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LA CELEBRACIÓN DE DIOS MOMO
Una forma de alejar a los malos espíritus
La murga y sus orígenes en la zarzuela española
El Observador - 23/01/00
Los primeros rastros de festejos de Carnaval en Uruguay se remontan a 1760 cuando se redactó un edicto que regulaba la fiesta de Momo y prohibía, entre otras cosas, el uso de armas de fuego y utilizar disfraces con uniformes oficiales. No se sabe con exactitud si en 1760 se realizó el primer festejo de Carnaval o si ya se habían hecho otros, ya que algunos historiadores especulan que esta celebración fue “importada” de Europa apenas se fundó la ciudad de Montevideo.
La comparsa de negros es la expresión más antigua del Carnaval nacional y sus orígenes se remontan a mediados del siglo XVIII. En aquel entonces Montevideo era diferente. Era un Montevideo muy religioso, con misas masivas a las que se acudía con la vestimenta más lujosa, ya que se trataba de una de las citas sociales más importantes de la época.
Era un Montevideo muy apegado a las tradiciones, entre ellas las procesiones de Corpus Christi, según relata el cronista histórico Isidoro de María. Y fue en el Corpus Christi donde los negros comenzaron a ganar la calle. Las Llamadas surgieron de esas procesiones, en especial una en el año que era consagrada a los negros: el día de San Valentín o San Baltasar. En esa fecha, los esclavos eran autorizados por sus patrones a gozar de vacaciones, descansar y divertirse disfrazándose como sus amos imitándolos.
La llamada de los tambores
Lauro Ayestarán, uno de los musicólogos más prestigiosos de Uruguay, define a las Llamadas como la convocatoria que hacía el sonido de los tamboriles de una comparsa para que se concurriera a la celebración.
El historiador Antonio Plácido narra que “en el viejo barrio Palermo, sede de algunas agrupaciones famosas, solía ser costumbre que tres o cuatro tambores de cada grupo salieran independientes, durante el Carnaval, a convocar a sus componentes, por ese y otros barrios alejados, los que se iban incorporando a sus respectivos núcleos para terminar reuniéndose en el mismo punto, donde se organizaban para iniciar sus actividades”.
En 1865 apareció la primera comparsa llamada Raza Africana. Posteriormente, en 1876, surgió por primera vez la expresión “negros lubolos” (blancos pintados de negros). El diario La Tribuna del 26 de febrero de 1876 detalla la aparición de una comparsa llamada Negros Lubolos, integrada por blancos que bailaban y cantaban “con la misma perfección que hemos visto más de una vez a los propios negros ejecutar en sus sitios o candombes”.
En 1903, la comparsa Esclavos de Asia llevó adelante una auténtica rebelión. Junto a las agrupaciones Pobres Negros Cubanos, Lanceros Africanos, Negros Hacheros, Esclavos de Nyanza, Negros del Congo, Esclavos Africanos, Negros Libertadores, Esclavos de La Habana, Hijos del Congo, Esclavos de Mozambique y Libertad Esclavos de Asia suscribieron una iniciativa en la que señalaban que no se presentarían en ningún tablado donde no se premiara, por separado, a las comparsas de negros, lo que creó una nueva categoría.
En 1956, la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) oficializó el desfile de Llamadas y le dio un recorrido que conserva la esencia ancestral de esta fiesta, ya que salía de un punto y volvía a él luego de recorrer las calles de los barrios Sur y Palermo.
Además de los tamborileros, la comparsa está formada por otros pintorescos personajes que surgieron de la tradición religiosa y mística que trajeron los negros esclavos de su Africa natal.
Al frente de la comparsa se sitúan los estandartes o emblemas que realizan complicados malabares. Son seguidos por los portabanderas con sus gigantescos pabellones cuyos colores son los mismos año tras año, ya que representan a las naciones africanas de las cuales eran originarios los ancestros de los integrantes. Para alumbrar el paso de la comparsa en la noche descienden del cielo estrellas y medialunas, con su carga religiosa a cuestas y que son sostenidas por jóvenes bailarines.
