Gobiernos
Locales y Descentralización en Montevideo
Democracia y participación
popular
por Marta Harnecker(*)
ponencia
presentada en Venezuela en abril 2003(**)
DEFINICIONES DE PARTICIPACION
1. Antes de hablar de
nuestro tema considero importante que examinemos los diversos significados
de la palabra participación. Se habla de participación cuando la gente: a)
asiste a reuniones; b) cuando sale a la calle a manifestarse a favor o en
contra de algo; c) cuando vota en los procesos electorales, d) cuando
ejecuta determinadas tareas: campañas de alfabetización, de vacunación,
etcétera; e) cuando hace sentir su voz en una reunión. Todas estas son, sin
duda, formas de participación, pero, a mi entender, la principal forma es la
participación en la toma de decisiones y en el control de la ejecución y
mantenimiento en el tiempo de las medidas adoptadas.
2. Me han pedido que
aborde el tema de la democracia y la participación popular, y he pensado que
lo mejor era transmitirle a ustedes algunas ideas que surgieron de mis
investigaciones acerca de varios gobiernos locales de participación popular
de América Latina.[1]
3. Pero, ¿en qué
se diferencian los gobiernos de participación popular de los gobiernos
autoritarios y elitistas de derecha, que hasta ahora han sido y siguen
siendo inmensamente mayoritarios en nuestro subcontinente, y de los
gobiernos populistas de derecha o de izquierda?
4. Los gobiernos
autoritarios de derecha ganan las elecciones apoyados, muchas veces, por los
sectores más pobres de la población que por su atraso cultural son más
fácilmente manipulables por la propaganda electoral,
usan el poder que les
confiere el acceso a las alcaldías para beneficiar, con un estilo
autoritario, verticalista, a los sectores sociales de mayor poder
adquisitivo, y buscan, generalmente, perdurar en la memoria de la ciudad con
grandes obras urbanísticas que marquen su historia. En este sentido, existe
una diferencia nítida con los gobiernos de participación popular. Estos
últimos se orientan por el lema artiguista: “los infelices deben ser los
privilegiados” y tratan de buscar prioritariamente soluciones para los que
siempre fueron humillados y estuvieron desamparados, sin que ello signifique
que abandonen su preocupación por la ciudad como un todo. Se trata de
invertir las prioridades, de pagar una deuda social acumulada con los
sectores más desvalidos, sin por ello abandonar la atención de los sectores
que siempre fueron atendidos.
5. Los gobiernos
populistas del más diverso matiz se caracterizan, a diferencia de los
autoritarios, por poner en práctica políticas de beneficio popular, y en
esto tienen semejanzas con los gobiernos de participación popular, pero hay
algo que los separa en forma abismal: ellos gobiernan para el pueblo, pero
no gobiernan con el pueblo y, por eso, su estilo de administración es
similar a los gobiernos autoritarios de derecha. Las grandes obras
urbanísticas son reemplazadas por obras sociales: vasos de leche para suplir
el déficit alimentario, policlínicas, escuelas; obras que son ejecutadas y
administradas por personal de la alcaldía y que el pueblo recibe pasivamente
como una dádiva; obras que suelen tener un carácter meramente clientelista
dirigido a ganar el apoyo electoral de los ciudadanos.
6. Y como estamos
hablando de populismo, y sé que se acusa al presidente Chávez de populista,
yo quisiera decir aquí por qué considero que no lo es. No es fácil
distinguir a un dirigente populista de un dirigente revolucionario. En su
forma de aproximarse al pueblo, de hablarle, de escucharlo, las actitudes de
ambos son muy similares. La diferencia radical está en que el dirigente
populista usa al pueblo para sus objetivos personales, transformando al
pueblo en un pueblo mendigo que se acostumbra a pedir y a esperar de ese
líder la solución de sus problemas, y Chávez, un dirigente revolucionario,
busca, por el contrario, que el pueblo crezca, se organice, y vaya
prescindiendo cada vez más de su liderazgo y se vaya transformando en
protagonista de la historia.
