ABORTO:
Territorio
femenino; discurso masculino
Susana
Rostagnol *
susanar@internet.com.uy
¿Qué es el aborto?
¿Qué otras cosas están implicadas en él, qué aspectos de nuestro
orden social se está poniendo en juego, qué resortes del poder
estamos tocando? En este artículo se pretende mostrar como los
lugares socialmente asignados a lo femenino y a lo masculino, y a la
relación de dominación-subordinación que signa las relaciones de género,
definen no sólo las prácticas en torno al aborto, sino –y
fundamentalmente- las representaciones y discursos correspondientes.
Una disputa política que
se dirime sobre la vida de las mujeres
El aborto ha sido tema de
numerosos debates, entre ellos cabe destacar el juicio Roe v. Wade (22
de enero de 1973) donde el aborto pasa de crimen estatal a derecho
constitucional federalmente garantizado, marcando un hito en la historia
de la legalización del aborto en los Estados Unidos de América.
En la última década se
llevaron a cabo encendidas discusiones en torno al aborto en la
Conferencia de Población y Desarrollo que Naciones Unidas realizara en
El Cairo en 1994, allí se enfrentaron posturas progresistas y
fundamentalistas, representadas estas últimas por el Vaticano y los países
musulmanes; enfrentamientos que se reiteraron al año siguiente en la IV
Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing.
Tanto alboroto en torno a
un tema que pertenece a la esfera privada de la mujer, o la pareja o la
familia, evidencia que el aborto es un tema público y político.
Las razones por las que
una mujer decide interrumpir su embarazo son específicas en cada caso;
y diferente de todos los demás. Lo común a todos los casos es que no
se trata de una decisión ligera. En países como el nuestro, donde el
aborto se practica en la clandestinidad, de manera insegura para muchas
mujeres -especialmente las pobres- la decisión implica arriesgar la
propia vida. Las mujeres lo saben, y la arriesgan (en lo que va del año
hay registradas ocho muertes por aborto). Sus principios morales y
religiosos, los afectos, su autoestima, el miedo a actuar en la
clandestinidad son algunos de los territorios por lo que debe atravesar
una mujer al decidir interrumplir un embarazo.
El mandato social
Existen otros, tal vez
menos visibles incluso para ella misma, pero cuya incidencia es
determinante, justamente por pasar desapercibidos. En nuestra cultura la
maternidad es considerada un "destino" para toda mujer, al
punto que con frecuencia ésta se legitima socialmente a través de su
maternidad. Recordemos el drama de Yerma o el repudio del Sha de
Irán a la princesa Soraya por su esterilidad. Hace ya 50 años Simone
de Beauvoir argumentaba sobre la idea de que los hombres trascienden la
naturaleza, mientras que las mujeres la acompañan. Las mujeres dan la
vida –acto natural-, los hombres la quitan –acto cultural. Esta
misma idea rige la noción producción/reproducción; la producción
implica trabajo, transformación de la naturaleza, asimilado a lo
masculino; la reproducción, asociada a lo femenino, es el acompañamiento
a la naturaleza.
Abortando la mujer
subvierte el orden, está trascendiendo la naturaleza; está haciendo
algo que, en el plano simbólico, está fuera de lugar. Cháneton y
Oberti lo expresan de manera elocuente: "Este es el monstruo, la
que no quiere ser madre. El crimen consiste en pretender atravesar los límites
de lo humano. La humanidad de la mujer está permanentemente puesta en
cuestión, entonces ella adquiere el estatuto "humano" cuando
se hace madre."1
En nuestras leyes es
posible encontrar resquicios (teóricos) para la interrupción del
embarazo en casos de peligro de vida para la madre o si se prueba que es
el resultado de una violación. En ninguno de ellos es la mujer quien
puede decidir. La mujer (sujeto pasivo) aparece dando el consentimiento.
Justamente lo contrario de una mujer que decide. El mandato social no
censura tanto la interrupción del embarazo sino que sea la mujer quien
lo decida, porque no son sujetos legitimados socialmente para tomar la
decisión de interrumpir su propio embarazo. El cuerpo, la sexualidad de
la mujer es tratado como asunto público, no le pertenece a ella sino a
su familia: la sexualidad de las mujeres es el indicador de la honra
familiar/masculina2, es decir la mujer no existe en tanto
persona, sujeto, sino sólo en tanto "término de parentesco":
la señora de, la madre de, la hija de. Lo que se le está negando es la
posibilidad de autonomía.
