vecinet No. 1.117 – Especial  14 de JULIO 2016

20 años de comunicación alternativa independiente, para la participación y la organización popular

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[Este boletín, incluye al final un cuento del libro "Las mujeres ¿dónde estaban?" de María Julia Alcoba Rossano]

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Maldonado y Paraguay no es una esquina cualquiera: No pases indiferente
     Próximo miércoles 20 de julio, a las 18hs. en la esquina de Maldonado y Paraguay
     MEC – Comisión Especial Ley 18596 instalan placa recordatoria
     El 20 de julio, a las 18:00 horas, en las calles Maldonado esquina Paraguay, en el marco de lo dispuesto por los artículos 6 y 7 de la Ley 18596, el Ministerio de Educación y Cultura y la Comisión especial Ley 18596, instalarán una placa recordatoria que señaliza el lugar donde funcionó la inteligencia policial, se organizó el espionaje y la persecución contra la sociedad y donde se violaron los derechos humanos en la última dictadura cívico militar.
VER TAMBIEN:
- http://maldonadoyparaguay.wix.com/nopasesindiferente

- http://www.laondadigital.uy/archivos/14452

     Se abrió una web por parte de denunciantes ante la Justicia que estuvieron detenidos en el Departamento de Inteligencia e Investigacones de la Policía, para firmar reclamando que el Minist. del Interior baje una placa recordatoria del Insp. Victor Castiglioni, quién dirigió ese departamento policial de la represión. Las gestiones con el Ministerio ya están encaminadas y la quita de ese recordatorio del represor Castiglioni es inminente.
Esto va a ser acompañado este próximo 20 de julio, a las 18hs. en la esquina de Maldonado y Paraguay donde funcionó la DNII, de la colocación de una placa recordatoria de lo que significó ese edificio centro de represión policial hacia toda la sociedad uruguaya...

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Selección de noticias locales

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[Montevideo-Municipio A] 22 años de la Radio Comunitaria El Puente del barrio La Teja

     Sábado 16 de julio desde las 15hs., Radio Comunitaria El Puente FM 103.3​ 103.3 - El Tejano​
     Carlos Maria Ramírez 867 esq. Rivera Indarte
(Subsuelo del Mercado Victoria)
     (NdeR: fue el primer contacto y referente de vecinet, cuando nacíamos en 1996, hermanos en la tarea de comunicación comunitaria)
     ¡¡Estamos celebrando 22 años de una locura!! Si, generar, construir y llevar adelante un medio de comunicación alternativo, puede suponerse como una locura.
     Al número 22 se le adjudica en los sueños de la quiniela la imagen del Loco. Nosotros hoy nos seguimos jugando por esta locura.
     Somos una radio con voz de barrio, un puente de información, cultura y apoyo en la zona Oeste desde el barrio de La Teja.
     Reconocemos el camino transitado, las horas de trabajo, las buenas y las malas. Nos impulsan los logros, nos motiva las metas.
     Ahora nos proponemos festejar, porque también debemos darnos lugar a celebrar lo logrado y lo que se nos viene.
     Nuestro hermano mayor, el periódico El Tejano (¡¡que en agosto llega a los 27 años!!), también dice presente en este día tan importante, en contribución conjunta a la comunicación alternativa, el cambio social y la promoción de la cultura.
     Juntos nos queremos encontrar con todos ustedes el sábado 16 de julio desde las 15 hs, con espectáculos en vivo, diferentes géneros y artistas musicales, Rock, Hip Hop, Murga, tropical y Canto Popular, para todos los gustos.
     Y desde las 9 AM, los acompañaremos a todos con una emisión muy especial, a través del 103.3 del dial o por internet para toda la Teja y el mundo por elpuente.lateja.org. Allí pasarán distintas generaciones de militantes de nuestro proyecto, desde los fundadores hasta los jóvenes y adultos del presente.
     ¡¡Los esperamos, en cualquier momento del día, a que se vengan a La Teja un rato con nosotros, a compartir un buen rato juntos!!
     El Puente FM 103.3 - El Tejano
     Carlos Maria Ramírez 867 esq. Rivera Indarte (Subsuelo del Mercado Victoria).
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[Montevideo-Municipio A] Comienzos de El Puente FM

http://elpuente.lateja.org/comienzos-de-el-puente-fm/
(Nota publicada en El Tejano en 1994)
     Con el apoyo de las organizaciones del barrio, el 16 de julio comenzó a trasmitir EL PUENTE FM, la radio de La Teja, un radio joven que en forma comunitaria se plantea ser un instrumento de comunicación al servicio de los vecinos.
     Desde las instalaciones del Club Progreso, EL PUENTE FM trasmite hace tres meses en dos programas centrales: Caminando, los sábados de 10 a 13 horas y El Gallinero, los domingos de 21 a 24 horas. Continuación y complemento del proyecto que creara el periódico EL TEJANO hace más de 5 años, esta radio pretende ser un nuevo instrumento de información y comunicación en poder de los vecinos de La Teja, Pueblo Victoria, Tres Ombúes y Belvedere.
     En el corto tiempo de experiencia, la radio está demostrando las posibilidades que brinda a todos los vecinos y organizaciones del barrio. Comisiones vecinales, organizaciones sindicales y cristianas, instituciones de la zona, vecinos de todas las realidades de La Teja han utilizado sus micrófonos para comentar sus logros y sus dificultades y para hacer conocer sus propuestas y actividades...

VER TAMBIEN:
+ Radio Comunitaria El Puente 103.3
- http://elpuente.lateja.org/
- https://www.facebook.com/El-Puente-FM-1033-156075621183723
+ El Tejano
- http://www.lateja.org/
- https://www.facebook.com/etejano

+ (2003) Radios Comunitarias: un fenómeno que crece
http://www.chasque.net/vecinet/noti280.htm

+ (2006) Las radios comunitarias y las otras
http://www.chasque.net/vecinet/cartara.htm

[Montevideo-Municipio B] Julio: mes afro

     Julio fue declarado el Mes Nacional de la Afrodescendencia y en el territorio del Municipio b lo celebramos con actividades culturales.
El Mes de la Afrodescendencia se celebrará todos los años en julio y tiene como objetivo promover el respeto, la protección y la realización de los derechos humanos. Esta iniciativa pretende impulsar acciones conjuntas de organizaciones de la sociedad civil con organismos públicos y privados para abordar la afrodescendencia desde ámbitos como la educación, la academia, la política, el arte, la cultura y la economía solidaria entre otros.
El mes de julio fue seleccionado a propósito de la visibilización y reafirmación de fechas ya instaladas en la agenda nacional como el Día Internacional de Nelson Mandela y la conmemoración histórica del Día Internacional de la Mujer Afrolatinoamericana, Caribeña y de la Diáspora...
VER TAMBIEN:
+ Memorial Africano en Montevideo
http://www.chasque.net/vecinet/2016MAfr.pdf
+ Don Joaquín LenzinaAnsina” (1760-1860) Biografía

