Uruguay: el aborto en debate. Que la gente decida

Por Mariana Contreras (Semanario Brecha)
17/04/2002



La sociedad uruguaya viene procesando desde hace casi dos décadas una dura polémica sobre la despenalización del aborto. La pugna electoral, el miedo a perder el voto católico, y los compromisos asumidos con los diferentes grupos de mujeres tienen en la picota a los senadores de los distintos partidos. Para salir del paso, se está negociando una enmienda constitucional que permita plebiscitar un texto de ley de despenalización el próximo año.

Enredado en su propio tejido. Así parecía estar el sistema político uruguayo con el tema de la ley de salud reproductiva, en general, y con el aborto muy en particular. Por inmadurez del sistema, ignorancia, temores, cálculos electorales mezquinos, convicciones religiosas y filosóficas, lealtades políticas, compromisos previos. Lo que sea. Hace 18 años que el asunto va y viene en el Parlamento con diversos proyectos, presentados y apoyados por legisladores de los más diversos sectores. Hace 18 años que se lo tira para adelante, que se lo hunde, que se lo congela. Este proyecto en concreto pasó dos años en diputados y otro más en la Comisión de Salud de la Cámara alta; de allí salió sin acuerdos. No hubo informes a presentar en el plenario y llegó a la discusión general a través de un acuerdo entre las bancadas, que habilitaron su pase.

Todo un logro si se tiene en cuenta que es la primera vez que esto sucede; los anteriores murieron con menos camino recorrido.

Esas idas y venidas revelan la dificultad del sistema político de incluir en su agenda un tema de raíces sociales y políticas tan fuertes. ¿Cómo dar solución política a un tema social? ¿Cómo reflejar la opinión de la ciudadanía? ¿Cómo no contradecir a líderes (de todos los partidos) que se oponen al proyecto? Desafíos nada menores.

Para colmo este es un año para otros debates, para promesas de aumentos de sueldo y disminución de impuestos. ¿El aborto como asunto de debate electoral? 'No es un tema para tratar en este año', se escuchó decir a varios legisladores en las últimas semanas. ¿Por qué? ¿Qué cosa creen los políticos que los ciudadanos uruguayos son incapaces de soportar? Existe mucho miedo a perder votos, ya que en Uruguay no hay estudios que permitan saber cómo se comportaría el electorado nacional y qué incidencia pueda llegar a tener este tema en su decisión final.*

Sin embargo, cuando todo hacía pensar que el martes 13 sería el día fatídico para el proyecto -los medios anunciaban que los votos no estaban, que la discusión sería nula o escasa, y que si se lograba la mayoría en el Senado era lo mismo porque el presidente Jorge Batlle había vuelto a anunciar su voluntad de vetar la ley-, el Senado decidió, la noche del miércoles, pasar a cuarto intermedio y retomar la discusión el 4 de mayo, en la próxima sesión ordinaria de la Cámara. De un día para el otro cambiaron las barajas: los votos que estaban dejaron de estar, y ahora parece que la ciudadanía es la que va a terminar decidiendo, ya que es posible que se convoque a un plebiscito sobre este tema.

¿Qué está pasando en el Senado? Los dos días de poco original exposición parlamentaria sirvieron para recordar los tradicionales argumentos de ambas posiciones (los mismos que se dijeron en diputados), y poca cosa más. Una escena que deja en claro, eso sí, que el debate está en otro lado. Es que lo 'real' transcurrió durante martes y miércoles afuera, en los pasillos, en los despachos. En las campañas protagonizadas por los sectores adherentes a una u otra opción, sobre todo en Semana de Turismo; más virulentas unas, más sutiles otras. Es en todos estos episodios en donde se pueden encontrar algunas de las claves explicativas.


Cortes transversales
Las alineaciones detrás de la aprobación o no del proyecto de ley provocan un corte transversal en los partidos. Lo mismo sucedió en diputados hace más de un año (véase recuadro). El más homogéneo es el Partido Nacional, tienda política marcada por una fuerte tradición católica conservadora: todos sus senadores votarán en contra. Dentro del Partido Colorado, el liberalismo de Jorge Batlle dio paso a una actitud más bien conservadora: votan todos en contra salvo Julio Herrera; y en el Encuentro Progresista lo mismo pero al revés: toda la bancada, a excepción de Eleuterio Fernández Huidobro, apoya el proyecto. Rafael Michelini, del Nuevo Espacio, también lo aprueba.