7. Nuestros
pueblos son mucho más maduros que lo que piensa la derecha y sus
estadísticas. Cuántas veces no han creído que Fidel iba a caer, porque el
pueblo estaba descontento con la situación económica, pero cómo va a estar
contento si su situación económica es mucho peor que hace 12 años atrás
producto de la desaparición del comercio con el campo socialista, del
bloqueo y de la situación de la economía mundial. Lo que no miden las
estadísticas, ni aquellos que se mueven sólo en función de la obtención de
bienes materiales, es que gobernantes como Fidel y Chávez han logrado
devolver la dignidad a sus pueblos. Cuando el pueblo venezolano se movilizó
para exigir el regreso de Chávez a la Presidencia de la República en abril
del 2002, no lo hizo porque hubiese recibido cosas materiales de su
gobierno, sino por amor al único presidente que lo ha escuchado, que le ha
devuelto la dignidad, que lo convoca a transformarse en protagonista de un
nuevo proyecto de país.
8. Volviendo al tema,
considero como gobiernos de participación popular a aquellos que han
pretendido hacer un cambio radical frente a los gobiernos anteriores. “Pasar
como decía Aristóbulo Istúriz[2]
ex alcalde de Caracas
de un gobierno profundamente
antidemocrático, “cogollérico”, “cupulista”, con una enorme concentración de
poder en pocas manos, que ignora a la gran mayoría de la población y decide
por ella, a un gobierno en que la gente juegue un papel protagónico.”
9. Estudié 8
gobiernos con estas características, 5 del Partido de los Trabajadores de
Brasil, 2 gobiernos de La Causa R en Venezuela (Caroní bajo el gobierno de
Clemente Scotto, y Caracas, con Aristóbulo Istúriz) y la Intendecia de
Montevideo del Frente Amplio de Uruguay. Todos ellos se plantearon como meta
la construcción de un proyecto social en que la sociedad civil y,
especialmente, los sectores populares, tuviesen un papel protagónico.
10. De este
estudio pude extraer algunas reflexiones que quiero compartir con ustedes
acerca de los requisitos que debe tener una participación democrática.
NO HAY DEMOCRACIA SIN AMBITOS
ADECUADOS
PARA LA PARTICIPACION Y TOMA DE
DECISIONES
11. Una de
las primeras tareas, para poder lograr la participación de la gente, ha sido
la de crear los espacios apropiados para ello. Se han ideado así diferentes
propuestas de descentralización de la actividad del gobierno, pero aquí es
necesario precisar primero, de qué tipo de descentralización se trata.
12. Existe una
concepción que propone desconcentrar administrativamente servicios que hasta
entonces eran asumidos por el gobierno central o local, tales como el aseo
urbano, acueductos y alcantarillados, transporte, salud, etcétera, lo que
supone una paralela desconcentración presupuestaria, cosa que habitualmente
no ocurre dada la crisis financiera que vive la mayor parte de nuestros
estados. O propone desconcentrar una serie de trámites que suelen hacerse a
nivel central como el pago de impuestos. En lugar de obligar al vecino a
hacer sus gestiones en las oficinas municipales centrales, se procura que
éste pueda hacerlas en una oficina más cercana al lugar donde habita. Pero
si bien esto último facilita a la población el pago de los impuestos y otros
trámites, y ayuda a disminuir la red burocrática, no cambia con ello la
calidad del ciudadano. Este sigue siendo el del vecino que paga impuestos y
que va a buscar el servicio, sólo que ahora desconcentradamente en su
barrio.
13. Existe otra
concepción que plantea, no sólo una desconcentración administrativa y
presupuestaria, sino también una descentralización política, es decir, darle
al vecino la posibilidad de poder gobernar: otorgarle poder de iniciativa,
poder de decisión y poder controlador de la gestión municipal en su espacio
de participación.