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Temas de interés

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25 de julio Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora:
Hemos tenido que fortalecer la identidad con la memoria pues nos privaron hasta de nuestra propia historia

     por Susana Andrade - Representante nacional
     (exposición en la Cámara de Diputados, martes 12 de julio de 2016, sobre el Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora)
     Saludo al conjunto de legisladoras y legisladores, y agradezco a la fuerza política Frente Amplio que integro y me permite hacer uso de la palabra en homenaje a las mujeres afro relevando el 25 de julio Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora que nace en 1992 en República Dominicana en el primer encuentro internacional de mujeres negras donde algunas compatriotas tuvieron el privilegio de estar presentes.
     En cuanto a la esclavitud como hecho generador de esta inmoral desigualdad racial existente, mi intervención parte de la base de que si abolir es derogar una costumbre, un precepto o una ley; como resultado de un proceso lo formal se hizo, aunque liberación absoluta del flagelo de la esclavización y sus secuelas no existe, y las consecuencias en la vida de la gente son perennes e irreparables. 
     De no ser así, no estaríamos luchando por equidad racial y no tendría sentido incluso esta intervención especial. Ojalá todo hubiera concluido con las aboliciones. Ni con las rebeliones terminaron los efectos nefastos de la esclavitud, que sólo pueden remediarse parcialmente. Hay una grave y casi indestructible injusticia social estructural derivada de la comercialización industrializada de gente africana en su mayoría de países costeros, destinadas a trabajo esclavo desde la invasión de Europa en las américas, y es lo que me propongo historiar brevemente en su contexto social.
     La violencia racial contra la población afro campea en varias partes del mundo bajo diversas formas. lo que está pasando en EEUU no son fábulas y cuidado, que el norte es un modelo para mucha gente también de lo malo que allí sucede lamentablemente. El racismo no es un cuento sino un flagelo mundial del cual Uruguay no está exento ni tiene antídotos.
     Destaco también que todo lo que pueda señalar en cuanto al menoscabo de los derechos históricamente arrasados de las personas afrodescendientes, es una realidad siempre agravada cuando la víctima de vulneración pertenece al sexo femenino, estigmatizado y visto como inferior entre lo inferior por la impronta de una sociedad racista y patriarcal, derivada de sistemas de gobierno primero monárquicos, luego oligárquicos y posteriormente reproductores de lógicas capitalistas y excluyentes.
     En el que hoy es Uruguay; el fin del régimen esclavista que duró más de 150 años entre los siglos 17 y 19, fue resultado de un proceso que sufrió la misma dialéctica de la formación de las instituciones del país, entre invasiones imperialistas, guerras por la posesión y dominio de riquezas y territorios, caudillos y sus intereses partidarios, disputas de poder, y finalmente luchas independentistas que lograron la orientalidad artiguista, no el fin del yugo esclavista.
     En ese contexto, si bien es importante la llegada del fin de la legalidad de la terrible ilegalidad del comercio de esclavos, pierde importancia el protagonismo de estos supuestos logros abolicionistas, pues quienes tuvieron iniciativas más o menos sinceras para poner fin a la esclavitud en nuestras tierras, fueron los mismos en términos de clases sociales y de gobierno que dieron inicio, se beneficiaron y prohijaron el surgimiento y permanencia de la trata humana en la etapa de invasión colonialista. Y lo peor es que ya estaba por entonces, más que instalado el racismo y la desigualdad racial y social en general en las estructuras, y con las debidas garantías de reproducción.
     La situación de privación de los más primarios derechos a la vida y a la libertad, de muchos, aseguró el poderío, dominación económica, social y política a perpetuidad de algunos, y marcó a una etnia, aún luego de finalizada la esclavitud y para siempre.
     De allí la vigencia política del perjuicio en la actualidad.
     El sometimiento de las poblaciones originarias y los africanos capturados con destino a ser esclavizados, fue la mayor violación a los derechos humanos local que dio origen a nuestros primeros gobiernos e instituciones que por lo mismo nacieron, se criaron y reprodujeron excluyentes, clasistas, machistas y racistas, acunadas por el sistema capitalista naciente surgido precisamente, de la acumulación de incontables riquezas expropiadas al igual que las tierras y exportadas forzadamente a la Europa invasora, provenientes de esa forma de explotación racial.
     “Este Estado no fue hecho para nosotros” dijo el Embajador afrouruguayo Romero Rodríguez hace poco en el seminario “Quilombo espacio de libertad”, y dijo una gran verdad. No existíamos cívicamente en las decisiones estatales y ello determinó la invisibilización y negación de la problemática de inequidad y brecha racial entre afros y no afros, y el advenimiento de jerarquías culturales en las sociedades ya democratizadas.
Apellidos de alta alcurnia, ilustres artífices y actores de nuestras primeras formas de gobierno, acudían a los desembarcos o a los depósitos para surtirse de esclavos e incluso algunos como Lucas Obes, se dedicaban a comprar al por mayor y luego a la reventa. Cabildantes, profesionales, políticos, comerciantes, las clases pudientes de nuestra sociedad colonial urbana y rural, poseían entre sus bienes a seres humanos esclavizados. Nuestros libertadores los tuvieron.
     Por eso es tan importante la conciencia que tengamos de estos hechos para poder al menos cambiar a futuro las condiciones de vida de los castigados endémicamente y lograr una convivencia en equidad que nos lleve al desarrollo pleno como comunidad multicultural y pluriétnica, con tres raíces de identidad original y primaria, dos de ellas avasalladas e invisibilizadas.
     Javier Laviña dice: “La esclavitud en el mundo moderno se encuadra dentro del sistema capitalista de producción de bienes y mercancías para el comercio mundial. Es esta diversidad debemos entender las formas de explotación colonial. La esclavitud fue una de las múltiples estrategias de obtención de plusvalías. El esclavismo se caracterizó, en todos los tiempos y lugares de América, por el uso de la violencia. Los propietarios, apoyados por las leyes, sometían a golpe de látigo. El miedo era fundamental para mantener el sistema e inducir a los dominados al sentimiento de inferioridad; sin esos dos elementos la esclavitud se hacía imposible de mantener. Por eso el uso de la violencia como factor de dominación.” Agrego; por eso la cosificación que conlleva el uso del “objeto” adquirido a placer. Donde la tortura y el abuso sexual eran moneda corriente, ya que el amo era dueño de la vida y también de la muerte de sus “piezas de Indias”. Los colonos ingleses en América del Norte administraban hasta las relaciones sexuales entre sus esclavos, y se preciaban de establecer odios entre negros e indios como forma de que no se unieran ante el destrato social sistematizado que sufrían por igual.
     La trata negrera en la Banda Oriental, igual que en sus hermanas tierras latinoamericanas, constituyó un excelente negocio para los traficantes, y también para las arcas del Cabildo en forma de tributos. En particular para Montevideo, porque su puerto favorecía el tránsito de buques de ultramar.
     Un esclavo africano valía unos doscientos pesos fuertes, el equivalente a un auto usado de mediano valor en la actualidad. Y los tenía quien los podía comprar. El Cabildo ordenaba los impuestos a cobrar por el comercio de personas igual que por el ganado u otras mercancías, así como la reglamentación con fines fiscales. El depósito esclavista Caserío de los negros creado en 1787, en gran medida, fue un intento de evitar el contrabando.
