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Un
elenco político hipócrita
por Margarita
Percovich (*)
No dejan de sorprenderme
las opiniones de algunas figuras políticas sobre el verse obligados a
definir una posición sobre el proyecto de Ley de Defensa de la Salud
Reproductiva, que considerará hoy el Senado.
"No es el
momento para discutir", alegan voceros de
quincistas del Partido Colorado y del nacionalista Jorge Larrañaga.
Nunca es momento para blanquear la hipocresía de los partidos
tradicionales en el ejercicio de las políticas
públicas. ¿No gobernaron desde el 1ro. de
marzo del 2000? ¿Por qué no integraron la Comisión que debe atender los
reclamos para la aplicación de la actual legislación? Ningún ministro
obligó a tomar decisiones al respecto.
¿Tampoco era el momento? Larrañaga estaba en
la coalición y, si el tema le importaba, podría haberse ocupado de
preguntar por qué no se integraba esa Comisión o por qué no se incumplía
la Educación para la Sexualidad en la currícula pública.
Dice el inefable Lacalle: "Lo importante es
la educación sexual". Sus representantes
en el Codicen han impedido sistemáticamente que se incluya. ¿A quién
quieren engañar? A los docentes no. A los padres tampoco. Ciertamente
tampoco a los jóvenes…
No votar a los que apoyen la aprobación de la ley, reclaman obispos
católicos más el pastor Márquez más las iglesias pentecostales y
electrónicas. Estupendo, hagamos la lista de los que no la votan. La
mayoría son los mismos que han votado todas las políticas económicas que
han sumido a los uruguayos y uruguayas en la miseria, han agrandado la
brecha entre los que tienen y los que no tienen; los que han encubierto
a los responsables de la desaparición de personas y muchísimas
calamidades más. Son muy pocos los que realmente lo hacen por una
definición religiosa convencida. Y esto las iglesias lo saben, y esto
también las convierte en un actor político y medíatico que presiona para
seguir con el statu quo y que nada cambie. En esto coinciden en
objetivos con los partidos tradicionales que no quieren dejar los
espacios de poder.
Los políticos de izquierda, aunque tengamos convicciones cristianas
somos responsables. Queremos políticas sanitarias que atiendan todas las
problemáticas que sufre nuestra población, y no miramos para el costado
por amenazas sancionatorias indudablemente alejadas de la valentía de
Cristo para juzgar a los "sepulcros blanqueados",
o de dudosas razones de quienes de alguna forma se van favorecer
(¿incluso con aportes para las campañas?) de las prácticas candestinas e
insalubres que provocan muertes maternas o mutilaciones inútiles.
Alejandro Atchugarry (Lista 15, P. Colorado) y el presidente Jorge
Batlle prefieren "que haya un plebiscito
para que todo el mundo opine". Se han
quejado de todas las iniciativas populares contra sus medidas de
gobierno, alegando que la gente votó a sus representantes y que por lo
tanto es el Parlamento el que debe decidir.
¿Les entró un repentino ataque democrático?
¿No es mejor que el presidente realmente vete la ley si se aprueba, y
quede claro quién es quién? De todas maneras, un plebiscito permitiría
expresarse a mucha gente que hoy ve sin poder opinar una discusión
hipócrita que se desarrolla por actores que no la representan ya más.
Aceptamos el reto, señor presidente.
(*) Diputada de la Vertiente Artiguista, Encuentro Progresista/Frente
Amplio.
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