El
"Doble Discurso" sobre los Derechos Sexuales y
Reproductivos en América Latina:
el Abismo
entre las Políticas Públicas y los Actos Privados
"Publicado originalmente en
inglés, con el título de "The Double Discourse on Sexual
and Reproductive Rights in Latin America: The Chasm between
Public Policy and Private Actions". Health and Human Rights
2000, 4 (2); 110-43. El extracto reproducido cuenta con el
permiso de The Francoise Xavier Bagnoud Center for Health and
Human Righst and the President and Fellows of Harvard College.
El presente artículo es una síntesis preparada especialmente
por la Lic. Mónica Pagliero de CDD para esta edición de
Conciencia Latinoamericana. La versión completa de la misma se
puede encontrar en la página web: www.catolicas.org Bonnie L.
Shepard es investigadora visitante en el Programa de Salud
Internacional y Derechos Humanos del François-Xavier Bagnoud
Center for Health and Human Rights en la Facultad de Salud
Pública de la Universidad de Harvard. Si desea enviarle
correspondencia, por favor diríjala a: Bonnie Shepard, 105
Chestnut St., Cambridge, MA 02139, USA; o bien a
Bonnie_Shepard@alumni.ksg.harvard.edu." .
© Bonnie
Shepard, 2000
En todo el mundo, el clima
político que rodea a los derechos sexuales y reproductivos se
caracteriza por un marcado aumento del fundamentalismo
religioso, por un lado, y una globalización cultural, por el
otro. Esta discrepancia ha exacerbado las divisiones políticas
y culturales que ya existían desde antes. En América Latina,
la mayoría de las personas se identifican a sí mismas como
católicos romanos, siendo que es la Iglesia la principal fuerza
que se opone al completo reconocimiento de los derechos sexuales
y reproductivos. Tal como sucede en los países europeos de
tradición católica y entre los católicos de los Estados
Unidos, la mayoría de los estudios revela que, en la práctica,
los católicos de América Latina no se ciñen a las enseñanzas
oficiales de la Iglesia respecto de la regulación de la
fecundidad y del aborto.
El progresivo aumento de la
fuerza de los sectores conservadores de la Iglesia en los
últimos veinte años ha generado una creciente rigidez en sus
posiciones con respecto a estos temas, y ha llevado a reprimir
cada vez con mayor vigor las opiniones disidentes dentro de las
instituciones católicas. Si bien la opinión pública en
general no está enterada de los conductos que utiliza la
jerarquía católica romana para ejercer su influencia
política, los resultados evidentes son las políticas que
niegan los derechos sexuales y reproductivos, políticas que
parecen afianzarse cada vez y con más fuerza en un clima
político polarizado. ¿Cómo logran los países
latinoamericanos conciliar las profundas divisiones en la
opinión pública respecto de estos temas con la apremiante
necesidad de las personas y de las parejas de poder decidir
libremente sobre su vida sexual y reproductiva? En muchas
culturas existen válvulas de escape que permiten que las
personas se acomoden a las políticas represivas,
transgrediéndolas a nivel privado sin que se alteren las normas
legales o religiosas oficiales. Además, estas válvulas de
escape suelen ser más accesibles a las clases sociales media y
alta, quienes no sufren las peores consecuencias de las leyes
represivas, lo que ayuda a contrarrestar el descontento de las
elites frente a estas leyes y a debilitar la voluntad política
y social para impulsar un cambio legislativo. Este tipo de
brecha entre las posturas públicas y los actos privados
también opera en el marco de las personas.