     El fin de la guerra grande en 1853, determinó en los hechos el comienzo del fin de la esclavitud, pues muchas familias adineradas se arruinaron como consecuencia de la devastación del conflicto bélico. La esclavitud en nuestro medio se terminó porque dejó de ser económicamente sustentable, a la vez que comenzó a ser moralmente censurada en la propia Europa. Anteriormente fueron vanos e inoperantes los esfuerzos anti esclavistas, incluso con leyes que no eran lo ideal pero al menos miraban para ese lado como la llamada ley de vientres, prohibición del tráfico y de patentes de tráfico, la gran mentira que fue la ley que dio libertad a los que fueran a la guerra y su consecuente manumisión que obligó a los esclavos a pagar su propia liberación, junto a normas que procuraron regular el negocio, siempre con fines de mayor aprovechamiento económico de sus verdugos. Era muy difícil renunciar a la mano de obra gratis.
     Hemos tenido que fortalecer la identidad con la memoria pues nos privaron hasta de nuestra propia historia. Aún con un prócer seguido y apoyado en sus guerras emancipadoras por negros e indios, que consagró la “libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable” y “que los más infelices fueran los más privilegiados” reconociendo por primera vez la presencia de infelices en la sociedad, aquél que bregó por la pública felicidad, tampoco fue obedecido en eso.
     La Diáspora africana o dispersión producto de la captura para esclavización, no fue una leyenda. El tráfico negrero era un crimen sin nombre y aún no sabíamos que, igual que el genocidio indígena, sería considerado jurídicamente una lesión perpetua a la humanidad y por lo tanto imprescriptible.
     Hoy 2016, agradeciendo avances de dos gobiernos frenteamplistas dando cabida a los reclamos de la sociedad civil, donde las políticas públicas universales y focalizadas en los sectores especialmente vulnerados de la población, calificados como víctimas por organismos internacionales de derechos humanos, con legislación nacional e internacional refrendada y espacios de trabajo x equidad étnico racial transversalizados en muchos organismos de gobierno, la situación aunque ha mejorado, sigue siendo diferenciada por la gran desventaja social existente que obstaculiza el disfrute pleno de los derechos de la ciudadanía afro. Y lo que se ha hecho, aunque es mucho, resulta insuficiente.
     Por ejemplo; en los últimos 10 años la pobreza bajó más de un 30% en la población afro, sin embargo bajó mucho más en la población blanca. O sea que aumentó la brecha  de desigualdad entre afros y no afros en cuanto a los índices de pobreza. La discriminación racial está sobre-diagnosticada y es política y normativamente enfrentada. La propuesta es detectar y vencer el racismo estructural e institucional que persiste y se recrea, en un medio casi impermeable a la diversidad cultural, construido sobre modelos occidentales y eurocéntricos, anquilosados y jerárquicamente establecidos.
     Eso entre tantos objetivos, como es el monitoreo sobre la implementación de la ley de acciones afirmativas para afrodescendientes en sus aspectos laboral y educativo. Y en este sentido quiero felicitar la tarea del equipo del Ministerio de Desarrollo Social y la Sociedad Civil. Es importante recordar que la aplicación de la llamada Ley de cuotas 19122 para facilitar la participación de personas afrodescendientes en los diversos niveles del Estado uruguayo -un logro de este Parlamento- tiene vigencia fijada en quince años desde su promulgación, y es urgente resolver cumplimiento y dificultades de praxis si las hubiere, pues se podría comprometer su aplicación. Esta ley sr Presidente está contribuyendo a un cambio cultural, más allá de sus efectos legales, y eso no es menor.
Tenemos un desafío todavía mayor y es unirnos afrodescendientes e indígenas, para opinar sobre la posible reforma de la Constitución de la República para aportar nuestra visión.
     Grandes criterios sobre las grandes cuestiones conceptuales que hacen a las raíces negadas de una nación soberana y a la consagración de los derechos fundamentales de la diversidad social del país como espacio geopolítico integrado; que nutre así su democracia para hacerla más profunda y amplia. Es urgente, por ejemplo, el reconocimiento a un Estado pluriétnico y multicultural y combatir el racismo institucional a nivel de nuestra Ley Fundamental. La Carta Magna debe ser inclusiva en tiempos de reconocimiento e inclusión.
     Al terminar, aprovecho para invitarles al Homenaje a las Mujeres Afro en el Anexo, Sala Acuña de Figueroa el lunes 25 de julio a las 18 hs con presencia de autoridades parlamentarias y mujeres afro de todos los partidos políticos, donde se presentará la GIGANTOGRAFÍA para visibilizar junto a las mujeres, su problemática y valores.
     No podemos descuidarnos en la agenda de derechos pues si solo mantenemos lo logrado podría ser un retroceso. Es imprescindible avanzar por la paridad de género así como por la debida representación política de las mujeres afro en espacios de decisión. El marco es la Convención para la eliminación de la discriminación racial, La declaración de Durban, el Convenio 111 de la OIT, la Ley 19.122, El Decenio de las personas Afrodescendiente 2015- 2024 entre tantas otras legislaciones. Tratados y leyes son herramientas para garantizar el goce de los derechos, solo que debe existir voluntad política de usarlas, de ponerlas en práctica, de hacerlas efectivas.
     Sumado esto al reto social de los crecientes flujos migratorios de países hermanos del sur, caribeños y centroamericanos en su mayoría mujeres afro.
     Más que en los remedios para la equidad creo en la profilaxis, en la prevención. Creo en invertir en la educación no solo la formal sino la informal y sobre todo la de los medios de comunicación. Esa propaganda que hizo que se recibiera a los sirios con carteles de bienvenida y esa no propaganda que hace que cada día inmigrantes indígenas y afros de diferentes países algunos vecinos, sufran actos de discriminación racial y xenofobia como cosa cotidiana.
     Así como diarios de la época del coloniaje publicaban avisos ofreciendo negras y negros para ser vendidos o comprados como esclavos, algunos reproducían la resistencia y la rebelión africana ante el yugo de la esclavitud del cual era muy difícil librarse. Decían nuestros ancestros en una defensa que la prensa de Montevideo hacía a favor de los esclavos Integrantes del Batallón de Libertos: “Hemos peleado ayer para ser libres. Preciso es también que pensemos en ser felices, y que de esa felicidad sean partícipes todos los hombres, de todas las clases y de todas las condiciones”. Clamor que cayó casi siempre en el vacío por la indiferencia que mantenían los encargados de imponer la ley y la Constitución.
     Muchos de ellos, los libertos, con sus honrosas cicatrices de guerra, salían de los cuarteles para caer de nuevo bajo las garras de sus dueños, no obstante las promesas y los compromisos del Estado para intervenir en su rescate.
     Y finalizo con esta idea sr Presidente;
     Con todo lo que tiene de digno ser obrero de lo que sea, el servicio doméstico en Uruguay sigue teniendo rostro de mujer afro, y eso significa que algo todavía anda muy mal.
     Nuestras damas negras en su mayoría trabajan de sirvientas porque tienen dificultado el acceso a otros niveles laborales y así continuamos alimentando estereotipos y asociando el color de la piel a determinados ámbitos de trabajo considerados de menor jerarquía o sub-empleos y esto es grave.
     Concluyendo, se ha hecho mucho contra la exclusión y falta mucho más para la equidad.  muchísimas gracias. [vecinet]

