autogestión vecinal

A r t i g a s
el resplandor desconocido
(ensayo histórico)
© GONZALO ABELLA

Anexo 1 al Capítulo IX

La verdadera historia de la Batalla de Las Piedras

                    I -  LA GEOGRAFIA

     Había una vez una ciudad rodeada de murallas, fosos y puentes levadizos. Estaba ubicada a la entrada de una bahía, sobre el Paraná Guasú llamado ahora Río de La Plata. La bahía describía una curva, y en su otro extremo tenía una elevación natural también fortificada.

     La ciudad había sido pensada como plaza fuerte, a la entrada del sistema fluvial que lleva al corazón de Sudamérica. Sus cañones vigilaban el estuario, atentos para lanzar metralla contra cualquier agresor.

     Cuando abría sus pesados portones, la ciudad se comunicaba por tierra con fértiles praderas de abundantes ríos, donde pacía el ganado silvestre. Agua dulce, alimento, leña y cueros, todo esto brindaba la pradera a la pequeña ciudad sobre la que ondeaba orgulloso el pabellón de Castilla.

     La ciudad estaba protegida no sólo por las murallas sino por un entorno de naturaleza arisca y salvaje. Hacia el Oeste el Río Santa Lucía viajaba entre pantanos y pajonales traicioneros, infranqueables la mayor parte del año. Por el Este, los bañados de Carrasco hacían imposible el paso, excepto por la cadena de dunas costeras, donde el paso de jinetes o carretas era fatigoso y lento.

     Sólo había un paso estrecho pero seguro al Norte, por el pequeño arroyo de Las Piedras. Controlar este paso era esencial, pues era el único camino seguro hacia el alimento, la vida y la riqueza de los frutos del país.

             II - VENCIDOS Y VENCEDORES

     El 18 de mayo de 1811 el paso se perdió para España. La batalla tuvo apenas unos cientos de participantes, pero cambió la historia del Cono Sur. El bastión español más militarizado del Río de la Plata quedó aislado del territorio circundante. En vano podían llegar refuerzos militares por el puerto, pues no podrían pasar al teatro de operaciones.

     Curiosa era la composición del ejército vencedor, un ejército muchas veces harapiento que recorrió después la campaña hasta 1820 como expresión pluralista de la cosmovisión de la pradera.

     El ejército vencedor no era en realidad un ejército. Era una confederación de pueblos armados que fueron poco a poco profundizando en su identidad y su diversidad.

     En el parte de la batalla, fechado el 18 de mayo de 1811, esta peculiaridad cultural aún no se advierte claramente. El parte parece describir las acciones de dos ejércitos regulares enfrentados. Pero en uno de ellos, el vencedor, a sus integrantes e integrantas se los llamaba "tupamaros".

     Quitemos al término "tupamaros" las asociaciones que podemos hacer en este siglo, y pensemos en la época. Todavía se recordaba vivamente al caudillo indígena insurrecto Tupac Amaru.

     Es curioso: no se designó de esa manera a los soldados de San Martín, que cruzaron Los Andes, ni a los de Bolívar, que llegaron al Perú. Según parece, las raíces indigenistas de los vencedores de Las Piedras no escapaban a los cronistas de la época. Y quien dice "indigenista" en el país de los charrúas dice también guaraní, afroamericano, gaucho orejano, porque la toldería charrúa fue amparo de todos los perseguidos, incluyendo al contrabandista Pepe Artigas unos años antes.

          III - LA PATRIA GAUCHA

     La victoria de Las Piedras entonces fue una victoria de la Patria Gaucha, la verdadera. No la mentirosa de José Hernández, que para ensalzar al gaucho ridiculiza a los negros y expresa su desprecio hacia los indios (¡como si eso no fuera escupir sobre el mismo gaucho!)

     Bien, Las Piedras fue una victoria gaucha.

