vecinet – No. 679 – Construyendo la Esperanza (I) – 28/02/05
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Comunicación alternativa independiente para la participación y la organización popular
"No venderé el rico patrimonio del pueblo al bajo precio de la necesidad" "Cuando se trata de salvar los intereses públicos, se sacrifican los particulares" "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana" "La causa de los pueblos no admite la menor demora" "... que los más infelices sean los más privilegiados" "Unión caros compatriotas y estad seguros de la victoria" "En lo sucesivo solo se vea entre nosotros una gran familia" José Artigas
"...es necesario contar historias del pueblo de tal forma que en vez de paralizarnos nos lleve a la acción" Danny Glover
"La revolución de las Tecnologías de la Información ha evolucionado para servir a los mercados, pero ha dejado de lado a las necesidades de la gente" Vandana Shiva
Fumar es un "placer" mortal. Decile NO a todo tipo de drogas / AUTOSERVICIO Tío Pancho / Ir a Portada / Ir a Noticias
Sobre el Tema, también se puede consultar en Internet
Ganó la izquierda (http://www.chasque.net/guifont/noti647.htm); Construyendo la Esperanza (II) Equipo de Gobierno (http://www.chasque.net/guifont/noti680.htm); Plan de Emergencia: Emergencia Social (http://www.chasque.net/guifont/social.pdf), Emergencia Empleo (http://www.chasque.net/guifont/empleo.pdf); Marta Harnecker/1995: Un Pueblo que se constituye en Gobierno (http://www.chasque.net/guifont/montmh95.pdf); Marta Harnecker/1995: Una Izquierda que avanza (http://www.chasque.net/guifont/frenam.pdf; La Izquierda y los Medios de Comunicación: Documento 1 (http://www.chasque.net/guifont/comunic1.pdf), Documento 2 (http://www.chasque.net/guifont/comunic2.pdf).
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s u m a r i o (hacé clic en el título)
1- Elisa Lockhart
2- Soriano: Construyendo la Esperanza, terrón a terrón
3- Es hora de devolver al pueblo lo que le pertenece
4- Ahora, gobernar obedeciendo
5- Gobernantes de otra clase
1- Elisa Lockhart
A partir de esta edición contamos con una nueva colaboradora: Elisa Lockhart.
Coordinadora de la Comisión de Políticas Sociales y de los trabajos previos de implementación del Plan de Emergencia. Vicepresidenta del EPFA de Soriano. Docente en el Instituto de Formación Docente (jubilada - reintegrada). Ex-Directora efectiva del Liceo Departamental y del IFD de Mercedes. Destituida en 1976 por militancia política y gremial.
Se suma a los incorporados anteriormente que son: Abella, Gonzalo; Fernández, Griselda; Ferrando, Jorge; Fígoli, Luis Mario; Filgueiras, Daniel; Gerosa, Mariana; Kaplún, Gabriel; Landa, Laura; Olesker, Daniel; Regent; Susana, Sosa, Juan; Veneziano, Alicia. (vecinet)
sumario
2- Soriano: Construyendo la Esperanza, terrón a terrón
por Elisa Lockhart / vecinet
Día a día tenemos experiencias muy fuertes: reuniones con gente de los asentamientos que nos dicen: "Yo no quiero que me den, yo quiero trabajar". "Yo nunca pedí, uno tiene su dignidad. Lo que quiero es trabajar". Una señora con dos nenas vende plantas, y dice: "Yo lo que quiero es poner un vivero". En suma, un "pueblo divino" que estaba esperando oportunidades de levantar cabeza.
Lo decimos todo el tiempo, lo soñamos, hay que Construir la Esperanza. Y ahora empezamos a creer que es posible.
Para algunos, es un eslogan vacío. Pero para los compañeros del Grupo de Desocupados "La Esperanza", de Mercedes, es una realidad de cada madrugada, de cada plantín que entierran, de cada ración que reparten.
Porque Soriano, un Departamento de tierras generosas, recostado al río Hum de los charrúas, (que significa el Río Nuestro, y no Negro, como le tradujo un guaraní a un español despistado), es de los primeros del país en desocupación y subocupación. Y los desocupados se nuclearon, y después de muchos reclamos, después que casi los acobardaron del todo con promesas incumplidas, lograron que en 2001 la Intendencia les cediera 2 hectáreas y media de chacra pelada, en el Extremo Sur de Mercedes. Les dieron también unos pesos para comprar animales, y semillas. "En realidad", dice Cacho Gurruchaga, el líder del grupo, "no creyeron que íbamos a aguantar. Yo creo que hasta apostaron a que fracasáramos..."
Pero ellos aguantaron.
No eran gente de la tierra. Los actuales desocupados ya no vienen del éxodo rural, porque el campo ya no tiene más que el mínimo de brazos que lo trabajen. Siempre recordamos a Juan Pablo Terra cuando, ya hace cuarenta años decía: "El proyecto tradicional uruguayo es despoblador. No necesita gente. Es la estancia con vista al mar..."
Por eso ahora los desocupados ya no vienen del campo sino de la ciudad. En el grupo hay obreros metalúrgicos, guardas de ómnibus, carpinteros, y sólo un ex paisano. Así que les ha costado mucho pasar de la mentalidad del asalariado que trabaja una quincena y la cobra, a la del chacrero que hace un almácigo y tiene que esperar varios meses para hacerse de un peso. Y claro que no es sólo cuestión de mentalidad, sino de subsistencia. Entonces muchos de ellos van y vienen de "La Esperanza" a la changa, cuando la consiguen.