VER TAMBIEN:
+ Plan Ceibal: Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente

http://blogs.ceibal.edu.uy/formacion/dia-internacional-de-la-mujer-afrodescendiente/
     ¡Todos y todas somos afrodescendientes! El primer grupo humano vivió en la región oriental de África que es hoy Etiopía, Kenia y Tanzania hace unos 150.000 años y luego se trasladó a Asia, Europa y las Américas hace unos 50.000 años...+ Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente
http://blogs.ceibal.edu.uy/formacion/dia-internacional-de-la-mujer-afrodescendiente/
+ Acciones positivas para mujeres afrodescendientes
http://www.chasque.net/vecinet/noti734.htm#16
+ I Encuentro de Mujeres Negras Latinoamericanas y del Caribe
http://www.alainet.org/es/active/1001
+ 25 de julio, Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente
http://www.reeditor.com/columna/5552/8/cultura/25/julio/dia/internacional/la/mujer/afrodescendiente/
+ Las mujeres afrodescendientes y la cultura latinoamericana: identidad y desarrollo
   Seminario Regional - Montevideo, Uruguay 27 al 29 de septiembre de 2009
http://www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/Publicaciones/2011/7427.pdf?view=1
+ Población negra invisible
http://www.ipsnoticias.net/2009/09/ddhh-america-latina-poblacion-negra-invisible/
+ Seminario internacional sobre mujeres afrodescendientes y cultura latinoamericana
http://www.afrodescendientes-undp.org/det_evento.php?id=407&page=5&tituloEvento=Atividades%20previas
+ Afrodescendientes son las mayores víctimas de pobreza en Latinoamérica, según PNUD
https://mizangas.wordpress.com/2009/09/29/afrodescendientes-son-las-mayores-victimas-de-pobreza-en-latinoamerica-segun-pnud/
+ Primera mujer en aparecer en un billete de dólar
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/04/160420_billete_veinte_dolares_harriet_tubman_esclavitud_eeuu_ps
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Las mujeres ¿dónde estaban?

