El Referéndum del 7 de diciembre
de 2003 |
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Vote por el país
Mirando al futuro
por Rolando W. Sasso
Quince o veinte días atrás, aún teníamos nuestras dudas acerca del resultado del referéndum del domingo 7 de diciembre. Hoy ya no las tenemos. Por algunos sondeos de opinión, por las noticias que tenemos del interior y ante lo que vemos en las calles de Montevideo, podemos afirmar que el país se viste de rosado. No podía ser de otra manera: nuestro pueblo es visionario y sabe descubrir el cangrejo debajo de la piedra. Por algo los político y politiqueros cercanos al poder tienen tanto interés en que quede firme esta ley. ¿Será que hay coima? ¿O será por entreguistas natos que son? ¿Usted qué cree, vecino o vecina?
Es cierto que aún quedan indecisos, al menos si nos atenemos a las encuestas. También es cierto que por lo general los indecisos de último momento son más propensos a votar lo que aparece como más conservador. Seguramente la relación entre los indecisos sea de 3 a 1 a favor del NO. Sin embargo ese 1 será suficiente para el triunfo holgado del SI. Y esto dicho sin desconfiar de las encuestas que suelen mentir -un poquito al menos- a favor de quien paga el estudio. Es uno de los medios del poder del dinero para torcer elecciones. Si fuéramos a desconfiar de ciertas encuestas y de ciertos encuestadores oficialistas, tendríamos que concluir que el triunfo del SI será aplastante. Preferimos ser cautos. Pero hay un elemento decisivo: los partidarios del NO se muestran nerviosos, recurren a la mentira y a la calumnia, ponen todo su peso político y económico en esto, y eso llama la atención. ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanto interés en que se reafirme una ley que va contra los propios uruguayos? Esto tiene mucho olor a petróleo; mucho olor a multinacionales sedientas de oro negro; tiene tufillo repugnante a Esso, Texaco, Shell, Gulf y otras por el estilo.
Y lo que es más importante que todos los discursos: cuando a los uruguayos le han querido cambiar la bandera, siempre se han revelado. Por eso es que confiamos en el triunfo del SI. Por el futuro del Uruguay y de nuestros hijos.
Para no irnos muy lejos en la historia, queremos decir que lamentablemente este gobierno -y también los anteriores, incluido el de la dictadura- tienen una clara inclinación a las privatizaciones de las empresas públicas. Especialmente este Jorgito, el último de los Batlle, que tiene la nefasta inclinación a seguir los pasos de su amigo argentino Carlos Menem: malvender todo al vil precio de la necesidad. Y lo que no se pueda vender, rematarlo al mejor postor. Como quien dice, lo que no se vende, se entrega o se regala. Al menos por 30 años, que es mucho tiempo. Porque este gobierno quiere guita ahora. Están desesperados por unos sucios billetes verdes. Quieren agarrar la plata ahora, antes de irse, para reventarla y dejar el clavo. Un clavo bien remachado, para que el que venga no pueda levantar el muerto. En el fondo, es su estrategia para volver. ¿A qué precio? Al precio de nuestra soberanía, de nuestro patrimonio y del futuro de nuestros hijos.
Los combustibles y las otras formas de energía son elementos estratégicos, porque con ellos se mueve un país. Si alguien quiere instrumentar políticas de desarrollo del campo para generar comida; si alguien quiere desarrollar la industria nacional; si alguien quiere generar trabajo para los uruguayos; deberá contar con la energía. Deberá contar con los combustibles. Deberá contar con ANCAP, lo cual, sencillamente, es un problema de soberanía.
Piense el lector qué podrá pasar si tenemos que ir a pedir permiso al norte industrializado, para desarrollar una industria que sustituya determinadas importaciones. ¿Qué nos pueden decir? Es por eso que decimos que este gobierno quiere entregar ANCAP para impedir que un gobierno de otro signo se pueda desarrollar; y es por eso que planteamos que lo quieren hacer a costa de nuestra soberanía, de nuestro patrimonio y del futuro de nuestros hijos. Sencillamente nos quieren hipotecar como país.
Pero para lograr sus propósitos pretenden engañar a la gente y mienten descaradamente. Se presentan como progresistas, como gente que está por el cambio. Cuando esto de la entrega privatizadora de las empresas públicas es tan viejo como América independiente. Cuando los imperialistas no le pueden sacar más jugo a la empresa, se la devuelven al Estado, para que éste se las compre. Posteriormente cuando el país logra revitalizar la empresa pública, viene otra vez la ola privatizadora. Ese es el proceso de los ferrocarriles o de la Compañía del Gas. El gobierno blanqui colorado, no está por los cambios ni por el progreso; de lo contrario no entregarían alegremente el patrimonio nacional. Su política es la que dictan los organismos de crédito internacionales, achicar el Estado pasando sus empresas rentables a privados. Es a eso que yo le llamo caminar para atrás.
Claro que para engañar a la gente hay que hacer propaganda. Es ahí donde aparecen los grandes medios de comunicación. Los eternos alcahuetes del poder ofrecen sus espacios informativos y periodísticos a los partidarios del NO, ninguneando a los del SI. Los programas periodísticos imparciales presentan la voz de un blanco por el NO, de un colorado por el NO, de un partido sin representación parlamentaria que posa de socialdemócrata, llamado Independiente por el NO y finalmente un representante por el SI. Es abrumadora la presencia en la pantalla chica los dos jefes de corruptos, el “Cejas” Sanguinetti y el “Cuqui” Lacalle. Al tercero del grupo, el Infidente Jorgito Batlle, no lo dejan hablar, no sea que meta la pata.
