CUANDO DIOS SE MANIFIESTA.

 

El hecho que voy a relatarles sucedió en un pueblo 
del interior del país; pequeño pueblo al que rodea 
un lindo arroyo y el cual en tiempos de lluvias inunda
 al pueblo hasta taparlo.

Aquel invierno cuando empezó a llover intensamente,
 no era novedad que iba a haber crecidas. Las aguas empezaron a subir; los bomberos y la policía se reunieron, comenzando como todos los años
 a desalojar a los vecinos.

 

 
 

Llegaron hasta la iglesia y encontraron al cura rezando, (parece ser que el cura del pueblo era un hombre 
de ideas muy firmes) cuando trataron de llevarlo, les contesto que  no se iría, tenia confianza en Dios y
Él le iba a ayudar; intentaron por diversos medios convencerlo pero fue imposible. Ante la tozudez 
del cura, se dedicaron a ayudar a los demás pobladores....

 
 

Ya las aguas habían cubierto cerca de un metro de altura
 al pueblo y en ese momento la ayuda se estaba realizando con la lancha de un vecino.

Nuevamente llegaron hasta
 la iglesia y trataron de convencer al cura.
Pero otra vez el cura se mostró firme en sus convicciones
y se negó diciendo que él estaba convencido que
 Dios le enviaría  ayuda.

Pasaron las horas y la inundación ya estaba cubriendo los techos de las casas, solamente se podía ver con claridad la cúpula de la iglesia y al cura encima.

Como llego la ayuda del cuartel con un helicóptero, recorrían el pueblo tratando de encontrar algún rezagado. Al único que encuentran es al cura, que estaba  abrazado a la cruz en la cúpula.

Se acercan y nuevamente
tratan de convencerlo,
pero es tarea difícil.
El cura vuelve a decir
lo mismo, que Dios
lo iba a ayudar.

La lluvia no paró y el
pueblo quedó cubierto
por las aguas, como
es de suponer;
lamentablemente nuestro
cura murió ahogado.

Cuando el alma de nuestro buen cura llega al cielo y se encuentra con Dios, inmediatamente se pone
 a recriminarle por la f
alta de ayuda.

Justo a él, que paso toda su vida dedicada a Él, pregonado su palabra, siendo su fiel servidor
Ante tales reproches Dios contesta: "tú dices que no te ayudé, que no te tuve en cuenta;
pues mira bien: te mandé los bomberos y los rechazaste, te mandé una lancha
y también la rechazaste, más tarde te mandé un helicóptero y tampoco lo quisiste,
¿qué más querías que hiciera?.

 

 
 

El texto anterior, más allá que nos pueda hacer sonreír, también nos llama a la reflexión.

¿ Cuántas veces le pedimos a Dios
 que nos ayude y cuántas creemos
que Él no nos escucha?.

Pero por lo que vemos en este relato,
somos nosotros los que no somos
capaces de ver la ayuda de Dios.

 

 Zelmar Ortiz.

  Montevideo, noviembre 2001.