 
32- Regreso sobre mis pasos(*)
     por María Julia Alcoba Rossano [vecinet]
     Diciembre de 1994. Llego a Bella Unión, una pequeña ciudad del Norte de nuestro país, en Artigas, buscando algunos recuerdos perdidos por allí, hace ya treinta años, rostros, sonrisas, amigas.
     Amanece. El pueblo no cambió tanto. Compramos galletas para el desayuno. Charito me pondrá en contacto con las mujeres que quiero entrevistar,
aquellas de la marcha del 64.
     Ana María Silva, la que recibió el balazo en la pierna, aquella adolescente que llegó a Montevideo en la marcha cañera, con ilusión de ver la capital. Hoy tiene treinta y ocho años. Me recibe en su casa, está contenta de verme y me cuenta que tiene cinco hijos, tres de los cuales están casados. ¿Qué fue de las mujeres del Sindicato de U.T.A.A.? ¿Dónde están?
     En su rancho hay cinco niños entre uno y doce años, dando vueltas, riendo o peleando.
     -¡Sacando de las casillas! -dice.
     Los dos mayores son de ella, los tres pequeños de la hija, que trabaja lejos, en la Barra de Cuaraí y Ana María se los cría. Tiene cinco “crianças” a su cargo.
     El marido, desocupado, va haciendo changas donde puede y como puede. Me dice que en Montevideo él trabajaba en muchas cosas, pero aquí está difícil.
     Ana pasó seis operaciones en la pierna, estuvo largas temporadas internada en Traumatología. Tenía que estar en Montevideo…
     -… por lo de los médicos. Vivíamos en el Barrio Borro. Nos volvimos a Bella Unión hace ocho años, porque creíamos que había más trabajo y porque pensábamos que era mejor para criar los hijos aquí, pero sólo encontramos el hambre y la desocupación.
     Ana también trabajó, aquí y allá, de doméstica.
     Cambiando de conversación, me dice que está cansada de médicos, que la última vez le dijeron que le tenían que fijar el tobillo de la otra pierna, porque lo tenía muy mal, por caminar torcido y que la columna la tenía totalmente desacomodada, por lo mismo. Pero ella no aceptó esa última operación, que significaba que quedarían rígidas las dos piernas para siempre. Eso no lo aceptaría jamás, dijo, preocupada.
     Estaba cocinando una salsa de tomate. Una simpática sonrisa no abandona su rostro al mirarme. Estábamos sentadas debajo del parral. Su marido atendía con cariño a los niños, para dar tiempo a nuestro encuentro.
     Ana tiene el pelo atado con un pañuelo verde que deja ver un pelo negro con algún mechón entrecano. Viste una blusa larga blanca y una falda floreada. Un delantal gris ata a una mujer preocupada por su cuerpo y por su salud.
     -Tuve que adelgazar quince kilos este año, porque no caminaba ya. Trabajé aquí de limpiadora en una panadería, por las galletas, el pan y la leche, pero no pude aguantar. Ahora estoy en casa. Gestioné hace dos años la jubilación por invalidez; estoy esperando. Dicen que me saldrá por unos cuatrocientos pesos… ¿Qué hago con esa plata? Nada.
     -Sé que terminaré a los cincuenta años, postrada en una silla, porque cada vez tengo más dolores de huesos y tomo más calmantes, pero ni plata para medicamentos tengo, ya se sabe, primero está la comida.
     ¿A quién le reclama ella esa invalidez, por el balazo recibido a los quince años de edad, por un policía que ni siquiera sabe quién es? ¿A quién le reclama? ¿A qué gobierno? ¿A qué institución?
     Los niños juegan, corren alrededor de la casa, con paredes y sin techo. Su marido levantó paredes hasta la viga, pero no lo pudieron terminar. Corren detrás de un gato que les regalaron para aumentar la familia. Tienen las cosas tapadas con lonas, porque parece que va a llover… el verano vino llovedor.
     Me pregunta por la Chela.
     -¿La has visto?
     -Sí, vive en Montevideo, a veces la veo.
     Chela Fontora tiene ahora cuarenta y siete años, una hija de su primer matrimonio y un nieto. Pasó catorce años en la cárcel, en total.
     Se había incorporado al movimiento tupamaro, cuando se dio cuenta que con las «marchas no alcanzaba para nada».
     Cayó presa en 1970, la primera vez, como integrante del M.L.N. y dirigente de U.T.A.A.
     Salió de la cárcel cuando salieron todos… en 1985.
     Se casó nuevamente. Vive en Montevideo, porque tiene controles médicos regularmente. Ahora trabaja en temas sociales, en un organismo de ayuda a las mujeres maltratadas. Siempre fue sensible al tema y no tolera la injusticia. No se alejó de su gente. Está atenta a lo que pasa en el Norte… donde están los suyos.
     Su hija está en el movimiento de mujeres que hicieron la marcha desde el pueblo Gomensoro, por fuentes de trabajo agrícolas, de esto hace ya dos años.
     A la Chela la encuentro muy seguido en actos, acontecimientos sindicales y velorios. Sabemos que caminamos en el mismo sentido en el tema mujer. Escribió «Más allá de la pobreza», agotado rápidamente.
     Cuando una vecina se entera que estoy allí, y hablamos de Chela, trae a su madre que me cuenta de aquella época.
     Se agranda la rueda de mate…
     Doña Lola, no fue a la marcha. No pudo, tenía dos niñas pequeñas y su marido trabajaba. Ya no estaba viviendo en la azucarera, se había casado con un policía que antes había sido obrero de la caña. Pero recuerda toda la preparación de la marcha, no se perdía un acto y aplaudía mucho a la Chela Fontora, porque era jovencita y hablaba muy claro.
     Doña Lola sabía de qué hablaba en U.T.A.A. y sentía la misma bronca, que sentían ellos, «los peludos», porque ella también peludió, allá por el año 1948, cuando llegó con su familia desde Tres Cruces, departamento de Artigas.
     -Cuando nos fuimos de allí nos decían los vecinos: «No se vayan a CAINSA, van al azucaral a agarrar un toro mundial».
     «Entorarse» es tener una pobreza muy grande, ni plata, ni trabajo, ni comida, nada. Eso es entorarse. Pero todos emigraban para las azucareras, que era trabajo nuevo.
     -Nosotros también nos fuimos al azucaral, por la novedad. Nosotros trabajábamos muy duro, para ayudar a papá. La zafra dura cuatro meses, se trabaja a destajo, a un tanto «la lucha».
     -Una lucha es una cantidad prefijada de surcos trabajados.
     -Por cada lucha te dan un vale, no te dan plata, después los canjeas.
     Las mujeres trabajaban fuerte en la caña. Algunas cortaban caña a la par de los hombres, machete en mano, las mujeres solas, con hijos…
     Mi madre estaba en casa, porque había niños pequeños. Mi hermana y yo despuntábamos caña, acarreábamos, carpíamos y a veces papá nos llevaba a «montear».
     Mi hermana y yo tuvimos suerte, porque después de dos años en «chacra» (limpieza del suelo alrededor de las plantas nuevas) dentro del cañaveral, nos llevaron a trabajar en la fábrica. Allí trabajé tres años más.
     En la fábrica es distinto, pasan otras cosas, como en cualquier lugar, supongo.
     Yo le pregunto:
     -¿Qué cosas pasan?
     -Cosas, aprovechamientos, abusos…
     -Ahora se dice acoso sexual.
     -Sí, recuerdo que teníamos otro trato las que trabajamos dentro de la fábrica. Los hombres de la oficina siempre se tiraban un lance.
