El Referéndum del 7 de diciembre
de 2003 |
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Hay que asociar Ancap con nuestra gente POR RAFAEL MICHELINI Senador del Nuevo Espacio |
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EL NUEVO ESPACIO impulsa la derogación de la ley sobre la asociación de Ancap. Lo hace convencido de que es una mala ley, y por ello, fue votada negativamente por sus legisladores en ambas Cámaras, durante el trámite parlamentario. Tanto en comisión como en el plenario de cada Cámara propusimos diferentes alternativas, buscando obtener más seguridades y controles. Ninguna se tuvo en cuenta, y al final, la coalición de gobierno de colorados y blancos -ya que en aquel momento el Partido Nacional integraba el gabinete- impuso su proyecto. | |
LA
REPUBLICA 31/08/2003 El Nuevo Espacio sostuvo y sostiene que no es partidario de los monopolios, a excepción de aquellos que se entienden como naturales, es decir los que se refieren a servicios que no admiten más que un solo prestador. Y "que, en tal caso, naturalmente, el prestador debe ser el Estado. Cuando no se trata de monopolios naturales, los creemos perjudiciales, aunque tengan carácter público. Mucho más si se trata de monopolios privados o mixtos. Tampoco creemos que la empresa pública Ancap deba mantenerse tal cual está. Para defender la producción y el empleo de los uruguayos necesitamos energía a precios competitivos. Si la empresa pública no se supera, si no la hacemos más eficiente, seremos los uruguayos, todos, los que pagaremos sus mayores costos. Somos partidarios, por lo tanto, de la apertura del mercado' de los combustibles, pero asegurando previamente la presencia del Estado, a través de una Ancap reformada y transformada en un agente competitivo, que sea capaz de participar en un mercado abierto, ofreciendo, en libre competencia, combustible de mejor calidad y menores precios. No participamos de la visión simplista que opone, por un lado, a los que quieren privatizar a toda costa las empresas del Estado, frente a aquellos que, por otro, puedan estar interesados en que todo quede como está. No admitimos que se deforme el concepto de empresa pública y se le transforme en un fin en sí mismo, en algo intocable y por consiguiente imposible de reformar. Ancap, como las demás empresas públicas, debe asociarse antes que nada con nuestra gente, con los consumidores, los trabajadores, los empresarios y los productores rurales. Una asociación participativa, que sirva para desterrar definitivamente la politiquería, el clientelismo y la burocracia, para reformar todo lo que haya que reformar, para aceptar un compromiso con el país concretado en un objetivo de rebaja de costos y mejora de calidad. Esa es la asociación que necesitamos. Una Ancap al servicio del esfuerzo productivo del país y un país consustanciado con una empresa pública al servicio de la comunidad y no de una corporación o del partido en el gobierno. Queremos una política energética diseñada para el país, con combustibles a precios aceptables, y para ello será necesario hacer de Ancap una empresa actualizada, alineada con los objetivos estratégicos del desarrollo nacional y fundamentalmente competitiva, no sólo para poder asumir el desafío que supone el fin del monopolio, sino principalmente para poder garantizar lo más importante, que es un producto de la mejor calidad y al precio más bajo posible. La ley que ha sido aprobada y que se someterá a plebiscito, es una mala ley, desde la perspectiva de los consumidores y de la producción. La rechazamos fundamentalmente por tres razones y una convicción.
1.- La ley no baja el precio de los
combustibles y no lo hace porque con asociación o sin asociación, el peso de
la carga impositiva, de al menos el 35%, es el que determina el precio final
de los combustibles. El crudo representa el 46% y sumados otros gastos, como
la distribución, la verdad es que sólo el 1% son los costos de refinación
dentro del precio final del combustible. Es ilusorio pensar que algún socio
potencial de Ancap, proveedor de petróleo, nos va a suministrar el crudo a
precios por debajo de los que rigen internacionalmente. Por lo tanto la
incidencia de las posibles mejoras del nivel de eficiencia en la refinación,
no reportarían ninguna disminución sensible del precio final. Los
combustibles en Uruguay son caros, sin duda, porque el peso de los impuestos
que contienen representa un alto porcentaje del precio final. 2.- La ley no promueve la apertura
del mercado. Y no lo hace porque sólo promueve la constitución de un nuevo
monopolio, al que se asocia ahora un privado, con el que se termina
repartiendo el mismo mercado que le era propio. Un privado al que se le
otorga, además, la gestión de la nueva empresa. Y si bien la ley tiene fecha
del fin del monopolio (2006), nada indica que se vaya a cumplir. Ya sabemos
que un plazo puede prorrogarse si el socio gestor, incentivado por los
beneficios del mercado cautivo, promueve activamente el aplazamiento
prometiendo grandes inversiones que "haría" si le dan un poco más de "aire"
(plazo) para concretarlas. ¿No acabamos de ver en el caso de Uragua, un
ejemplo contundente de esa "técnica" de aplazamiento y postergación de
obligaciones de inversión claramente asumidas? 3.- La ley nos ata a los intereses
del socio. Y nos amarra fuertemente a los intereses del socio privado, que
no son los del país. En algunos casos pueden ir de la mano, pero en otros,
los objetivos del país y del socio pueden estar divorciados y entonces
prevalecerá obviamente el interés de quien tiene la gestión, del que decide.
Por consiguiente, en caso de conflicto, van a prevalecer los intereses del
socio frente a los de la comunidad. Porque la inclusión de un socio con el
49% de las acciones, que sería nuestro proveedor de petróleo y además
encargado de la gestión de la empresa, lógicamente impide la posibilidad de
graduar la producción de la refinería de acuerdo a las coyunturas de
precios, desde un criterio de aprovechamiento de oportunidades para el país.
Nos referimos a la posibilidad de disminuir la producción e importar el
refinado, cuando puntualmente existan oportunidades o "gangas" para adquirir
excedentes en la región, con precios convenientes para el país. De esa
forma, con capacidad de maniobra y reacción, podrían aprovecharse
oportunidades de precios obteniéndose mejores resultados para la empresa y
los consumidores. Con la presencia de un socio con el 49% de las acciones y
la gestión en sus manos, quedaremos ligados a su provisión y plan de
producción de la refinería, no existiendo posibilidades de desarrollar
tácticas flexibles, ya que vamos a depender de las posibilidades de acuerdo
con un asociado que tiene otra visión del negocio y al cual, de mantenerse
la ley, estaremos atados durante 30 años.
SI, vamos con confianza, a derogar esta ley y a construir una genuina oportunidad de cambio para todos. |
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