autogestión vecinal

A r t i g a s
el resplandor desconocido
(ensayo histórico)
© GONZALO ABELLA

Anexo 2 al Capítulo VI

Más sobre lo mismo

     En la televisión un profesor de Historia aparece criticando a Artigas por dar tierras sólo a "los negros libres". El argumento no es nuevo.

     ¿Cómo podía haber hecho Artigas para entregar tierras a los negros "esclavos" si éstos no eran considerados sujetos de derecho, sino propiedad de otros seres humanos? Automáticamente esta decisión hubiera significado entregar tierras a los propietarios de esclavos.

     Entonces ¿Artigas debió proclamar la abolición, como aconsejaba Inglaterra? Deconfiemos, siempre, de las sugerencias de las potencias coloniales.

     Artigas, como todos los grandes próceres de América, aspiraba a mucho más que una mera ley específica: aspiraba a una contitución federal que dejara a cada pueblo libre de actuar según sus conveniencias.

     Pero además la "abolición", tal como se proponía, traía una trampa. Las leyes de tráfico y tenencia de esclavos exigían al propietario la manutención de los negros ancianos ya no aptos para el trabajo; cuando la esclavitud dejó de ser rentable, la abolición fue el cínico recurso para deshacerse de estos ancianos y lanzarlos a la "libre" mendicidad. En cambio, cuando Artigas, ya derrotado, habla a su hijo sobre los dos ancianos negros que habían sido esclavos de su padre, insiste: "debes ocuparte de que no les falte para sus vicios".

     La "abolición" y la "libertad de vientres" significaban el derecho de los blancos a decidir cuándo y como modificar la esclavitud. A veces era acompañada de un decreto que establecía el servicio militar obligatorio por tiempo indefinido para todos los ex-esclavos jóvenes (así procedió el gobierno uruguayo en tiempos de la Guerra Grande). La abolición y la libertad de vientres eran el camino de los oligarcas liberales: ni Zumbí ni Artigas decretaron la abolición sino que procuraron destruir las bases ignominiosas de la esclavitud.

     El Reglamento PROVISORIO de Artigas, el que da la tierra también a los "negros libres" se enmarca en la filosofía proclamada expresamente dos años antes: "promover la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable" y tiene como objetivo secundario no dar NINGUN margen de interpretación ambigua a un Cabildo QUE SABE hostil y traicionero; porque Artigas tenía claro que su gente era principalmente aquella que todavía no sabía leer, que se regía por códigos orales.

     Artigas no fue abolicionista; desarrolló una política mucho más audaz, seguramente asesorado por Ansina y las sociedades afroamericanas.

     Sentó jurisprudencia en el caso de Ana Gascue, la esclava que fue a verlo desde Montevideo, para pedir por su propia libertad. En tanto no se hagan las leyes de la libertad, sentenció y son sus palabras, siempre debe facilitarse el triunfo concreto de la libertad sobre la oprobiosa esclavatura. Se asesoró con Ansina durante cincuenta y cinco años, y las propias palabras de Ansina, generalmente prudente, no nos dejan duda de la ideología que unía a ambos : "Asco tengo del negrero" afirma Ansina; y "sólo Artigas sabe hacia dónde voy" nos recuerda, insinuando su relacionamiento con las hermandades libertarias afroamericanas.

     Y el Pardo Encarnación Benítez, protector de los morenos en armas de Soriano y Colonia, también entendió perfectamente lo que parecen no comprender algunos teóricos actuales de la Historia. El Reglamento Provisorio era solo una parte de una política agraria más amplia, que reservaba grandes extensiones de tierra para aquellos pueblos originarios y afroamericanos que quisieran vivir en comunidad y en Naturaleza.

     Es increíble que tengamos que volver a reflexionar sobre estas cosas, pero se ve que gente muy poderosa que no da la cara pero tiene influencia en los medios está desarrollando nuevas versiones de la llamada "Leyenda Negra" antiartiguista.

     Pero para entender cabalmente estos aspectos basta con citar como testigo a quien lo acompañara durante cincuenta y cinco años (1795-1850): el afrooriental Joaquín Lencina, conocido como Ansina.

     Fugado adolescente, capturado en alta mar y revendido como esclavo en Brasil, integrante de las sociedades secretas libertarias afrobrasileñas, asesor de Artigas para asuntos afroamericanos por cincuenta y cinco años, Ansina fue además poeta y documentador de la epopeya.

     La mayor parte de la producción literaria de Ansina fue recopilada por Hammerley Dupuy, a quien todos los orientales y los Americanos del Sur le debemos un gran reconocimiento. Esta obra poética, desgraciadamente traducida por el propio Ansina a un castellano convencional, desnuda de su musicalidad originaria, está reproducida en un libro que prologamos con Isabel y otros investigadores en 1996, libro que lleva por título un verso del propio Ansina: "Ansina me llaman". (17)

     Sin duda Ansina hablaba una lengua coloquial con elementos del bozal, del guaraní y del charrúa: pero al escribir sus propias composiciones las traduce a lo que él entiende debe ser la lengua escrita, o sea, el castellano. Pierden así musicalidad sus poemas, pero no dejan por ello de ser impactantes.

     Escribe Ansina sobre sí mismo:

     "Ansina me llaman
     y Ansina yo soy
     sólo Artigas sabe
     hacia dónde voy"

     Quizás aquí nos da una clave de las sociedades secretas afroamericanas a las que pertenecía.

     Es igualmente conmovedor cuando canta a los pueblos originarios, expresando claramente la relación de hermandad que se había creado. Por ejemplo, este poema a los charrúas:

     "...enigma es la raza charrúa
     que al suelo oriental venera
     (...)
     " a nadie respetan sino a Artigas
     lo admiran por jinete valiente"

     y más adelante:

     "Según ellos es el gran cacique
    y lo siguen con devoción..."

     Otra vez se insinúa aquí el resplandor que los pueblos originarios ven en Artigas.

     Pero también Ansina canta a Andresito Guacurarí, el guaraní cristiano libertador, hijo adoptivo de Artigas:

     "lo que soñó el Patriarca te diré:
     el genio de tu raza de volcán
    mezcla de Tupacamaru el rebelde
     y del invencible Caupolicán"

     Las organizaciones libertarias afroamericanas tejieron redes solidarias para sus miembros, redes secretas que iban desde Haití a Montevideo, y por el Oeste hasta Colombia y los yungas altiplánicos del Sur. Estas redes se encubrieron con rituales religiosos africanos y sincréticos y su presencia explica algunos sucesos extraordinarios de la historia americana.

     Estas redes unificaron el panteón africano, y por eso de los cientos de entidades espirituales africanas sólo unas decenas, siempre las mismas, se adoran en América, desde Cuba a los santuarios Umbanda de Montevideo.

     También los guaraní cristianos tenían sus redes continentales y muchas veces convergían con las afroamericanas, en un espíritu de protección mutua contra los poderes coloniales y estatales.

     Nuestra región no fue la única donde esto ocurría. En Cartagena de Indias, por ejemplo, cuando nacía un niño en el Palenque (zona afro liberada y fortificada) los "negros cimarrones" viajaban con el bebé hasta una aldea indígena para que tuviera un "padrino" protector integrante de un pueblo originario. Estos rituales de padrinazgo eran parte de la alianza afro indígena que permitió la supervivencia de las zonas de libertad.

     Sin estas redes Francisco de los Santos en 1820 no habría podido llegar, solo, desde el Paraná a Rocha y desde la costa oceánica uruguaya hasta Río de Janeiro, llevando el último dinero de la Liga Federal para los presos orientales.

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