"El campamento estaba situado a dos kilómetros del Paso Pereira, Río Negro abajo, en el departamento de Cerro Largo.
La ribera de enfrente pertenece al departamento de Tacuarembó y unos pocos kilómetros al oeste se halla el departamento de Durazno.
El grupo estaba compuesto por cuatro personas, el perro Tom, un bote:"El Retobado" y un camioncito.
Ramón, capataz de una estancia de Lavalleja, su hijo Tatín,
Elbio, hombre conocedor del campo y experto en campamentos y Nicolás, que manejaba el camión.

   

El grupo se juntaba para esos días de campamento a comienzos de enero. Cada uno tenía su camino propio.
Ramón y su hijo de once años trabajaban en el campo, Elbio y Nicolás en Montevideo.
Esos días de campamento constituían para cada uno de sus componentes y por muy  diferentes razones, un microclima en el trajín anual. Un paréntesis en donde cada uno buscaba vivir de otra manera que durante el año.

En la corriente más o menos inquieta de los meses, esos pocos días mostraban nuevos horizontes en el año cargado de obligaciones y rutina.
Ramón lo expresó con su propio lenguaje concreto, cuando dijo que esperaba que el campamento le diese "algo para contar".
Elbio vivía con intensidad esos días de noches muy cortas y buscaba siempre "algo nuevo" y algo "diferente".
Nicolás huía de un estilo de vida que lo marcaba de manera muy nítida y suspiraba por ese tiempo de incógnito, es decir libre.

 


Tatín era el único que no necesitaba huir de nada. 
El campamento era un escenario nuevo para su extraño diálogo con los pájaros.
Esos días de campamento fueron lugar de convivencia
para cuatro personas separadas por estilos de vida,
creencias, niveles de cultura y edades".

 
 

El Evangelio nos dice que Jesús se retiraba frecuentemente con sus discípulos a descansar en lugares
aislados y tranquilos.
Sobre todo sabía hacer espacios libres en el ritmo de sus intensas jornadas,
 para el encuentro con Dios Padre en la oración.
A menudo visitaba a sus amigos Lázaro, Marta y María y conversaba largos ratos con ellos.
Viajaba con sus discípulos por el hermoso lago de Genesareth y los ayudaba en la pesca.
Los cristianos creemos que Jesús Resucitado está muy presente en los espacios de vacaciones, de descanso,
porque pueden ser momentos privilegiados
para ahondar nuestra relación con El,
con nuestrros semejantes y con la naturaleza.

 

Se forma un clima diferente, un paréntesis de libertad,
lugar de convivencia fraterna, incluso para personas
con distintos  estilos de vida, creencias, niveles de
cultura y edades, en los que se  renuevan nuestras
fuerzas y se ensanchan horizontes, para poder vivir
con mayor esperanza, en medio de las obligaciones
y rutinas de cada  día.

Creemos también que los buenos ratos que pasamos en las
vacaciones y descansos, son como un anticipo del gran campamento que el Señor nos tiene preparado al final del camino, en el que para siempre serán colmados plenamente nuestros anhelos más profundos.

 
 
 
 

"Apurar el paso en un cinco por ciento la capacidad visual del hombre.
¿Cómo recuperarla ?.
Por el Quiddoush (la santificación) del viernes por la tarde al comienzo del Shabbat".

   

Esta es la sabiduria del Quiddush.
De cada siete días descansarás uno, porque
en los seis de trabajo tus ojos van perdiendo
visión, porque se llenan
 del polvo del camino.
El séptimo descansarás, contemplarás la
naturaleza, tomando  conciencia de su
grandeza y pequeñez, te sentirás unido
a todos los seres y darás gracias a Dios que
te ha  dado tanto.
Entonces tus ojos quedarán limpios del
polvo y volverás a ver la realidad sin
fronteras.