En el juego de la trivialización, al que los mass media
nos han habituado, el Michel Foucault parece haber sido una de
las víctimas predilectas.
Para los mesócratas de nuestra Academia cisplatina, el
"hablar en difícil" (eufemismo tras el cual se
esconde la incapacidad para comprender todo discurso que se fugue
de la redundancia de lo ya dicho) se transformó en un pecado
al que sólo se lo combate con una adjetivación digna
de los equinos (con el perdón de la noble bestia). Pero
-pese a ello- el tiempo (y el mercado) han transformado a la obra
foucaultiana en un best seller. "Les Mots et les Choses",
"Surveiller et Punir" y "La Volonté de Savoir",
se pusieron de onda en el show bussines académico, motivo
por el cual se impuso la necesidad de la divulgación. Sus
agentes (lectores paradojalmente analfabetos), no encontraron
otra forma de cumplir su función que no sea la bastardización
del slogan: Foucault pasó a ser, entonces, el monotema
del Poder y el "asesino" del Hombre.
La cosa era sutil y brutalmente distinta. De lo que Foucault escribía
era de la novela de la Modernidad y de uno se sus personajes paradigmáticos:
el Humanismo. "El Hombre es tan sólo un desgarrón
en el orden de las cosas" sostenía, un concepto que
ha surgido en función de la particular diagramática
que ha tomado el saber en Occidente: "(...) es sólo
una invención reciente, una figura que no tiene ni dos
siglos, un simple pliegue en nuestro saber, que desaparecerá
en cuanto éste encuentre una forma nueva".
La novela de la Modernidad, cuyo prólogo comenzó
a escribirse al devenir el Medioevo en Renacimiento, proclamó
a su ombligo epistémico como el sentido último del
Logos. Es así que aprendió a leer el pasado -y los
capítulos aún inéditos- exclusivamente desde
la pelusa amontonada en los pliegues de dicho ombligo. Fue así
que se impuso la materialización del humanismo como entelequia
natural (los "valores universales"), pecando, así,
de una increíble ingenuidad mesiánica.
Pero, a las puertas de un nuevo medioevo, en la tumba que se sepulta
a la Modernidad junto con el segundo milenio, los acontecimientos
parecen darle la razón a aquel pelado del Collège
de France, abandonando los valores fundantes del Humanismo en
el cajón de los anacronismos.
LIBERTAD:
El aparato represivo israelí recibe la venia judicial para
utilizar la fuerza física para recabar información
de sus prisioneros. Legitimación jurídica de la
tortura; ¿hay algún antecedente en el papo-aparato
de la Modernidad?
En un seminario sobre fármaco-dependencia, realizado en
una de nuestras mutualistas "modelo", se insta a los
médicos a denunciar a los consumidores de substancias ilegales
a la Brigada de Narcóticos. La ética de Hipócrates
se transforma en hipócrita, vasalla confesa del New Order
mundial.
Ojo con el canto. "El día en que Artigas se emborrachó"
se transforma en un "insulto a la Dignidad Nacional".
El Cuarteto de Nos comete el pecado mortal del apatrismo. Un "acto
de desagravio" en la Plaza Independencia y la JERARKIA política
responde declarando a la figura de Artigas y su bandera "símbolos
patrios" (como si Artigas tuviera algo que ver con este estado-tapón
fundado a instancias de la diplomacia británica), coartando
así la investigación histórica que no coincida
con la mítica vigente e imposibilitando el discenso con
el fetichismo nacionalista.
La Corte Electoral desautoriza la voluntad de quienes quisieron
anular su voto, en el último plebiscito, con papeletas
fantasmas ...
Hay más, mucho más...
FRATERNIDAD:
La Economía al servicio de las cifras. ¿Hay alguna
disciplina en la que el concepto de Hombre haya sido más
pisoteado? Se trata de bajar los índices de inflación
limitando los ingresos de los consumidores. Obvio; si la gente
no compra, los precios no aumentan, si la gente no tiene con qué
comprar, no compra. El equilibrio fiscal se diagrama a partir
de necesidades no satisfechas. La estética de la cuenta
cerrada; la belleza se relaciona con un balance adecuado que olvida
al Hombre que dice servir.
El nuevo modelo paradigmático del deber ser, ya no se relaciona
con la contribución al colectivo. Nadie quiere ser necesario
sino para sí mismo. El empresario exitoso es el modelo
más taquillero, la lógica del lucro desplaza a la
de la colaboración, la de la competitividad a la de la
cooperación. La Fraternidad cede su lugar al fraticidio.
El Hombre de la Ilustración desaparece tras el darwinismo
social del Capitalismo Global Integrado.
Las cuentas deben cerrar. La Seguridad Social "colabora"
con los pasivos cuyos ingresos no superen los 1500 pesos abonándoles
la cuota mutual. Desde ahora los paupérrimos jubilados
deberán pagar tickes en mutualistas (¡con 1500 pesos
de pasividad!) como no lo hacían en Salud Pública.
¿Inquietud humanista o necesidad de sanear las cuentas del
Estado?
Hay más, mucho más...
IGUALDAD:
"Hay unos más iguales que otros" decía
Orwell, tal vez por ello los Estados Unidos, el Vigía y
la Gran Democracia de Occidente, han condenado a muerte a Mumia
Abu Jamal, por protestón, posible anarquista y -para colmo
de males- negro, en un proceso judicial que parece un mal chiste.
O seor Cardoso, presidente do Brasil, ex-abanderado de la reforma
agraria, envía una fuerza de dos mil efectivos militares
a proteger su fazenda de los Sin Tierra que han acampado a sus
puertas. La academia bayana parece cuestionar el abuso de la propiedad
privada, siempre y cuando no sea la propia.
¿Qué saben de la igualdad los nómades que cuidan
coches en el estadio, bagayean en '18, aspiran inhalantes en la
Playa del Cerro y se degradan ante los señores de nuestros
más tradicionales feudos estancieros? ¿Y los sudacas
en EE.UU. y Europa? ¿Y los chicanos en California y Texas?.
¿Y los musulmanes en el Occidente cristiano? ¿Y...?
Hay más, mucho más...
Pero lo que anuncia la muerte del Humanismo no es ninguna de las
cosas que he mencionado, sino el simple hecho de que ya nadie
(o casi nadie) se inquiete por ellas (más allá de
un simple comentario de tele-voyeur ante la pantalla de las 19:30
hs.). El breve lapso de la Modernidad reposa en el entre-acto
de la Medievalidad
Gabriel Eira
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