Serie: Pensamiento (XVIII)
Ética y moral
Mario A. Silva García
Comúnmente, ética y moral se consideran términos sinónimos. ¿Qué decir de la ética, palabra griega detrás de la cual se asoma la manera de pensar y sentir de los griegos y de la "moral", creación del genio latino?
Cada lengua tiene una forma de conformación del mundo. Tomemos un término como kosmos, que para los griegos significaba algo hermoso, para los latinos, algo limpio y delimitado con precisión a lo cual llamaban mundus. Podía ser también algo que se comprendía y se relacionaba con el hombre, el vir, que se proyecta en el Welt o el world. Detrás de esos términos hallamos la idea de un don, de un regalo o de un ámbito sin los cuales no podría concebirse la existencia, el ex-sistere, el proyectarse.
Sobre la morada del hombre
Ethos se refería a la costumbre, al hábito, pero también aludía a la manera de ser, al carácter. Y si nos remontamos más atrás encontramos la idea de cualidad propia, hábito incluso de domicilio. Al respecto tenemos que tomar en cuenta a M. Heidegger quien en la Carta sobre el Humanismo nos propone traducir Ethos, que comúnmente significa carácter, según el pensamiento de los presocráticos (Heráclito 119), donde significaba morada, lugar donde se habita. Esa zona abierta de su morada hace aparecer lo que avanza hacia la esencia del hombre: el aproximarse se detiene en su cercanía. La morada del hombre guarda la llegada de aquello a lo cual el hombre pertenece en su esencia.
La Ética se entiende así como la reflexión sobre la morada del hombre y se puede agregar que este pensamiento que forma la verdad del Ser como elemento original del hombre, en tanto que ex-sistente, es ya en sí misma la ética originaria.
El tema reaparece en dos trabajos incluidos en Ensayos y Conferencias (Vorträge und Sufätze). Uno lleva como título un verso de Hölderlin "poéticamente habita el hombre", y el otro busca hallar un lazo entre construir, habitar y pensar. El primero insiste entre bauen (construir) y dentro de este construir es la poesía la que lleva al habitar del hombre en el Ser. La poesía es el "hacer habitar original". La vida habitante es la vida de los hombres. Allí encontramos la conexión entre la raíz de bauen y ciertas formas lingüísticas, donde aparecen la idea de permanecer, detenerse, morar. Y yendo más atrás llegamos a ser, crear, a esa unión extraña que el sánscrito tolera entre ser y devenir. Eso que el pensamiento occidental se esforzó en separar.
Se ha perdido el habitar que constituye el ser del hombre y se ha convertido en un comportamiento entre otros. Se perdió así un rasgo fundamental de la condición humana. No se puede separar el construir (bauen) del habitar (wohnen). En el gótico antiguo significaba estar contento, estar en paz. Y paz (Friede) es lo que está libre (Freie) en el sentido de libre como preservado de daños; protegido.
Sentí yo mismo la necesidad de explicar el doble sentido de hábito como vestimenta y costumbre. Buscando justificar esa aproximación apelé a Ravaisson y a su célebre obra De LHabitude. Ella empieza con esta afirmación: "El hábito, en el sentido más amplio y permanente, es el modo de ser general y permanente, el estado de una existencia, considerado sea en el conjunto de sus elementos, sea en la sucesión de sus épocas El hábito adquirido es aquel que es consecuencia de un cambio. Y la presión de lo adquirido puede ser tan fuerte que permite decir que es una segunda naturaleza."
Por mi parte diría que eso había sido anticipado por Aristóteles. El hábito (Exis) es un modo de ser permanente o adquirido, positivo y no negativo. Y sus ejemplos son la ciencia, la virtud. Ellas se distinguen de la de pathos; simple afección superficial. En Aristóteles se aproxima a la forma (eidos), diferenciada de la materia (Hylé). El hábito pertenece al dominio de la potencia (dynamis), pero que tiende a pasar al acto (energeia) si no hay algo exterior que se le oponga.
Lachelier (Cf. Vocabulaire de Lalande) mostró la conexión entre Habitus o Habitude, como antiguo modo de habere (estar en cierto estado). De acuerdo a Bloch y Wortburg (Dictionaire Etymologique de la Langue Française) podríamos incluir aquí hábito como vestimenta, especialmente religiosa, donde hay un mantenimiento (tomar los "Hábitos", "dejar los Hábitos").