14. “Esta
descentralización política afirma Tabaré Vásquez, ex intendente de
Montevideo implica
necesariamente una participación popular, porque de lo contrario no hay
descentralización política. Las fuerzas de derecha sólo proponen
desconcentrar administrativamente, pero los vecinos siguen en su calidad de
contribuyentes y el gobierno sigue teniendo centralmente el poder. Nosotros
proponemos desconcentrar administrativamente, pero además, que el vecino
pase de ser un vecino contribuyente a ser un vecino gobernante. Esto es
descentralización política y participación. Esta nueva calidad que asume el
vecino de poder participar del acto de gobernar, gesta un vecino con un gran
sentido comunitario, solidario, humano, participativo.”
15. Se da así,
según Tabaré Vásquez, un doble aprendizaje: los militantes que participan en
tareas administrativas van adquiriendo una “cultura de gobierno”, y los
vecinos van adquiriendo una “cultura de participación”.
16. Este tipo de
relación con el poder local no los distrae de los grandes problemas
nacionales
como es el propósito de los estrategas
de la reforma neoliberal del Estado,
muy por el contrario, al sentirse responsable de los problemas locales y
percibir que éstos muchas veces no pueden ser resueltos por los límites que
le impone el estado central y el sistema económico imperante, los politiza y
les hace comprender que si se desean resolver los problemas locales, la mira
debe estar puesta en el poder central.
17. Ahora bien, cuando
se plantea hacer un esfuerzo de descentralización política, se plantea la
necesidad de crear espacios más apropiados para la participación política de
los vecinos. Cuando los gobiernos municipales que estudiamos se propusieron,
por ejemplo, discutir con la población el destino de los recursos de la
alcaldía, surgió de los propios vecinos la demanda de crear espacios más
pequeños de discusión. Se dividieron las alcaldías en regiones[3] y luego, en muchos casos,
en microregiones; en otras se utilizaron las subdivisiones ya existentes por
parroquias. Se combinaron, por otra parte, distintas formas de participación
de acuerdo a las etapas del proceso de discusión: asambleas por regiones o
parroquias, con asambleas de barrios. La experiencia indica que, en muchos
casos, es el barrio, donde los vecinos se conocen y pueden reunirse con
mayor facilidad, el espacio ideal, para que éstos asuman las tareas de
cogobernar con la alcaldía.
18. En algunos
casos, de mutuo acuerdo con la población, se establecieron criterios de
regionalización, donde se buscó no sólo una división geográfica, sino
también una división político social, para que las personas puedan
integrarse más unas con las otras: las poblaciones con las poblaciones,
algunas poblaciones con determinados barrios.
19. En el caso
concreto de Porto Alegre, gracias a esa experiencia, la alcaldía ha
diseñado, de acuerdo con la población, un cambio en el proyecto de
regionalización de la ciudad que ya existía.
20. Para que exista un
ejercicio democrático es necesario crear ámbitos adecuados para la
participación de los ciudadanos.
NO HAY DEMOCRACIA SI NO SE TOMA EN CUENTA
LA CULTURA
ORGANIZATIVA DEL PUEBLO
21. No basta crear los adecuados espacios de
participación, es necesario buscar formas organizativas para ponerla en
práctica.
22. Algunas alcaldías pecaron de espontaneístas.
Se convocaba a la gente a que discutiera y participara sin ninguna dirección,
sin ninguna preparación previa de dichas reuniones. En otros casos se crearon
estructuras de participación nuevas, diseñadas por la alcaldía de acuerdo con un
criterio de racionalidad que no respetaba la cultura organizativa de la gente.
Ambos intentos fracasaron. No se puede prescindir de la organización, pero
tampoco se puede pretender organizar la participación sin tener en cuenta la
forma tradicional en que la población se ha organizado y sus hábitos culturales.
23. En muchos casos son las asociaciones de
pobladores, las asociaciones de barrio, las comisiones de fomento, las
instancias donde la gente está habituada a participar; en otros pueden ser las
comunidades indígenas. Los dirigentes de estas instancias conocen los hábitos de
la gente, saben cuando se dan condiciones más favorables para que la gente
asista a las reuniones y suelen contar con un calendario de actividades de
acuerdo a estas consideraciones.
