vecinet-notici@s Nº
276
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1º DE JULIO DE 2000
DIA INTERNACIONAL DEL COOPERATIVISMO 2000
SUMARIO:
< 1
> Marcha y Asamblea Nacional de FUCVAM
< 2 > Cooperativismo y raíces
tradicionales, por Gonzalo Abella
< 3 > Mensaje de
CUDECOOP
< 1 > Marcha y Asamblea
Nacional de FUCVAM
La Federación Uruguaya de Cooperativas de
Viviendas por Ayuda Mutua conmemora el Día Internacional del Cooperativismo
(primer sábado de julio) con una Marcha y Homenaje a los Pioneros de Rochdale el
viernes 30, concentrandose en el Obelisco de los Constituyentes a las 18,
marchando por Bvar Artigas hacia el Sur hasta Tomás Giribaldi, por esta hacia Av
Julio Herrera y Reissig, lugar donde está ubicado el Monumento a los Pioneros de
Rochdale.
En otro orden, el sábado 1º de julio se realizará la 45º Asamblea
Nacional Extraordinaria en el Salón Comunal de la Cooperativa de Viviendas Juana
de América (Mesa 5), en Florencia y Abipones. El Orden del Día contiene un único
punto sobre la Situación actual en materia de cooperativismo y vivienda popular,
para lo cual desde hace un tiempo se entregó un documento a todas las
cooperativas de base para tomar posición.
< 2
> Cooperativismo y raíces tradicionales
por Gonzalo
Abella
El movimiento cooperativo latinoamericano reconoce como
fuente de inspiración al movimiento de los Tejedores de Rochdale y otros
emprendimientos europeos que efectivamente sentaron las bases para el
cooperativismo moderno. La propia filosofía del cooperativismo se inspira
claramente en el pensamiento avanzado norteamericano y europeo, que se
expandiera en el siglo XVIII, especialmente en Francia; y es su fuente nutricia
la madurez de una clase obrera industrial que a través de las trade
unions y
las más radicales sociedades de resistencia inauguraron en el siglo XIX un nuevo
mensaje de solidaridad.
Más atrás en la misma Europa podemos encontrar las
formas de solidaridad aldeana y los movimientos heréticos cristianos que
quisieron recuperar la dimensión del vivir comunitario.
Pero la lista no
debería agotarse allí. Por ejemplo, en la América precolombina existían
instituciones cuya supervivencia (en la práctica o en la memoria) permitió una
más eficiente implementación de las cooperativas.
Citaré entre ellas el aillu
andino, célula comunitaria que ni los Incas ni los españoles ni los gobiernos
liberales pudieron destruir; y el concepto de minga que en todas las culturas no
imperiales significó el deber de apoyar al momentáneamente desvalido en forma
solidaria.
También en las Misiones Jesuíticas los indios reducidos
recuperaron viejas prácticas solidarias propias de su cultura pero ahora
relacionadas con los nuevos vínculos a un mercado exterior regido por relaciones
mercantil dinerarias.
En el mundo gaucho, tan permeado por la tecnología, la
religiosidad y la ética de los pueblos originarios de la pradera, la propiedad
privada era algo inimaginable; y cuando finalmente se impuso por el alambrado de
los campos (1875) muchos propietarios supieron mantener con su peonada un
vínculo solidario y de lealtades mutuas que erróneamente se vio desde al ciudad
como una simple relación feudal. En realidad, si el alambrado de los campos
consolidó la injusticia del latifundio, culminó un proceso atroz que había
comenzado con el genocidio indígena (1831), no borró sentimientos anteriores que
algunos nuevos dueños manipularon pero otros respetaron en mayor o menor
grado.
Pero además la pradera conservó pertinaz la memoria de una propuesta
solidaria, multicultural, que los dotores liberales hubieran borrado
gustosamente: la gesta de Artigas.
Artigas no es un milagro inexplicable, no
es la perfección en un tiempo imperfecto. Es la expresión de la alianza en pie
de igualdad de los pueblos originarios no imperiales con los afro americanos,
las nuevas comunidades indio cristianas, los criollos discriminados, los
mestizos y los mulatos, todos ellos enfrentados a la opresión colonial y a la
opresión de las nuevas oligarquías criollas en alianza con
Inglaterra.
