original persa y versión española por
la traductora iraní Parvín
Zarazvand
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Presentación y características únicas de la obra La personalidad del mayor poeta persa, delineada por la tan famosa como infiel traducción del Robaiyyat, publicada en 1859 por Edward FitzGerald, así como la que emerge de varias versiones posteriores, varió desde la de un místico sufí, que pretende alcanzar el contacto con lo divino a través de la euforia sensorial, a la de un “ateo escéptico”, “pesimista”, o también “depresivo”, que propone la evasión de una realidad inhóspita, atrapado en el delirio de la embriaguez y el desenfreno. Pero, … ¿fue realmente así?
El idioma persa en que se escribió el Robaiyyat, consolida sus vocablos
sobre hechos históricos, formas de vida y costumbres, que no encuentran
similares en la cultura latina, haciendo imposible establecer correspondencias
biunívocas entre sus términos y los de una lengua como el
español. Bausani, traductor del Robaiyyat al italiano, y de reconocida
formación en literatura islámica comenta así sobre
su versión: “ […] para mantener el ritmo, he agregado algunos adjetivos,
sin mucho exagerar, porque sobrehumana obra habría sido, el lograr
la extrema brevedad de las cuartetas, con su gran escasez de adjetivos
y ese dominio de los objetos transformados en símbolos.” Se puede
decir que el persa empleado por Jayyam se lee interpretándolo. Los
significados, mucho más de lo que sucede en español, se definen
no solamente en el contexto de la obra, sino también en el de todo
su entorno cultural.
Bertrand Russell, en su “Historia de la Filosofía Occidental”, dice
que sólo conoció un hombre que fue poeta y matemático
a la vez: Omar Jayyam. Y el Robaiyyat, que comparte a la vez la naturaleza
poética y la científica, es abordado generalmente por eruditos
en letras, que simplifican a la medida de sus propias capacidades el pensamiento
y la correspondiente interpretación de un verdadero genio, uno de
esos seres superlativos en disciplinas muy distantes, de cuyos méritos
es difícil exagerar. Varios de sus logros anticiparon en más
de medio milenio los de sus pares de la Europa moderna, y sus trabajos
en matemáticas, astronomía y geometría bastarían
para ocupar varias largas vidas de cualquiera de los mejores pensadores,
sin contar los generosos tiempos en que cultivó la docencia, y su
inigualable poesía. ¿Quién puede admitir que a una
mente en que resplandecía la lucidez, le sobrara tiempo para embotarse
tan asiduamente con la bebida, como inducen a interpretar algunas versiones
de sus cuartetas?
La presente traducción directa del persa al español, que también es bilingüe, intenta ser literal y precisa, dentro de un vocabulario llano, como lo era el persa de que se valió Jayyam. Con sus amplias y detalladas aclaraciones y referencias lingüísticas e históricas, permite comprender y admirar al poeta científico. Ella nos lleva a descubrir con sorpresa, que su concepción del Universo y del Hombre, anticipa la realidad que hoy nos revela la ciencia, donde el protagonismo del hombre ignorante se diluye, al descubrir que está rodeado de inmensidades. El pesimismo atribuido a Jayyam, sólo es el estado de ánimo de los que no entienden que el Universo no está hecho para el Hombre. Jayyam nos hace reflexionar y admitir que ocupamos un lugar muy pequeño en el espacio y en el tiempo, pero también nos lleva a descubrir qué es la felicidad y cómo alcanzarla. Y hoy, cuando pensamos que habitamos un planeta que orbita una de las cien mil millones de estrellas de una galaxia, de la que se cuentan cien mil millones como ella, sólo en el sector del Universo que podemos ver … y que nuestra civilización, puede tener infinidad de similares, por virtud de la abundancia de mundos, no somos pesimistas sino objetivos. Jayyam supo descubrir lo mismo a partir de otros signos, y de esto se trata el Robaiyyat como lo damos a conocer.
El resurgimiento y difusión de prácticas religiosas primitivas
y la relativa indiferencia que despiertan las manifestaciones culturales
serias, a pesar de lo mucho que la tecnología facilita su apreciación
y difusión, evidencian una reacción generalizada de desencanto
con las concepciones antropocéntricas. El cambio, que parece acelerarse
catalizado por los continuos hallazgos científicos, conlleva un
rechazo de los símbolos y prácticas asociados a las ideologías
clásicas, y abre el pensamiento del hombre contemporáneo,
que busca afanosamente nuevas ideas con las que orientar su existencia.
En este escenario, deberá nuevamente resolver el difícil
trance de la duda, ¿qué somos?, ¿de dónde venimos?,
¿qué nos espera?.
Y es una grata sorpresa, descubrir que hace novecientos años, una
inteligencia poderosa ya se enfrentó a estas inquietantes preguntas.
Sus conclusiones, que superaron el discernimiento de sus contemporáneos
y de generaciones posteriores, atravesaron todo ese tiempo encapsuladas
en sus poemas como perlas en sus conchas, y cobran más sentido hoy
pudiendo resultar de inestimable apoyo intelectual y moral.
En mi calidad de natural de Irán, la Persia del gran poeta a quien
estudio con placer, deseo hacer este aporte a la difusión de su
sabiduría, para que los lectores de habla hispana lo puedan apreciar
tan bien como yo.
©
Parvín Zarazvand
Reproducción prohibida sin expresa autorización
Los restos de Omar Jayyam descansan en Neishabur, su ciudad natal.
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