En esa extraña obra consagrada a los trajes (Sarthus Resartus) (una traducción aproximada sería "el que arregla las vestimentas" o las remienda), Carlyle juega con la proximidad morfológica entre costume (vestimenta) y coutume (costumbre). Y justifica el extraño título de su obra de este modo: "Así como Montesquieu escribió Esprit de Lois, que es propiamente un Espirit des Coutumes (un espíritu de las costumbres), podríamos tener un Esprit des Costumes. (Comienzo del Cap. V, El mundo vestido, Ed. Emecé. Bs. As., 1945).
Cuando el hábito se refiere a las costumbres en general, pero especialmente a las sociales y morales, el griego usa Ethos que proviene del sánscrito svadha (naturaleza, esencia propia). De allí pasa al indoeuropeo Swe, y luego al latín Suus (propio de un individuo o grupo). De ahí deriva al alemán Sitte. El latín suus, corresponde siempre al sujeto de la cláusula: lo que le pertenece.
Ethos parece oscilar entre costumbre y carácter. El pensamiento moderno ha preferido traducir Ethos por Carácter. Esta expresión proviene del latín Character que a su vez deriva del griego Kharakter que significaba "signo grabado", sentido que aún se conserva. Charaxo se refería a la acción de cortar, de efectuar incisiones inscribir; Xarakar es la incisión. Eso permite su uso como algo congénito o adquirido; como decimos: rasgos, huellas.
En cierto momento, (aunque debo admitir que en ese momento no tuvo mucha gravitación) S. Mill designó como etología a las leyes o mejor dicho: a la ciencia que determina la formación de carácter. (Logic. Cap. V, Book, VI Ethology or the Sciencie of the Formation of Character). Hay que reconocer que a nivel popular, la genética maneja una serie de fantasías.
Wundt a su vez usó el término para la ciencia que tiene por objeto el estudio histórico de las costumbres (Sitten) y las representaciones morales (Sittlichen Vorstellungen).
La orientación positivista de Levy Bruhl, Bayet, Belot, conlleva a distinguir la costumbre del arte moral racional. Es una distinción muy clara en Bayet: "De Aristóteles a Comte se dice:: el robo es una falta. ¿Por qué lo es? Durkheim por otra vía, retorna al mismo problema; la reprobación de que es objeto el robo, ¿es usual o mórbida? Levy Bruhl aísla en la cuestión planteada por Durkheim, el elemento científico; esta reprobación ¿cuál es? ¿Cómo es apreciada en los grupos humanos? ¿Qué hay? es decir: ¿qué hipótesis rinde cuenta sobre este punto de los hechos observados? De golpe, la Etología está fundada." (A. Bayet, La Science des faits moraux, pág. 5, Ed. Alcan, París, 1925).
Costumbres y hábitos
La expresión latina mos tiene el sentido análogo a costumbre y hábito, pero aunque conserve este sentido agrega a veces un rasgo de obligatoriedad. Así en Cicerón encontramos: Lesitato more peccato (cometer una falta ordinaria). Se va transformando en ley, en regla. Así también aparece en Virgilio cuando dice: Pacis imponerse morem, en el sentido de imponer las condiciones de la paz y entonces la mentalidad jurídica de los romanos los lleva a identificar mores con instituciones de un país. Va adquiriendo así la exigencia de obediencia. La costumbre que tiene valor jurídico es aquella que reúne dos rasgos para ser considerada como fuente de derecho: la de usus inveteratus opinio neccesitatis.
Si bien la palabra mos está en la raíz de moroso (aquel que no ha saldado una deuda en el tiempo prefijado), psicológicamente es una forma de humor, cuyo rasgo es la lentitud, falta de ánimo.
El tránsito del griego al latín es consagrado por Cicerón en la parte inicial De Fato (Del destino) porque ella tiene que ver con las costumbres, en griego ethos. Nosotros para designar esta parte de la filosofía, decimos corrientemente filosofía de las costumbres (mores), pero es el caso de enriquecer nuestra lengua y llamarla moral (nominare moralem). En las Tusculanas (IV, XXIV, 54) la aproximación es clara: "También nosotros, los romanos, hemos hecho bien de reservar el morosi (malos caracteres) para las personas coléricas, porque si es verdad que todos los vicios dependen del carácter (mores) no hay nada más vergonzoso que la iracundia (sic). También en latín, moreses gerere alicui. (Soportar el humor de alguien, realizar sus fantasías. (Cf. Ernout et Meillet, Dictionaire Etymologique de la Langue Latine, art. mos).