     Sonríe.
     Un día, un ingeniero que venía desde la capital, contratado para la zafra, me dijo:
     -¿Qué haces el domingo?
     -Nada -le dije.
     -¿Por qué no nos vamos al río? Llevá a tu hermana y yo llevo un amigo para ella.
     Me puse malísima:
     -¡Nosotras no acostumbramos! ¡Sinvergüenza! ¡Mosquito eléctrico!
     -¿Por qué le dijiste eso?
     -Porque él era muy nervioso y chiquito.
     Doña Lola suelta una carcajada.
     -Se ganó el apodo, para toda la zafra, porque yo le conté enseguida a todas mis compañeras y todas se reían de él al verlo pasar. La verdad, que lo pasó mal. Siempre tenés que estar alerta, a que no te pasen por arriba… En la fábrica también es jodido trabajar.
     Charito me viene a buscar para ver a Doña Eva. Eva Araujo, la primera esposa de Bandera. A esta amiga, la busqué en Bella Unión, pero estaba «para la Barra de Cuaraí», según me informaron sus hijos, cuidando a sus padres, que son ancianos; estaría allí por unos días.
     Allí llegué buscando una casilla de madera pintada de verde, rodeada de plantas, de aspecto muy humilde. La dirección que me dieron no era muy clara, me costó encontrarla.
     Mientras sus padres dormían la siesta, Eva tomaba mate apoyada en el portón, mirando la calle distraídamente.
     Así la encontré. Al principio no me reconoció, pero fue muy fácil el reencuentro. Después de los saludos la convoqué al recuerdo de aquella marcha, de 1964. Me explica que también fue a la del 1962 y a la de 1968, pero volvimos a la que me interesaba, a ubicar ese tiempo de encuentro de acontecimientos vividos cotidianamente.
     -Yo tenía veinticuatro años en aquella marcha, y tenía tres hijos. Cuando llegamos a la capital, nos alojamos en la Asociación de Estudiantes de Medicina. Estábamos allí ocho familias, había unas diez piezas, entre todos teníamos veinticuatro niños, los mayores éramos diecisiete. Estábamos en pleno centro, cerca del Palacio Legislativo y a pocas cuadras del campamento de la calle Cuñapirú, donde nos reuníamos todos los días.
     Me cuenta que es brasilera, que sus padres vinieron a trabajar al Uruguay, que ella trabajó desde niña con su familia, regando, despuntando caña, levantando boniatos… Cuando se “aparejó” con Bandera, él no la dejó trabajar más en la tierra, entonces trabajó en otra cosa, hacía pan casero para vender, empanadas, lavados de ropa…
     Siempre trabajó.
     -Vivía con mi familia dentro de CALPICA, el ingenio azucarero.
     En esa marcha, ella dejó el rancho para ir a Montevideo, dejó sus cositas, lo poco que tenía…
     Apronta nuevamente un mate y me alcanza una empanada calentita.
     -¿Qué hacías en esa marcha, qué tareas?
     -Yo en esa marcha lo que hacía era mantener limpio el local.
     Y se ríe, como quien dice: «¡Otra cosa no podía hacer!».
     -Era muy grande, lo hacíamos entre todas, pero como yo tenía mi chiquita de dos meses me quedaba más tiempo en el local y los demás se iban a manifestaciones o gestiones, se llevaban los más grandecitos, los que no pedían brazos, así que casi siempre me quedaba yo. Ese invierno era muy frío y muy llovedor, me acuerdo que todos llegaban con los pies embarrados, costaba mucho mantener el local limpio. Lo tomé como mi trabajo.
     -Allí nos traían la ropa, comida, juguetes, gente amiga que venía de todos lados.
     -También cocinábamos para nuestro grupo, separados de la olla del campamento de Cuñapirú, para no desplazarnos de aquí para allá con la gurisada, comíamos bien…
     Se queda como pensando.
     -Recuerdo que teníamos miedo al tránsito. Un día un ómnibus atropelló a dos niñas chiquitas, que se nos escaparon para ir a la panadería, que quedaba a dos cuadras. Se fueron solitas y cruzaron sin permiso la avenida General Flores, no les pasó nada, porque frenó muy a tiempo cerquita de ellas, las pechó y las volteó. ¡Que susto!
     -Todo eso teníamos que cuidar las mujeres -se ríe-. Como siempre, como en casa…
     Eva tiene una cara muy linda a pesar de los años y muy serena, habla pausado. Se le ve sin rencores, asumida a sí misma, en esa suerte de mujer sola, que le tocó vivir.
     -¿Cómo terminaste esa marcha?, ¿cuándo decidieron volver?
     -Cuando volvimos a Bella Unión, nosotros volvimos en tren y los “monos” (los bolsos, los paquetes) los traía un camionero del mercado, que venía siempre vacío para Bella Unión. Esa noche nos detuvieron en Colonia Palma y la policía no nos dejaba entrar al azucaral.
     Pasamos la noche a la intemperie, un frío horrible, no teníamos ni abrigo ni frazadas, todo se nos fue en el camión. A la madrugada nos soltaron a todos. ¿Pero sabés lo que pasó?, nos incendiaron los ranchos en CALPICA, en la propiedad del patrón, decían eso, que estábamos en la propiedad del patrón y que no podíamos reclamar nada, eso decían, que no sabían quién fue que los quemó, y quién va a ser… ¡Nosotras sí sabíamos!
     Me quedé sin nada, sólo con lo puesto.
     Así nos quedamos, en un campo baldío de Bella Unión. Armamos una casilla con las cosas que acarreábamos de todos lados, palos, latas, cartón… Hice colchones con bolsas blancas de azúcar, que los compañeros me traían y adentro lo rellené con pasto seco, con gramilla y así empecé de nuevo, de la nada.
     Con más dificultades. Mi marido era dirigente de U.T.A.A. y como todos, marchó en la lista negra y no encontraba trabajo. Yo fui sacando la familia adelante, con lavados para afuera, y el contrabando de la Barra de Cuaraí, compraba y vendía cualquier cosa, yerba, aceite, azúcar, ropa,.. Cuando no tenía plata para contrabandear, hacía pan, empanadas y pizza para vender, luchando todos los días, dieciséis años fuera de casa y yo sola con siete hijos, pero a todos mis hijos los mandé a la escuela, terminaron primaria, y tres quisieron seguir secundaria.
     -¿Son todos hijos de Bandera?
     -Sí, todos de él. Cuando él se fue, yo tenía siete hijos para tirar adelante.
     -¿Y Bandera, dónde está?
     -El vive en Montevideo. Está enfermo. Si, él tuvo otras parejas… No, yo no… estoy sola… no, con mis hijos… tengo nietos también…-dice contenta-sigo trabajando… tengo cincuenta y cuatro años, sí, claro… estoy muy bien… sí, mis hijos y yo estamos siempre con la Policlínica, porque luchamos por todo esto… y aquí estamos, yo me quedé siempre aquí. Y seguimos con U.T.A.A.
     Al día siguiente me visitó en casa de Charito, otra mujer de aquel tiempo, María Margarita Torres: la Lucha, le decían en el pueblo.
     Tenía veintidós años en la marcha de 1964 y traía sus tres hijos pequeños. Tuvo catorce hijos.
     -Todos del Amaral -dice-. Vine porque sí, a la marcha. Él no me dejaba ir a las reuniones, ni ir a la marcha, pero yo le dije si las demás van ¿Por qué yo no puedo ir? Así que me fui yo también. Porque yo era trabajadora, me crié en las chacras, con el salario familiar. Fui de las primeras mujeres que hablamos de sindicato, con dieciocho años recorríamos los ranchos, una gurisa… Claro.
     -¿Con quién ibas?