Consolidar el grupo fue una tarea difícil. Cacho la tiene muy clara, y analiza con un tino de especialista, las etapas vividas y los esfuerzos desplegados. Para él, construir la esperanza no es una frase de micrófono. Es el trabajo, lento pero infatigable, que conversa y trabaja a la par con el compañero para galvanizar la voluntad, combatir el desaliento, calmar los apuros.
Como no tienen agua, la Intendencia les manda cada tanto un camión cisterna. Sueñan con realizar un proyecto que les hizo el Ing. Francisco Gröss, para lograr ese recurso fundamental. Como otros están peor que ellos, les han robado lechones y les han carneado dos caballos. El último ya casi sabía arar. Hay compañeros en el exilio que les han prometido mandarles plata para comprar otro caballo. No siempre son "pobres pobres" los que los acosan. Hay avivados que saben que es más fácil robarles a ellos y que mandan a chiquilines a hacer fechorías. Ya son nueve los caballos carneados en la zona del Túnel.
Con el 2002, se les vino encima la crisis que expulsó a más de mil mercedarios a los nuevos asentamientos que cercaron la chacra. Al principio hubo problemas: les robaban verduras, les ponían música fuerte de noche. Ahora, siempre Cacho, fue haciendo nacer la solidaridad. Hay muchachos del asentamiento trabajando con ellos. Y la vaca que quieren conseguir, es sobre todo para que los gurises tengan leche.
Y lo más entusiasmante de todo, es que ahora prendió también en ellos la esperanza, y convocan a nuestra Comisión de Políticas Sociales del EPFA para que llevemos su proyecto de trabajo comunitario al futuro Ministerio de Desarrollo Social. Han elaborado con enorme dedicación y con el apoyo del infatigable Cacho, un proyecto en el que no falta ni el plano del lugar ni el censo de los habitantes. Enumeran las tareas que desean cumplir, para mejorar su entorno y dar algún solaz a los niños. Para que tengan experiencias placenteras y puedan jugar, como todo niño.
Se proponen hacer una ceremonia en la que todos firmarán el proyecto elaborado. Como tantos uruguayos, ellos precisan y luchan por un país y una intendencia progresistas, para que por fin los más infelices sean los más privilegiados. (vecinet)
sumario
3- Es hora de devolver al pueblo lo que le pertenece
Discurso de la compañera Nora Castro, presidente de la Cámara de Diputados.
Palacio Legislativo - Montevideo, 15 de Febrero del 2005
Autoridades de los Poderes nacionales / Embajadores de países amigos / Representantes de los Parlamentos de la región / Representantes de Organismos internacionales / Sres. Invitados especiales; Ing. Jorge Brovetto, Presidente del Frente Amplio; Sras. Lilí Lerena de Seregni; Elisa Dellepiane de Michelini; Jorgelina Martínez y Lídice D`Elía, representante de su padre José D·Elía ; Sres. Rafael Guarga; Rodolfo Gambini y Daniel Viglietti. / Colegas integrantes de esta Cámara. / Sras. y Sres.:
Dentro de pocos minutos se constituirá la Asamblea General de este nuevo Parlamento para dar por instalada y abierta la 46º Legislatura. Muchos se podrán preguntar cómo se inserta la política parlamentaria en el cambio proyectado. Cuáles serán la dirección y el fundamento de esta política parlamentaria de cambio para el Proyecto de país productivo, más justo y solidario al que la ciudadanía le dio su mayoritario apoyo el 31 de octubre pasado.
Tenemos una convicción y hoy la planteamos aquí para que desde este lugar pueda ser amasada entre tod@s los diputad@s junto a la gente.
El Uruguay necesita reconstruir su/s identidad/es.
¿Qué significa esto y por qué es necesario?
La conciencia de la identidad de los pueblos y de cada persona se construye en la comprensión, percepción y proyección de su pertenencia a un grupo en esa relación de pasado, presente y futuro, contextualizados.
Pero a la vez, pertenecer a un grupo implica no pertenecer a otro/s, estar dentro o fuera de una frontera geográfica, política o social o económica, por opción o por imposición. Reivindicamos el derecho genuino de la existencia de las identidades personales, de clases y sectores sociales, de grupos, de género, de razas, religiosas o no, de opciones diversas, lingüísticas, en y con las que los ciudadanos se involucren por elección. Pero la nación necesita de tod@s y así como la imposición de una "identidad nacional" más que reunir, expulsa, la simple suma de las identidades tampoco logra labrar la herramienta de la unión de los caros compatriotas para construir mojones de certezas hacia la victoria. La nación uruguaya necesita levantar las condiciones democráticas, plurales, diversas y de participación efectiva para la construcción de un imaginario compartido, donde no haya expulsados y si hubiese desertores que sólo sean aquellos que libremente no se identifican con este horizonte de construcción colectiva.
La identidad es esencialmente un proceso y por ello admite en su seno construcciones, deconstrucciones y reconstrucciones, según los momentos históricos. Quien piense en una identidad estática, congelada, se coloca fuera de la historia, pero lo que es aún más grave, se ubica fuera de la vida misma. Cuando en tiempos explícitamente oscuros o bañados de luz prestada pero implícitamente también oscuros se ha "decretado" la identidad de la nación, no sólo se barrió con aspectos centrales de la vida democrática, sino de la propia vida porque se reservó la condición humana sólo para aquellos pocos hombres y mujeres que desde el poder legitimaban su propio poder de decisión, dejando a las grandes mayorías como simples objetos, recipientes de las consecuencias de las iniciativas tomadas por otros.
