paffenbarger,
1990).
En la mayoría de estos estudios, el "status" socio
económico, la dieta y las condiciones generales del empleo fueron,
razonablemente, comparadas entre aquellos con altos y bajos niveles de actividad
ocupacional.
Casi sin excepción, varios marcadores de ateroesclerosis cardíaca
fueron doblemente prevalentes en el componente sedentario de la fuerza de
trabajo (Shephard, 1981).
Cuando la atención se centra simplemente
sobre incidentes de muerte repentina (donde la ateroesclerosis es una causa
dominante), la desventaja de una ocupación sedentaria triplica el
riesgo. Por supuesto, que hay fragilidades en los estudios ocupacionales.
Los trabajadores pueden cambiar de un trabajo
físicamente demandante a un empleo sedentario a causa de tempranas
manifestaciones de enfermedad cardíaca; de todos modos esta complicación
ha sido invalidada en estudios prospectivos, donde las ocupaciones de los
individuos fueron clasificadas al comenzar el estudio. Hay también
una selección personal del trabajo sedentario por aquellos individuos
que tienen otros factores de riesgo cardíaco. Por ejemplo, Morris
et al. ( 1956), encontró que los individuos obesos con un alto colesterol
sérico optaron por ser choferes, en vez de conductores de ómnibus
del transporte de Londres. Algunas veces, también ha habido diferencias
en el consumo de cigarrillos en trabajadores activos e inactivos.
De todos modos, análisis multivariados
sugieren que el riesgo cardiovascular de una ocupación sedentaria
persiste luego del control de las variables: "fumar", obesidad
y la presión sanguínea elevada (Paffenbarger et al., 1977).
El gasto de energía ocupacional asociado con una prognosis cardiovascular
mejorada ha sido estimado que varia entre 1.7 y 3.8 Mega Joules/semana (Fox
& Haskel, 1968) .
Estudios sobre Actividades Recreativas
u Ociosas
A raíz del progreso de la automatización
de las fábricas en Norteamérica, solo el 20-25% de las ocupaciones
demandan hoy, un alto nivel de consumo de energía. Las generaciones
futuras deberán, por lo tanto, contar con las horas libres como fuente
de salud a través del ejercicio.
Estudios recientes sobre isquemia cardíaca
y longevidad se han focalizado en investigaciones acerca del ocio, en lugar
de observar más profundamente las clasificaciones de la actividad
ocupacional. Detallados meta-análisis de muchos estudios disponibles
(Powell et al.,l987; Berlín & Coldlitz, 1990), han confirmado
que la vida sedentaria duplica los riesgos de muerte futura por enfermedad
cardíaca. Realmente, si la atención se concentra sobre estudios
más exactamente controlados y mejor diseñados, el riesgo de
los individuos sedentarios se triplica. Igualmente, sujetos que son clasificados
en términos de su respuesta a un simple test sobre cinta, muestran
una relación inversa entre todas las causas de mortalidad en los
próximos 8 años y sus niveles iniciales de aptitud (Blair
et al., 1989).
El mayor beneficio en el pronóstico está asociado con el
progreso desde la categoría de aptitud física más baja
(un esfuerzo pico de 6 METS) a la categoría proximal más pobre
(7 METS). Varios estudios prospectivos han usado análisis de tablas
de longevidad. Pekkanen et al. (1987), controló 636 hombres finlandeses,
con una edad inicial de 45-64 años, por 20 años.
Los hombres que
inicialmente fueron más activos vivieron un promedio de 2.1 años
más que aquellos que eran menos activos; esta ventaja se debió
por evitar la muerte cardíaca prematura. Las diferencias de peso
corporal no influyeron en las diferencias de supervivencia. La obesidad
incrementó el riesgo cardíaco, pero todas las causas de mortalidad
estuvieron inversamente correlacionadas con el índice de masa corporal
(BMI). Nótese que las curvas de supervivencia, para aquellos clasificados
como activos y sedentarios, convergieron hacia los 80 años de edad.
No está claro si esta convergencia
refleja un beneficio menor de la actividad física al envejecer los
sujetos, o si refleja patrones convergentes de inactividad con la edad.
Paffenbarger (1990 y 1993), estudió la longevidad del alumnado de
Harvard hasta los 80 y 85 años de edad. La cantidad de muertes registradas
en este primer reporte fue más bien pequeño, pero él
estimó que aquellos con una edad inicial de 35-39 años que
tuvieron un gasto recreativo de energía de mas de 8.4 MJ/ semana
lograron más de dos años de longevidad, en relación
a aquellos con un gasto energético menor a 2.1 MJ/semana (Paffenbarger,
1988).
Comparando aquellos sujetos con gastos de
energía mayores y menores a 8.4 MJ/semana, el beneficio considerando
la edad de 80 años, se estableció en 1.5 años para
los de 35-39 años; de todos modos el beneficio de esta misma cantidad
de actividad cayó a 0.3 años, para aquellos sujetos del estudio
con una edad inicial de 75-79 años (Paffenbarger, 1990). Un reporte
más reciente (Paffenbarger, 1993), estableció la ventaja de
un gasto de energía > 8.4 MJ/ semana. en mayor proyección
de vida en 1.02 años, hasta los 85 años, para aquellos de
una edad inicial de 35-44 años. Practicar deportes moderados (con
una demanda del gasto de energía de por lo menos 4.5 METS), da una
ventaja promedio de 1.3 años.
Morris et al . (1990) hizo un seguimiento
de 9 años de más de 9.000 empleados públicos británicos.
