28/11/92

DESINTEGRADOS DEL DIVINO PAN


¿Qué tema pondrían para la Bendición?
Alegría, Amor purísimo, Corazón. Bueno, mi Señor, y ahora esperamos TU Palabra.

El corazón de ustedes está repleto,
desbordante de amor purísimo, y muy pronto
esas alegrías las podrán ofrecer y recibir a la vez.
Son ángeles puros que vinieron desde Cielo,
aunque muchos se digan: me he enlodado hasta el último cabello,
pero no deben olvidar que con cada uno
en el lodo estuve YO también.
Así como bendigo el pan,
¿qué dije hoy?
no sólo el pan, es el alimento, el que sana el cuerpo,
pero también está el otro pan, el alimento de la Palabra,
de ese Amor Eterno, ese corazón que está siempre abierto,
no se debe cerrar ante nadie, abierto, cabida para todos hay.
Es maravilloso ver cómo el Universo entero cabe,
no digo dentro del pecho,
de ese amor que trajeron, ese Amor Eterno,
y entonces la alegría reinará por doquier
y ustedes se sentirán que han cumplido,
pero seguirán cumpliendo,
porque vuestros cuerpos se irán semi divinizando.
Lo he prometido y saben que lo cumpliré.
Hay testimonio de ello, hay testimonios,
pronto, pronto todo el mundo los tendrá.
Testimonios de los cuerpos semi divinos, y ustedes dirán:
¿dónde se encuentran? ¿donde los podemos ver?
¿en una estatua?, ¿la podemos tocar?
Esa es obra de hombres, las estatuas obras humanas son,
pero los cuerpos son auténticos,
pronto surgirán en ustedes mismos,
y ya no dirán: estuve en el fango,
cómo me he de limpiar,
comprenderán que vuestras obras
son la pureza que cada cuerpo ostentará.
Así los bendigo, como trozos del pan,
ustedes también son trocitos, no lo deben olvidar,
trocitos que vinieron, se desintegraron del divino pan,
para venir a este suelo y compartir, como tantos,
pero pronto se sentirán, integrantes otra vez,
de este Pan de Divinidad.
También las Profecías son partes del Gran Cumplimiento,
son ingredientes para elaborar el pan,
y este es el Tiempo de llevarlo al horno,
lo sacamos, cumplido está.

Sí, mi Señor, como TU has dicho, todas las Profecías, la de Jesús, la de Joel, la de Juan en el Apocalipsis, la de Jeremías, la de Daniel, la de tantos, todas están de acuerdo en este Tiempo. Y este es el tiempo de hornearlo, como TU dices. El tiempo del cumplimiento de todas las Profecías, las Profecías son como los ingredientes del pan, se saca y ya está. Pero el pan humeante, tierno, el pan maravilloso...
Compuesto por mis hijos -dice EL-
Pero también la otra Bendición,
Paloma blanca, Paloma Inmaculada,
Paloma que los tiene entre las alas.
Y ustedes ¿qué son?
pichoncitos de la Paloma, no lo deben olvidar.
Cuántas veces se dijeron: no puedo ni caminar,
y pronto se sentirán, no digo revolotear,
volar, volar, con estos cuerpos, con estas carnes,
así, fuertes estarán, seguros
porque ya no habrá temores, no habrá dudas,
¿qué puedo hacer? ¿qué haré? ¿está bien lo que realizo?
¿qué es lo que puedo hacer?
Sí, ustedes sabrán lo que harán,
porque el conocimiento en cada alma se encuentra,
pero en el cuerpo, todavía no llegó el momento
de que se le pueda ofrecer.
Por lo tanto ¡ven Paloma!
-dice EL-
Y la paloma llega. La Paloma de pronto la veo multiplicada, pequeñita en cada uno, formando la Trinidad con el Padre, pero sin embargo ahí está entera, inmensa. Tan grande, tan grande, tan grande que lo abarca todo. No está en este lugar, en este recinto, en estos metros de paredes, no, está en un espacio abierto, inmensa. Las alas son divinas. Pero hay algo nuevo en las plumas, hay como llaves. Nunca había visto llaves en las plumas de la Madre. Ya comienza a transformarse en la mujer, pero siempre con las alas. Llaves, cada uno reconoce cuál es su pluma, dónde está, cuál es su llave, qué hará. Y dice EL:
Abrid puertas, tantas puertas abrirán,
que cuando las vayan abriendo no se volverán a cerrar.
Puertas simbólicas, sí, hijos míos, así es.
Abrirán las puertas de la comprensión,
abrirán las puertas de la fe, las puertas de la ternura,
las del inmenso amor, las puertas del perdón,
cómo las pueden cerrar,
ahora parece que no existiera el perdón
¿dónde está? que te odio, que te aniquilaré,
eso es lo que muchas veces se siente,
pero abrirán las puertas del perdón
y es para todos, nadie quedará sin recibirlo.
Cuántos lo piden de rodillas, las manos juntas,
están desgarrados, han llegado al sacrificio.
Y otros dicen: ¿lo lograré? ¿lo conseguiré?
¿Puedo perdonar a aquél que tanto me hirió?
Y de pronto comprende: sí, yo también tengo que abrir
las puertas del perdón, aquí está y es mi propio corazón,
cómo no he de perdonarte, si yo también te herí.