Rescatar las identidades "perdidas", ya sea porque hoy son invisibles o porque fueron dibujadas desde la dominación o desde la discriminación, no es sólo tarea de historiadores, sociólogos, arqueólogos o antropólogos. Es tarea conjunta, pero es tarea política y político-técnica y en este orden, en tanto no hay ciencia, ni técnica ni tecnología que sean neutras, que sean asépticas políticamente en el más amplio de los sentidos. Este trabajo implica de alguna manera ciertas reinvenciones históricas y en ello este Parlamento tiene mucho para decir, pero sobre todo para hacer.
¿Quiénes somos los que integramos esta Cámara?
Somos hombres y mujeres políticos, con una pertenencia partidaria a los que la ciudadanía avaló. No nos vemos como políticos de raza ni como raza de políticos, ni nos sentimos parte de ninguna clase política, porque las razas y las clases son otra cosa, pertenecen a otras categorías de análisis.
Somos artiguistas por convicción y nos desafiamos a actuar políticamente como tales. Muchas fueron las instancias que durante el antigüismo significaron verdaderos actos de soberanía y representatividad de los pueblos. Artigas fue coherente al pautar los criterios para los representantes en espacios de integración o para el "pago chico". Así en la Convocatoria al Congreso de Abril de 1813 sostuvo: "Conviene al sostén de la patria que lo más breve posible congregue usted a los vecinos de su jurisdicción, los cuales luego que sean congregados procederán a nombrar un diputado, cuya persona deberá reunir las cualidades precisas de prudencia, honradez y probidad."
Y cuando se dirigió al Comandante General de Misiones, Andresito, en 1815 expresándole: "...mande cada pueblo su diputado indio al Arroyo de la China. Usted dejará a los pueblos en plena libertad para elegirlos a su satisfacción, pero cuidando que sean hombres de bien y de alguna capacidad para resolver lo conveniente."
Prudencia, honradez, probidad, capacidad para resolver lo conveniente..., pautas antigüistas para la conducta de los representantes del pueblo. Herencia fuerte, desafío complejo y permanente que atraviesa todos los días todas las áreas de nuestro hacer. La honradez, que como tantas otras cosas de la vida humana más cuenta no declararla sino esforzarse en vivirla, promoviendo que la valoración de la misma esté en los otros, para escucharla con la máxima atención y aprender. La honradez, raíz del mismo árbol de la coherencia, que si sabemos cuidarlo con humildad, amor y la exigencia necesarias, dejará crecer al menos dos fuertes ramas: la de la coherencia entre el decir y el hacer y la de la correspondencia entre la vida privada y la pública.
"La capacidad para resolver lo conveniente"... Aquí el problema no radica en cómo está acreditada la formación académica o si se tiene un título universitario o no. La formación política no pasa por estos carriles. El conocimiento como tal constituye materia imprescindible pero no suficiente para abordar el verdadero nudo de la cuestión: resolver lo conveniente.
¿Qué le conviene a esta nación artiguista, para que con prudencia y probidad, más temprano que tarde, las heridas de la pobreza, de la miseria, de la desnutrición, de la corrupción y el despilfarro, de la nación disgregada, de las identidades sojuzgadas y del descrédito institucional pasen a ser cicatrices en la historia?
¿Cómo puede contribuir este Parlamento, qué puede aportar a tan compleja tarea?
Hablamos de aportar, conscientes de nuestras facultades constitucionales y de las limitaciones que una práctica política extendida nos ha impuesto como Poder del Estado.
En las Instrucciones que se dieron a los Diputados de la Provincia Oriental ante la Asamblea Constituyente de B. Aires, el 13 de abril de 1813, se expresaba con claridad: "Art.4.- Como el objeto y fin del Gobierno debe ser conservar la igualdad, la libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos, cada provincia formará su gobierno bajo esas bases, a más del gobierno supremo de la nación." "Art.5.- Así éste como aquel se dividirán en poder legislativo, ejecutivo y judicial." "Art. 6.- Estos tres resortes....serán independientes en sus facultades."
Estos principios rectores fueron recogidos en nuestras Constituciones, a pesar de lo cual no siempre estuvieron vigentes.
En la corta historia de nuestro pequeño país, durante el S XIX hubo Gobiernos que actuaron sin Parlamento o que resolvieron su disolución. En el S XX hubo tres disoluciones de las Cámaras, una de las cuales, la más reciente, la más amarga y cruenta fue motivada por los intereses de un puñado de poderosos "...malos extranjeros y peores americanos" que impusieron, en un largo proceso un modelo de país y un estilo de vida ajeno y cercenador de las mejores tradiciones uruguayas y violador de los derechos humanos.
Reinstaladas las instituciones desde 1985 y sin que haya habido una expresa modificación constitucional que proclamara un modelo presidencialista estricto, paulatina y progresivamente el Parlamento ha ido perdiendo independencia como Poder del Estado, particularmente en el terreno del contralor del Poder Ejecutivo.
Hoy, la voluntad política de la mayoría de los uruguay@s ha determinado que la fuerza política que ocupa el gobierno nacional, tenga también la mayoría parlamentaria en ambas Cámaras. Muchos han preguntado si esta situación conducirá a un avasallamiento de las minorías opositoras. Lo hemos dicho y lo reiteramos acá asumiendo la responsabilidad que ello implica. Nuestro compromiso es con todo el pueblo, no sólo con quienes nos votaron por convicción profunda o porque nos "prestaron su voto a prueba". Desde una visión artiguista fundante, priorizaremos las estrategias políticas que permitan que el millón de hombres y mujeres pobres puedan construir su ciudadanía en el pleno goce de sus derechos y que las identidades impuestas por la injusticia se deconstruyan y florezcan las por libre elección. En definitiva, trabajaremos para que lo que hoy es nuestro horizonte proclamado se vuelva escenario de vida nacional, donde tod@s los integrantes de nuestra nación seamos efectivamente ciudadanos para gozar plenamente de nuestros derechos, para cumplir cabalmente nuestras obligaciones avanzando en un proceso democratizador y humanizador. Queremos contribuir en un proceso que favorezca el desarrollo del poder popular habilitando las vías para las iniciativas, para la evaluación y el control desde esos lugares como forma de enriquecer el poder instituido constitucional y legalmente. Es hora de devolver al pueblo lo que le pertenece. El poder que nos instituye no se debe agotar en ese acto, sigue perteneciendo a hombres y mujeres y es también parte de nuestra responsabilidad aportar para visualizarlo y ejercerlo.