Sin embargo lo que es más indignante de esta campaña propagandística es que de forma inconstitucional se gasten la plata de ANCAP en la campaña. Según cifras que manejan los parlamentarios y que se hicieron públicas, hasta hace unos días llevaban gastados 160 mil dólares en la propaganda firmada por el ente público. Ese dinero es de todos los uruguayos y no es justo que se use para inclinar la balanza hacia uno de los lados. Es un abuso de poder y es lo que enciende tantas interrogantes. ¿Por qué tanto desesperado interés? El cangrejo debajo de la piedra debe ser muy pero muy grande para que lleguen a tanto.
El lector habrá visto la desesperación agresiva e insultante en los muros de la ciudad. El simple observador habrá podido apreciar que el NO intenta monopolizar toda expresión propagandística, gastando dinero a troche y moche, porque no tiene militancia que le reparta un volante, que le pinte un muro, o que le haga un spot televisivo o radial. En cambio el SI se hace con propaganda artesanal y se ve en las casas de la gente, que exhibe orgullosa su voto por el país. Por el contrario, del otro lado, no se ven casas embanderadas con el NO, porque ese es un voto vergonzante.
El voto castigo
Lo cierto es que la propaganda proselitista va llegando a su final. En realidad se recorrió un largo y agotador camino. A los políticos blancos y colorados no les gustó que se juntaran firmas y comenzaron a poner piedras en el camino desde el principio. Casi se diría que fue un parto llegar a las firmas y además que sobraran para que la Corte no pudiera anular tantas que dijera que no alcanzaban. Y resulta que el recurso de referéndum es constitucional. Está muy recortado, pero es constitucional. ¿Cómo es posible que un “Cuqui” Lacalle reclame entonces que el pueblo no se meta en las leyes, que para eso están los parlamentarios? Les molesta la opinión del soberano que dicen respetar. No sólo no respetan la opinión del pueblo, sino que buscan las trampas leguleyas para burlar la decisión de las mayorías. En el plebiscito del año ’92, el 72% de los ciudadanos decidió que las principales empresas seguirían siendo públicas. Entonces cuando les sirve el voto popular lo aceptan, pero cuando no les gusta inventan artimañas fraudulentas. Así fue que aparecieron las concesiones de pedazos de las empresas públicas y asociaciones con devoradores de empresas enteras.
Pero las firmas se juntaron y contra el deseo oficial la Corte se vio obligada a llamar al ciudadano a dar su veredicto. Y aquí es cuando entra a jugar el juicio que la gente tenga de este gobierno. Un gobierno que no ha sido malo, que ha sido desastroso. Entonces al presidente hay que hacerlo callar. Hay que taparle la boca a Jorgito. Hay que decir que esta ley no es del gobierno, que es de todos. Mentira. Esto empezó cuando Jorgito dijo que los combustibles eran muy caros. Entonces Lacalle reclamó la importación directa de combustibles refinados. Y el Sangui para no ser menos y no perder el tren, se sumó al coro. Era la liquidación de ANCAP y de la recaudación de impuestos. Los parlamentarios se espantaron. En realidad era una estratagema para sacar esta mala ley como algo posible. Pero a la vista está ¿quién la defiende con tanto fervor, si no son los gobernantes blanquicolorados?
La gente está dispuesta a emitir un voto castigo. Entonces hay que decir que esta ley es algo independiente, que hay que considerarla al margen del gobierno y por eso le tapan la boca a Jorgito. Sin embargo esta ley es parte indisoluble de la política de gobierno. Política privatizadora de gobierno en la que metieron las manos los tres presidentes blancos y colorados que desfilaron desde la salida de la dictadura hasta hoy. Es parte de la política neoliberal instrumentada desde el norte industrializado y a través de los organismos internacionales de crédito, para dominarnos a piacere. Ellos tienen sus capitales ociosos y quieren invertirlos en empresas rentables: nada mejor que adueñarse -de la propiedad o del uso- de las empresas estatales. Así fundieron la Argentina y hoy vienen por el Uruguay. ¿Pero no será que vienen por el petróleo de nuestro subsuelo? Ojo, si hay petróleo en Argentina y en Brasil, ¿por qué no habría de haberlo bajo nuestros pies? Y eso los yanquis lo saben.
Ellos no quieren el voto castigo. Pero la gente no olvida que en la pasada campaña electoral nos prometieron el oro y el moro: que “los colorados no vamos a devaluar” escuchamos hasta el cansancio. Que “los uruguayos no soportan más impuestos” repitieron machaconamente. Nos ofrecieron trabajo y progreso. Nos hablaron de recuperación económica. No sólo devaluaron brutalmente y nos cagaron a impuestazos, sino que creció la taza de desocupación, no hubo recuperación para la mayoría de los uruguayos y hoy hasta se nos mueren los niños de hambre. Crecen los uruguayos viviendo por debajo de la línea de pobreza y con ello todos los males sociales. Entonces ¿qué quieren que les votemos? El pueblo no les cree más nada. Para que se vayan yendo de a poquito, los uruguayos les votaremos que SI, con la papeleta rosada.
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Guillermo
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