En un libro publicado
recientemente, Rosalind Petchesky analiza las estrategias que
las mujeres utilizan en el ámbito privado para expandir sus
opciones reproductivas: Sin embargo, a medida que avanzábamos
en nuestra investigación en terreno, pudimos darnos cuenta que
era poco frecuente que las mujeres adoptaran uno de los dos
extremos: el de una oposición explícita y el de una
acomodación pasiva. Por el contrario, a fin de lograr cierto de
grado de autonomía y de mantener al mismo tiempo su sitial
dentro de la familia y de la comunidad, nuestras entrevistadas
recurrían a estrategias sexuales y reproductivas complejas y
sutiles. . . . Una mujer puede sentir que no hay ninguna
contradicción entre transgredir una norma y al mismo tiempo
defenderla en su discurso.. Y efectivamente, mediante acomodos y
sin tener que recurrir a una conducta de confrontación, sino
más bien a una conciliadora, muchas veces las personas logran
satisfacer sus deseos íntimos y su sentido de justicia. Y es
así como un tema recurrente en América Latina y del que la
autora se ha interiorizado bien en Colombia, Perú, Chile y
Argentina, es el del "doble discurso". En general,
este término se aplica a las personas y se entiende por él el
arte de acomodarse a las normas socioculturales tradicionales y
represivas en el marco de la vida pública, mientras que en la
vida privada es frecuente que se haga caso omiso a dichas normas
o incluso se transgredan. En este artículo, hemos ampliado el
uso del término "doble discurso" para englobar a todo
un sistema político y cultural, y no sólo un conjunto de
individuos que "pecan" en privado. Gracias a que el
doble discurso opera en forma generalizada, en la mayoría de
los países latinoamericanos se dispone de más opciones
sexuales y reproductivas de las que habría si se toman en
cuenta las políticas oficiales. En el centro de este sistema
habita el abismo entre el discurso público, que defiende los
preceptos religiosos tradicionales que restringen las opciones
individuales, y los discursos privados no oficiales, que sólo
se expresan en conversaciones privadas, en monólogos interiores
y frente a los confesionarios. Son estos discursos privados los
que dan la oportunidad de explicar qué circunstancias motivaron
la transgresión o permiten pedir perdón por haberla cometido.
Los discursos privados se complementan a su vez con mecanismos
sociales y políticos: leyes e interpretaciones de las leyes que
hacen posible la existencia de válvulas de escape, prácticas
generalizadas, servicios clandestinos y otros mecanismos que en
su conjunto son los que permiten contar con alternativas más
amplias. En consecuencia, como características principales del
sistema de doble discurso hay que mencionar que: Por motivos
históricos y políticos, la jerarquía de una religión
hegemónica ha llegado a ejercer considerable influencia sobre
las políticas de estado, logrando así que los códigos morales
de la religión influyan sobre las normas legales. De esta
forma, la distinción entre inmoralidad y criminalidad se torna
borrosa. Adhiriendo a una determinada doctrina religiosa, el
discurso y las políticas oficiales defienden la existencia de
normas fuertemente restrictivas que violan los derechos sexuales
y reproductivos de las personas.
Estas normas están revestidas
de un carácter sagrado e inviolable. Propiciar cambios de una
norma diferente a la sagrada, siempre trae ciertos costos
políticos. Las autoridades públicas y las organizaciones
civiles se ven atacadas cuando defienden públicamente la
legitimidad de algún derecho sexual o reproductivo, o cuando
intentan reformar las políticas. Reconocer públicamente que la
ley es ampliamente violada (como en el caso del aborto) o que se
usan artilugios legales que echan por tierra la intención de la
ley (como en el caso de las nulidades matrimoniales) puede o no
traer consigo costos políticos. Las prácticas que transgreden
las normas, como también los mecanismos sociales y políticos
que hacen posibles que dichas transgresiones existan, están
ampliamente difundidas.
Estos mecanismos pasan a
constituir una válvula de escape que amplía las opciones
sexuales y reproductiva de las personas, pero dado a que son
improvisados, ilegales y no oficiales, no garantizan de que se
pueda acceder a estas opciones en forma continua y segura (en el
caso de los servicios). Por lo tanto, tampoco está garantizado
el respeto y la protección de los derechos fundamentales de las
personas. Las consecuencias más nefastas de las políticas
restrictivas recaen en los sectores de menores ingresos y en los
grupos más vulnerables que sufren de discriminación u otro
tipo de marginación, como son las minorías étnicas, las
madres solteras, las personas que viven en zonas rurales, y los
hombres y mujeres homosexuales. Es muy poco frecuente que las
elites políticas sufran las peores consecuencias de las leyes
restrictivas. Los altos costos políticos que implicarían
cualquier intento por reformar las leyes, sumados a la falta de
poder de los grupos en los que recaen las peores consecuencias
de las políticas restrictivas, producen una falta de voluntad
política para propugnar reformas.