En los últimos meses no ha habido proclama partidaria que no hable de la necesidad de implementar soluciones a las situaciones más angustiantes que heredamos todos, que todos sabemos no son "huérfanas" ni producto de una catástrofe de la naturaleza, pero que las sufren los más, los que no se sientan en estos bancos y que casi nunca pueden llegar hasta aquí. No llegan no sólo por las distancias geográficas o por la carencia de recursos para trasladarse. No llegan porque desde hace décadas y más allá de alguna disposición legal o constitucional que cuesta mucho aplicar, la práctica política que habilita la elaboración de los marcos legales de las soluciones es pensada frecuentemente en solitario y como tal, se trampea a sí misma en su aspiración democrática y democratizadora. Hasta ahora, la inmensa mayoría de las veces los problemas que intentamos solucionar son los que nosotros, los legisladores percibimos y consecuentemente, las salidas a los mismos también. La lógica que impregna esta institución tiene pautas formales y fácticas. Entre estas últimas, están algunas demostrativas de que muy pocas veces se tiene la iniciativa de visualizar cómo es el dibujo del problema para los involucrados y en el mejor de los casos la solución se muestra como "negociada" en el ámbito de una marcadísima asimetría que se oculta.
Si la rama de la coherencia entre el decir y el hacer también logra fortalecerse en esta casa, lograremos los acuerdos necesarios para "resolver lo conveniente". Para ello desde hoy y desde aquí, recogemos una de nuestras banderas nunca arriadas: la de tender puentes en lo político y en lo social, como sintetizara Raúl "Bebe" Sendic. El desafío es acá dentro y hacia fuera, pero también desde fuera hacia dentro, sin prejuicios o temores para inventar los soportes que habiliten el tejido de la red democratizadora indispensable. Y anunciamos dos condiciones para acordar, que son eso, tan sólo dos, pero que las sentimos fuertes. Lealtad en lo acordado, en lo común declarado y en lo común implementado. Y que ésta no barra las diferencias, no las esconda bajo la alfombra, porque los intereses de las grandes mayorías siguen marcando el escenario de nuestro accionar y no serán postergados. No somos portadores de milagros. Somos hombres y mujeres que durante muchos años, nos hemos preparado para gobernar pensando lo que nuestras manos hacen e intentando hacer lo que nuestras cabezas piensan y planean. Hemos levantado un programa a lo largo y ancho del país con la participación real de la gente, esto quiere decir, con la gente decidiendo. Y esto no es populismo ni demagogia. Es profunda convicción de que el saber no es único, ni es propiedad exclusiva de las organizaciones políticas ni de la academia. Y que "el soberano", el pueblo, no existe solamente cuando lo convocamos a expresarse a través del voto. Entre el inicio y final de cada quinquenio es el sostén de esta nación, son los hombres y mujeres constructores de nuestra riqueza material y cultural, esa misma riqueza hoy devastada de nuestros campos, de nuestros ríos y mar, de nuestra industria. Nuestro compromiso no es sólo para reinstalarlas y modernizarlas.
No es sólo para crecer económicamente y hacer que ese crecimiento sea sostenible, sino para que haya mejor distribución de la riqueza, que se terminen las migajas para los más y los buenos postres para los pocos privilegiados. Por ello, el Gobierno de este Estado, y nosotros como parte de él, deberemos intervenir en aspectos o fases simultáneas de la vida misma. Deberemos intervenir para que haya trabajo como principal política redistributiva, para que haya salud y para que se garantice la mejor educación de tod@s. Aquel que creció bajo la desnutrición desde el vientre de su madre, el que fue expulsado del sistema educativo porque no encontró la propuesta adecuada para sus aprendizajes o fue arrancado de la escuela para recoger de la calle los ingresos que le están vedados a sus padres por no poder acceder a un trabajo digno, en un país que hace tiempo olvidó que el trabajo es cosa de “grandes”, esos compatriotas no son libres para elegir. Así como hoy sufren la imposición de estas situaciones, mañana no podrán elegir libremente.
Todo esto es materia de tod@s. Materia de la que debemos pre-ocuparnos y ocuparnos, desde la razón y desde los afectos, porque felizmente no somos sólo razón y argumentos.
Pero son muchos más los que tienen obstáculos a la hora de elegir, porque es imposible optar por lo desconocido. ¿Quiénes conocen los asuntos que aquí tratamos? ¿Quiénes saben cuáles son los aportes, los acuerdos y las diferencias que aquí tenemos? ¿Quiénes pueden decir con certeza cuál de nosotros sostuvo aquí determinado punto de vista o quién trabaja efectivamente o sólo marca asistencia entrando por una puerta y saliendo inmediatamente por otra? El conjunto de estos asuntos también tiene que ver con la vida democrática y por ello habrá que pensar y hacer. Entre otras cosas, encaminarnos para salvar una materia pendiente en este país, referida a la inexistencia de un sistema nacional de comunicaciones, que articule lo público-estatal, lo "comercial" y lo alternativo-comunitario. Y que en su construcción vayamos encontrando respuestas concretas para informar, ya que quien no está informado no puede construir conocimiento.