Observó los ataques coronarios en relación a la frecuencia
de ejercicios vigorosos y no vigorosos, no encontrando una extensión
de la proyección de vida, salvo que la intensidad de la actividad
reportada fuera de al menos 6 METS. Posiblemente, los británicos
en promedio fueron más aptos que el alumnado de Harvard, y así
necesitaron un estímulo de mayor ejercitación para mejorar
su salud cardiovascular.
Un seguimiento de 26 años de los
Adventistas del Séptimo Día (Linsted et al., l 991), ofreció
información sobre población vegetariana, no fumadora ni bebedora.
Aquí, otra vez la ventaja fue atribuible a una actividad moderada
sobre una actividad estresante, siendo los índices de muerte más
bajos en aquellos inicialmente valorados como moderadamente activos, que
en aquellos inicialmente clasificados como inactivos o altamente activos.
La actividad moderada continúa protegiendo a los sujetos hasta
los 80 años de edad, pero una actividad más intensiva no fue
estadísticamente beneficiosa después de los 70 años.
Un entrecruzamiento hacia un pronóstico peor para las dos categorías
de actividades, ocurrió a los 78 y 95 años respectivamente.
Podemos concluir que
la actividad física extiende la proyección de vida si el ejercicio
se comienza a realizar a una edad intermedia, pero que es mucho menor si
no se ha iniciado la actividad hasta una edad avanzada .
La intensidad óptima de actividad parece ser moderada, más
que muy vigorosa, y los estudios de seguimiento del alumnado de Harvard
(Pattenbarger et al., 1993), indican que el beneficio se pierde si los sujetos
no persisten con sus actividades. Más allá de los 80 años,
las curvas de supervivencia aparentemente convergen, y una actividad física
vigorosa en una edad muy avanzada tal vez tenga un efecto deteriorante sobre
la longevidad.
Tendencias seculares en supervivencia
El hecho de que el ejercicio pueda tener
efectos positivos o negativos sobre la supervivencia, dependiendo de la
edad del que se ejercita, podría explicar una parte de la actual
tendencia secular a cuadratizar la curva de supervivencia. Mientras que
la expectativa de vida del promedio de los adultos se ha incrementado constantemente
en el presente siglo, ha habido una extensión pequeña del
máximo de la proyección de vida humana más allá
de los ocasionales sujetos con 112-115 años de edad documentados
a lo largo de los tres siglos pasados (Cutler, 1985).
La forma de la curva de mortalidad ha cambiado de exponencial (típico
de Africa 50,000 años atrás) hacia una forma rectangular (Fries,1980).
Una cuadratura temprana de la curva reflejó la reducción de
las muertes prematuras a causa de enfermedades infecciosas, y una forma
aún más cuadratizada está apareciendo ahora, al tiempo
que mayores cantidades de ejercicios y otras terapias preventivas reducen
las muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares.
Posiblemente, los efectos negativos del
ejercicio más allá de los 80 años, son manifestaciones
de un "envejecimiento programado" biológicamente, desarrollado
a través de algún proceso evolutivo y diseñado para
prevenir superpoblación en el planeta.
Crítica al Incremento de la Longevidad
Los entusiastas del ejercicio, a veces,
han considerado una extensión absoluta de la proyección de
vida de 1 a 2 años como argumento obligado en favor del ejercicio
regular vigoroso.
De todos modos, este consejo no es siempre aceptado por la población
en general. Parte del problema yace en la naturaleza distante de las recompensas
prometidas. Si la retroalimentación va a ser exitosa en el comportamiento
subsecuentemente mejorado, ésta debe ser inmediata y estrechamente
relacionada con la performance de la actividad deseada.
Por otro lado, una proyección de vida incrementada parece una
recompensa muy distante para los adultos jóvenes. Ellos se sienten
invencibles, y no es muy probable que se impresionen con la promesa de un
retraso de la muerte en dos años, cuando ellos están a una
distancia de 40-50 años de la misma. Están interesados en
la calidad de vida ahora.
El costo de la oportunidad
de la actividad propuesta es un problema ulterior; en orden de incrementar
la proyección de vida, una persona debe gastar una parte importante
de algunos de los años agregados, en el gimnasio.
Para las personas que disfrutan del ejercicio,
este no es un problema serio, y puede, realmente, agregar placer a la vida.
Pero el tiempo que se consume en esa dirección es un argumento contrario
muy fuerte para una persona a la cual no le gusta la actividad física.
Por eso mucha gente se queja de su "falta de tiempo para entrenarse
regularmente".
Los costos oportunos son particularmente altos
si una persona decide ejercitarse en un centralizado y gran complejo gimnástico.
Debería ser entonces necesario invertir una hora o más en
viajar para obtener una hora de ejercicios. Por eso, una recomendación
mucho más efectiva con respecto a los costos para una persona promedio,
es incorporar la actividad requerida dentro de la rutina diaria (ir caminando
al trabajo, en bicicleta al almacén y usar las escaleras en vez del
ascensor).
Traducido y modificado de ROY J. SHEPHARD, Ph. D., M.D.
LA PRESENTE ORIENTACION NO SUSTITUYE EL ASESORAMIENTO
PERSONAL E INDIVIDUAL DE UN PROFESIONAL DEL EJERCICIO. CONSULTE CON SU PROFESOR
DE EDUCACION FISICA SOBRE LAS CARACTERISTICAS DEL UN PROGRAMA PERSONALIZADO.
Recopilación: Prof. Gabriel Molnar - Prof. José
Luis Dávila |