Hasta ahora veníamos
definiendo el aborto como interrupción del embarazo, también se lo
define como la muerte del feto/ser vivo/persona/persona en potencia. La
línea argumentativa a partir de esta segunda definición nos conduce
entonces al tema de la vida y la muerte; o mejor dicho la vida o la
muerte. En nuestra sociedad, a pesar de los adelantos de la ingeniería
genética, esos temas continúan siendo parte de los misterios a los que
nos enfrentamos los seres humanos. Los discursos socialmente legitimados
para hablar de la vida y de la muerte son la religión cristiana,
especialmente la Iglesia Católica; y la ciencia, especialmente la
medicina. Es por ello que cuando se pretende realizar un debate sobre el
aborto, se invita a representantes de estos sectores para que den su
opinión.
Mucho más que la
interrupción de un embarazo
Desde el campo médico,
las referencias al aborto aparecen generalmente en relación a la
morbimortalidad, o en discursos que ponen de manifiesto la percepción
fragmentada del cuerpo. Esta fragmentación también constituye una
negación de la mujer sujeto. Abundan los discursos sobre al útero, el
aborto es entonces un útero que se vacía. Las referencias al útero
sustituyen metonímicamente a "cuerpo femenino": es la parte (útero)
por el todo, que es el cuerpo de mujer. Existe una segunda metonimia por
la cual "cuerpo de mujer" es la parte del todo
"mujer", sujeto social3. Si miramos la cadena al
revés, se lee "mujer" (sujeto social) que se reduce a
"cuerpo" que se reduce a "útero", lo social se
reduce a lo natural, lo activo a lo pasivo. El discurso médico enfatiza
la idea de la mujer-madre, transformándola en mujer-continente de
ser-por-nacer. Aparece cierta dificultad en posicionarse frente a una
persona. El aborto se refiere a una mujer que interrumpe su gravidez y
no un útero vaciado. Sin embargo, paradojalmente la mujer –sujeto
social- se reduce a un útero y el feto se convierte en sujeto social,
desempeñando un papel protagónico en relación al tema. Prueba de ello
es la manera en que las imágenes asociadas al aborto son más
frecuentemente un feto con aspecto de bebé quedando fuera la mujer, el
sujeto social, la persona queda invisibilizada, no existe.
En el discurso de la
Iglesia Católica la mujer continúa apareciendo como la portadora de la
moralidad, lo cual implica una mujer que aún no ha adquirido el
estatuto de sujeto que pueda ejercer su sexualidad con autonomía y
responsabilidad. Para la Iglesia Católica la unión sexual tiene como
finalidad la procreación. La decisión de abortar está indicando que
hubo una práctica de la sexualidad como respuesta al libre ejercio del
placer y del deseo, lo cual es condenado por la Iglesia; pero además
está demostrando que las mujeres también son –al menos
potencialmente- sujetos de deseo y decisión. Esto subvierte el lugar
asignado a las mujeres, y por ende al orden social. Como argumenta Ma.
Alicia Gutiérrez "la objeción de la Iglesia Católica al aborto
parece más centrado en cercenar la autonomía de las mujeres que en el
cuidado del feto (porque si los embriones fueran con certeza vida
humana, cuando se producen abortos naturales, el feto sería bautizado,
práctica que no se realiza). Lo que aparece cuestionado y cercenado es
la capacidad de las mujeres en tanto sujetos adultos capaces de tomar
desiciones libres y autónomas"4.
El aborto es mucho más
que la interrupción voluntaria de un embarazo, pone en cuestión
relaciones jerárquicas, el orden social, las relaciones de género. Es
necesario poner en debate sus múltiples connotaciones para poder
abordarlo seriamente.
* Antropóloga; Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación
July Cháneton y
Alejandra Oberti, Cuando digo aborto...., En AEPA, CEDES, CENEP Avances
en la investigación social en salud reproductiva y sexualidad. Buenos
Aires, 1998.
2
El embarazo de una menor de edad, soletera es considerado una deshonra
familiar
3
Este abordaje sobre el aborto está desarrollado en July Cháneton y
Alejandra Oberti, Cuando digo aborto...., En AEPA, CEDES, CENEP Avances
en la investigación social en salud reproductiva y sexualidad. Buenos
Aires, 1998.
4
Ma. Alicia Gutiérrez, "Parirás con dolor": aborto, derechos
sexuales y reproductivos en la cosmovisión eclesiástica. En: Foro por
los Derechos Reproductivos, Nuestros Cuerpos, nuestras vidas: propuestas
para la promoción de los derechos sexuales y reproductivos. Buenos
Aires, 1997.
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