No existe una sola manera de
experimentar el aborto. Las mujeres pueden tener reacciones muy
diversas frente al mismo hecho y esto depende, ante todo, de
cómo tomen su decisión. Algunas pueden experimentar
sentimientos negativos, como la culpa. Esto se facilita en
ambientes en los que la sociedad no acepta el aborto. Sin
embargo, muchas otras sienten alivio o se sienten liberadas y en
condiciones de continuar su vida con nueva fuerza. Seguramente
hay quienes tienen sensaciones mezcladas o ambivalentes después
de la interrupción de su embarazo.
Los grupos conservadores que
están en contra de cambiar las leyes de aborto han difundido la
idea de que existe un "trauma post aborto" que provoca
depresión profunda en todas las mujeres que se interrumpen su
embarazo. El hecho es, sin embargo, que no existe evidencia
científica que demuestre que esto es cierto. Por el contrario,
muchas mujeres experimentan alivio después de practicarse el
aborto. Las depresiones severas después de un aborto son poco
frecuentes. No hay indicios de que el aborto en sí mismo
constituya una causa de depresión, exceptuando los casos en que
el aborto se realiza en contra de la voluntad de la mujer, sea
por presión familiar o por cuestiones económicas.
Con todo, sí existen
condiciones que favorecen la presencia de sentimientos negativos
después del aborto. La tristeza y el sentimiento de pérdida
son más o menos frecuentes, sobre todo si la decisión de
abortar se toma en situaciones emocionales difíciles o cuando
la decisión acarrea la pérdida de la pareja o la ruptura de
otros lazos afectivos. Después del aborto algunas mujeres
pueden experimentar rechazo hacia las relaciones sexuales, pero
otras aprovechan la experiencia para elegir un método
anticonceptivo que las ayude efectivamente a evitar el embarazo
no deseado.
Como no pueden hacerse
generalizaciones, es importante que cada mujer analice sus
propios sentimientos y sensaciones, y evalúe si necesita ayuda
emocional para tomar su decisión. Hay a quienes les basta
hablar sobre su situación con personas cercanas y hay quienes
pueden requerir ayuda profesional terapéutica o psicológica.
Las consecuencias
psicológicas del aborto depende, ante todo, de la libertad y
responsabilidad con las que las mujeres elaboren sus juicios y
tomen sus decisiones. Una mujer que aborta presionada por
circunstancias personales o sociales ante las que no puede
rebelarse, llega a resentir su decisión. En cambio, cuando la
decisión de abortar es firme, se fundamenta en el ejercicio
consciente de la responsabilidad personal, surge del
reconocimiento del propio deseo y ofrece la claridad de estar
optando por el menor de los males, la mujer no experimenta
daños psicológicos aun cuando, evidentemente, el aborto no sea
una alternativa agradable ni deseable en sí misma. La decisión
bien tomada trae consigo una sensación de alivio y liberación.