Ni Washington ni La Habana saben cómo parar la avalancha de cubanos que están seguros que se lanzará al mar hacia Miami este semestre. Entre enero y junio fueron 837 sólo los devueltos a la isla por los guardacostas de Estados Unidos de América, y esperan que esa cifra se triplique en el segundo semestre, llegando a 3.000. La estimación muy bien puede ser conservadora.

El órgano oficial Granma destacó el fin de semana la noticia de la entrega de EEUU de 54 inmigrantes ilegales a las autoridades cubanas, parte de un reiterado esfuerzo por negar rumores que circulan en la habana sobre una nueva oleada de emigración a Miami, esta vez alentada por el gobierno castrista.

Lanchas rápidas procedentes de Miami llegan regularmente a las costas cubanas a recoger grupos de inmigrantes, sin que las autoridades de ambos países logren evitarlo. El precio por cada pasajero es de entre 9 y 10.000 dólares y las lanchas Stringer, con hasta 20 personas, recorren en cuatro horas las 90 millas que separan ambos países.

Las cifras de este año son las más altas desde 1994, cuando 37.140 balseros cubanos fueron recogidos en el mar.

Ahora, los cubanos son desembacados por las lanchas piratas en cualquier punto de la costa, y una vez que pisaron tierra firma no pueden ser repatriados, por la llamada Ley de Ajuste, de 1966. A esto se agregan los auténticos balseros, que se hacen a la mar en cualquier cosa que flote. La televisión internacional mostró la semana pasada cómo guardacostas corrían para capturar, en el agua baja de una playa de Miami, a balseros que llegaban. El hecho levantó protestas y el caso de esas seis personas fue en consecuencia reconsiderado por las autoridades de Estados Unidos.

Hay una verdadera fiebre de balsas en La Habana
El PaÍs (España)