Pero la mochila de los desafíos no se cierra acá. No queremos hablar hoy sólo para quienes habitan dentro de las fronteras que marcan nuestros ríos y arroyos y nuestros marcos norteños que señalan las líneas divisorias. Nuestro compromiso es doble en este campo y por dos diferentes y conjugadas razones. Hoy la nación uruguaya no ocupa solamente el territorio nacional. Se expande más allá de los límites del Estado uruguayo. Miles de uruguayos viven fuera del paisito y en nuestras familias se ha instalado un hondo dolor de ausencias. Nuestros hombres y mujeres que emigraron y los que aún lo están haciendo, tienen manos hábiles y cabezas lúcidas forjadas por el esfuerzo de este pueblo y fueron expulsados... Sí, fueron expulsados. La inmensa mayoría no tuvo la libertad posible para elegir vivir acá o allá, porque cuando lo que se vive por años es la falta de trabajo, de cualquier trabajo y el horizonte se tiñe de hambre y de exclusión, no se es libre. Nuestro compromiso con estos uruguay@s es trabajar duro para contribuir eficazmente a eliminar las condiciones de esta doble pena que se les ha impuesto: vivir en extranjería y convertirse en ciudadanos de segunda clase por no tener derecho al voto, por no tener derecho a elegir a quienes mejor crean van a defender sus legítimos intereses, derechos y anhelos.
La otra razón para mirar más allá de nuestras fronteras recoge también banderas artiguistas. Son las de la integración de los pueblos, requisito que sigue siendo imprescindible para hacer viable cualquier proyecto de desarrollo nacional. No se trata sólo de conjugar políticas arancelarias. Se trata de avanzar en la complementariedad productiva y en la investigación científica y tecnológica. En las políticas en materia de energía y comunicaciones; en el respeto y promoción de los derechos laborales y de los derechos humanos en forma integral. En tejer las mejores condiciones para negociar en los más vastos campos internacionales donde el endeudamiento y las reglas de juego de esos mercados son obstáculos mayúsculos para el logro de la felicidad de nuestros pueblos. La gesta libertadora e integradora de Artigas y Bolívar muestra su continuidad histórica. Desde una América empobrecida por imposición, por dominación y discriminación y a la vez, rica en "gentes", en pensamiento y en recursos naturales se levanta este desafío. Seguir tras un omnipotente aislamiento ciego o volcar el esfuerzo en la cooperación, en la unión. Para nosotros no hay dudas: queremos ayudar a parir una Patria Grande.
Nací y crecí muy cerca de acá, a tan sólo dos cuadras, pero nunca pensé que tendría esta responsabilidad. Soy hija de este pueblo, de sus luchas y de la educación pública estatal. Debo todo y con las deudas me comprometo.
Soy consciente que por primera vez esta Cámara ubica a una mujer en la Presidencia y siento que muchos se preguntan si podré con la tarea. No soy augur ni creo en la predicción, porque la historia como el amor, no se pueden pre-decir. Evaluaremos juntos y con frecuencia para corregir errores y afinar propuestas. Pero mi presencia acá diría muy poco si no tuviéramos la referencia de quienes nos precedieron en el Parlamento desde 1943, recién en 1943, pero sobre todo de los cientos y miles de mujeres que asumiendo un riesgo mucho mayor de censura, discriminación y de vida lucharon por sus derechos laborales, sociales y políticos. Son las que también contribuyeron a forjar nuestra historia, aunque de ellas casi no se habla. Son las Melchora, las indias y negras artiguistas, las criollas de la primera independencia, las blancas de Aparicio y las batllistas ciudadanas, las fosforeras, las textiles, las maestras y trabajadoras de la salud y la enseñanza, las peonas rurales, las cañeras del norte, las del arroz y las forestales, las estudiantes, las militantes políticas , las madres y familiares de nuestros detenidos-desaparecidos, de nuestros ejecutados..., en fin, son todas ellas junto a los varones que entendieron y con pocas o con muchas ganas, ayudaron a abrir el camino en las cabezas de tod@s.
La historia, y nuestras historias, están preñadas de dolor y de esperanza. Del dolor de la injusticia o aprendemos de él, sin rencor pero sin olvido o nos condenamos a vivir con él matando la esperanza. A aprender sin olvidar, a convertir la esperanza en alegría nos comprometemos. Sabemos que el trabajo será duro porque se trata de arar la tierra para que un día germine una Patria para Todos. (vecinet)
sumario
4- Ahora, gobernar obedeciendo
por José Díaz (*)
El pueblo oriental acaba de dar un gran paso histórico: decidió cambiar el Gobierno, sustituir a las clases hasta ahora dirigentes por los representantes de las postergadas y cambiar el rumbo del país desde una perspectiva de izquierda, en el inicio, de centroizquierda.
Este hito histórico fue fruto de una larga lucha del pueblo uruguayo, de su clase trabajadora, y de su excepcional y singular empeño de unir, sindical y políticamente, a los sectores sociales oprimidos.
Casi al nacer, en 1910, el primer partido de la izquierda uruguaya, el Partido Socialista (PS), en las elecciones de ese año, se presentó integrando la "Coalición liberal-socialista", y eligió a su primer diputado nacional, el doctor Emilio Frugoni, fundador de dicho partido. A mediados de los años 30 del siglo pasado, para enfrentar a la dictadura de Terra (1933), Servando Cuadro, sugirió y el PS propuso formar la "Concertación Democrática" y en las elecciones siguientes (1938), su candidato a la Presidencia de la República, el doctor Frugoni, fue votado por toda la izquierda (socialistas y comunistas) y sectores anti-dictatoriales.
