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Cultura e Identidad uruguayaCarnaval 2003
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Por Milton Schinca
Extraído de "Boulevard Sarandi" Tomo 5.
Memoria anecdótica de Montevideo. (vecinet-notici@s)
No había quien pusiese en vereda a
los montevideanos de 1830 cuando sonaba la hora de soltar todas las ataduras
para celebrar el Carnaval que había llegado. No hay duda de que se divertían de
lo lindo, pero al parecer de una manera un tanto desaforada, que hacía que se
pasasen al patio con demasiada facilidad.
Así, no necesitaban nada para entrar a arrojarse huevazos sin ningún
miramiento y a propinarse baldazos con agua (y otros líquidos no muy afines) que
dejaban a la gente empapada de pies a cabeza.
Y se ve que los excesos eran incontrolables, porque cuando se aproximaba la
fecha del Carnaval, los diarios más serios comenzaban a dirigir sermones ceñudos
por anticipado a una población demasiado fervorosa y participativa, por lo que
se ve.
Así, el muy respetable "El Universal" predicaba sensatez en estos términos:
"Las diversiones públicas, cuanto más sencillas e inocentes, tanto más se
conforman con los principios de la decencia y la buena educación. Pero la
costumbre de jugar con agua y huevos en los días de Carnaval, además de ser
torpe y escandalosa, es perjudicial a la salud, y propensa a fomentar las
pendencias y desgracias". Muy cierto.
Por si no hubiera prendido esta mesurada exhortación inicial a la cordura
carnavalera, el mismo diario, ya sobre la fecha de inauguración de la fiesta,
vuelve a dirigirse a los pobladores de Montevideo, pero ahora con un lenguaje un
tanto más destemplado y perentorio: "A no cometer las ridículas extravagancias y
groserías que han llevado a los extranjeros a calificar a los orientales de
locos y salvajes". Lo que revela la magnitud de las salidas de madre de aquellos
montevideanos.
Pero no eran sólo los diarios serios los que se erigían en catones: la
Policía no quiso quedarse atrás y dio a publicidad un edicto de severidad más
que reveladora, prohibiendo de modo terminante jugar con agua, arrojar huevos o
darse golpes. Pero no se quedaba en la mera exhortación edificante, sino que
establecía penas muy concretas y sañudas de prisión y fuertes multas a los
infractores.
Quedaron así preparados los ánimos para recibir un Carnaval que sería, a no
dudarlo, ejemplar, al revés del de años anteriores; divertido, sí, porque para
eso es Carnaval, pero cuerdo y bien educado como corresponde a países que,
aunque nuevos, ya poseen un grado de cultura que los pone por encima de...
¿Cómo? ¿Qué se lee en este mismo diario "El Universal", aludiendo al Carnaval
recién concluido?
"El agua cayó a torrentes, se consumió el innumerable depósito de huevos
que existían acopiados desde algunos meses antes, y la autoridad fue espectadora
tranquila del menosprecio por sus propias medidas"...
Es inútil. Ya vamos viendo cuánta razón le asistía al Coronel Latorre
cuando, cuarenta años después, comprobaba que, tanto en su tiempo como en el
origen del país, "los uruguayos son ingobernables". Al menos cuando de
divertirse se trata. (vecinet)
El
Carnaval 2003
Carnaval de Montevideo
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Edición Internet 2003: Guillermo Font
Guillermo Font - ELECTRICISTA
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Montevideo - URUGUAY