En sus intervenciones de la noche del miércoles la senadora comunista Marina Arismendi y el forista Julio Herrera hicieron mención a la palabra que no pocos manejan para calificar la discusión en la sociedad uruguaya: hipocresía. Y el Parlamento no parece estar exento del mal. 'Acá se está hablando -dijo Arismendi- de una de las mayores hipocresías de la sociedad uruguaya, que esconde dentro de sí varias hipocresías. El hablar bajito, susurrar por los corredores, no ponerle nombre a las cosas; centrar la discusión donde no existe: si estamos a favor de la vida o de la muerte; o si estamos a favor o en contra del aborto. Es parte de tapar una serie de elementos que contiene la sociedad y que no es motivo de un debate franco, agudo, a fondo.' Previamente también introdujo otro tema del que mucho se escuchó hablar en los últimos días: la conveniencia o no de discutir el tema en un año electoral. 'En mi opinión, las mismas cosas que uno señala y dice en los años no electorales las tiene que decir, obligatoriamente, en los que lo son. Hay que desnudar sentimientos y convicciones a la opinión publica.

Es la manera real de poner a la libre elección de la ciudadanía lo que cada uno piensa', aclaró la legisladora. Esta puntualización no es ociosa ya que en los días previos al debate el senador Juan Adolfo Singer afirmó estar de acuerdo con la despenalización del aborto, pero al mismo tiempo opinó que lo mejor era que el proyecto volviera a la Comisión de Salud, porque el momento para tratarlo era inoportuno. Si su propuesta no fuera aceptada, dijo, votaría en contra del texto. En los dos días de debate el senador no realizó su anunciada moción. Y viene a cuento también porque los compromisos y fidelidades con las cúpulas partidarias -todas opuestas al proyecto- también juegan un papel importante. El senador Rodolfo Nin Novoa pidió licencia y no participó del debate. Su primer suplente, Héctor Lescano, hizo lo mismo. Si bien Nin apoya la ley, la actitud fue interpretada dentro del Frente Amplio y del Encuentro Progresista como un gesto de apoyo a Tabaré Vázquez, quien manifestó públicamente, hace tiempo ya, su oposición a la ley. El colorado Alejandro Atchugarry parece estar en una situación también incómoda. Diez años atrás, el entonces diputado manifestó su conformidad con el proyecto que en ese momento se manejaba, muy similar al actual. Sin embargo, la mano derecha del presidente Batlle ya anunció su intención de votar en contra.

¿Modificó su manera de ver el mundo? Entre todos los análisis que se hacen sobre este cambio de actitud, el que más consistencia parece tener es aquel que ve en la decisión una forma de no dejar solo al presidente, similar a la que operó entre Nin y Vázquez. Sobre todo si se considera que Atchugarry ya complicó mucho las cosas al negarse a ser candidato a la Presidencia. Hacer lo mismo en un tema en el que el presidente se comprometió de forma tan categórica con el entierro de la ley sería un quiebre demasiado grande para la lista 15.


Presiones varias
Claro que la incertidumbre que parece vivirse hoy en el Parlamento no es sólo producto de las 31 conciencias que allí deciden. Porque no todo, dicho está ya, sucedió dentro del Palacio Legislativo. Las bases sociales de cada lado se amplían, argumentan y presionan. Como dijo Lilián Abracinskas, del colectivo Cotidiano Mujer, el debate en la sociedad civil ya no se puede simplificar bajo la forma 'las feministas por un lado, la Iglesia Católica por otro'. El sustento social de quienes apoyan la ley creció con los años, diferentes miradas se acercan. A las feministas se suma la Universidad de la República, el PIT-CNT, la FEUU, organizaciones de derechos humanos, los afroumbandistas, la Iglesia Valdense y la Metodista, entre otras. 'Acordamos que acá lo importante es prevenir y dar una respuesta a algo que hoy no la tiene. Estamos de acuerdo en que hay que hacer educación sexual, que se debe promover y motivar una maternidad y paternidad responsables, en que para resolver el tema del aborto no alcanzan las causales. Hay que poner plazos, ¿son plazos sostenibles? Hay veracidad científica que dice que no es lo mismo un aborto hasta las 12 semanas que uno hasta las 20. Pongamos pues hasta 12, como posibilidad. ¿Qué significa construir democracia? También es aprender a vivir con la diversidad de posicionamientos', señaló.