24. Una gestión democrática exige el respeto de
la tradición organizativa y cultural de la gente.
LOS PROBLEMAS MAS SENTIDOS POR LA POBLACION:
EL PUNTO DE PARTIDA
DE LA PARTICIPACION DEMOCRATICA
25. Ante esta situación de débil organización, de
desmovilización y escepticismo en que se encuentra la población, es interesante constatar
que, en todos los lugares que hemos estudiado, la vía más apta para promover
inicialmente la participación ha sido la de convocar a la población a discutir y decidir
acerca del destino de los recursos, generalmente escasos, con que cuentan estas alcaldías.[4]
26. Y ¿por qué esto? Porque aquí se cumple, como
en todo esfuerzo por motivar a las personas a participar, el principio de que es
fundamental partir de los intereses inmediatos de la gente y, aunque parezca innecesario, es
necesario subrayar que se trata de los intereses que esa gente percibe como inmediatos, y no de lo
que muchas veces las administraciones locales creen que son sus intereses inmediatos.
27. De ahí la importancia de la consulta popular
para determinar cómo debe usarse el presupuesto disponible.
28. Por ejemplo, Gumercindo Milhomen, jefe de
gabinete de Luisa Erundina, ex-alcaldesa de Sao Paulo, con una larga trayectoria como
dirigente del gremio de los maestros, estaba convencida del carácter prioritario de las tareas
educativas y culturales, pero ese no fue el criterio de la población. Al consultarla se
comprobó que ésta sentía como algo más urgente que el acceso a la cultura, la necesidad de que
el camión de la basura llegue hasta la puerta de su casa, que consiga agua potable, que el
alcantarillado pase por su calle, que la ambulancia pueda llegar con facilidad hasta allí.
29. “Cuando la administración empezaba a plantear
que tenía un proyecto de democratización del Estado narra
Iria Charon, la principal promotora de la discusión popular del presupuesto en Porto Alegre,
en medio de la plenaria se levantaba una mano que preguntaba cuándo se iba a resolver el
problema del alcantarillado. Para esa persona el problema más serio era el de su niño jugando en
la calle en esa situación, o tener que salir con los zapatos en una bolsa para colocárselos al
subir al ómnibus. Y eso era lo que ocurría en gran parte de la periferia de la ciudad.”
30. Si no se parte de los problemas más sentidos
por la gente, las personas carecen de incentivos para participar en la gestión de
gobierno.
NO HAY DEMOCRACIA SI LOS DIRIGENTES
NO ESTAN DISPUESTOS
A TOMAR
EN CUENTA LAS OPINIONES DE LA GENTE
31. Pero si la administración local puede
equivocarse en la interpretación de las prioridades de la gente, como hemos visto anteriormente,
también puede tener datos inexactos o simplemente no tener datos de determinadas
realidades, que pueden y deben ser corregidos
con la participación de la propia gente. Por ello
es fundamental que los dirigentes administrativos, y todos aquellos que impulsan la
organización de las comunidades, para que éstas participen activamente en la gestión de
gobierno, sepan escuchar y sean flexibles para aceptar los criterios de la gente, aunque no
sean inicialmente sus propios criterios.
32. No hay gestión democrática si los dirigentes
no están dispuestos a tomar en cuenta los criterios de la gente.
NO HAY DEMOCRACIA SIN AUTONOMIA DE LA SOCIEDAD CIVIL
33. Cuando triunfa un gobierno popular, además de
que se acrecientan las expectativas en la población, surge una tendencia de las
organizaciones populares a “descansar” en las alcaldías, a esperar que las soluciones a sus
problemas caigan del cielo, a pensar de que ya no es necesario luchar por sus
reivindicaciones.