     -Iba con mi padre, con Raúl Sendic, con otros. Sí, era jovencita, pero
me gustaba el sindicato. Fui a la marcha, no sólo por ir, sino «por no agachar la cabeza», como decía Raúl. Y fui con tres hijos chicos, con ellos me sentía fuerte. Cuando llegué a la Capital, no conocía a nadie, allí me sentí pequeña, era todo tan grande, la casa, el tránsito, todo… Pero dentro de mí había algo que me decía que tenía que seguir adelante, como decía Raúl…
     Yo era rebelde.
     -¿Eras de la comisión de mujeres en esa marcha?
     -Sí, yo salía en la Marcha como las demás, en algunas gestiones, y también salí de pegatina. Un día estaba con tres compañeros, yo llevaba el tarro con engrudo y los rollos, ellos eran más altos y podían pegar los carteles más arriba, de repente, los compañeros tiraron los afiches y salieron disparando, no me dieron tiempo ni a preguntar qué pasaba y me quedé sola, miré para atrás y vi una patrulla de los milicos. Se acercaba despacito, me agaché contra un auto que estaba parado y después me metí debajo, rodando. Los milicos, pasaron y no me vieron, esperé que se fueran. No perdí ni un rollo, ni el pincel, ni el balde, ellos me dejaron todo tirado y rajaron. Cuando pude me fui al campamento. Mis compañeros, llegaron después, tranquilos y a las risas, contando la hazaña. No se preocuparon por mí.
     -¿Por qué no me avisaron?, les reproché.
     También vendía bonos… Los hijos los dejaba con las otras compañeras que quedaban en el local… Si, estaba también en las asambleas de mujeres del campamento.
     Eran pocas las que hablaban y opinaban, dos o tres, la mayoría de las mujeres callaban, escuchaban, salía algún personalismo, si, alguna que quería sobresalir hablando.
     -¿Te sentiste valorizada por los compañeros hombres, del sindicato, en ese período, ya que eras tan militante?
     -Sí, ellos querían que nosotras opináramos y nos decían que éramos todos iguales.
     Treinta años después, Margarita Torres está en Bella Unión, porque nunca se fue de allí y crió sus hijos sola, sacó la gurisada adelante. Ahora tiene cincuenta y dos años y trabaja en la chacra todavía, en la chaucha, en el tomate, en el choclo y me cuenta que ahora, en 1994, se pagan las ocho o nueve horas de trabajo a treinta pesos.
     -Es un trabajo duro, a destajo, tanto trabajas, tanto ganas así que te matas para ganar un poco más. También trabajé en el hospital de Bella Unión, me despidieron por ser cañera de corazón, por las represalias en el año 1980 en plena dictadura.
     -¿Y tu marido?
     -Cuando volvimos de la marcha, porque hicimos todas, la del sesenta y dos, la del sesenta y cuatro, la del sesenta y ocho, quedaba en las listas negras y no conseguía trabajo, después estuvo preso tres años y al final se quedó por Montevideo y ahora es viejo y está enfermo, allá en la Capital. Quiso volver conmigo, y se vino, estuvimos un tiempo juntos, pero no fue posible, yo le puse las cosas muy claras. Preferí seguir sola sin que nadie me mande. Estoy cerca de mis hijos y nietos… Yo sigo en la lucha, en la zafra…, en la recolección, aunque sea por treinta pesos al día, que se le va a hacer, pero yo sigo en el Sindicato y trabajo con Charito para la Policlínica, para eso estamos. Trabajamos para el festival de cada año, para sacar fondos. Y vendiendo entradas me recorro todo el pueblo.
     A la China, la busqué y la encontré en Bella Unión, treinta años después, en la misma casa de siempre, ahora mejorada. Me cuenta que tiene los hijos casados, que dos de ellos pudieron estudiar y trabajan.
     Nos alegramos al vernos. No tenemos prisa. Salen y entran dos nietos que se mueven por la casa, uno de los hijos está arreglando algo en el fondo, se escuchan las risas de los gurises que se acompasan con los golpes del martillo.
     Recordamos aquella época y me cuenta que a aquella marcha ella fue, dice, de casualidad, casi obligada por las circunstancias. Se ríe, se acomoda en la silla dispuesta a contar. Arregla el mate que está con mucha yerba, con los dedos, graciosamente y dice, poniéndose seria:
     -Yo había quedado viuda, con criaturas chicas y estaba interesada en cobrar la pensión, por eso me acerqué a los del Sindicato. Porque mi marido trabajaba en la fábrica, en la azucarera y en el ingenio, ellos fueron los que me explicaron como tenía que reclamar la pensión, así fue como los conocí.
     El primer local de U.T.A.A. se lo di yo a los compañeros. Tenía una pieza chiquita en el fondo de casa, que no necesitaba tanto y ellos no tenían donde reunirse. Al sindicato venían muchos, en esa época entraban y salían a cualquier hora.
     La miseria en que quedé me despabiló, y entré a buscarme caminos.
     Yo en esa época tenía una especie de venta, así nomás sin permiso, vendía tabaco y yerba, que traía más barato, de contrabando. Le vendía a los vecinos y a los muchachos del Sindicato también y les calentaba el agua para el mate y se las alcanzaba- se sonríe otra vez como que le cuesta hablar de aquello. Veo que es una linda mujer, tiene gracia en el hablar y en la mirada, está vieja, dice, pero yo la veo muy bien en sus sesenta y pico.
     “Un día me llevaron presa, y sin saber por qué. Pasaban las horas y en la comisaría no me explicaban nada, parada allí, de plantón. Cuando pasó el comisario cerca mío, le toqué el brazo y le dije:
     -Oiga ¿por qué estoy aquí? -él me hizo un gesto con el brazo, como sacándome de encima, y dice:
     -¡Habrase visto una china más atrevida y sinvergüenza!
     A mí me dio tanta rabia, que cuando empezó a caminar, de atrás yo le tironeé la chaqueta tan fuerte, que le volaron dos botones. ¡Calabozo conmigo!
     Pasé toda la noche, así que recién al otro día me enteré que la denuncia me la puso el médico del pueblo, porque las de la Casa de Mujeres, le dijeron que yo tenía este negocio en casa y que yo trabajaba sin permiso y sin libreta de salud”.
     -¿Qué pasó, como fue eso? ¿Una casa de mujeres?
     -Sí. Como veían entrar tanta gente, tantos hombres por el costado del rancho, decían que yo tenía “Casa de Mujeres” clandestina. ¡Mentira! ¡Qué rabia me dio! Estaría señalada en todo el pueblo y yo sin saber nada. Sin embargo lo que se estaba haciendo al lado, era el Sindicato de U.T.A.A.
     Por eso venían hombres a cualquier hora. Venía Sendic y otros que yo no conocía, de lejos venían a pie… pero yo quedé señalada como una puta, en todo el pueblo.
     La rabia del primer momento me dio por ir a la casa del doctor que me denunció, porque yo quería arreglarlo por mi cuenta. Esperé al médico en la puerta de su casa, después que su esposa me dijo que no estaba y que volvería más tarde. Tenía tanta rabia que le bajaría los dientes a trompadas. Él se escondía, porque yo eso lo decía en voz alta a todos los que me quisieran oír, la mujer miraba entre las cortinas, y se escondía también.
     Pero yo sabía fijo que estaba dentro porque en la puerta, allí, estaba su auto negro. Le hice prácticamente guardia durante horas, después me fui a mi casa y las vecinas y los del Sindicato me amansaron, así que lo dejé todo tranquilo… pero me rondaba en la cabeza.