Si el tema se discutiera
públicamente, ello podría dar origen a una represión aún
mayor de la que hay actualmente y restringir los mecanismos
informales a través de los cuales las personas pueden hoy en
día acceder a otras alternativas. Este panorama plantea serios
dilemas éticos a quienes trabajan y abogan por las reformas. En
América Latina cuando más fuertemente opera el doble discurso
es cuando se trata de abordar temas de sexualidad y
reproducción. De hecho, el término "doble discurso"
puede llevar a equívocos, debido a que su esencia estipula que
los actos privados que se apartan de la norma, aún cuando sean
de práctica generalizada, no cuentan con el apoyo de ningún
discurso público que los legitime.
El discurso privado en general
no sale en defensa de los derechos sexuales y reproductivos que
contravienen las normas tradicionales; éste más bien se
encarga de justificar por qué las personas cometen tal o cual
acto privado, o entrega las explicaciones que justifican dicha
transgresión aduciendo argumentos de debilidad y de pecado. El
doble discurso construido a la medida y cuyo propósito no es
enjuiciar, se origina precisamente en aquellas culturas
predominantemente católicas. Con justicia se podría decir que
el sistema del doble discurso es inherente a las culturas
católicas de los países en los que, por diversas razones
históricas y políticas, la Iglesia ejerce gran influencia
sobre el Estado. En estos países, muchos de ellos
latinoamericanos, las autoridades de gobierno a menudo se
sienten obligadas a defender en público la doctrina de la
Iglesia, aunque saben que es frecuente que los actos no se
ciñan a dichas enseñanzas. Los católicos no consideran que
esa actitud sea hipócrita, sino que la aceptan como una forma
de defender un ideal que muchos, incluso ellos mismos, no logran
alcanzar por razones que Dios se encargará de comprender y
perdonar. Tanto las católicas como las personas del clero
logran llegar a una paz interior a pesar de transgredir las
normas oficiales. Es bastante común que los sacerdotes que
hacen trabajo comunitario muestren más empatía y flexibilidad
ante esta situación que las autoridades jerárquicas. Debido a
que con frecuencia la jerarquía "acalla" a los
sacerdotes que se manifiestan públicamente contra las normas
represivas de la Iglesia, cuando se trata de mostrarse más
comprensivos frente a las conductas sexuales y reproductivas
prohibidas, éstos sólo expresan su opinión en el ámbito de
la conversación privada y de la confesión.
Implicancias para el Advocacy:
Una reflexión A través de
mecanismos semi-oficiales, clandestinos y privados, se
transgreden los límites impuestos por políticas represivas. Se
puede observar una profunda polarización de la opinión
pública sobre el ejercicio de los derechos sexuales y
reproductivos. Unos ejemplos notables de la operación del doble
discurso serían la institución de la nulidad matrimonial en
Chile (el válvula de escape debido a la falta de un ley de
divorcio), las clínicas clandestinas de aborto, y las
múltiples maneras en que la juventud consigue información y
servicios de salud sexual y reproductiva. (Véase el artículo
completo para una discusión más amplia de estos ejemplos.) No
se puede menos que aplaudir el ingenio humano que ha llegado a
encontrar maneras tan tortuosas de ampliar bajo esas
circunstancias las opciones individuales. Sin embargo, no se
pueden ignorar las desventajas de dicho sistema, ya que el
cúmulo de consecuencias negativas recae en muchas personas y
familias que se ven perjudicadas de una manera irreparable.