En la fermental década de los 50, la crisis del modelo sustitutivo de importaciones (del Uruguay batllista), ambientó los importantes cambios en nuestra izquierda: de carácter re-fundacional en el PS, bajo el liderazgo ideológico de Vivian Trías; cambios en la conducción y en la política de alianzas en el PCU, bajo el nuevo y largo liderazgo de Rodney Arismendi; y la transformación de la vieja Unión Cívica en PDC, Democracia Cristiana de centroizquierda bajo el liderazgo de Juan Pablo Terra.
Y estos cambios, a su vez, alumbraron a partir de los 60 frentes crecientemente unitarios desde la Unión Popular (PS y aliados) y el Frente de Izquierda de Liberación (PCU y aliados), en 1961, hasta el Frente Amplio diez años después (1971) que, liderado por el general retirado Líber Seregni, unió a los sectores de los dos frentes anteriores junto al PDC, desprendimientos de los partidos Nacional y Colorado y sectores independientes.
Superado el paréntesis dictatorial (1973-1985), a pesar de intentos en contrario, vuelve el Frente Amplio a ocupar la escena política con vigor y, en las elecciones de 1989, ganó el gobierno departamental de Montevideo, donde vive casi la mitad de nuestra población, eligiendo como primer intendente de izquierda al doctor Tabaré Vazquez.
Ya en l994, en alianza con nuevos sectores, se conformó el Encuentro Progresista (EP) y el pasado año, en víspera de las recientes elecciones nacionales, se avanzó aún más en el camino unitario con la integración de la Nueva Mayoría, excepcionalidad unitaria que va del centro a la izquierda, y origina la curiosa y larga sigla actual: EP-FA-NM...
Cambio a la uruguaya
Suele preguntársele al doctor Vázquez y a otros dirigentes, en el país o en el extranjero, si el gobierno de nuestra izquierda será como el de Lula, el de Kischner o el de Lagos. E invariablemente se contesta: nuestro cambio será a la uruguaya, a partir de nuestra realidad y nuestro programa, lo que no excluye tomar las experiencia vecinas o más lejanas como fuentes de inspiración, nunca como "copia ni calco", según enseñaba Mariátegui.
El programa de nuestra izquierda, desde las "Líneas Programáticas" aprobadas en el último Congreso del FA (fines del 2003) hasta las propuestas del EP-FA-NM expuestas en seis sucesivos eventos realizados entre julio y setiembre del corriente año, desde el punto de vista político-ideológico puede caracterizarse como nacional-popular y democrático avanzado; y, desde el punto de vista de los sectores que el nuevo gobierno expresará, como de centroizquierda, paso inicial hacia un proyecto nacional de cambios profundos y de transformaciones revolucionarias: el de nuestra segunda independencia, continuadora de la gesta libertadora del siglo XIX. Y para los sectores de ideas socialistas, la concreción de dicho proyecto nacional sería la fase inicial del proceso, único e ininterrumpido, como enseñaba Vivian Trías, que nos conduzca a la fase propiamente socialista, a la democracia socialista de nuestros sueños emancipatorios.
En los mentados eventos -seminarios en los que participaron técnicos, militantes políticos, actores sociales e invitados extranjeros (de Brasil, Argentina, Chile, Venezuela, etcétera)-, se efectuaron propuestas bastante detalladas sobre las primeras medidas y las metas quinquenales del primer gobierno de la izquierda uruguaya en torno a seis ejes fundamentales: el Uruguay Social, el Uruguay Productivo, el Uruguay Innovador, el Uruguay Integrador, el Uruguay Democrático y el Uruguay Cultural.
Líneas programáticas y propuestas de gobierno que fueron madurando a través de más de 30 años de lucha frenteamplista, con sucesivos cambios que el devenir social determinaba, de una consulta pueblo por pueblo, sobre las necesidades y las aspiraciones de todos los sectores sociales, especialmente atentos a los requerimiento de los más necesitados en un país que en los últimos años duplicó la pobreza, ahora cercana al 50% de la población, con unos 100 mil indigentes, con una de las más pesadas deuda externa per capita de la región, y la semiparálisis del aparato productivo, especialmente el industrial y comercial.
A pesar de que la derecha acusó a la izquierda de no tener programa, durante agosto y setiembre sólo se discutió en torno a la bondad o inviabilidad de la propuesta frenteamplista. Dirigentes blancos y colorados se disputaban el dudoso privilegio de atacar al único programa de gobierno serio, vastamente consultado y discutido, que en vano negaban.
Y si ese fue el debate de agosto y setiembre, las sucesivas cifras que daban las encuestas les hizo entrar en el desespero, y, como ya lo habíamos previsto (1), "la derecha y sus candidatos presidenciales" se lanzaron en octubre a "una campaña tan sucia como la de 1971, sobre la base de denuncias falsas de todo tipo y de una ola de miedo y violencia". Y así fue. Pero, como lo vaticinó la prestigiosa politóloga Constanza Moreira en el semanario Brecha, a pocos días de las elecciones, sólo fueron "tardías maniobras del miedo".
Hacia la transición responsable
Con la victoria electoral de nuestra izquierda, quedaron atrás veinte años de transición inconclusa, y comenzará a partir del 1º de marzo del 2005, una transición responsable de cambios graduales y profundos.
Los pueblos de América Latina y el Caribe, y más allá de nuestro continente, la mayoría de los dirigentes y militantes de sus partidos, sindicatos y demás organizaciones sociales, las mujeres y hombres de la cultura, esperan con esperanza la gestión del nuevo Gobierno. El desafío para el próximo gobierno progresista será doble: no defraudar al pueblo oriental, especialmente a los pobres, a los excluidos, a los trabajadores, y no defraudar a los pueblos hermanos. Poner al Uruguay en sintonía con los vientos de fronda que soplan en diversos países y sumarnos con firmeza al nuevo proceso emancipatorio.