El término reaparece en la expresión francesa meurs, mientras que el inglés usa habitualmente el término "moral" para referirse al carácter o a la conducta, pero usa también un término que en español usamos: custom, para uso o práctica establecida, que el francés también utiliza con la palabra coutume, que era originariamente un término del arte, cuando introduce la voz costume; verdad de los usos, de las vestimentas reproducidas e las obras de arte. Pienso que eso obedecía a la necesidad de introducir algo de verdad en lo ficticio, pero en francés se usa más bien habitude, que remplazó al verbo souloir (soler); en español indica una costumbre no muy estricta.
Ya nos hemos referido a Carlyle y a su Sartor Resartus. A título de hipótesis diría que la proximidad entre costume y coutume, tenía su razón en el hecho de que en cierta época, la moda se había desarrollado de tal modo, que no solo los integrantes de las clases privilegiadas, sino de funciones determinadas se vestían de un modo determinado. Eso se mantiene hoy en día, en los militares, marinos, médicos, sacerdotes.
Para concluir este desarrollo terminológico pasemos al alemán. Allí encontramos la palabra Sitte con la misma ambigüedad. Como lo que se acostumbra (Gewohnheit) y Sittlichkeit, como moralidad. Para comprender el alcance de este término, pensemos que luego de la Crítica de la Razón Pura, de la Razón Práctica, del Juicio, Kant escribió una Metafísica de las Costumbres (Sitten). Para él es algo que concierne a la voluntad misma, cuya bondad proviene no del éxito, del fin, o del resultado, sino de la forma misma. Explicitar eso sería enormemente difícil.
Ahora quiero limitarme al sentido del vocablo Sitte. Tiene similitudes con los términos de otros idiomas, pero hay algo nuevo en la voz alemana es la nota de Bindung, sometimiento, ligazón y obligación, si bien ahora resulta redundante, es estar atado a algo o por algo. Cuando pasamos al sustantivo abstracto Sittlichkeit, que es el usado por Kant, este término absorbe el sentido moral. Pero insisto en el rasgo de "forma" y así Kant nos dice al comienzo de los Fundamentos de la Metafísica de las Costumbres: "La filosofía formal se llama Lógica, mientras que la filosofía material, Física y es ésta la que tiene que ver con objetos determinados y con las leyes a las cuales están sometidos y se divide a su vez en dos. Porque esas leyes son leyes de la naturaleza o leyes de la libertad. La ciencia se llama Física y la segunda se llama Ética. Aquélla es todavía llamada Filosofía Natural y ésta, Filosofía Moral. (Prefacio)
Me he explayado sobre este concepto, porque como hemos visto, moral proviene de mores. De la misma raíz proviene el derecho que aún tienen algunos pueblos, llamado consuetudinario. Más tarde fue desplazado por la ley escrita, el derecho llamado también positivo.
Durante mucho tiempo y con fines pedagógicos, se representaron el derecho y la moral como dos círculos concéntricos. El mayor representa la moral y el más pequeño, el derecho. Esas proporciones no es mantenían rígidamente y así el pequeño crecía a expensas del mayor. Las costumbres pueden engendrar lo que Pascal llamaba "pirronismo" y que lo llevaba a preguntarse: "¿Sobre qué se fundará la economía del mundo que se quiere gobernar? ¿Será sobre el capricho de cada particular? ¡Qué confusión! ¿Será sobre la justicia? La ignora. Ciertamente si la conociera no habría establecido esta máxima, la más general de todas aquellas que existen entre los hombres: que cada uno siga la costumbre (moeur) de su país; el fulgor de la verdadera equidad habría sometido a todos los pueblos y los legisladores no habrían tomado por modelo en vez de esta justicia constante, las fantasías y los caprichos de los persas y los alemanes Tres grados de elevación del polo daría cuenta de toda la jurisprudencia, un meridiano decide sobre la verdad, en pocos años de posición; las leyes fundamentales cambian, el derecho tiene sus épocas, la entrada de Saturno al León (se refiere a la constelaciones) nos marca el origen de tal crimen. Justicia ridícula a la cual limita una ribera." Y termina con la célebre frase: "Verdad más acá, de los Pirineos, error más allá."
