Fuente: COMCOSUR MUJER
Martes 27 de abril de 2004
Producción: Yessie Macchi


Ley de Salud Sexual y Reproductiva

Postergación sintomática de la discusión en Senadores

Entre el 13 y del 14 de abril se debatió en la Cámara de Senadores del Uruguay el proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva, que contiene entre otros artículos la despenalización del aborto, luego de ser aprobada hace más de dos caños en la Cámara Baja. En realidad esta polémica sobre la despenalización del aborto se viene procesando desde hace casi dos décadas, y en este momento, en pleno año electoral, el miedo a perder el voto católico y los compromisos asumidos con los diferentes grupos de mujeres tiene a los senadores en situaciones de grandes contradicciones.

En estos días, el proyecto llegó a la discusión general a través de un acuerdo entre bancadas, que habilitaron su pase. Desde el principio los y las senadoras opuestas al proyecto de ley calcularon que no alcanzaban los votos para aprobarlo. Grande fue su sorpresa cuando en mismo día de su discusión, vieron que había un empate virtual en torno a este tema. Más grande aún fue la sorpresa cuando varias encuestadoras publicaron que se hacerse un plebiscito en torno a proyecto, éste estaría despaldado por más del 64% de la ciudadanía. Grandes fueron las dificultades del sistema político de incluir en su agenda y decidir su voto en un tema de raíces sociales y políticas tan fuertes. El dar una solución política a un tema social y reflejar la opinión de la ciudadanía se hace difícil cuando los líderes de todos los partidos se oponen al proyecto.

Así fue como el Senado decidió, la miércoles de noche, pasar a cuarto intermedio y retomar la discusión el 4 de mayo, en medio de intentos de los senadores opuestos a la ley de desvirtuar las dos sesiones del Senado donde se debía aprobar o no la misma, colocando en el órden del día otros temas nada relacionados con el proyecto en ciernes. Sólo el Frente Amplio exigió que el tema se agotara en esos dos días y se pasara a discusión. ¿Tenían datos de que alcanzarían los votos en ese momento? Al mismo tiempo, dos senadores, Pablo Millor de la lista en el gobierno y José Korzeniak, del Frente Amplio, manifestaban su opinión de que éste era un tema que ameritaba un plebiscito nacional. Poco duró este romance entre la lista 15 y el Frente Amplio, ya que éste último, en estos momentos, está revisando su posición sobre la conveniencia o no de un plebiscito.

Mientras tanto, la verdadera batalla se estaba dando en la cancha grande, es decir en las calles, en las barras del Parlamento y en la calle frente al Palacio Legislativo. Las bases sociales en contra y a favor del proyecto, argumentan y presionan. Durante toda Semana Santa, la iglesia Católica y grupos "por la vida" desataron un verdadero terrorismo verbal, convocaron a sus súbditos a no votar a quienes aprobaran la despenalización del aborto, incluyendo listas que se pegaron en la Catedral de Montevideo con los nombres de los diputados que votaron a favor de la ley. Los grupos a favor de la misma y sobre todo las organizaciones de mujeres realizaron dos marchas y manifestaciones los días lunes 12 y martes 13 reclamando justicia para las mujeres que realizan abortos en condiciones de riesgo, y alertando que éstos son la principal causa de muerte materna en el país. Tan grandes fueron estas dos campañas, que la gran prensa no tuvo más remedio que ocuparse de ellas, transmitiendo a ambos grupos contrarios que se habían reunido frente al Parlamento, cada uno en un lugar distinto, con sus propias consignas y pasacalles. Esto tomó un estado público total, lo que obligó a muchos senadores a esconder cuál sería su voto, o simplemente no asistir a la sesión en que se trataría el tema, mandando en su lugar a suplentes que tampoco sabían qué actitud tomar. Es que el debate en la sociedad civil ya no se puede simplificar bajo la forma "las feministas por un lado, la Iglesia Católica por el otro". El sustento social de quienes apoyan la ley creció con los años: a las feministas se les suma la Universidad de la República, el PIT-CNT (central único de trabadores/as), la Federación de Estudiantes Universitarios, organizaciones de derechos humanos, los afroubandistas, la Iglesia Valdense y la Metodista, entre otras.

Fue monseñor Nicolás Cotugno, arzobispo de Montevideo, la estrella máxima de la virulenta campaña contra el aborto. El viejo método de engendra la culpa en el corazón de sus fieles se une a las amenazas del castigo de no voto para quienes desobedezcan y alcen su mano a favor de la ley, sumadas a las acusaciones de asesinos y genocidas. "¿Qué diferencia hay entre un ser humano de 15, 20, 30 años que en un tren de Madrid salte por quilos de dinamita y una criatura de dos o tres meses que está en el vientre de la madre, le ponen un fierro adentro, la despedazan, le aplastan el cráneo y la succionan con una aspiradora y la tiran a la basura?", preguntó Cotugno.

Claro, este señor no hace más que seguir al pie de la letra las órdenes que llegan del Vaticano, ya que sigue esperando su ascenso a Cardenal.

Pero es grave la injerencia de la Iglesia Católica en el sistema político de un país que se define laico, que separa la Iglesia del Estado desde principios del siglo XX. El sistema político no puede ser utilizado para imponer posiciones religiosas. Además, es peligroso que a raíz de las declaraciones de Cotugno hay senadores que cambian de posición. Votaban a favor el año pasado y no sostienen el voto este año. Argumentaron que se entraba en un año electoral y que no era bueno contaminar el tema.

