Actuación del Instituto Nacional de la Mujer y la Familia
I. Objetivos, metodología y estrategias
de la investigación
II. El Instituto Nacional de la
Familia y la Mujer: orígenes y desarrollo
III. Evaluación general del INFM
IV. Funcionamiento y actuación del INFM,
Noviembre 2000 - Octubre 2000
V. CONCLUSIÓN
Para concluir, se
puntualizan dos aspectos relacionados con el enfoque conceptual
del trabajo del INFM que merecen resaltarse, y luego se hace una
evaluación global del rendimiento del Instituto para el período
noviembre 2000–octubre 2001.
Si bien el actual Instituto tiene un doble mandato —el de velar
por los derechos de la mujer y de la familia— las acciones
emprendidas durante la gestión de Trobo parecían estar dirigidas
a las mujeres exclusivamente en tanto miembros de una familia, y
en general en tanto madres: el proyecto de la Tarjeta de
Embarazada, la propuesta de las viviendas con teléfono gratis
para madres solteras, los Congresos sobre maternidad
adolescente, la estrategia de difusión del "Manual Mujer" a
través de las escuelas para "llegar a las madres". Este enfoque
reduccionista también estaba presente en el discurso de la
jerarca: "para mí, cuando hay una mujer, en su entorno surge una
familia" (Trobo, citada en La República de las Mujeres,
03/12/01, pág. 3). Aunque Trobo ha reconocido que se puede haber
más de un modelo de familia, parece haber poco lugar en su
conceptualización de la mujer, y en las acciones prácticas del
INFM, para la mujer lesbiana (con o sin pareja), la mujer
soltera sin hijos/as, o la mujer trabajadora (casada o no). Sin
duda, las mujeres jefas de hogar representan un sector
poblacional particularmente excluida y enajenada del ejercicio
de sus derechos, pero cuando sus necesidades están abordadas con
acciones asistencialistas, sin una política marco que proteja y
promueva los derechos de todas las mujeres en sus múltiples
roles, difícilmente se logrará superar esa situación de
marginalidad y exclusión. Fue precisamente esta vinculación
exclusiva de la mujer con su rol de madre o esposa que fue
señalada por varias voces del movimiento de mujeres como un
riesgo potencial cuando en 1992 se redefinió el mandato del INFM
para incluir "la familia".
También se considera pertinente mencionar que en la
documentación brindada por el INFM se reproduce el sesgo
lingüístico de género tan común, que invisibiliza a las mujeres
sumándolas a la forma masculina del sustantivo: "el ciudadano"
(en vez de los y las ciudadanos), "padres" (por padres y
madres), "los técnicos" (este último en referencia al personal
del INFM, donde hay una amplia mayoría de mujeres), etcétera.
Aunque esto podría parecer un detalle menor, al contrario, es
sumamente significativo, teniendo en cuenta que se trata
justamente del mecanismo nacional para el avance de la mujer, y
que hace mucho que esta práctica lingüística es criticada por
feministas y reconocida como discriminatoria por organismos
internacionales tales como Naciones Unidas.
En términos generales podemos decir que el INFM ha tenido un
bajo rendimiento en el año 2001. Si bien, como muchos mecanismos
nacionales, el INFM sufre de la "escasa fuerza institucional"
señalada como obstáculo en la PAR (Area I, Obstáculo f), el
relevamiento realizado para este informe demuestra que la
presente administración ha generado logros muy acotados dentro
de los actuales márgenes de posibilidad.
Primero, las discrepancias entre las distintas declaraciones de
la ex-directora acerca de los objetivos de su gestión son una
clara señal de las carencias en cuanto a la planificación del
trabajo del INFM. Cabe preguntarse, además, si la falta de
definición de un plan de trabajo es causa o efecto de los
evidentes problemas de comunicación que hubo entre la dirección
y las/los técnicas/os del Instituto (por ejemplo, en los casos
del cierre del CEPAVVD o la iniciativa de convenio con INDA
desconocida por la ex-directora, o simplemente en su falta de
desconocimiento de la formación específica en género de los
miembros de su equipo técnico).
Segundo, en la entrevista Trobo explicó que el criterio
principal en base al que se definieron los objetivos para su
gestión eran las posibilidades según los recursos económicos
disponibles, un enfoque por lo menos sorprendente. No es que las
limitaciones con respecto a los recursos disponibles sean un
tema menor, sino que es de suponer que la definición de los
objetivos marco del mecanismo nacional para el adelanto de la
mujer se base en criterios de otro tipo: por ejemplo, en cómo
cumplir con los cometidos propios del organismo, o con los
compromisos asumidos por el estado uruguayo en los acuerdos
internacionales; o en una evaluación de lo ya hecho por el INFM
en sus casi quince años de existencia, para consolidar los
logros y revertir las carencias; o en propuestas surgidas de
consultas con los actores de la sociedad civil, o con otros
organismos estatales, o hasta con la población femenina en su
conjunto. Es recién después de identificar los principales
objetivos de la gestión, a la hora de definir estrategias,
líneas de trabajo y acciones específicas, que se supondría que
se tomaran en cuenta las posibilidades en cuanto a recursos.
En cuanto a la insistencia de la ex-directora en las limitantes
impuestas por los escasos recursos económicos como razón por la
que el INFM no puede lograr mucho, éstas no justifican la falta
de iniciativas con respecto a la coordinación con otros
organismos gubernamentales u con organizaciones sociales de
mujeres. Aparte de la ejecución de políticas —que todo el mundo
reconoce como un objetivo que desborda la capacidad del
Instituto—, los principales cometidos del INFM, de diseñar,
coordinar y evaluar las políticas públicas, no son actividades
que requieran mucha financiación. En cambio, sí requieren una
voluntad y un trabajo de presión política que no están aparentes
en la aseveración de Trobo respecto a que no se precisan canales
o mecanismos formales de diálogo entre el INFM y el resto de los
organismos gubernamentales. Con respecto a este mismo punto, en
los materiales brindados por la directora en preparación para la
entrevista, se constató que las resoluciones tomadas por la V
REM con respecto a la incorporación de la perspectiva de género
en varios Sub-Grupos de Trabajo y Reuniones Especializadas, en
los sistemas educativos nacionales y en la elaboración de
propuestas de los Estados Parte, "favorecerían el
relacionamiento con" los ministerios, las direcciones
nacionales, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y el
Parlamento uruguayos (INFM Documentos). Parece por lo menos
paradójico que para mejorar las relaciones interinstitucionales
del INFM a nivel nacional se precisa una resolución tomada a
nivel regional.
Finalmente, la política del INFM bajo la dirección de Trobo con
respecto a su relacionamiento con las organizaciones sociales de
mujeres deja claro que éstas no fueron consideradas
interlocutores privilegiados. No es que Trobo se negara de plano
a trabajar con estos grupos, sino que aparentemente no reconocía
el valor de su larga acumulación de experiencia y conocimientos
en temas como, por ejemplo, la violencia doméstica, por la que
precisamente se jerarquizan estos actores en los acuerdos
internacionales.
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