Esta manera de pensar que se apoya en la no-universalidad y la permanencia de las leyes morales y jurídicas, lo compartían Montaigne y Voltaire.
Pero en el derecho, en el Jus latino, se presenta una forma en la que piensan los filósofos mencionados, el llamado Derecho Positivo, el conjunto de leyes establecidas por el o los legisladores y que una vez aprobadas, son obligatorias y con respecto a las cuales la ignorancia no sirve de excusa. Ellas deben ser promulgadas dentro de un plazo. Y en cierto grado, les es aplicable lo que piensan Pascal, Montaigne y Voltaire.
También encontramos el llamado Derecho Natural (el de Grocio, Pufendorf). Es aquel que surge de la naturaleza humana y que no ha sido establecido caprichosamente por los hombres. Supone un gran principio (todo lo discutible que se quiera) de una naturaleza humana universal. Y pienso que la raíz habría de buscarse en Descartes, que parte del cogito, donde el ego es todo el género humano y fundamento de todo innatismo de un determinado tipo de ideas. Ellas abandonan el topos Ouranos y se alojan en la mente, en el alma humana.
En torno a esto se incluye el famoso pacto social, cuya base histórica es discutible. Dentro de esa corriente Grotius gravitó profundamente en los siglos XVII y XVIII. Su influencia fue muy grande en lo que llamamos ahora el Derecho Internacional (en el cual el rasgo de coercibilidad de la norma jurídica presenta graves dificultades, que lamentablemente se han mantenido hasta ahora.)
Como se habló del Derecho Natural, se habló también de Religion Natural. El problema no se resolvió porque cada una pretendió ser la Natural.
Ética, moral y después
Ética, es un término menos popular que Moral. Esta última expresión va abandonando su sentido de costumbre para incorporar la noción de bien. Inicialmente tuvo un sentido moral, pero luego se transformó en una rama de la filosofía que busca determinar el fin de la vida humana y los medios para alcanzar ese fin. Se acerca entonces a la llamada "moral teórica" y fundamentalmente, al Bien Supremo, Naturaleza y Valor de la conciencia moral, Fundamento de la obligación. (Vd. Dictionnaire de la Langue Philosophique, de P. Foulquié y Raymond Caint-Jean, art., Ethique).
Una mutación lingüística ha creado la etología, en el sentido de las costumbres, formas de comportamiento de las diversas clases de animales.
Finalmente voy a comunicar algo que fue una experiencia personal. En general la obra de Vaz Ferreira fue, para mi, muy importante. Me refiero ahora a la Moral para Intelectuales. Allí se trata de lo que llamaríamos ética profesional y pienso que allí debería incluirse una ética profesoral. Tomándolo a él mismo como modelo, hablaré de una ética del profesor. Como suele ocurrir con muchas palabras, están la que se devalúan y por eso me voy a referir a algo que nos afecta a todos nosotros.
Nuestra tarea es la de pro-fitare, que del simple sentido de hablar ante un público, pasa a la idea de compromiso, de confesión. En esta profesión (valga la redundancia), es una exigencia fundamental tomar en cuenta que tratamos con "adolescentes" y destaco ese término, porque no es un estadio, un participio pasado, sino un participio presente, un gerundio. Ya han pasado la edad llamada de los por qué: aquella propia de la niñez y se han ido construyendo respuestas y así surge lo que mi muy admirado G. Bachelard llamaba "Obstáculo Epistemológico" y que define así:
"Cuando se buscan las condiciones psicológicas de los progresos de la ciencia, se llega pronto a la convicción que es en términos de obstáculos que hay que plantear el problema del conocimiento científico La idea de partir de cero para fundar y acrecentar sus bienes solo puede surgir en culturas de simple yuxtaposición donde un hecho conocido de inmediato es una riqueza. Pero ante el misterio de lo real, el alma no puede tornarse por decreto, ingenua. Es entonces imposible hacer de un solo golpe tabla rasa de los conocimientos usuales. Frente a lo real, lo que se cree saber claramente ofusca lo que se debería saber. Cuando se presenta a la cultura científica, el espíritu no es jamás joven. Incluso es muy viejo, porque tiene la edad de sus prejuicios." (G. Bachelard, La Formation de LEsprit Scientifique, 13 y 14).