Y ahí llega la total comprensión. ¡Qué hermoso, mi Señor! siempre hay diferencias. ¡Qué maravilloso! Y como siempre la mira a Ella con su ternura. Y Ella se siente más fuerte, se siente como renovada. TU lo logras todo, lo lograste en Ella también que a veces está como aniquilada al ver el dolor de los hijos, como TU también, porque TU también me has dicho que te sientes exhausto de verlos sufrir y que no puedes hacer nada. No es que no puedas porque no tengas poder, no puedes porque TU has dicho que debes respetar las Profecías. Debes respetarlas y estar en todos y estar en el dolor. Por eso, y ahora, sin embargo Tu fuerza, Tu poder, es lo que le da fuerzas a Ella también. Y entonces a Ella.... ahora se siente renovar, ya no hay llaves en sus plumas, no. Ahí están sus hijos, todos, todos ahí.
No sólo mis hijos -dice EL- el Universo entero lo tiene Ella ahí.
Y ahora...

Nunca te vi con alas a TI, mi Señor, y ahora es la primera vez que veo como que TU también tuvieras alas, nunca te había visto. Y las mezclas, las plumas tuyas con las de Ella. Son como una sola, como una divina fusión, ahí están Tus plumas y las plumas de Ella. ¿Qué formaron, mi Señor?
Parte del Cielo está acá -dice EL-
y todos mis hijos están también.
No sólo los que tengo YO acá,
a cuántos estoy preparando en distintas partes del mundo,
como aquello que le inspiré a Joel.
Así, así ahora, todos sí, todos se encuentran,
aunque humanamente estén en otro lugar,
pero sus almas que son Eternas y se pueden multiplicar,
todas aquí se encuentran.
Mira
-me dice EL- ¿qué ves?
Mi Señor, veo hindúes, veo chinos, veo africanos, veo pigmeos, veo seres altos, rubios, de todas las razas, mi Señor, de todas las edades...
De todas las edades -dice EL- y sin embargo ¿qué te he dicho?
que para MI siempre son niños.

Sí, efectivamente, te los muestro como humanos que son,
están todos, ninguno puede faltar.

¿Y tus ángeles, mi Señor, los del espacio?
¿Los distingues? -me dice EL- todos son iguales,
fíjate, de la misma condición.
Son mis hijos, desprovistos de todo,
que aquél que fue rey, que ostentó una corona no la quiere,
que aquél que portó una pala y un pico para trabajar la tierra,
ese sí, la sostiene, ese representa la humildad,
esas llaves también estuvieron acá.
¿Qué mas ves?
-me dice EL-
No hay diferencia entre tus hijos, mi Señor.
No -dice EL- no la hay, todos están aquí, en mi corazón,
todos están en mis brazos, y todos están en nuestras alas.
Y ahora, juntos
-dice EL- les cantaremos el arrorró,
que es la Bendición.