Esta tendencia ha sido combatida por los gobiernos que hemos estudiado. El estilo
paternalista de las alcaldías populistas sólo conduce a debilitar al movimiento popular, no lo
politiza ni lo prepara para enfrentar las dificultades que necesariamente se presentan en
el camino de los gobiernos que buscan una transformación social profunda.
34. El pueblo debe estar organizado en forma
independiente de la administración, por muy popular que ésta sea, porque ésta tiene que
actuar dentro de un aparato institucional heredado, con una serie de limitaciones; desde
una correlación de fuerzas en la cámara municipal, desfavorable en muchos casos, hasta la
legislación y la justicia vigentes, que no favorecen una gestión en beneficio del pueblo,
situación que sólo puede ser superada con una gran presión popular. Ahora bien, esta
autonomía no sólo es necesaria para presionar contra la institucionalidad que se hereda, sino
también para corregir errores que ese gobierno puede cometer, porque es absorbido por
ese aparato que fue creado para servir a otros intereses. La desviación administrativista
y legalista es algo que acecha a todo gobierno, y de la cual no son ajenas las
alcaldías de participación popular.
35. Afirmar esto no significa desconocer el papel
fundamental que pueden desempeñar los gobiernos locales en la creación “desde arriba”
de espacios para la participación popular.
La experiencia del presupuesto participativo en
Porto Alegre y otras alcaldías del Partido de los Trabajadores de Brasil es un ejemplo de ello.
Gracias a estas iniciativas “desde arriba” se logró avanzar en el proceso de participación
de la gente en la gestión de gobierno, pero que, al ser iniciativas organizadas por la
alcaldía, si no se logra ir construyendo, al mismo tiempo, movimientos sociales autónomos, corren el
riesgo de desaparecer si el alcalde no logra reelegirse o no se elige un nuevo alcalde
con el mismo proyecto que el saliente.
36. No existe, por lo tanto, democracia sin
autonomía de las expresiones del movimiento social frente al Estado.
NO HAY DEMOCRACIA SIN INFORMACION NI TRANSPARENCIA
ADMINISTRATIVA
37. Ahora bien, no hay autonomía si la población
no tiene la suficiente información para poder pronunciarse y adoptar decisiones
autónomas. Si no entiende el problema, si no maneja los datos al detalle, su participación en
las reuniones puede ser meramente formal o pasiva.
38. Al no tener en cuenta este elemento, la mayor
parte de las alcaldías estudiadas cometieron los mismos errores.
39. Convocaron a la población a que expresase sus
necesidades. Las demandas que surgieron de aquellas reuniones fueron colosales,
porque, como es lógico un gobierno popular suele crear grandes expectativas en la
gente, especialmente en la más humilde, en el sentido de que ahora sí se van a resolver sus
problemas.
40. Esas expectativas eran el producto de un gran
desconocimiento de las limitaciones presupuestarias de las alcaldías. Muy pocas
personas conocían, por ejemplo, cuál era la parte de los ingresos que podía ser invertida en
obras. Fue necesario explicarle de dónde provenían los recursos de la alcaldía, cuáles
eran de jurisdicción del municipio y cuáles del gobierno regional o central. Luego de tales
explicaciones la población empezó a comprender que ella sólo podía intervenir y
opinar sobre aquella parte de los ingresos del municipio que quedaba disponible para obras.
41. Aristóbulo Istúriz sostiene que la
experiencia condujo a los que trabajaban en la alcaldía a concluir que “no toda asamblea es sinónimo de
democracia; que las asambleas no son productivas si la gente que no tiene formación
política, si no está politizada.” Y la “politización se convirtió, así, en el problema
fundamental. Para profundizar la democracia era necesario politizar. El problema fue entonces
cómo bajar a la gente, cómo acercar hasta el más humilde de los ciudadanos la facilidad
para que se politice, para que esté en capacidad de tomar decisiones.”
42. Se dieron cuenta, entonces, que para lograr
eso era fundamental darle información a la gente. Aristóbulo y su equipo son de los que
insisten incansablemente que “sólo existe democracia con gente igualmente informada.”