Hubo otras estrellas menores, como el senador el Frente Amplio Eleuterio Fernández Huidobro, el parlamentario más entrevistado el 13 de abril, quien sutilmente comparó la ley de despenalización del aborto con la amnistía dada a los militares que cometieron crímenes de lesa humanidad o la que él mismo había recibido por sus supuestos delitos de sangre en tanto dirigente histórico del MLN-T ya desde la etapa de la lucha armada. Es decir, comparó asesinatos, desapariciones de militantes, secuestros de niños y torturas que cometió la dictadura cívico-militar con un aborto. ¿Algo parecido a Monseñor Cotugno? La clave de que el debate y tratamiento de la ley en cuestión hay sido postergada hasta nueva fecha parece centrarse en el mismo partido de gobierno, El Partido Colorado, tres de cuyos senadores han cambiado sus votos de favorables a la ley a opositores a la misma, pero sin mucha convicción. Un plebiscito sería un cachetazo al presidente Battle desde su mismo partido, teniendo en cuenta que éste ya ha declarado hace dos años que de aprobarse la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, él la vetaría. Está para verse qué harán otros senadores del Encuentro Progresista cercanos al Dr.

Váquez, candidato a presidente por esta colectividad política, por no dejarlo solo, ya que Vázquez ya ha proclamado en diversas ocasiones que es contrario a la despenalización del aborto. Como vemos, el tema toca a todas las tiendas políticas. ¿Será que las organizaciones sociales puedan tomar el toro por las guampas y convocar ellas a un plebiscito?

ALGUNOS DATOS: Uruguay ocupa a nivel mundial uno de los primeros lugares de muerte materna por aborto practicado en condiciones de riesgo. El promedio mundial es de 13 por ciento, el latinoamericano de 21, el sudamericano de 24 y el uruguayo de 27,7 por ciento.

La clandestinidad de esta práctica imposibilita saber cuántos abortos se llevan a cabo en el país. Las cifras estimadas van de 30 mil a 150 mil por año.

En los primeros tres meses de 2002, tres uruguayas murieron por complicaciones posaborto.

Un aborto realizado en relativamente buenas condiciones sanitarias en alguna clínica cuesta en Uruguay un mínimo de 500 dólares. Llega a rondar los 800 dólares o más desde que se ha realizado, desde el 2002 una fuerte campaña de represión contra estas clínicas.

Comprar el teléfono de una clínica que cierra cuesta U$S 450.000. ¿Cuánto ganan, pues, por mes, estas casas abortivas?.

Varias mutualistas también realizan abortos clandestinos cobrando una cifra mucho mayor a los 800 dólares de rigor. Este procedimiento es sólo para las capas de mayores ingresos en el país.

Se ha denunciado que parte de la policía y sus jerarcas son coimeados para no cerrar las clínicas abortivas, a las que acuden, entre otras, las mujeres de los legisladores, de la propia policía y del cuerpo castrense.

Está comprobado que ninguna mujer que esté decidida a abortar deja de hacerlo por miedo a la represión, o por los altos costos de la intervención.

En todo caso recurren a métodos caseros de alto riesgo para su salud y vida.


Lo que dice el proyecto

El aborto podrá realizarse dentro de la primeras 12 semanas de embarazo siempre que a través del personal competente se informe a la mujer de las posibilidades de adopción y de los programas disponibles de apoyo económico y médico a la maternidad, así como se brinden y coordinen instancias de reflexión y apoyo a la mujer pre y pos intervención.

El plazo para la realización del aborto podrá extenderse a 20 meses de embarazo cuando, a juicio del médico tratante, la edad o condición fisiológica de la mujer hubiera dificultado el conocimiento de su gravidez en los tiempos usuales.

Después de las 12 semanas y hasta las 24, la interrupción de un embarazo sólo podrá efectuarse cuando la gravidez implique un grave riesgo de salud para la mujer o cuando se verifique un proceso patológico que provoque evidentes malformaciones o anomalías al feto. Pasadas las 24 semanas, la interrupción de un embarazo sólo será permitida si a criterio del médico tratante fuera estrictamente indispensable para salvar la vida de la mujer.

Ésta deberá consentir esa intervención de serle posible.

En caso de menores de 18 años, el aborto podrá realizarse sólo con su consentimiento y el de cualquiera de sus representantes legales o guardadores de hecho. Si no fuera posible obtener esos asentimientos, habrá recurso ante jueces letrados de familia en Montevideo o jueces letrados de primera instancia en el Interior.

Fuera de estos plazos y condiciones, quien causara un aborto será castigado con pena de tres a 24 meses de prisión. Si lo hiciera sin consentimiento de la mujer, la pena pasa a entre dos y ocho años de penitenciaría.

Si a la mujer le sobreviniera una lesión grave o gravísima, la pena impuesta a quien practicara un aborto será de dos a cinco años de penitenciaría, y si la mujer muriera, de tres a seis años de penitenciaría.

En cuanto a la mujer que causare el aborto de su propio embarazo fuera de las circunstancias y condiciones legales, se fija una pena de prisión de entre tres y nueve meses. Si el aborto se produjera antes de las 20 semanas, quedará exenta de pena.

Las interrupciones de embarazo que se practiquen en las condiciones fijadas por la ley serán consideradas un acto médico gratuito, a cargo del Estado.

Comcosur Mujer Nota: Como hemos mencionado alguna declaración del Senador Fernández Huidobro (leer artículo del Senador publicado en el diario La República) escuchada en varias radios, hemos optado por publicar un artículo de él en el Diario La República, en un tono más tranquilo, y otro artículo en contestación a éste de un viejo compañero del MLN-T, Jorge Torres.

Montevideo, 18 de abril de 2004.

COMCOSUR - COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA CONO SUR - EUROPA
PAGINA WEB: www.comcosur.com.uy
E-MAIL: comcosur@chasque.net - yessie@adinet.com.uy
Coordinación: Carlos Casares y Yessie Macchi