Los documentos artiguistas, si bien están influidos por las
corrientes renovadoras de la época, son ante todo la síntesis de los encuentros
en torno al fogón, allí donde las culturas peregrinas
dialogaban
horizontalmente, a veces directamente y a veces a través de sus
representantes y jefes espirituales.
La propuesta agraria de Artigas no se
basa en un reparto uniforme e igualitario de tierras (las repartibles son sólo
aquellas de los "malos europeos y peores americanos") sino en la garantía de
acceso a ese bien para todos junto a la salvaguarda de los derechos indígenas
sobre sus tierras ancestrales y el de las comunidades afro americanas sobre las
tierras necesarias no como posesión sino como usufructo y relacionamiento
comunitario. Todo el entramado legal se basa en medidas y reglamentos
provisorios que se refrendan, más que por el documento, por las lanzas en
constante vigilia.
Sin este espíritu, tan presente de una forma u otra en el
imaginario colectivo uruguayo, no puede explicarse el extraordinario desarrollo
del espíritu cooperativo y sus logros aún en tiempos de turbulencias y
desazones.
Soberanías locales federadas y concepción descentralizadora
Artigas partía de la propuesta de Patria Grande con soberanías locales
federadas. Esta concepción descentralizadora debía regir tanto para
las
alianzas entre provincias como para el gobierno de cada provincia en
particular. Téngase en cuenta que la diversidad cultural interna de cada
provincia era mucho mayor que hoy. La pérdida de diversidad cultural y de
biodiversidad van de la mano.
En las instrucciones del año XIII
(condiciones para la alianza interprovincial) hay propuestas para el
relacionamiento interprovincial y otras que plantean el relacionamiento
descentralizado entre localidades, comunidades y cada gobierno provincial. Allí,
por ejemplo, se dice claramente que ningún gobierno provincial podrá prohibir a
una comunidad en su jurisdicción el derecho a tener su propio armamento de
autodefensa. En general, es muy claro el espíritu de la propuesta: el gobierno
provincial
sólo se ocupará de aquellos asuntos que las comunidades deleguen
en él a título expreso; lo mismo hará el Gobierno Superior de la Nación en
relación a las provincias.
Es sintomático también que en pleno segundo sitio
a Montevideo, Artigas establece la capital en Villa Guadalupe (Canelones) pero
una vez controlado Montevideo por Otorgués, la capital DE TODA LA LIGA DE
PROVINCIAS es Purificación, una humilde toldería multicultural en el
Norte.
Parece muy claro el espíritu consecuentemente descentralizador que es
a la vez DESCONCENTRADOR DE PODER.
Comunidades intercambiaban propuestas
en forma horizontal Artigas muchas veces emplea el término CONFEDERACION que
implica un grado aún menor de compromiso administrativo mutuo. Algunos autores
han querido ver en esto un proceso gradual de aproximación a una constitución
federal, pero parece más lógico pensar en diferentes énfasis según lo que exige
cada coyuntura.
Como advierten muchos autores, entre ellos Danilo Antón,
tanto la federación norteamericana como la artiguista tienen como fuente de
inspiración las federaciones de naciones originarias americanas, donde los
representantes de las comunidades intercambiaban propuestas en forma horizontal
y respetuosa. He sido testigo en el mundo guaraní sul-matogrossense de varias
reuniones de representantes (aty guasú, o sea "reunión grande") y he admirado, a
pesar de mis limitaciones idiomáticas, el clima de reflexión profunda que se
mantiene.
Comienza como una serie de monólogos: nadie retruca al que hizo uso
de la palabra con anterioridad, parece que no lo hubiera escuchado; pero poco a
poco las nuevas rondas de intervenciones van incorporando lo oído en los
intercambios; nadie se ofende porque el tomen una idea y la hagan suya
sin
nombrarlo aquellos decían lo contrario apenas unos minutos antes.