43. Ahora, todo esto supone que la alcaldía
aplique en su gestión una política de transparencia administrativa; que se eliminen los
llamados “secretos de Estado”.
44. Pero en esta cuestión de la información hay
que evitar que se piense que toda la información necesariamente debe venir de arriba.
En muchas ocasiones la propia población puede aportar mucho para enriquecer la
información acerca de la realidad en que vive.
45. Todos saben que el tema del agua es uno de
los más problemáticos de Caracas, pues hay sectores de los barrios donde las redes son
muy desordenadas, muy mal instaladas y donde no hay información alguna que permita
comenzar un proyecto de reparación. En estos casos, es la propia gente que allí vive
quien conoce mejor que nadie cómo se distribuye el agua, por dónde va la tubería en su
barrio, y no los ingenieros de Hidrocapital, porque fue la propia gente la que construyó esas
redes. Esa información, dificilísima de levantar si sólo trabaja en ella una institución
del Estado, fue preciosa para resolver el problema.
46. En Porto Alegre, cuando al hacerse el
diagnóstico de una determinada área, la alcaldía tenía una información no coincidente con los
pobladores de dicha área, se pidió a los habitantes de esos lugares que ellos hicieran su
propio diagnóstico, y con los nuevos datos obtenidos por la población se corrigió la
información de la alcaldía.
47. Se comprobó que con este tipo de medidas las
personas se sentían participando, sentían que su palabra también tenía peso, y eso
aumentaba su motivación para colaborar activamente en la gestión de gobierno.
48. Sólo hay democracia con ciudadanos igualmente
informados.
NO HAY DEMOCRACIA SI LA POBLACION NO TIENE CAPACIDAD
DE ELEGIR
Y
CONTROLAR A QUIENES LA REPRESENTAN
49. Un elemento clave de la participación de la
población en la gestión de gobierno es la capacidad que ésta tenga de hacerse representar
en forma adecuada.
50. En Porto Alegre, por ejemplo, existen dos
instancias para discutir el presupuesto: un consejo de representantes, formado por las
personas que representan a las 16 microregiones en que se dividió la ciudad para este objetivo,
elegidas por los representantes de las organizaciones de sus microregiones y un foro de
delegados, escogidos directamente por las personas presentes en las plenarias que se
realizan en las diferentes comunidades, pertenezcan éstas a un organismo o no, en la
proporción de 1 por cada 10 de los presentes. Si hay 100 personas presentes, se eligen 10
delegados; si se logra reunir mil, se eligen 100.
Lo que se busca con esta proporcionalidad es
estimular la participación; mientras más asistencia tenga una asamblea, mayor cantidad de
delegados elige. Los delegados no votan, pero asisten a las reuniones, discuten, reciben
información, se dan cuentan de cómo ha sido estructurado el presupuesto, y luego transmiten
todas estas informaciones a sus respectivas comunidades.
51. Es importante que la elección de estos
representantes sea directa y secreta para evitar presiones, amiguismos, clientelismo, etcétera.
52. En otras alcaldías, las asambleas de
discusión del presupuesto se hacen fundamentalmente con dirigentes de las juntas de
vecinos, y de los movimientos populares. Y muchas veces se ha requerido, como paso previo,
un proceso de elección democrática de aquellas directivas que no eran representativas,
sino que habían sido impuestas por los partidos que hasta entonces habían dominado el
aparato institucional.
53. En la Intendencia de Montevideo es donde más
se ha avanzado en lo que se refiere a la representatividad de los vecinos.
