Madre Esmeralda VOZ DE DIOS
MENSAJES DIVINOS:
11. LA ORACIÓN DEL PADRE A LOS HIJOS
¿Oraciones Me van a elevar?
Yo como Padre vuestro, la oración les brindo Yo.
Y les digo: Soy el Padre vuestro,
que no solo Me encuentro en los Cielos,
sino junto a cada hijo,
compartiendo su desgarramiento,
su incertidumbre, sus dudas, sus temores.
Pronto el Reino Divino, en la Tierra se establecerá...
Y entonces sí, cada uno de mis hijos,
por Mi se sentirá santificar.
El pan de cada día, el pan vuestro,
al alcance de todos estará.
Y ya no habrá quien diga perdóname,
porque nadie más va a ofender,
todos perdonados se sentirán.
Ya nadie se sentirá tampoco
como piedra de escándalo,
ni de tropiezo jamás.
Que la oración que Me brinden,
estrellas también aquí dentro hay.
La oración que Me brinden y el deseo,
los conservo en Mi Corazón.
Soy el Dios, el Padre, el Creador,
y ustedes son mis hijos, puros y perfectos,
aunque en lo humano,
se hayan sentido enlodar,
y caer muy muy abajo.
Pero no deben de temer,
que cuando alguno cayó,
con cada hijo caí Yo también.
Por lo tanto, almas mías,
pronto los glorificaré,
vuestras oraciones ya están en Mí prendidas,
pero todo debe de cumplirse tal como se anunció,
todo, que lo que es necesario,
se tiene que verificar.
Mi Jesús dijo que habría de volver,
en el momento peor,
y el momento tiene que cumplirse.
Y luego, la Gloria también, la prometida,
que a todos los envolverá.
Todo, paso a paso, ni antes ni después.
Muchos de mis hijos se están desangrando,
y Yo Me desangro en cada lugar también.
En otros, se están quemando por fuegos que arrasan,
en otros, son vientos atroces,
y llega uno, el peor de todos,
cual no hubo conocimiento jamás.
En ese viento estaré volando con mis hijos,
estaré por los aires y estaré cayendo,
Me estaré destruyendo, como tantas veces,
pero estamos llegando,
en todo este dolor, al final.
Todo tiene que cumplirse,
hasta lo que acabo de anunciar.
Que alguien que tenga que gemir,
a mi lado gime, y Yo con él Me desgarro de dolor.
Pero todo se va a verificar,
en el hoy y en el mañana,
y en el día que le sigue también,
no se detendrá en el tiempo,
sino que la profecía de Mi Jesús,
debe de ser íntegramente cumplida.
Como la Gloria prometida,
la Ciudad Santa, como que desciende desde el Cielo,
engalanada como una Esposa, así se le verá,
como la Madre del Cordero,
también reconocido todo.
Pero cada cosa en su momento.
Pero saben que cuentan siempre con mi amor,
puro, lo más inmenso,
porque como la Madre y Yo,
nadie ha amado jamás.
AMEN
(27/01/88)