autogestión vecinal

Cultura e Identidad uruguaya
Memorias en verso
de Don Joaquín Lenzina “Ansina” (1760-1860)*

EL BLANDENGUE RESTAURADOR DEL ORDEN

Fue en Maldonado,
Puerto encantador,
Jamás abandonado,
Ni a babor ni a estribor...

Lugar de lobos
Y grandes ballenas,
Donde los robos
De barricas llenas...

Causaron sensación:
A los amigos del orden,
Llenaron de indignación
Con ese desorden.

¡Contrabando! se dijo
Comenzó la investigación,
Como quien busca al hijo,
Con celo y dedicación.

No hubo noticias
De las barricas.
Se habló de injusticias
Para las realezas...

Quien dijo que era oro;
Otros, que era seda,
De los piratas tesoro,
O artículos de veda...

Del caso extraordinario,
Que llamó la atención,
No se hizo sumario
Por la complicación.

Una cosa se entendió:
El contrabando...
Al Rey ofendió,
Con que: ¡acabando!

Pero ¿qué era esto
Frente a los matreros
Que con sus denuestos
Vaciaban los potreros?

¡Los ganaderos
Y agricultores,
Perdían por entero
Todos sus valores!

¡Los bandidos
Siempre asaltaban,
Sedientos de saqueos
E impunes quedaban!

A tal grado llegaron
Que llevaban cautivas.
A los que se resistieron,
Sin causa, los mataban.

¡Se llevaban los ganados
A los lusitanos:
Los cambiaban por esclavos
Siempre solicitados!

Sus crímenes fueron tantos,
Y tan terrible su error,
Que dominó el espanto,
Y la gente huyó de terror.

Volvió el desierto:
El campo sin morador
Estaba muerto...
¡sólo miseria y horror!

Pidieron por protección,
Los hacendados,
Presentando petición
De no ser desamparados.

Contestó el Virrey
Con entereza,
Y en nombre del Rey,
Levantó fortalezas.

Melo no descansó
Hasta ver los fortines,
Pero de algo se olvidó:
De los bandidos ruines.

Sin tener pereza,
Los soldados no vieron
En Santa Teresa
A los que volvieron.

Tampoco se mostraron
En Cerro Largo,
Aunque también entraron
Por ese pago...

Crímenes y robos,
La frontera azotaron,
Los hombres corno lobos,
Sólo ruinas dejaron.

Otra vez el clamor
Se levantó en el campo
Como noche de terror
En el campo santo...

Entonces gobernaba
Olaguer y Feliú.
En Artigas confiaba,
Y lo trataba de tú.

Pidióle a Artigas
Que al campo fuese,
Y que a gentes amigas
Buscase con tesón.

Desde el noventa y siete,
Año de su fundación,
Los Blandengues son ariete
Contra la invasión.

Aunque en Maldonado está
El cuartel general,
El blandengue siempre va
Por toda la tierra Oriental.

Artigas enseña
A no encender el fogón
Que deje seña
De su posición...

Sigue, de noche y de día,
Las huellas criminales
Buscando con porfía
A hombres y animales.

Una banda tras otra,
Fue así aniquilada...
Cantaré otra estrofa,
Que no será olvidada:

¡Ojalá hubiese
En las Américas
Cien Capitanes
Como José Artigas!

(*) Ansina me llaman y Ansina yo soy... (varios autores), ROSEBUD EDICIONES-1996-Montevideo

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