54. Pero no sólo es importante buscar fórmulas
democráticas de elegir, es también clave la cuestión de quién nomina al candidato. Muchas
veces son los partidos políticos los que señalan los nombres, en otros casos los nombres
surgen de la asamblea de vecinos. En el primer caso, la opinión de quienes no son
afiliados al partido no se toma en cuenta, y muchas veces tampoco la de los militantes de base
de dichos partidos. En el caso de la nominación en asamblea, esta suele ser por mano
alzada a propuesta de algún vecino. Este método, aparentemente más democrático, no lo es
tanto si se toma en cuenta que en una comunidad pequeña existen lazos familiares, de
amistad o de trabajo con los vecinos, que muchas veces les inhiben a vetar un nombre
propuesto en la asamblea porque eso puede crear susceptibilidades.
55. Por otra parte, los vecinos elegidos como
representantes tienen que aprender a subordinar los intereses de su barrio a los
intereses de su microregión. Su tarea es también velar, junto con la población, porque las obras
se ejecuten y esto se realice con eficiencia. Si no cumplen con el mandato que ésta le ha
otorgado pueden ser revocados.
56. La actual Constitución venezolana, una de las
más avanzadas en el tema de la participación popular en el mundo, plantea el
mecanismo del “referéndum revocatorio” para suspender de sus cargos a aquellas personas
que no han cumplido con su mandato.
57. No hay democracia si la población no tiene
posibilidad de elegir y controlar a quienes la representan.
NO HAY DEMOCRACIA SIN POLITIZACION
58. Una de las dificultades mayores en este
ejercicio democrático es que la población sea capaz de subordinar sus intereses sectoriales a
los intereses de la ciudad como un todo, y los intereses de la ciudad a los de la sociedad
en su conjunto.
59. Existe una tendencia natural a que cada
representante trate de conseguir las mayores inversiones para la región que él representa.
60. En Porto Alegre se hizo una interesante
experiencia para que la gente trabajara con la perspectiva de la ciudad como un todo.
61. Se consiguió un ómnibus y se invitó a todos
los representantes a hacer un recorrido. Muchos de ellos no conocían la ciudad. Sólo se
movilizaban de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. “Eso conllevaba -expresa Iria
Charon- que su actuación dentro de las plenarias estuviese desprovista de una visión
macro de la ciudad. Luego de haberla recorrido y haber constatado las necesidades de
cada zona algunos llegaron a la conclusión de que había otros que necesitaban mucho más y
comenzaron a ser solidarios con ellos. No es la regla general, pero se dieron casos de este
tipo.”
62. Junto a este esfuerzo, la Secretaría de
Planificación, hizo un mapa con todo lo que había en cada lugar: número de habitantes, saneamiento
básico, escuelas, puestos de salud. Y dio un puntaje a cada uno de estos aspectos. Esos
puntajes eran sometidos a discusión y votados por los delegados en reuniones semanales.
Aquellas áreas que obtenían menos puntos eran consideradas áreas de carencia
máxima. La alcaldía buscaba de esa manera motivar a la población para que, al definir sus
prioridades, tomase en cuenta las áreas más carenciadas.
63. Todas estas iniciativas van dirigidas a
lograr que la gente perciba que sus problemas concretos estaban ubicados dentro de un contexto
más amplio y que, por lo tanto, la resolución de fondo de ellos implica un cambio
del régimen existente. Son todos esfuerzos de politización de la gente -politización que,
por supuesto, nada tiene que ver con partidización-, porque sólo una persona
politizada es capaz de sobrepasar los estrechos límites de su localidad o sector (sea este su
barrio, su sindicato, su escuela, su ciudad) y asumir los intereses globales de la sociedad.
64. La superación del localismo, por lo tanto, es
un requisito indispensable para el ejercicio democrático, y la profundidad de un proceso
democrático se mide por el grado de politización alcanzado por sus ciudadanos.
NO HAY DEMOCRACIA SIN CONTROL DE LA GESTION
POR LA POBLACION
ORGANIZADA
65. Por último, algo que se ha comprobado en
todas las alcaldías que hemos estudiado es que el buen funcionamiento de éstas, la cantidad
y calidad de obras que se realicen, la simpatía que estas gestiones despiertan en la
población, están directamente relacionados con la capacidad que tienen las administraciones
municipales de corresponsabilizar a la población de la gestión de gobierno, para que la
gente se sienta realmente dueña de su ciudad, se apropie de ella, la sienta y la cuide
como a su propia casa. Pasar, como dice Aristóbulo Istúriz, de un gobierno para la gente
a un gobierno de la gente.
