Para gritar tu nombre
compañero Sendic
Cual si fuera una leyenda
como un perro perseguido
cayó en la Ciudad Vieja
nuestro Líder Campesino.
En medio del tiroteo
respondió de fierro en mano
y aclaró con sus disparos
Yo soy Rufo y no me entrego.
Llegó la bala traidora
que atravesó sus mejillas
la noche se hizo tormenta
y una estrella lo dormía.
Un niño quebró su sueño
una madre rompió en llanto
cayó el Líder Campesino
Raúl Sendic el Tupamaro.
Yo soy Rufo y no me entrego
les respondió tiro a tiro
como quiso el General
muertos antes que sumisos.
Formemos nuestra conciencia
armemos bien nuestras manos
y gritemos a los tiranos
Yo soy pueblo y no me entrego.
Al cantar de Héctor Numa Moraes
"Si, yo soy pueblo y no me entrego" y por
eso las banderas artiguistas, de justicia social, de tierra para quien la trabaje, de
proteccionismo económico, plasmadas en los Reglamentos Agrario y Aduanero de 1815, los
principios de autonomía, de igualdad, de libertad, que están presentes en la
organización de la Liga Federal, forman ese lazo indestructible entre el Ayer y el Hoy.
Así lo entendiste Raúl y porque los enemigos que
traicionaron el artiguismo sólo cambiaron su cara, consideraste que casi todo estaba por
hacer, de tal forma que tú junto a tus compañeros de lucha debían transformarse en los
custodios de ese Pasado.
"Si, yo soy pueblo y no me entrego", por
eso en la actualidad seguimos luchando con la esperanza de realizar aquellos principios
artiguistas.
Más allá que la mitad de los uruguayos haya decidido
dejar impunes todos los delitos de Estado, hay una memoria colectiva que ha ganado su
espacio y espera justicia.
Y una controvertida y hoy deshilachada integración
regional MerCoSur, sitúa al Uruguay nuevamente ante lo que parece ser un destino
histórico: "Frontera entre
".
Recordemos contigo Raúl, como esta frontera señala y
ubica en el marco económico social ya en la década del 60, y antes aún, el
surgimiento de la organización de los trabajadores de la caña de azúcar en el Norte del
país. Azucareros que trabajaban y vivían en condiciones infrahumanas.
Era un Norte de explotación, hambre, ignorancia y
violencia, zafreros crónicos que se desplazaban de plantación en plantación, emigrando
en busca de arroceras brasileñas y correntinas cuando la zafra en el Norte uruguayo
languidecía.
Estos peludos, que así se llamaban y aún hoy se les
llama, lograron unirse y organizarse en torno a un conjunto de reivindicaciones: "Por
la Tierra", "Expropiar el Latifundio", "cumplimiento de ciertas leyes
que, aún siendo hasta malas y defectuosas, ni siquiera eran cumplidas por las patronales
tales como salario legal y 8 horas".
Sus características fueron peculiares y terruñeras, ya
que se adentran en nuestra propia historia artiguista.
Recordemos que en una asamblea, junto con vos Raúl, el
21 de setiembre de 1961, congregados los orientales, los brasileños y los correntinos,
aindiados y melenudos, que llegaban a las plantaciones a organizarse, queda fundado el
sindicato de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas.
Este sindicato agrario fue uno de los primeros,
conformado por el conjunto heterogéneo de los que vivían en "viviendas
provisorias", de los que eran presos entre los alambrados custodiados por los
soldados de los poderosos, de los que eran conchabados para irse a una suerte incierta a
las entrañas desconocidas de las selvas brasileñas. Hubo quien, como un Raúl Sendic, de
origen agrario por nacimiento y cría, estudioso de leyes en su vida ciudadana,
comprendió y asumió personalmente todas estas suertes inciertas que tanto conocía.
Fue así que abandonaste la ciudad, en todo tu derecho,
para reunirte con los pobres de la tierra uruguaya, argentina, brasileña, con los pobres
de la tierra. Para compartir su suerte, para compartir sus conocimientos, para compartir
sus decisiones y su lucha.
Te reuniste con todos para defender: "Expropiar
el latifundio, Tierra, Morte o latifundio, Por la Tierra y con Sendic". Y con
esas banderas supieron desarrollar la lucha, en una frontera tan compartida como
compartidas fueron las cárceles uruguayas, brasileñas y argentinas.
¿Recordás que común que fue que la Policía brasileña
irrumpiera en nuestro territorio, en procura de un delincuente, y qué común fue también
que la solícita Policía uruguaya entrara personalmente a un detenido a territorio
brasileño "para evitar una violación de fronteras"? Vique, Santana,
Castillo, Dornel, Elido de Jesús Moreira, el hermano de Fagúndez, Bonilla
encarcelados, desaparecidos, muertos.
Tras estas banderas, también las marchas hacia
Montevideo, la capital, para informar, para reclamar, para luchar.
Cuatro marchas que dejando desde duros enfrentamientos
con las fuerzas policiales, hasta vidas en el camino, encontraron sin embargo el apoyo
solidario de mucha gente. Arroceros de Treinta y Tres, tabacaleros de Tacuarembó,
remolacheros de Paysandú, peón de estancia, tropero, alambrador, esquilador, obreros de
fábrica, desocupados, habitantes de pueblos de ratas y cantegriles, militantes de
partidos de izquierda, sindicatos y militantes independientes.
"
Se me hace un volcán que espera
con lava dulce de azúcar
con lava dulce de azúcar
¡Hermano! ¡Suerte cañera!"
Suerte cañera la tuya, suerte de los trabajadores allá
donde estuviera la tuya. Buscar formas, métodos nuevos, enseñar a pensar, a reformular,
a escucharnos entre todos, tu meta. El perseguido de siempre, por supuesto, tu destino.