Cuando no se cuenta con soluciones oficiales que amplíen las
alternativas sexuales y reproductivas, cuando éstas son
clandestinas, y/o dependen del criterio de profesionales como
los proveedores de salud, nadie tiene garantizado el acceso
permanente a dichas soluciones y nadie puede supervisar la
calidad de los servicios que se proveen. Ello conduce a que las
consecuencias tanto legales como de salud recaigan en forma
desproporcionada sobre las personas más vulnerables o de menos
recursos. Los mecanismos informales que amplían las opciones en
general conllevan menos riesgos y se hacen cada vez más
accesibles a medida que uno sube la escala socioeconómica,
suavizándose con ello las consecuencias de las políticas
represivas para los mismos sectores que influyen en las
decisiones políticas, ya sea desde el gobierno o desde la
sociedad civil.
Debido justamente al hecho de
que para estos sectores las consecuencias se van mitigando,
unido a que el advocacy implica enfrentarse a riesgos
políticos, es que surge la falta de voluntad política para
defender tales derechos....Los riesgos también recaen sobre las
ONGs y sobre quienes trabajan en instituciones católicas.
Costos Políticos Aquellos católicos que creen en el principio
de la libertad de conciencia en materias sexuales y
reproductivas sufren de una fuerte represión. La red regional
de Católicas por el Derecho a Decidir recibe apoyo clandestino
de muchas personas que perderían sus trabajos si declararan
abiertamente ser miembros de dicha organización. La creciente
represión que busca acallar las voces disidentes dentro de la
Iglesia ha debilitado los intentos por promover el diálogo al
interior de la jerarquía, entre la jerarquía y el clero
(incluyendo a las monjas)- que generalmente son mucho más
flexibles y progresistas en estos temas- y entre los laicos y la
jerarquía. Sacerdotes y monjas que en un acto de valentía han
manifestado abiertamente su postura a favor de estos derechos a
través de publicaciones y de medios de comunicación han sido
"acallados". Ejemplos claros de lo anterior han
ocurrido en Colombia y Brasil. Asimismo, un prominente
endocrinólogo de la Universidad Católica de Chile perdió
recientemente su cargo de Profesor Titular, luego de que se
publicara en la sección editorial del periódico El Mercurio
una carta que él había enviado al Parlamento de Chile y en la
que, esgrimiendo argumentos propios de la teología católica,
manifestaba su oposición al proyecto Larraín, proyecto que
pretendía aumentar la penalización del aborto. Para enfrentar
esta represión, Católicas por el Derecho a Decidir se ha
valido de la investigación (por ejemplo, grupos focales sobre
estas materias con mujeres católicas) y de encuestas de
opinión pública para demostrar la discrepancia que existe
entre la realidad privada y la opinión del laicado católico
por un lado, y el discurso público de la jerarquía de la
Iglesia, por otro. A fin de que estos puntos de vistas alcancen
cierta legitimidad, este grupo ha dado a conocer las opiniones
de teólogos católicos disidentes a través de publicaciones y
de conferencias.
Lamentablemente, la Iglesia
Católica no es una democracia. Siendo esa la situación, estas
estrategias tienen menos posibilidad de influir en las
autoridades eclesiásticas de la que podrían lograr ejercer los
laicos en el Parlamento a través de estrategias de advocacy.
Sin embargo, esta búsqueda y difusión a través de los medios
de comunicación sirve de todas manera a un propósito clave,
puesto que ayuda a legitimar el discurso en favor de los
derechos en países cuyas políticas públicas están
fuertemente influenciadas por la Iglesia. A menudo, los grupos
que hacen actividades de advocacy, muchos de los cuales son ONGs
de mujeres, no logran ser tan persistentes y efectivos como lo
son los activistas que se oponen a los derechos. En el plano
económico, y debido a una drástica reducción del
financiamiento extranjero, muchas ONGs latinoamericanas han
sufrido una situación tan precaria que no han sido capaces de
continuar siendo una voz fuerte e independiente en los debates
públicos. En América Latina, varias ONGs se han transformado
en personas non gratas para algunas agencias gubernamentales,
por oponerse a la posición oficial del gobierno con respecto a
temas de derechos sexuales y reproductivos...