66. Pero para que esto se logre, es fundamental
no sólo delegar poder de decisión y de ejecución, sino también de control, en las
agrupaciones organizadas del pueblo.
67. El problema del control es quizás uno de los
elementos más olvidados, pero a la vez, quizás uno de los más fundamentales para que
exista una gestión democrática, porque nada se saca con decidir determinadas prioridades, ni
conseguir recursos para determinadas obras, si la gente no se organiza para dar
seguimiento a estas iniciativas, para vigilar que los recursos se empleen en las obras a las que
estaban destinados y que éstas se ejecuten con la calidad requerida.
68. La falta de control organizado por parte de
la gente es lo que facilita no sólo la corrupción y el desvío de recursos, sino el que
los propios vecinos no hagan las cosas como deben hacerlas para favorecer los
intereses
colectivos.
69. En algunas alcaldías se ha hablado de la
consolidación democrática de las obras. Una cancha deportiva, no sólo se ejecuta con la
partición de los vecinos que van a usufructuar de ella, sino que éstos se organizan para darle
mantenimiento, para cuidarla, para hacer que se respeten las normas que ellos mismos ponen
para evitar su deterioro.
70. No hay, entonces, democracia, sin control por
parte de la gente organizada.
CONCLUSION
71. Aplicar todas las medidas señaladas significa
tener una gran confianza en la iniciativa creadora del pueblo y aceptar que éste puede
llegar a elaborar soluciones que quizá no han sido pensadas por la
administración.
72. Me parece que la siguiente anécdota ilustra
muy bien este planteamiento: durante la segunda guerra mundial un barco norteamericano
quedó a la deriva, y estaba rodeado de barcos nazis. De repente aparece una mina que se
acerca peligrosamente al barco. El capitán no sabe cómo moverlo para evitar el
choque y la explosión que de ella derivaría. Decide reunir a la tripulación para buscar junto
con ella alguna solución. Un marinero, el más inculto de todos, dice que se le ha ocurrido
la idea que si todos se ponen a soplar se puede crear una corriente que aleje la mina. ¡Qué
idea más absurda parecía aquella! Sin embargo, gracias a ella, otro miembro de ese
colectivo, siguiendo la línea de razonamiento planteada por el humilde marinero, concibe la
idea de hacer trabajar las mangueras del barco. Lanzando chorros de agua se logra
finalmente alejar la mina.
73. ¡Qué gran lección! ¡Cuántas iniciativas
populares no se habrán perdido en la historia porque quienes dirigen los procesos no confían
realmente en el pueblo!
74. Pienso entonces, para terminar esta
intervención, y dejando muchas cosas en el tintero, que de todo lo dicho anteriormente se deduce que
el grado de profundidad alcanzado por un sistema democrático se mide por el grado de
participación y de control ejercido por la población en la gestión de gobierno y que, por lo
tanto, la participación democrática de la gente es la fuerza fundamental de toda obra de
transformación social.
_______________________
NOTAS
1.
Estas ideas no son nuevas, ya expuse la mayor parte de ellas en varios
eventos anteriores.
2.
Actual Ministro de Educación.
3. Este
término se usó en Porto Alegre. En la alcaldía de Montevideo se denominan
Zonas, en las alcaldías venezolanas se usó la subdivisión administrativa
existente: las parroquias.
4.
En Brasil este proceso se llama “orçamento participativo” (presupuesto
participativo); en Venezuela, discusión del “situado parroquial”.
(*)
Escritora y
periodista chilena, ha realizado numerosos trabajos sobre temas políticos y
sociales.
(**)
Tomado de rebelion.org
© autogestión vecinal (http://www.chasque.apc.org/guifont) Montevideo/URUGUAY
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