Mónica Xavier (PS, EP-FA) planteó en sala los principales argumentos que fundamentan el proyecto de ley: 33 mil mujeres abortan anualmente pese a que está prohibido legalmente, situación que sólo ha promovido el enriquecimiento de las clínicas privadas y la condena de las mujeres pobres a utilizar recursos caseros que culminan la mayoría de las veces en la muerte o la mutilación. La mortalidad materna en Uruguay, recordó Xavier, es de un 27 por ciento y gran parte de ese porcentaje obedece a la práctica de abortos clandestinos. El Estado laico por último, debe a su juicio intervenir y garantizar condiciones sanitarias aceptables para la interrupción del embarazo. Hoy sólo gozan de ellas las que pueden pagarlo.

Fue monseñor Nicolás Cotugno, arzobispo de Montevideo, la estrella máxima de la virulenta campaña contra el aborto en la que también participaron varias organizaciones religiosas, como Misión Vida entre otras. A la vieja estrategia de engendrar la culpa en el corazón de sus fieles se le suma el nada novedoso terrorismo verbal del arzobispo: las amenazas del castigo de no voto para quienes desobedezcan y alcen su mano a favor de la ley, sumadas a la acusación de asesinos y genocidas. El aborto sería un 'crimen abominable', su posible aprobación 'jugar con la verdad', y los políticos católicos deberían ser 'coherentes cuando se trata de leyes que van contra la vida, ya que un católico no las puede votar'. La campaña de la Iglesia se tiñó de un fuerte tono agresivo: '¿qué diferencia hay entre un ser humano de 15, 20, 30 años que en un tren de Madrid salte por quilos de dinamita y una criatura de dos o tres meses que está en el vientre de la madre, le ponen un fierro adentro, la despedazan, le aplastan el cráneo, y la succionan con una aspiradora y la tiran a la basura?', se preguntó Cotugno. El ejemplo que sugirió como modélico también sorprendió a muchos: una mujer con un embarazo avanzado, por complicaciones de salud tuvo que elegir entre su vida o la de su hijo. La elección de preservar la vida del hijo aun a costa de la propia para el arzobispo habla de esa convicción cristiana, según la cual Cristo 'vino a dar su vida por los demás, no a tomar nuestra vida para defender la suya'.

Cotugno, en definitiva, no hace más que seguir al pie de la letra las órdenes que llegan del Vaticano; pero por obra y gracia del arzobispo la semana pasada la Iglesia Católica apareció como ultraconservadora y alguna cosa más.

Y no es el arzobispo un personaje menor sino la imagen simbólica de los compromisos asumidos por el presidente de la República frente a la Iglesia uruguaya, la Unión Cívica y el mismísimo Vaticano.

Abracinskas dijo que 'es grave la injerencia de la Iglesia Católica en el sistema político de un país que se define laico, que separa la Iglesia del Estado desde principios del siglo xx. El sistema político no puede ser utilizado para imponer posiciones religiosas. El segundo problema es cuando uno se empieza a dar cuenta de que a raíz de las declaraciones de Cotugno hay senadores que cambian su posición. Votaban a favor el año pasado y no sostienen el voto este año. Nadie argumentó que Cotugno los convenció. Dijeron que se entraba en año electoral y que no era bueno contaminar el
tema'.

Pero cada grupo a su manera hizo presión. Cotugno apareció tanto en los medios con su discurso del terror que medio país terminó hablando de eso; las organizaciones sociales eligieron otro camino y el despliegue que hicieron la tarde y la noche del martes 13, con originalidad, llevó a las cámaras a mostrar que hay movimiento. Lograron poner el tema en los medios, hacer que las miradas se volcaran hacia el Palacio Legislativo.