Estrategias Posibles Al
analizar la lógica del sistema de doble discurso se vislumbran
tres estrategias posibles para impulsar la voluntad política
hacia un cambio: usar tanto los argumentos de salud pública
como los de carácter ético; disminuir los riesgos políticos
para una diversidad de actores políticos, y eliminar las
válvulas de escape. Adoptar este último camino sería una
grave equivocación y sólo contribuiría a aumentar el
sufrimiento y el daño. Tendría los mismos efectos de las
persecuciones a los proveedores de servicios de aborto ilegal en
Chile, restringiendo con ello las opciones para miles de mujeres
y parejas desesperadas, forzándolas probablemente a tomar
medidas incluso de más riesgo para terminar sus embarazos. Las
válvulas de escape existen porque son necesarias, y esta
necesidad no desaparecerá, independientemente de cuáles sean
las políticas oficiales. Entonces nos preguntamos ¿cómo
podrían las estrategias de advocacy enfrentar el sistema del
doble discurso? En materias que van desde el divorcio hasta el
aborto, las principales estrategias han sido recurrir al lobby y
usar los datos epidemiológicos más evidentes: los adolescentes
tienen una vida sexual activa, las mujeres se practican abortos,
hay madres que mueren y hay parejas que se separan.
Premunidos de información
sobre las consecuencias negativas que imponen las políticas
restrictivas sobre la salud pública, las personas que abogan
por estos derechos hacen lobby tras bambalinas y en reuniones
con profesionales, de modo de ejercer cierta influencia sobre
los responsables de dictar las políticas. Frente a cualquier
estrategia de advocacy, es importante determinar cuáles son los
grupos objetivos a los que es necesario llegar, y desarrollar
mensajes que se adecuen a esos grupos. En la mayoría de los
países, los legisladores y las autoridades públicas tienen
opiniones diversas más o menos reservadas respecto de esto
asuntos. Con las estrategias actuales se suele llegar sólo a
los grupos objetivos de más alta visibilidad y poder: los que
defienden con más vehemencia los derechos, por un lado, y los
que defienden las normas casi sagradas que restringen dichos
derechos, por el otro. Usando el análisis de audiencias, la
estrategia que utiliza los argumentos de salud pública y
equidad tiene una importante falencia para enfrentar al subgrupo
de legisladores que abogan de forma vehemente por limitar los
derechos argumentando justificaciones de orden religioso: los
datos epidemiológicos no tendrían ningún impacto sobre
alguien que está defendiendo una norma sagrada. De acuerdo al
razonamiento religioso, el hecho de que las personas transgredan
o cometan pecados no significa que los Diez Mandamientos
debieran mandarse a la basura. Desde este punto de vista, sufrir
a consecuencia de haber cometido una transgresión no constituye
una injusticia.
La moralidad está fusionada
con la ley, y por lo tanto, legalizar el divorcio, el aborto o
el adulterio equivale a aprobarlos desde la perspectiva de la
moral. Además de los argumentos de salud pública y equidad,
existe otro que puede resultar más efectivo para enfrentar a
los que se oponen con intransigencia a los derechos sexuales y
reproductivos, argumento que puede ser mucho más convincente
frente los creyentes de todas las religiones: el principio de la
diversidad religiosa. La diversidad religiosa se ha fortalecido
significativamente en América Latina y en los países con
tradición católica, contribuyendo a ser de éste un argumento
importante para quienes hacen advocacy. Una estrategia de
advocacy complementaria sería crear alianzas con personas que
profesan otras religiones distintas al catolicismo, de modo de
exigir que las políticas de Estado no estén vinculadas a
doctrinas de ninguna religión. Si bien es importante comprender
el sistema en que se fundan las creencias de los más férreos
opositores a los derechos sexuales y reproductivos, sigue siendo
efectivamente estratégico usar argumentos de salud pública y
de equidad frente a otras autoridades responsables de políticas
que pueden ser más abiertas a la perspectiva de los derechos.
Esta discusión se centrará en dos grupos objetivos menos
visibles, pero presentes en muchas instituciones legislativas y
agencias gubernamentales: (1) aquellas personas para los que el
tema no ha demostrado ser de mucha relevancia y que han adoptado
la postura tradicional porque ese ha sido el camino más fácil,
y (2) aquellas personas que ya están a favor de los derechos
sexuales y reproductivos, pero que sólo se atreven a expresar
sus puntos de vista tras bambalinas. Es posible que el primer
grupo objetivo no se haya detenido a examinar concienzudamente
estos temas, o es posible que la información con que cuentan
sea escasa. Tratándose de los políticos, en general estos han
optado por camino más seguro, cual es adherir a las normas
tradicionales.