"Los montes de Itacumbú
me han contao tu rebeldía,
me han contao tu rebeldía
los montes de Itacumbú,
y hasta el Paraná Guazú
dirá tu voz algún día,,
dirá tu voz algún día,
los montes de Itacumbú,,,"
Raúl el compañero.
Nos planteamos recordarte, somos tantos los herederos de
tu patrimonio, por así decirlo, que sentimos que tenemos el derecho y más aún el deber
de hablar de ti, de mantenerte vivo. Estamos orgullosos de seguir, con humildad, carencias
y tenacidad, las huellas ideológicas que nos dejaste sin nada imponer, escuchándonos,
enseñándonos a escucharnos a nosotros mismos
Tal vez sea fácil recordarte; porque tu vida misma fue
un testimonio que verificaste día por día. Pero difícil es mantener vigente y
transmitir que apenas abiertas las ventanitas de los calabozos y con muy pocos elementos
de análisis, diste las respuestas inmediatas que requería la salida tan pactada de la
dictadura: "Por la Tierra y Contra la Pobreza", "El no pago de la Deuda
Externa", "El Planteo del Frente Grande".
Difícil es comprender y admitir que ahora que la
izquierda tiene responsabilidades de gobierno y ha convertido en realidad ser el
instrumento que empiece a modificar el sistema, en ese cambio están sin lugar a dudas tus
huellas Raúl.
Y en esa búsqueda de testimonios para la necesaria
memoria colectiva te encontramos
Decías:
"Ahora un fantasma recorre América: el fantasma de
la guerrilla subversiva. ¿Alguien lo duda? Ahí está como prueba- lo que nos pasó
cuando con Anacleto Silveira y Ramón Pedroso, invadimos la República Argentina el
fatídico 13 de diciembre de 1964.
Habíamos caminado todo ese día en la costa oriental del
río Uruguay por nuestros campos de Silva y Rosas. (
) Al caer la tarde de aquel 13
de diciembre, dejamos la costa uruguaya y atravesamos el río Uruguay. (
) Agotados,
nos echamos a dormir sobre la misma costa, pero cerca del mediodía nos despertó la
clásica voz: ¡Manos arriba, nadie se mueva! Estábamos rodeados por una
patrulla de la Marina argentina con maúseres y ametralladoras.
Antes de examinar nuestro equipaje, sus integrantes ya
nos dijeron: Ustedes son guerrilleros. (
)
Una vez que se vieron defraudados al comprobar que no
éramos los esperados guerrilleros, nos pusieron a disposición de un juez, que nos
mantuvo diez días incomunicados, estudiando que delito podía imputarnos. Al final nos
procesó por tenencia de armas, delito excarcelable , pero nos retuvo
detenidos porque el Ministerio de Relaciones exteriores del Uruguay había cursado un
telegrama pidiendo plazo hasta el 29 de diciembre para tramitar mi extradición. Tengo una
confianza ciega en el retraso de los trámites en el Uruguay. Y no fui defraudado.
(
) Y el gobierno argentino tendrá que seguir esperando nervioso y preocupado a sus
guerrilleros, que faltan porfiadamente la cita".
Te encontramos:
"En la misma camioneta nos metimos traqueteando por
las rotas calles de Santa Ana hasta unos andurriales de las afueras. La pobreza golpeaba
mucho más que del lado uruguayo por aquella época. En medio de un empinado repecho, el
callejón pedregoso nos dejó junto a un rancho parado sobre flacas patas de madera.
Allí vivía Raúl. Era el veterinario del barrio. Mejor
dicho: el curandero de animales. Mientras armábamos el gigantesco porongo brasilero con
su desparramada bombilla, Raúl nos fue explicando como curaba y cuanto cobraba por cada
cura. La panacea utilizada en aquella clínica era la creolina".
Y resolviste:
"Ese heroico congreso del MLN, de los más gloriosos
que haya hecho, aceptó en parte en consejo de los presos: organizar un repliegue parcial.
Pero, en primer lugar, organizar el repliegue de los compañeros de base y luego el de los
dirigentes y el de los cuadros casi dirigentes. Todos le insistieron a Raúl que él
debía replegarse urgentemente".
Raúl aceptó hacerlo pero hacia el interior. De ninguna
manera al exterior.
Quien sabe, si el tiempo hubiera sido más flexible
contigo, si no hubieras tomado nuevamente aquella inefable moto "atada en varias
partes con alambre fino" que te llevó a Colonia para reconocer el Tiro Suizo.
Pero, para desesperación de los compañeros, seguías
atravesando sin prisas la Plaza Independencia, negándote tozudamente a salvarte solo.
¿Qué hubiese pasado con aquellos militantes, muchos de
base, si desde el fondo de sus calabozos te hubiesen sabido en Estocolmo, Francia o Cuba,
en vez de sentirte unido a ellos en el renunciamiento que conlleva a la coherencia?
Tal vez no haya una sola respuesta, pero tú, sin duda
tenías la tuya.
Y después:
"Era la madrugada del viernes 1° de setiembre de
1972. Según el parte correspondiente, dado a conocer por las Fuerzas Conjuntas, Raúl
ingresó al Hospital Militar a la hora 1 y 45 saliendo de la sala de operaciones a las 6 y
55.
El comunicado concluía: Pronóstico vital: grave.
Pronóstico funcional: grave.
Yo soy pueblo y no me entrego.
Ojalá Raúl que podamos, no tan lejos, alcanzar aquella
estrella que titila con tu nombre.
Habrá Patria Para Todos.
Melba Píriz Cristina Dubra
15 de abril de 1999.