Para ello, tendremos que gobernar obedeciendo, al programa y al pueblo.
Para lo primero, lo esencial será concretar los lineamientos y propuestas aprobadas en un plan quinquenal cuya ley fundamental será la ley de presupuesto. Habrá que fijar objetivos y metas quinquenales, priorizar las urgencias, empezando por cumplimentar el anunciado Plan de Emergencia Social, y en cada Ministerio y en cada empresa pública, tener un claro derrotero de gestión consecuente y transparente.
Para gobernar obedeciendo al pueblo, habrá que estar no sólo atentos a sus necesidades más perentorias, especialmente las de los más necesitados, sino estimular la participación organizada del pueblo en las distintas instancias de la administración y gestión. Impulsar, en suma, la democracia participativa, mejorando la calidad democrática de nuestras instituciones.
En las más diferentes áreas se sigue trabajando con ahínco y se llegará al gobierno nacional con ideas claras para cambiar entre todos el país, con un paquete de primeras medidas y un plan definido para el quinquenio 2005 a 2010, cuya ejecución demostrará que la izquierda uruguaya cumplirá, con firmeza, dignidad y honradez.
(*) Abogado, presidente de la Fundación Vivian Trías, nombrado Ministro del Interior por el presidente Tabaré Vázquez (Memorias.ur) (vecinet)
sumario
5- Gobernantes de otra clase
por diputado Guillermo Chifflet (Brecha, 28/01/2005)
La esperanza alcanzó, por fin, a grandes sectores de nuestro pueblo. Es hermoso comprobar, además, cómo no se confunde la esperanza con la ilusión. En consecuencia, nadie pide milagros de un día para el otro. La prédica de la izquierda, que viene desde largo tiempo atrás, sus luchas, los ejemplos ofrecidos por la historia particularmente en Uruguay y en "nuestra América", han hecho que la inmensa mayoría sepa en qué importante medida el cambio -los cambios sucesivos- dependen del esfuerzo, la participación y el control de cada uno. Tabaré -desde el 1 de marzo el compañero presidente- ha explicado con claridad el nuevo concepto de ciudadanía que propone la izquierda.
En la democracia moderna, hasta ahora, cada ciudadano ha tenido la posibilidad de decidir una vez cada cuatro o cinco años. En cada elección puede delegar su porción de soberanía en los representantes que elige, reservándose una instancia de decisión sobre la gestión de los mismos en una nueva -y generalmente distante- oportunidad electoral.
"La democracia -hemos predicado con Tabaré- exige una dimensión más consensuada y participativa. (...). Hoy es más cierto que nunca que una decisión política no solamente se legitima por su contenido sino también por su capacidad de integrar voluntades. Pero nadie se integra a lo desconocido o lo ajeno. No se trata de negar los valores de la democracia representativa en tanto componente fundamental de la forma de gobierno que la sociedad uruguaya soberanamente se ha dado, sino de complementarla y fortalecerla". En esta concepción, participar dejará de ser, para cada ciudadano, una palabra.
El nuevo gobierno fomentará vías de participación y control ciudadano (el municipio de Montevideo ha iniciado una experiencia de descentralización y participación, que deberá perfeccionarse con más posibilidades de atención, contralor y decisión por los vecinos; ya se ha dado, pues, algún paso), porque el plano nacional exige más. La izquierda impulsará, en tal sentido, un plan estratégico de fomento de la participación ciudadana en colaboración con la sociedad civil. Promoverá "el reconocimiento del derecho a la participación de las organizaciones sociales" e impulsará la creación del consejo para el seguimiento de los compromisos de gobierno.
Para reiterar palabras del compañero presidente: "Queremos que la ciudadanía evalúe nuestra gestión, que nos indique si vamos mal, si vamos bien, si tenemos que ir mejor, etcétera". Para ello, adaptando sus características a la realidad uruguaya, se creará ese consejo ciudadano, que realizará el seguimiento de los compromisos asumidos.
El Plan de Emergencia, la atención prioritaria a los sectores carenciados, será una de las primeras medidas: la señal inicial de un gobierno distinto. Cuando el compañero Seregni finalizó, en 1971, su primer discurso público en nombre del Frente Amplio, invocó: "¡Padre Artigas, guíanos!". En esa línea, un gobierno de otra clase, distinto a los que han creído en el neoliberalismo, apuntará a "que los más infelices sean los más privilegiados". Y para asumir ese principio artiguista no es necesario ser marxista, ni socialista, ni comunista.
Honestidad, transparencia, participación. Esos son algunos de los rasgos esenciales del compromiso. Nuestra obligación con el pueblo oriental. El mandato de quienes dejaron todo -en muchos casos hasta la vida- en la gestación de la realidad que comienza; el sueño anunciado por quienes nunca perdieron la fe. Ha llegado hasta hoy la voz de quienes, como León Duarte -sometido a la tortura en el infierno de Orletti-, reunía fuerzas para alentar a los compañeros desde su cuerpo deshecho con un ¡Arriba los que luchan!
Un entrañable maestro, caudillo del rumbo, don Carlos Quijano, en 1971, cuando la unidad popular comenzaba a templarse en el fuego de atentados y balas y las calumnias de quienes temían por los privilegios del sistema, dejó escrito: "Por encima de hombres y accidentes, de lo anecdótico y fugaz, el Frente Amplio es un hecho escandalosamente nuevo. Rompe los esquemas enmohecidos. Trastorna las reglas del juego. Es una irrupción vital y fecunda que le ha dado al país con la fe, la esperanza. Sólo él, creemos, puede devolverle por la justicia, la paz".