Las
primeras acciones libertarias en las trece colonias norteamericanas, en pleno
siglo XVIII, las emprendieron patriotas disfrazados de indios; en los fogones
artiguistas se cantaba: "Cielito, cielo que sí/ tómense su chocolate/ aquí somos
puros indios/ y sólo tomamos mate" y se usaba la vincha blanca porque el blanco
era el color charrúa para la declaratoria de guerra. Después, cuando el
artiguismo es desterrado, San Martín le dice a las provincias: "un genio
maléfico os ha inspirado la idea de federación" y Rivera, justificando el
genocidio indígena, compara a los charrúas con los iroqueses para explicar por
qué su destrucción era inevitable. ES importante recordar que Benjamín Franklin
y otros independentistas ilustres de la primera época decían que eran
precisamente los iroqueses el ejemplo más perfecto de federación. Cuando se
habla de la influencia norteamericana sobre Artigas, se nos hace creer que se
trata del odioso liberalismo norteamericano, cuando esa influencia fue muy
otra.
La democracia directa local
Durante algún tiempo pensé que Artigas era un
obsesionado por la equidad entre los seres humanos, pero después me di cuenta
que esa no era su preocupación central pues es muy y difícil establecer la
equidad en un universo multicultural donde se persiguen sueños tan diversos, y
donde hasta la tierra misma puede ser objeto de compraventa para unos y lugar
sagrado para otros.
En realidad lo que Artigas buscaba era que nuestro
continente (irreversiblemente mulato y mestizo) no tuviera mayorías marginadas;
que el que quisiera urbanizarse lo hiciera, pero el que quisiera vivir del
trueque en naturaleza también pudiera hacerlo. No se advirtió que cuando afirma
que "los indios tienen el principal derecho" está diciendo al mismo tiempo que
la Naturaleza tiene sus derechos. Las culturas indígenas no pueden vivir en un
paisaje artificializado, por lo tanto "promover la libertad civil y religiosa en
toda su extensión imaginable"· como él pedía implicaba preservar espacios
incontaminados de naturaleza.
La democracia de Artigas tiene base en la
democracia directa local, celosa de los fueros de la comunidad, y en la
delegación de la menor cantidad posible de atribuciones a un gobierno central
rígidamente reglamentado, porque "es muy veleidosa la probidad de los hombres y
sólo el freno de una Constitución puede asegurarla".
Las formas comunitarias
de consenso no podían ser tampoco iguales en todas las comunidades sino que
debían estar en función de sus tradiciones culturales específicas.
La
diversidad respetuosa
El mundo gaucho fue un laboratorio de respeto a
la diversidad cultural porque coexistía con pueblos originarios, criollos
transgresores de la Ley colonial y comunidades de prófugos afro americanos. Pero
además el mundo gaucho en sí mismo llevaba la diversidad de sus raíces. La
pradera era la fiesta de la diversidad respetuosa.
Por lo tanto la propuesta
de Artigas se limita a expresar una realidad existente. No sólo multiétnica,
como dice Antón, sino además (y es lo más importante) multicultural. No había
una cultura hegemónica.
El ejército con el que San Martín cruzó Los
Andes era multiértnico por la composición de sus filas, pero no multicultural:
los oficiales criollos, formados en la escuela europea, lo dirigían en
exclusividad. En cambio, las fuerzas armadas de la Liga Federal eran una
coalición de grupos DE DIFERENTES CULTURAS que coordinaban acciones con gran
independencia, por consenso. Había tropas regulares divididas en caballería,
infantería y marina, pero había sobre todo montoneras de a caballo, grupos
indígenas conducidos por sus propios jefes, grupos afro con sus propios líderes,
y destacamentos provinciales a las órdenes intransferibles de un caudillo del
mimo pago. Pongo este ejemplo porque la forma de hacer la guerra defensiva es
expresión de la propuesta cultural subyacente de un estado o una
coalición de
pueblos.