     A las tres de la mañana, no podía dormir, decidí ir a pedir permiso policial, para abrir yo, una Casa de Mujeres. Esto me lo pensé mucho, mucho: ya que estaba señalada, como que había y no había, ellos, el doctor y las mujeres, incluso el comisario me obligaron a hacerlo, y saqué el permiso.
     Cuando a la semana me lo dieron, fui a Cuaraí a buscar una pupila y me traja a la Flaca.
     Llevé a mis hijos a la casa de mi suegra, y empecé el negocio, que me trajo más problemas, que ganancias, dos por tres estaba otra vez en comisaría por «riñas y disputas».
     Lo que pasaba era que a los que no querían pagar las «facturas» yo les «arrimaba la ropa al cuerpo» -y hace un gesto de arremangarse- y claro, después de pagar como Dios manda, iban a la comisaría y me denunciaban, así que pasaba en líos nomás Es muy difícil llevar a los clientes y que no se pasen contigo porque sos mujer…
     -¿Y los del Sindicato, donde funcionaban? ¿Aquí mismo?
     -No. Ellos eran independientes, pasaban por el costado, por otro portón, porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, vos me entendés. Más o menos yo iba regentiando la casa, pero tuve un problema con mi pupila, por cosa de hombres, de uno que pretendía de mí…
     -¿A ella también le gustaba ese hombre?
     -No, no era eso, él me frecuentaba a mí, yo no quería mucho con él, estaba casado. Eso sí, tenía mucho dinero. Las de la otra Casa de Mujeres estaban enteradas, porque él no iba más por allí. Así que una de ellas le contó a su mujer, por hacer daño nomás.
     Pasó que mi pupila fue pagada, por la esposa de este hombre, él se fue de la boca conmigo y me lo contó todo, ya se sabe en pueblo chico… como dicen, todos se conocen.
     Cuando vino este hombre, yo puse las cosas en su lugar, lo eché porque no quería tener problemas. Yo estaba aprendiendo a trabajar y me lo quería sacar de encima, mucho más, si éste me creaba problemas.
     Así que discutimos en voz alta, no me acuerdo bien lo que le dije, ni lo que me contestó. Sé que decía que quería seguir viéndome, sin ningún compromiso; yo no quería saber nada de él y se lo dije.
     -¿Y qué pasó?
     -La Flaca lo escuchó todo, porque las paredes eran de madera finita, como una tela de cebolla, así que cuando él se fue por una puerta, mi pupila entró por la otra con una navaja de hoja así– y señala el ancho con dos dedos-. Ella era muy grande, ¿te acordás? Era más alta que vos. Pero yo, con la rabia que tenía, se me duplicaron las fuerzas, ella a mi me tajeó por muchos lados. Se me estaba mojando la ropa de sangre, en un costado, en este brazo y por aquí -y se señala-.
     Cuando la tranqué con la pierna y la pude tirar al suelo, me le subí arriba le quité la navaja, y se la hundí por acá y por acá -señalándose el abdomen-. Ella gritaba y me putiaba. Cuando vi tanta sangre me asusté mucho, me incorporé y me fui al fondo y llamé a la vecina. Alguien la llevó al hospital, yo me metí en la casa de al lado, estaba creída que la había matado. Por la tarde me acompañaron a curarme y el médico me preguntó, si no sería yo la que se peleó con la flaca.
     A mí me dio un miedo bárbaro y un vuelco en el corazón. Contesté que no, que yo no era. No pregunté nada, si había muerto o no. De allí me fui a la casa de una conocida mía, recogí alguna ropa, lo necesario, eché llave a la puerta y me fui a esperar que pasara el momento por las dudas. No sabía si me había denunciado o no. Al día siguiente me enteré, que ella después que la curaron se fue para Cuaraí, para Brasil. Ella no me denunció ni yo tampoco, porque la que empezó el lío fue ella y yo me defendí.
     -La marcha de los cañeros estaba por salir en esos días –continuó la China-. Faltaba un día o dos, no me acuerdo, yo me puse mejor. Con la Casa de Mujeres no quería trabajar más. Tenía miedo de caer presa, y los del Sindicato se iban a la marcha, porque aunque no quieras, yo me sentía protegida por ellos. Eran mis vecinos.
     Lo pensé mucho, yo también como ellos quería tierras para trabajar, le expliqué todo eso a mi suegra y le dejé a los hijos, le dije que iba a luchar por ellos también, le dejé toda la plata que tenía y las llaves de la casa. Y me enrolé en la marcha a Montevideo, dejé todo y me fui con todos los peludos para Montevideo.
     Me sentía más segura en la marcha. Yo tenía sentimiento de prófuga porque creí que la había matado. Eso de tener la Casa de Mujeres, fue por miseria, por necesidad económica, y cualquiera lo comprende, ¿no? Nunca pensé que todo terminaría así.
     Las mujeres de la marcha también me aceptaron, aunque en el pueblo, ya había estado en boca de todos, me respetaron y trabajé mucho por U.T.A.A. Hasta fui encargada de la Comisión de Mujeres del Sindicato, cuando estábamos en la capital.
     -¿Nunca tuviste problemas en esa marcha, por este pasado tuyo?
     -Sí, una vez.
     En el campamento, siempre alrededor del fogón había dos o tres compañeros en la tarea de la comida, sirviendo los platos, cortando el pan. Fue a los pocos días de salir, antes de llegar a Montevideo, -piensa-, no sé si estábamos acampados en Río Negro. Era la hora de la comida, recuerdo a todos trajinando de allá para acá.
     Teníamos visitas, estaban unos maestros que nos trajeron paquetes de fideos y arroz, me acuerdo… -se pone como a pensar, con la vista perdida-, uno de ellos, de los encargados de la comida, no me acuerdo cual, me alcanza mi plato de comida, con una mano y con la otra, me manoteó una teta, como al disimulo, pero con toda la mano abierta, me la apretó. Le di un tortazo y le revolié el plato de comida, él se quedó pasmado y le dije: ¡Desgraciado! ¡A mí me vas a respetar como mujer que soy! Todos hicieron silencio, yo me fui furiosa, y ni comí ese día. Después se discutió este hecho en la reunión de todos los días, como ves, me tenía que hacer respetar, por eso de lo que fui antes.
     Yo no podía con mi genio, era joven y muy impulsiva, me tomaba la justicia por mi cuenta.
     Sí, fue la primera y la última vez que me pasó algo, yo siempre ponía las cosas en su lugar… ¡Porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa!
[vecinet]
(*) De su libro "Las mujeres ¿dónde estaban?" Publicación en vecinet autorizada por María Julia.

Leer cuentos anteriores "El Pesquero" http://www.chasque.net/vecinet/noti1113.htm#mujeres

Inicio del Libro "Las mujeres ¿dónde estaban?" http://www.chasque.net/vecinet/noti1107.htm#Capítulos

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Capítulos del libro ya publicados en vecinet

 0- ¿Dónde estaban las mujeres en los momentos de lucha? http://www.chasque.net/vecinet/noti1078.htm#mujeres
16- Jorgelina y Delia en Budapest http://www.chasque.net/vecinet/noti1094.htm#mujeres
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Vínculos con Gobiernos Departamentales, Municipios y Medios Locales

 

[vecinet]

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