La fe y las convicciones se afirmaron luego en las cárceles; en el enfrentamiento a los métodos de los torturadores; en los silencios obligados; en las persecuciones, una de las cuales (masiva y notoria) fue la variante de la estrella amarilla impuesta por los nazis, que los burócratas del régimen sustituyeron por la tarjeta C.
Quijano, fiel a las esperanzas populares, supo que el Frente abriría caminos hacia un futuro de socialismo y libertad. Pero -objetivo- afirmó entonces (1971) que "porque el paso no puede ser más largo que las piernas, ni siquiera es la transición. Pero sí, por lo menos, el alba de la transición".
Hoy, en el amanecer del tiempo nuevo, junto a los objetivos concertados, tenemos la obligación de analizar, dialogar y afirmar los caminos para lo que debe ser una práctica política diferente.
Marta Harnecker, en La izquierda en los umbrales del siglo XXI, ha planteado cómo podemos detectar si una fuerza política busca simplemente (al impulsar reformas) perfeccionar el orden existente, o apunta a una transformación profunda, eliminando las injusticias del capitalismo y auspiciando la construcción de otro sistema.
Quizás importen algunas observaciones al respecto. En 1948, cuando los pueblos salían de los horrores que culminaron en la Segunda Guerra Mundial, intentaron concretar, en un documento, los sueños gestados hasta en los campos de concentración. Ese texto, Declaración Universal de Derechos Humanos, afirmó, en su preámbulo, que "la libertad, la justicia y la paz tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana". Se había comprobado -al costo de dolores inenarrables y millones de vidas- que el menosprecio de los derechos humanos origina actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad.
Todos los derechos contenidos en la Declaración deberán ser protegidos -se afirmó- "a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión". Basta una lectura de los 30 artículos para comprobar, como ha dicho Saramago, que la izquierda tiene allí su programa. No es necesario mucho más. Recordemos, como ejemplo, un artículo (el 25) que elegimos casi al azar. Dice: "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene, asimismo, derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social".
La Declaración -aprobada por todos los países miembros de Naciones Unidas- sigue siendo, sin embargo, un programa incumplido.
En 1998, cuando esa norma universal cumplió medio siglo, un ser excepcional, Luis Pérez Aguirre, observó que "50 años después de esa declaración solemne nuestro mundo sigue siendo un planeta inhabitable para la mayoría de los seres humanos”. Hoy, las cifras continúan denunciando la subversiva concentración de la riqueza y la multiplicación de la pobreza. 250 personas tienen, cada año, más ingresos que el 45% de los habitantes del planeta, 250, más que 2.500 millones.
El sistema que predomina (las trasnacionales que tienen, aisladas, más poder que países enteros), el capitalismo, para decirlo con objetividad, acentúa las injusticias. Esa es su lógica. Y es bueno, al respecto, tener presente el artículo 28 de la Declaración, que expresa: "Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos".
De esta afirmación universal de principios importa volver a lo particular y nuestro. ¿Cómo comprobar si en las medidas que vendrán caminamos hacia un cambio real o nos quedamos en el reformismo? Éste significó siempre -por lo menos en la concepción de la vilipendiada izquierda tradicional, como se nos califica- perfeccionar sólo en parte el orden existente. En cambio, el progreso real significa apuntar a cambios profundos: al nuevo sistema al que aspira la Declaración de Derechos Humanos.
Varias observaciones de Harnecker, u otras a las que se han referido compañeros como Hugo Cores, por ejemplo, en sus excelentes artículos, o Helios Sarthou en algunas de sus audiciones, señalan condiciones para que nuestra lucha institucional apunte, realmente, hacia los cambios propuestos.
Harnecker señala, entre otras condiciones, que las reformas deben ir acompañadas por un esfuerzo paralelo por fortalecer el movimiento popular. La participación, la información (que es a la vez formación), afirman la conciencia hacia las soluciones, profundizan la democracia y permiten enfrentar a los grandes medios de que dispone el poder real.
El compromiso es mostrar, además, una práctica política diferente: ni acomodos, ni tarjetas de recomendación, ni nepotismo, ni ingresos por la ventana, todos factores que han corrompido la administración.
Habrá que cuidar, además, como explica Harnecker, la tendencia a moderar o desmovilizar. Aquello de "la política es el arte de lo posible" debe ser sustituido por un concepto más justo: la política es el arte de hacer posible lo necesario.
La relación con los sindicatos está clara. Desde la izquierda siempre hemos sostenido que deben mantener su independencia. Hoy el PIT-CNT sostiene lo mismo. Y quienes sentimos el deber de representar a los trabajadores y en especial a los sectores heridos por la adversidad, debemos tener presente que la apelación al "no hagan olas", o a la "madurez", suelen conspirar contra esa independencia sindical que será base, también, de la democracia nueva. Si surgen diferencias habrá que respetar siempre la autonomía de las organizaciones populares aceptando como normal que existan tensiones y contradicciones entre el gobierno y el movimiento popular. Circunstancias que habrá que superar profundizando -en el diálogo- la conciencia de los objetivos comunes.
Un partido de gobierno (para destacar un rasgo más que importa mantener) no tiene por qué dejar de ser un partido de lucha. La participación (reiteramos), la más amplia información de las medidas que se van tomando, la consolidación de los comités de base, la periódica rendición de cuentas, la propaganda del ejemplo, el autocontrol y el control colectivo de las conductas son, y deberán ser cada vez más, bases de la nueva democracia; la demostración permanente, con hechos, de que somos un gobierno de otra clase. (Brecha)
(vecinet)