La integración multicultural artiguista no era ni homogeneización
cultural ni su otro extremo igualmente odioso, el apartheid; era el libre
tránsito, la libre opción de cada uno y de cada una en una oferta diversa de
formas de vida coexistiendo en forma fraterna, donde los derechos de una cultura
sólo desaparecían donde ecomenzaban los derechos de las demás.
El
concepto de propiedad
En la propuesta artiguista el concepto de
propiedad va cambiando en cada territorio según las pautas culturales de los
pueblos que lo ocupan. La reforma agraria que propone para las zonas criollas de
la Banda Oriental es mucho más individualista que la que diseña su lugarteniente
Andresito para la Provincia de Misiones. Esto no es una discrepancia entre
Artigas y Andresito sino una sabia adecuación a las características de cada
población.
Mientras en la Banda Oriental "los más infelices" tienen derecho a
una suerte de estancia para cada familia en particular, en Misiones las tierras
expropiadas pasan a la comunidad según la vieja tradición de la zona.
Pero
siempre, aún en zonas donde la tierra se distribuye a la usanza europea, se
procura una rigurosa equidad y el derecho a la propiedad se rige por la máxima
que el propio Artigas expresa así: "cuando se trata de salvaguardar los
intereses públicos se sacrifican los particulares".
< 3 > Mensaje de CUDECOOP
Este Día
Internacional de las Cooperativas, sexto que celebra oficialmente la ONU,
encuentra al cooperativismo uruguayo compartiendo las preocupaciones y los
desafíos universales en que la Alianza Cooperativa Internacional centra sus
reflexiones con motivo de esta jornada.
Como herramientas al servicio de las
personas y los pueblos, las cooperativas se comprometen con su problemática.
Ofreciendo sus aportes específicos, sin proclamar soluciones globales
salvadoras, pero con la conciencia de poder contribuir, por el camino de la
ayuda mutua y de la autoayuda responsable, a la humanización de la
existencia.
Es así como en los últimos años, ACI ha colocado como estandartes
para nuestras jornadas internacionales los temas del cooperativismo en su
relación con la economía mundializada, con las políticas públicas y la
legislación cooperativa y, en esta oportunidad, el fomento del empleo.
Los
tres temas mencionados están íntimamente ligados.
La vertiginosa
evolución de las economías, está marcada por la creciente concentración en
grandes empresas multinacionales, con sus secuelas de polarización,
inestabilidad y conflictividad de las sociedades y agresión al medio ambiente.
Así surge la necesidad de hallar respuestas desde lo local y lo nacional, que
tiendan a restablecer equilibrios, a integrar socialmente a partir de un sistema
de relaciones más equitativas, a brindar oportunidades a los individualmente
débiles. En suma, a construir
una convivencia democrática auténtica también
en los planos económico, social y cultural.
La ONU, la Organización
Internacional del Trabajo, así como muchos estados nacionales han dirigido su
mirada hacia el movimiento cooperativista, como una de las vías para enfrentar
los complejos problemas de esta era. Superada la época de los "modelos
perfectos" de sociedad, se reconoce a las cooperativas particularidades
apreciables para operar a partir de su inserción en los mercados, tomando las
reglas de juego vigentes, pero con la característica de ser empresas con fines
de servicio,
centradas en las personas, regidas por los valores esenciales de
la convivencia, fundadas en la cooperación, vinculadas entre sí tanto por sus
ideales comunes como en el desarrollo de sus negocios.
La poderosa
realidad de grandes ejemplos del cooperativismo mundial, muestran elocuentemente
que las organizaciones empresariales solidarias distan mucho de ser utópicas. En
medio de las duras condiciones del presente, emergen nuevas ramas del
cooperativismo y se revitalizan muchas de
las preexistentes, adaptándose
permanentemente a los cambios, a partir de la inteligencia creadora propia de un
modelo empresarial que ha valorizado principalmente la participación protagónica
de sus asociados y trabajadores.
Este potencial constituye una
verdadera riqueza para los países y por ello muchos Estados -como ONU
recomienda- han sabido estimular el cooperativismo a través de una legislación
adecuada y de modernos mecanismos de promoción.