Hay que tener en cuenta y diría que es un imperativo ético, atender a esa dificultad. Todos sabemos lo que le costó a Descartes lograr su tabla rasa, para fundamentar una filosofía y una ciencia nuevas; y es que los comienzos absolutos son siempre muy difíciles.
Creo, que como profesor, hay que abandonar la Edad Media con su magister dixit, y en su lugar estimular el pensamiento y agregaría, el sentimiento, del alumno. Recuperar, aunque en otro plano mental, el maravillarse, el asombrarse, que eran propios del niño (y que generalmente, los adultos cercenamos rápidamente) y recordar que ése fue el origen de la filosofía, en el sentido amplio, de afán de saber, de restaurar el reinado de Thaumas (la maravilla), que hay que mantener constante.
Para mi, enseñar, aclarar, han significado de dichosa y noble generosidad. Fueron actos de gran alegría de dar y evitar que solo genere, por parte de los alumnos, un deber de devolución, como en un contrato, que es obligatorio devolver lo recibido como si se tratara meramente de un préstamo.
Y para terminar, una disgresión. Es sabido que en determinado momento hubo una polaridad de posiciones entre Newton y Göethe acerca de la naturaleza de los colores. Para el primero, los colores eran fruto de la refracción de la luz; par el segundo, los colores debían existir en la naturaleza. Como poeta, no podía renunciar a la naturaleza multicolor. Y voy a realizar una dispersión de un concepto, o acaso solo una palabra: Preciosa. Volvamos al espectro. Una banda estaría constituida por el concepto latino de pretium. Esto es, precio, dinero o monedas que se entregan por una cosa o un servicio. Y ese sentido no es absoluto. Un derivado es pretiosus. De aquí derivan appretio, deprestio, depretiator, manupretium, términos estos que no requieren mayor aclaración.
Pasemos a una segunda franja, donde se refiere a una distribución del tiempo: Pretiosa, in conspectu Domini (Preciosa en presencia del Señor).
Una tercera, lo que explica que usemos el femenino, designó a la mujer elegante y distinguida. En el siglo XVII mujer que se entregaba a los placeres del espíritu bello. (Littré).
Más tarde y tal vez por la influencia de Molière, se llamará así a la mujer afectada en sus maneras y sus lenguaje (Cf. Las Précieuses Ridicules). Y la obra de Molière (1659) fue la primera que se burló de las costumbres de su tiempo. Censura con gracia la jerga de las "priciosas" provincianas que querían imitar los modales de Rambuillet, un Hotel de París en la calle San Tomás del Louvre. Allí se reunía una sociedad selecta que influyó mucho sobre la depuración de la lengua y en los progresos de la literatura.
Llegamos así a la última franja. El tono mezquino o peyorativo desaparece. Hablamos así de metales y de piedras preciosas. No quiero entrar en disquisiciones arqueológicas, digo simplemente, que han surgido luego de un largo trabajo de millones de años, de la Tierra misma. ¿Cuál era su base? El carbón, la alúmina, el sílice, la cal, al magnesio. ¿Qué pasó? Surgió el diamante, el rubí, el zafiro, la esmeralda, la amatista. ¡Gran misterio! Así se llega a la belleza permanente. Lo eterno reside en lo precioso, viene de lo arcaico. Y entonces invito a mis compañeros docentes a que no imiten la impaciencia de los alquimistas, que buscan la mutación mediante los Arcana.
Cuando enseñamos, el principio ético que debe guiarnos es el logro de una trasmutación espiritual. La lapis philosophorum, no está guiada por un afán de codicia, sino de eliminación de impurezas y llevar las fuerzas frescas y jóvenes, a su pleno desarrollo. Esa debe ser nuestra mayéutica. Hacer que, de las almas jóvenes nazca lo más valioso. No se trata de transmitir, sino de enseñar a buscar, despertar
Pensamiento Artículos publicados en esta serie: (I) Supratemporalidad de las Humanidades (María Noel
Lapoujade, Nº 148) |
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