Es posible que este grupo
esté más abierto a dejarse persuadir por información sobre
las consecuencias de la falta de equidad y por los argumentos de
salud pública de las leyes y normas represivas, especialmente
si la opinión pública se inclina por alguna reforma. El
segundo grupo objetivo lo integran aquellos legisladores y
autoridades públicas que en privado tienen una postura a favor
de los derechos en temas de salud sexual y reproductiva. Existen
profundos desacuerdos subterráneos entre las agencias
gubernamentales, los partidos políticos y los comités de
legisladores, desacuerdos que con frecuencia se traducen en
declaraciones de consenso insípidas y carentes de significado,
o simplemente conducen a la inercia. Como resultado, el discurso
"legítimo" que cuenta con acceso garantizado a los
medios de comunicación sigue siendo aquél que emana de la
jerarquía de la Iglesia Católica o de las figuras públicas
que la respaldan, mientras que las voces disidentes que
defienden los derechos sexuales y reproductivos rara vez llegan
a la opinión pública, excepto cuando son atacadas por la
Iglesia.
Esta dinámica sitúa a los
discursos en favor de los derechos en una posición de
desventaja, perpetúa la marginalidad política de quienes
promueven estos derechos, y permite mantener tras bambalinas y
sin sacar a la luz pública los desacuerdos entre los actores
políticos. Mientras sean tan altos los costos políticos de
apoyar propuestas controvertidas en pro de los derechos, las
estrategias políticas de corto plazo más efectivas para
quienes hacen advocacy obedecen a la lógica del sistema de
doble discurso, conduciendo las negociaciones y el lobby tras
bambalinas, lejos de la opinión pública. Esta estrategia
podría traer algunos beneficios legales, pero a largo plazo no
logrará resolver el problema de que la postura en pro de los
derechos en estas materias sea percibida como ilegal e inmoral
en el ámbito público. Es claro que las diversas estrategias de
advocacy debieran concentrar sus esfuerzos en reducir los
riesgos políticos de los potenciales defensores. Una de esas
estrategias podría ser exponer las voces que abogan por los
derechos en los medios de comunicación masiva, trayendo a la
luz las opiniones que hasta el momento se han mantenido en el
ámbito privado. Exponer los argumentos de ambos lados ayudaría
a legitimar el debate en sí mismo, como también las posiciones
en favor de los derechos, y contribuiría a disminuir los costos
políticos ser partícipes del debate y de adoptar públicamente
una posición disidente. Ampliar la coalición en favor de los
derechos es ciertamente una estrategia promisoria para los
grupos de la sociedad civil. Mientras más diversos y de más
amplia cobertura sean estos grupos, menor será el riesgo
político que implique defender estos derechos. La utilidad de
esta estrategia radica precisamente en que otorga legitimidad a
la salud y a los derechos sexuales y reproductivos como asuntos
políticos fundamentales, reduciendo por lo tanto los riesgos
políticos asociados a las actividades de advocacy. Antes de
diseñar estrategias, un ejercicio importante para quienes
promueven los derechos sería analizar la naturaleza de los
riesgos, como también las fuentes, los argumentos y las
tácticas de ataque de la oposición. Las estrategias
multifacéticas que emplean una combinación de tácticas para
hacerle frente a estos riesgos y contrarrestar efectivamente los
ataques (por ejemplo, las encuestas de opinión pública, las
alianzas en torno a otros temas, los acuerdos internacionales,
la asociación con los medios de comunicación y la educación
de los responsables de las políticas) son más efectivas, ya
que logran un refuerzo mutuo entre dichas tácticas. También es
importante analizar las diferencias entre los potenciales
aliados, de modo de aproximarse a ellos de la forma más
adecuada. Si bien el sistema de doble discurso impone
obstáculos importantes a los esfuerzos por el advocacy de los
derechos sexuales y reproductivos en muchos países de América
Latina, se ha progresado en temas claves como son la violencia
contra las mujeres y la violencia sexual. Es de esperar que un
análisis riguroso de la naturaleza de los riesgos políticos,
la adaptación de los mensajes a los diversos grupos objetivos,
y una aproximación decidida a potenciales aliados implique
lograr una verdadera y exitosa protección de todos y cada uno
de los derechos sexuales y reproductivos.