Muchas veces, mi Señor, muchas veces he visto a la Madre cantando y te he sentido a TI y he sentido a tus hijos también. Pero, como digo siempre, cuando dejaré de ser yo la radio vieja y que vuestras palabras pasen a través de mi a otros hijos, ¿cuándo dejaré de ser la radio y puedan escucharlos a ustedes directamente? Un día me prometiste, mi Señor, que llegaba el momento que estarías frente a frente a cada hijo. Yo te he podido ver, yo te he visto de rodillas frente a tus hijos, yo te he visto besar los pies de tus hijos, tus hijos te han sentido. Pero ¿cuándo llegará el momento?
Cercano está todo, -dice EL-
y cercano está el gran reconocimiento.
Prometí que todos verían a la Madre,
distintas apariciones en distintos lugares,
en este mismo suelo, distintas apariciones se están verificando.
Hasta que llegue el momento del gran reconocimiento.

Y la mira y dice:
Por Ti están esperando,
Y entonces ahora los dos acunan, pero hay bosques, hay plantas y todo se mece al compás de la canción de cuna de Ella, todo. Las plantas, los árboles, las ramas, los pastitos, hasta animalitos, hasta los pájaros cantan, y hasta las aguas de los ríos, hasta los cauces que veo, hasta el océano inmenso, es como si todo se hubiera acercado y todo, todo, todo fuera como una música que acompaña ese arrorró, esa Bendición de la Madre. Ahí están los dos. (Canto en lenguas).................. Perdón que interrumpo, veo como se van uniendo todas las alas para formar como una cúpula maravillosa.
No, -me dice EL- es el cofre de amor que los unimos.
Sigue
-me dice-
(Sigue el Canto)
Y uno de un lado y otro del otro, llenan de besitos ese cofrecito. Y al llenarlo de besos es como si fueran estrellitas que recibe cada uno....................
Amén




4 de julio 1992

LUNA PLATEADA


Rosario dijo Sarita. Angustia, Alba. Amor, Víctor. Luna Plateada Azucena. Angustia, Amor, Rosario, Luna Plateada. ¿está todo eso?
Bueno, ahora, mi Señor, TU respondes.

YO respondo -dice EL-
somos tres montañas inmensas,
blancas pero no por nieve,
sino por la gran pureza.
Somos tres montañas,
porque cada uno es Trinidad.
Por lo tanto, las montañas están iluminadas
por una Luna Plateada,
a veces las nubes la vienen a ocultar.
También eso representa situaciones de la vida,
pero muy pronto termina este camino,
caminos como de rosarios,
a veces formados por piedras,
que hirieron tantas veces, almitas mías.
Pero el Amor, lo inmenso,
eso todo lo superará.
Y las angustias que se han vivido
a través de todos los tiempos
se transformarán en alegrías y en una armonía
que compartida en todo sitio,
porque hasta las piedras la compartirán.
Angustias, cuántas veces y en cada hijo,
cuando ha llorado lloré YO,
cuántas veces en los caminos
como de Rosarios,
pero no son cincuenta y nueve cuentas,
o cincuenta y nueve granos
como otros suelen decir,
han sido cincuenta y nueve multiplicadas
en piedras, donde tantas veces
nos hemos herido,
porque junto a cada hijo me hiero YO también.
Que no soy un Ser que esté en un trono
mirando la desolación que hay,
Soy el Padre que a todos acompaño,
y en MI cargo la parte más pesada de la cruz,
que quisieron mis hijos cargar.
Y termina ya la angustia,
porque el amor con que vinieron,
con que se consagraron,
realizó la Gran Obra,
y esa Luna Plateada,
en toda la Tierra se presentará,
una Luna de Plata,

Mi Señor.....
Sí, ¿ves? hay más de una,
así mis hijos todos las podrán ver,
más de una Luna de Plata,
con una luz potente,
casi como el sol,
serán las noches más maravillosas,
que vivan mis hijos,
pero ustedes son como luces de plata,
luces de oro,
pero nadie dirá: yo alumbro más,
nadie en sí la luz verá,
sino que la verá en los otros,
y ahí tendrá la felicidad,
porque ya no habrá rencor ni envidia,
y nadie dirá: y yo ¿qué?
sino dirá ¡qué hermoso es ver a mis hermanos!
ver la Gran Familia, como una sola Luz,
porque así será.
Amén


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