     Hay quien dice que allí nacieron las Fuerzas Armadas del país, pero esto es un grave error conceptual.

     La Batalla de Las Piedras inicia un proceso político, social y cultural que poco a poco apuntará a una Confederación Multicultural en alianza con pueblos de un teritorio mucho más amplio.

     La Liga Federal (donde los orientales eran minoría) ya era un conjunto de pueblos armados buscando un modelo descentralizado para sus desarrollos locales; las Fuerzas Armadas por el contrario son el brazo armado del Estado constituido, un Estado que no siempre tiene en cuenta la voluntad del pueblo.

          IV - PUEBLO ARMADO NO ES FUERZAS ARMADAS

     Los vencedores de Las Piedras no tenían un Estado al cual defender; cuando creció su sueño, dieron la espalda a la ciudad y fundaron una toldería que se llamó Purificación. En cambio las Fuerzas Armadas Uruguayas (ni mejores ni peores que otras) están constituidas por funcionarios del Estado, tan identificados con su función que hasta para romper la institucionalidad han evocado al Estado como Razón Suprema.

     Los vencedores de Las Piedras proclamaron "la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable" legitimando así la diversidad cultural y la religiosidad afro e indígena. Las fuerzas armadas no sólo usan uniforme, sino que asumen como deseable la ideología de la uniformización.

     Los vencedores de Las Piedras amaban la diversidad del ecosistema de pradera; jamás hubieran llenado parques naturales, serranía y pradera con aburridos monocultivos forestales exóticos. Ni usaban todos uniforme ni uniformizaban todo.

     (...) Larrañaga, al visitar a Artigas en Purificación, comenzaba diciendo: "en nada se parece a un general".

     No solo es la sencillez; es el toque mestizo de su indumentaria, que Maggi advierte con sagacidad. Es la lanza, por la cual abandonará la espada que la Junta de Mayo le había obsequiado en los tiempos de la alianza.

          V - LA VICTORIA DE LOS DERROTADOS

     Entre los entorchados próceres de América, que ostentan sus distintivos militares, Artigas es diferente hasta por su indumentaria. Expresión cabal de la Patria Gaucha y la Montonera, el artiguismo fue para los generales criollos de ilustre abolengo, lo que los charrúas también fueron: un aliado crítico y distante. Al lado de los artiguistas, juntos pero no mezclados, nacían los ejércitos de los nuevos estados, esos sí a imagen y semejanza de Europa.

     Toda la causa americana festejó la Batalla de Las Piedras, pero sus vencedores eran expresión no controlable de indios, afroamericanos y criollos orejanos, que defendían sus culturas y sus desarrollos locales en una propuesta federal.

     Alvear, a su manera, lo dijo desde su exilio norteamericano muchos años después: "Artigas fue el primero de nosotros que supo aprovechar la brutal imbecilidad de las clases bajas...". En realidad, esta frase ubica a los vencedores de Las Piedras del lado de Tupac Amaru, Tupac Katari, Zumbí, GÜemes, Gaspar Francia. Por otra parte la frase de Alvear da una clara definición del concepto de pueblo que tenían algunos hombres de Mayo, que podían hablar así de la "brutal imbecilidad de las clases bajas"; y explica por qué fue preferible para algunos de ellos pactar con la invasión portuguesa antes de permitir que se expandiera el espíritu de Las Piedras por el Sur del Continente.

     ¿Qué es lo que enoja a muchos cuando exponemos nuestra visión sobre Artigas? Vayan juzgándolo los lectores, en la medida que sigamos agregando piezas.

     Recientemente envié una carta al Grupo Sepé. El "Sepé" es un grupo que integro y que se ha dedicado a explorar nuestra identidad, profundizar en la vigencia del artiguismo y viajar hacia los sitios con vestigios indígenas e históricos.

     Esta carta se relaciona también con la cosmovisión que Artigas nos legara.

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Guillermo Font - ELECTRICISTA
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