El gramillero es una de las figuras más atractivas desde el punto de vista coreográfico. El gramillero representa al médico, que siempre lleva consigo su valija con yuyos y gramillas y no persigue a la Mama Vieja para enamorarla o seducirla. Los pasos del gramillero alrededor de la Mama Vieja son el despliegue mágico del médicobrujo para conjurar la decadencia senil y la enfermedad. Su baile temblequeante representa su lucha interna contra el mal.
El escobillero es el encargado de barrer con su escobilla los malos designios que acechan y que tratan de ser expulsados por el gramillero. Algunos utilizan un bastón en vez de una escobilla y lo adornan con cintas o listones. De su cintura penden dos cueros de los que cuelgan espejitos, cuentas de colores y cascabeles utilizados como amuletos para alejar a los espíritus malignos.
La Mama Vieja camina con una sombrilla, un abanico y una canasta, a veces repleta de humeantes pastelitos. Viste largos trajes y amplias polleras con grandes lunares o pintas. Casi toda la simbología utilizada por estos personajes apunta a exaltar la vida, alejar la maldad y dejar en el olvido a la muerte. (En base a archivos del programa radial Carnaval del Futuro y a textos de Isidoro de María)
La murga y sus orígenes en la zarzuela española
La murga tuvo su origen en España y la pionera en Uruguay surgió en 1908, se llamaba Gaditana que se va y formaba parte del repertorio que ofrecía la Compañía de Zarzuelas dirigida por Diego Muñoz. Eran otras épocas. Aunque parezca increíble en aquella época el dólar se cotizaba a $ 0.97, es decir que el peso era más fuerte que la moneda estadounidense.
Luego de la murga Gaditana que se va surgieron otras agrupaciones que adoptaron nombres muy graciosos como Don Bochinche y Compañía, Formale el cuento a la vieja, Tirame la punta del naso, Domadores de suegras, Salimos por no quedarnos en casa, Los peludos terribles, Amantes al salamín, Escuela de tiburones y Asaltantes con Patente, entre otras.
Estas primeras murgas, integradas por seis o siete miembros, cambiaban las letras originales de canciones por otras de tono picaresco y utilizaban instrumentos de viento fabricados con cartón.
La murga evolucionó y fue reconocida como una nueva categoría en 1917. El número de componentes fue creciendo un promedio de 20 integrantes y se comenzó a utilizar el bombo, el platillo y el redoblante. Esta innovación fue obra de José “Pepino” Ministeri quien también impuso la vestimenta del director con frac, levita y zapatillas.
En la década de 1980 la corriente denominada canto popular le dio nuevos impulsos a la murga. Aparecieron títulos de gran arraigo popular como La Reina de la Teja y Falta y Resto y se revitalizaron otros como Araca la Cana y Los Diablos Verdes, que prolongaron sus actuaciones a todo el año.
Reírse de la realidad
El término parodistas se utilizó por primera vez en 1871 por un conjunto llamado Los Ocurrentes, aunque recién 73 años después se oficializó esta categoría. En 1939, Ramón “Loro” Collazo creó un quinteto de morenos, llamado Máscaras sueltas, que con gran desparpajo parodiaba canciones estadounidenses de moda.
En 1944 nació la categoría parodistas con una concepción diferente a la actual, ya que estaba limitada a tres o cuatro integrantes. En 1948 se subdividió en tres modalidades, de acuerdo a la cantidad de sus componentes, para concluir, en 1950, con su forma actual. A las canciones se le agregó la parodia de novelas, películas o programas de televisión que llegaron a durar hasta 40 o 50 minutos, casi lo mismo que una obra teatral.
Así como en el fútbol el eterno duelo es entre Nacional y Peñarol, en parodistas ha sido entre Negros Melódicos y Fígaros Armónicos, Los Gaby’s y Los Klaper’s, Los Sandros, Los Tamberitos, Los Walker’s y, en los últimos años, Momosapiens y Los Dundee’s.
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