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1 Catholics for Free Choice
(Católicos y Reproducción: Un Panorama Mundial), ( 1994).
2 L. Haas, "The Catholic
Church in Chile", en C. Smith y J. Prokopy (eds), Latin
American Religion in Miotion (New York and London: Routledge,
1999); M. Htun, "Democracy, Dictatorship and Gender Rights:
Divorce, Abortion and Women's Rights in Argentina, Brazil and
Chile", Disertación para el Grado de Doctor, Harvard
University, 1999, aún sin publicar.
3 R. Petchesky y K. Judd (eds)
para el International Reproductive Rights Research and Action
Group IRRRAG), Negotiating Reproductive Rights (Nueva York y
Londres: Zed Books, 1998), p. 17.
4 La autora trabajó en estos
países desde 1992 a 1998 como Encargada del Programa de Salud
Sexual y Reproductiva de la Fundación Ford, con base en la
oficina para la región Andina y el Cono Sur en Santiago. En
algunos paises, se habla más de "doble moral," para
señalar el mismo fenómeno.
5 Filipinas y el Vaticano son
otros dos ejemplos claros en los que la Iglesia Católica ejerce
una fuerte influencia en el Estado. Sería interesante analizar
si el sistema de doble discurso también existe en otros países
donde opera la hegemonía de una religión oficial o
semi-oficial.
6 De las conversaciones de la
autora con integrantes de Católicas por el Derecho a Decidir en
seis países latinoamericanos.
7 El ejemplo más conocido de
Brasil es el caso de la Hermana Yvone Gerbara, que dio una
entrevista a la revista nacional Veja, en la cual abogaba por la
despenalización del aborto. En Colombia, Alberto Múnera, un
prominente teólogo jesuita, fue removido de su cargo docente en
1995, después de que defendió los Postulados de la CIPD en un
programa nacional de televisión.
8 Se trata del Dr. Horacio
Croxatto, a su vez Presidente del Instituto Chileno de Medicina
Reproductiva (ICMER). Comunicación personal del Dr. José
Barzelatto y varios otros colegas chilenos.
9 Sería importante llevar a
cabo un seguimiento del estudio Guttmacher de 1994, para
verificar si de hecho hay menos proveedores que antes, y si como
consecuencia de ello, han aumentado la morbilidad y mortalidad
asociadas al aborto.
10 Véase "World
Religions and the 1994 UN International Conference on Population
and Development: A Report on an International and Interfaith
Consultation" (Chicago: Park Ridge Center for the Study of
Health, Faith, and Ethics, 1994) En español: "Las
Religiones Mundiales y la Conferencia Internacional de Naciones
Unidas sobre Población y Desarrollo de 1994, Informe sobre una
Reunión Internacional de Pensadores de Distintas
Religiones". (Park Ridge Center para el Estudio de la
Salud, la Religión y la Ética).
11 De acuerdo con el censo de
1992, alrededor del 13,4% de la población chilena es
evangélica/protestante, mientras que un 76,7% es católica. Los
ateos alcanzan a un 5,8% de la población, y "otras
religiones" (probablemente judíos y musulmanes en su
mayoría) alcanzan un 4,24%. Véase F. Kamsteeg,
"Pentecostalism and Political Awakening in Pinochet's Chile
and Beyond", en C. Smith y J. Prokopy
© Católicas
por el Derecho a Decidir
Conciencia Latinoamericana es
una publicación de la Oficina Regional para América Latina
de Católicas por el Derecho a Decidir. Los artículos
pueden ser reproducidos libremente, siempre y cuando se cite la
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