Conclusiones

El fenómeno de la globalización posee múltiples formas de expresión, la mayor parte de las cuales condicionan el actual crecimiento de la sociedad urbanizada y a su vez, la configuración de una nueva forma de sociedad urbana. En ese marco de cambios, dos grandes transiciones continúan en pleno avance,

i.	La transición de la pobreza, marcada por el tránsito desde lo rural y por su acumulación en torno a los ámbitos urbanos.
ii.	La transición de la riqueza o de cambio del modelo de crecimiento económico desde el modelo industrial al post-industrial.

Esta fuerte pérdida de vínculos con lo territorial y con los ámbitos de relacionamiento entre las personas, han puesto en crisis muchos de los valores sociales sobre los cuales se ha sustentado gran parte del control social en las decisiones que afectan los bienes públicos y la distribución de poder en la sociedad.

Los gobiernos locales poseen, a raíz de su estrecho contacto con quienes demandan soluciones ante esta crisis social, el desafío de pensar y estimular procesos que permitan acelerar la construcción de nuevos sistemas de valores y su expresión en nuevos patrones de comportamiento en la toma de decisión a nivel individual o colectivo. La solidaridad, la co-responsabilidad, la actitud de reflexión permanente junto a la sociedad civil organizada, así como la utilización de conocimientos social y técnicamente validados, se reconocen como claros referentes en esta construcción de vínculos sociales necesarios para avanzar hacia una gobernabilidad local socialmente incluyente y sostenible.

El espacio urbano se ha transformado en el espacio de encuentro de las más importantes tensiones sociales que se desarrollan en ALC. Frente a ello, los gobiernos junto al resto de actores sociales que intervienen en este espacio han comenzado a explorar el espectro de oportunidades que favorezcan la implementación de respuestas y de cambios por medio de la innovación institucional. De esta forma, el desarrollo urbano sostenible emerge desde la visión de los gobiernos como un principio de acción dirigido a la protección de bienes estratégicos para el desarrollo local, nacional y global.

Asimismo, participa con intensidad la demanda de la movilización social que reclama políticas de gestión ambiental durables en términos político-administrativos, financieros y de eficacia. La visión técnica y la voz ciudadana convergen en la generación de una corriente de demanda de mayor coordinación intergubernamental e intersectorial en las tareas de diseño y de ejecución de políticas de gestión ambiental a nivel urbano.

Los gobiernos encargados de la gestión del desarrollo a nivel urbano han comenzado a ensayar modelos de integración de esta diversidad de perspectivas con el fin último de legitimar su proceso de toma de decisiones, de planificación y de asignación de recursos. En esta necesaria integración de perspectivas se reconoce la necesidad de nuevas capacidades e instrumentos que colaboren en el establecimiento y la gestión de un diálogo social a nivel local.

Las redes de conocimiento (RC) pueden ser un fuerte catalizador de procesos de diálogo social, articulando actores a nivel local, regional y global. Su principal beneficio se identifica en la generación de una masa crítica que colabore en el proceso de toma de decisión para la gestión del desarrollo urbano. Asimismo, se reconocen como instrumentos que permitirían una importante reducción de los costos y de los tiempos para implementar cambios institucionales y para avanzar en el aprendizaje social sobre esos cambios. La mayor expectativa se identifica en la posibilidad de que se transformen en instrumentos promotores de la cultura del respeto a la diversidad de visiones y de modelos de integración en el desarrollo social.

Las RCs se reconocen como un mecanismo de exploración y potenciación de sinergias entre diversos actores interesados en la toma de decisiones para la orientación del modelo de desarrollo a nivel local. Su éxito no depende solo del uso de instrumental tecnológico adecuado ni de la disposición de contenidos suficientes; ante todo, depende de la capacidad de sus gestores para estimular y animar los debates y la consiguiente transformación de sus contenidos y medios en verdaderos canales de comunicación interactiva.

De esta forma, el soporte de responsabilidad institucional que garantice una gestión eficaz de una RC, es el factor determinante para la definición de su éxito. Esta responsabilidad institucional debe ante todo garantizar la transparencia en los procesos que se utilizan para evaluar la demanda de conocimientos y para la definición de vínculos y de modalidades de respuesta que se promuevan para responder a esa demanda.

La mayor parte de los actores sociales a involucrar en los procesos de comunicación establecidos por una RC requerirán una mejora de sus capacidades para el uso y la interacción con la red. Asimismo, una verdadera RC deberá avanzar sobre la base de una especialización temática, una estrategia de estímulo a la comunicación, una capacidad de sistematización de las comunicaciones y una batería de instrumentos que potencien la mejora de las capacidades de los actores sociales para involucrarse en los diálogos.

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(DRAFT)

Resumen de las discusiones