Dentro de la gama de
problemas que las cooperativas contribuyen a atacar se encuentra el desempleo,
así como el subempleo, la informalidad y la precariedad del mismo.
No
en vano el Consejo de Administración de OIT ha priorizado el tema del
cooperativismo en la agenda de la próxima Conferencia en el 2001.
En el mismo
sentido ha trabajado el cooperativismo uruguayo. En los últimos años, hemos
insistido en presentar a las autoridades públicas y a la sociedad en general
nuestras Propuestas Programáticas. Las mismas están elaboradas basándonos en
nuestra vocación de servicio; desde los valores acuñados y honrados por
generaciones que nos precedieron.
Ningún interés mezquino nos ha guiado,
ningún afán de obtener otra ventaja que la de servir mejor a más
uruguayos.
Hemos tomado contacto con absolutamente todo el sistema
partidario, antes y después de las elecciones. Este diálogo, en el período
reciente, se ha extendido a parlamentarios y direcciones partidarias, culminando
en el mes de marzo con la entrevista concedida por el señor Presidente de
la
República.
Están expuestos, sobre la mesa, nuestros puntos de vista y
presentadas, concretamente y por escrito, nuestras principales propuestas
programáticas.
A nadie hemos urgido, pero vivimos tiempos que no nos esperan.
Las cuestiones fundamentales atienden a la superación de restricciones
legislativas y administrativas de nuestro desarrollo y a lograr un más
calificado relacionamiento con el Estado y los Municipios.
Pero fieles a los
principios cooperativos, tenemos plena conciencia de ser los protagonistas de
nuestro futuro. Planteamos firmemente la conformación de una Comisión Sectorial,
en la órbita de la Oficina de
Planeamiento y Presupuesto, para la ejecución
de políticas gubernamentales claras hacia el movimiento cooperativista:
promotoras pero no paternalistas.
Que propendan a su desarrollo
autónomo.
Fieles a la política de ACI, destacamos el papel que las
cooperativas juegan en la generación de empleo digno, el cual puede dinamizarse
fuertemente si desde el Estado se asume una política decidida al respecto.
En
la región y también más allá de nuestro continente existen sobrados ejemplos de
incursión en nuevas áreas de actividad, de creación de oportunidades laborales a
grupos específicos en situación de exclusión, de autoempleo de profesionales que
se reinsertan en el mercado luego de quedar excluidos de otras empresas, tanto
del sector privado como del público; de apoyo al desarrollo empresarial a través
de instituciones cooperativas que aportan servicios de capacitación, asistencia
técnica y financiamiento.
Pero antes -de inmediato-, es menester atender con
urgencia al mantenimiento de las actuales fuentes de trabajo cooperativo. Hoy
corren hacia la desaparición experiencias valiosas de cooperativas de
producción, que -desde una interpretación jurídica fiscalista- no estarían
amparadas por la actual vetusta legislación.
Hoy mismo, otras modalidades
rurales y urbanas, de trabajadores y de usuarios, de la producción y de los
servicios, podrían prestar más servicios y ocupar más uruguayos.
Cuando
señalamos nuestros aportes a la sociedad local, lo hacemos desde la misma
perspectiva integradora y solidaria que nos ha conducido a fundar cooperativas y
a agruparnos en Federaciones, entre distintas ramas y aún más allá de los marcos
nacionales.
Queremos participar en la construcción democrática de un país
libre, justo, próspero y fraterno; y eso implica un compromiso fuerte con los
demás actores de la vida nacional. Los principios cooperativos de autonomía e
independencia en materia política, filosófica y religiosa y de igualdad y no
discriminación de los asociados suponen un gran respeto por la diversidad y la
asunción de la riqueza que encierra la pluralidad.
Esta
complementariedad sobre cuya base se desenvuelve el cooperativismo se proyecta
hacia las organizaciones públicas y privadas que trabajan por el bien
común.
Es nuestra aspiración, en el marco de un nuevo aniversario del Día del
Cooperativismo que se abran los causes por los cuales seguir aportando al
genuino desarrollo económico y social de nuestro país.
(Confederación
Uruguaya de Entidades Cooperativas)
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