Tal vez una de las imágenes más representativas de lo que estos días significaron se haya visto el martes por la tarde, cuando el Senado debía comenzar a discutir el tema. Delante de la puerta por donde los legisladores debían entrar se concentraron partidarios a favor y en contra de la ley. A un lado de la puerta unos, del otro lado los otros; por el medio entraban los senadores, que escuchaban los gritos y cantos de uno y otro lado.

Las campañas de afuera jugaron, durante las semanas previas, un papel de presión muy importante. Cartas, faxes, amenazas de terminar en el infierno y epítetos de asesinos para quienes están a favor de la ley, recordatorios de que las elecciones se avecinan; las organizaciones jugaron su papel.


¿Tremendo cachetazo?
¿Por qué no se votó esta semana en el Senado? Las organizaciones que apoyan la ley consideran evidente que los votos contrarios, aunque anunciados, no estuvieron; de ser así el debate se hubiera cerrado. En el ida y vuelta el protagonista fue el Partido Colorado. La postergación hasta el 4 de mayo responde a una propuesta del partido del presidente que, jopeándose el veto de Batlle, propone una enmienda constitucional. El senador socialista José Korzeniak planteó a su vez, el miércoles por la noche, la realización de una consulta popular, aunque el propósito de la bancada encuentrista era concluir el trámite parlamentario del proyecto. Y al día siguiente se adelantó a las formalidades de la propuesta y dejó en claro en el plenario de la Cámara que, en caso de llegar a esta solución, habrá que estudiar cuidadosamente el texto a someter a la población y la fecha de la consulta.

El senador Atchugarry quedó por su lado encargado de llevar adelante las negociaciones con los blancos. Otro colorado, el forista Ruben Correa Freitas, intenta dar forma a un borrador del proyecto a plebiscitar cuyo alcance aún no se conoce con exactitud y es tema de discusión. La inclusión de esta ley en la Constitución vía plebiscito parece así concitar el consenso de buena parte de los sectores políticos.

La senadora Xavier señaló que a su juicio el texto a consultar debería ser el resumen del artículo 4 del actual proyecto.** El acuerdo todavía no está, remarcó la legisladora. Korzeniak, por su parte, también el miércoles, dejó clara la importancia de que en el debate que ya comenzó todos los miembros del Senado dejen asentada su opinión. Por aquello de la hipocresía y de las salidas fáciles.

¿Y la fecha? Porque el otro tema de debate, en caso de llegarse a un acuerdo sobre el texto a plebiscitar, es cuándo será la votación. Los legisladores del EP-FA se oponen a que sea durante este año y proponen mayo de 2005, de manera de que la cancha electoral no se embarre. El debate infructuoso sobre 'vida versus muerte' que se dio en la Cámara de diputados y que, por la intervención del senador quincista Walter Riesgo parece querer colarse nuevamente en la discusión, puede terminar tergiversando la campaña, aducen.

En el medio queda la duda de cuánto más se puede seguir postergando un urgente asunto de salud pública. ¿Significará este acuerdo que parece estar configurándose en torno a un plebiscito un cachetazo al presidente desde su propio partido? ¿Cuánto pesa que, luego de los repetidos anuncios de Batlle de que el veto caería apenas aprobada la ley, sean los propios colorados los que propongan un mecanismo que inhabilita esa acción y le 'da vida' a un proyecto que se pensaba enterrado? Julio Herrera dijo: 'Yo me fui a descansar en Semana Santa en el entendido de que había tres votos colorados a favor del proyecto. Cuando volví me encontré con la posición de Singer y Atchugarry que no apoyaban la ley y buscaban una consulta popular previa'. Según dijeron fuentes parlamentarias, fue el propio Batlle el que intervino para que esos tres votos decisivos no fueran a parar al saco de la despenalización. Julio Herrera lo desmiente: 'En este tema el Partido Colorado ha declarado la libertad de acción y de conciencia, y los hechos lo demuestran. El presidente de la República puede tener su posición pero yo tengo otra y otros legisladores tienen otra aun', dijo.


* Según la consultora People's Tendencies 61 por ciento de los uruguayos estaría a favor de despenalizar el aborto.
** El artículo 4 establece lo siguiente: 'Toda mujer tiene derecho a decidir sobre la interrupción de su embarazo durante las primeras 12 semanas de gravidez, en las condiciones que establece la presente ley'.