Carnaval de Montevideo

DEBATE ABIERTO (II): El humor carnavalero, respuesta a Mariana Gerosa
por Diana Mires

por Mariana Gerosa (vecinet-notici@s)

El tablado es un lugar físico en el cual se reúne un número de personas con el único objetivo común de ver determinados espectáculos de Carnaval.

Por eso, resulta interesante observar las diferentes reacciones que ante el estímulo artístico que cada murga brinda, se desencadenan en el público.

En primera instancia, una actuación gusta o no. Esto depende de varios factores: las expectativas de cada persona que mira, sus necesidades, prejuicios, cultura (en su más amplia acepción), de quién y cómo plantea el espectáculo...

En la noche de ayer estuve en un “festival de murgas.”

Esto es más o menos lo que pude ver, en donde va implícito mi criterio personal, de otro modo, los remitiría a ustedes a que simplemente buscaran qué hubo anoche en x tablado.

La noche arrancó con “Agarrate Catalina”, murga ganadora del concurso de “Murga joven” que organiza con muy buen suceso la Comisión de Juventud de la IMM.

Sin dudas puede –si el jurado se permite a sí mismo darles vida– andar muy bien en el Concurso oficial del Teatro de Verano. Mejor que muchas de añejo nombre.

Es un plantel joven y muy fresco, con un coro muy correcto, buen vestuario, buenas ideas... y la recuperación de un tipo de humor grotesco.

En un cuplé en que arman un “tablado amateur” se presenta  murga “La Travesaña”, integrada por travestis. Y entonces irrumpen los muchachos de la murga semidesnudos, con gestos amanerados... lo previsible para el caso.

Esto a mucha gente no le gusta. A las pruebas me remito: el Sr.Frontán –escritor que integraba el panel permanente de “Debate abierto” por canal 10– se ha molestado y ha hecho público su estado, desde su lugar de homosexual y militante de la causa de la tolerancia,  por el sin fin de chistes homofóbicos y sobre “minorías sexuales” que se hace en Carnaval.

Pero ocurre, Sr. Frontán, que tales excesos y transgresiones –que pueden incluso sentirse como agresivas–, constituyen para mí una de los componentes básicos del Carnaval entendido en su aspecto más primitivo: burlarse de todo y de todos... no olvide usted que se menciona con nombre y apellido –y a veces hasta el hartazgo– los nombres del Presidente Batlle, del ex Ministro Bensión, del actual Atchugarry, de la Sra Menafra de Batlle... en fin, que tales “chistes” –y va con comillas porque para muchos no lo son–, no deberían tomarse como cuestionamientos a  su condición de seres humanos.

No me parece discriminatorio hacer chistes de borrachos, de gallegos, de gordos, de altos y de bajos, de mujeres, de homosexuales, de “tontos”... el Carnaval es ideal para eso.

La discriminación que a todos debiera indignarnos ocurre cuando a uno por tal o cual condición le impiden ejercer sus derechos de ser humano: vivir, trabajar, amar... de la forma que mejor le venga en gana.

Por otro lado, por supuesto aparece en las murgas el humor político, y a muchos tampoco les gusta.

Se critica al gobierno nacional, a los partidos políticos y  a veces a la IMM.

Falta y Resto por ejemplo este año critica a la gestión del Encuentro Progresista a modo de cierta autocrítica.

Hay propuestas de humor político –o de actualidad nacional– del tipo“crítico-didactista”, con pretensión de indicar el camino de lo que “hay que hacer”, denunciando dura y explícitamente.

Los Diablos Verdes, por ejemplo, pero también Colombina Ché, cada cual desde su trinchera y con su forma.

En relación  con esta última murga, la despedida se basa en la partida de una hija (sabemos, la del letrista) argumento que generó fuertes controversias en la platea. Una señora, llorando decía : “No vengo más. Estaba mal y vine a distraerme, esto es un bajón”.

Probablemente también allí había gente emocionada a partir de ese mismo tema: de alguna manera debo leer el gesto de aplaudir de pie al fin de una actuación.

Al fin, de forma más o menos “narrativa/crítica”,  pasando revista a los hechos y sin tomar partido de forma evidente, aparece  “Contrafarsa”. Hace un cuplé de humor muy blanco (ingenuo, liviano) y otro con ribetes más surrealistas: el Presidente se despierta un día y se encuentra solo en el país. Aquí no se recurre al subrayado de poner nombres ni tampoco tratan de que el cupletero sea parecido a quien representa. No resulta necesario... o usted y yo no sabemos de quién se habla?

Bueno, señores, que Carnaval da para todo y hay para todos los gustos. Arrímese, tome partido, caliéntese, ríase sin pudor, saque para afuera sus propios demonios.